31.5.07

Amor de Dios (Calle del)

Grabado antiguo que representa la isla de Ualan, en las CarolinasEntre las calles de las Huertas y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Nos encontramos en pleno barrio de los literatos con esta pequeña calle, típica de aquella interesantísima zona de nuestra villa. Su nombre proviene de una capillita en la que había una imagen de Nuestra Señora del Amor de Dios. Ocurría esto cuando estos parajes eran descampados y por aquí sólo discurría el camino que conducía al prado de San Jerónimo. La imagen se hallaba en una casa particular, pero ello no impidió que suscitase gran devoción entre los vecinos, que poco a poco fueron llenando la capilla de exvotos. Llegó esto a los oídos del vicario de Madrid, Juan Bautista Neroni, que decidió llevar a una iglesia la imagen para que se le rindiese culto de forma más digna, pero los vecinos se opusieron enérgicamente. Así que hasta 1552, cuando Antón Martín fundó el hospital después llamado de San Juan de Dios, no se trasladó la imagen a un templo mayor, que fue concretamente el del hospital, que tenía esa advocación. Se intentó crear una cofradía en la capilla del hospi­tal, pero no fue posible; al construirse la iglesia del Colegio de Niños De­sampa­rados, que asimismo se consagró a Nuestra Señora del Amor de Dios, la cofradía se estableció allí, y se hizo una copia de la vene­rada imagen.

¿Sabía usted que las islas Carolinas pertenecieron a España? ¿Sabía que existían? Pues nadie en España tampoco, hasta que en 1885 Alemania intentó ocupar militarmente el archipiélago, situado en el centro del océano Pacífico. Una oleada de fervor patriótico cruzó el país, y en nuestra villa la furia se concentró en la calle del Amor de Dios, ya que en el palacio que tenía el número 2 estaba la embajada del Imperio Alemán. El 23 de agosto de 1885 los madrileños arrancaron el escudo de Alemania de esta casa y lo arrastra­ron por las calles. Después tuvo otros fines, entre los que estuvo alojar provisionalmente el palacio de Justicia tras el incendio que sufrió el antiguo convento de las Salesas el 5 de mayo de 1915.

23.5.07

Amnistía (Calle de la)

La Reina Gobernadora doña María Cristina, que concedió la amnistía que da nombre a nuestra calle
Entre la calle de la Independencia y la plaza de Ramales. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Esta calle se abrió en 1836, y Peñasco y Cambronero indican que se hizo en parte sobre la antigua plaza de Santa Clara. Esta plaza no aparece en el plano de Texeira ni en otros posteriores, así que supongo que se formó como consecuencia del derribo del convento del mismo nombre, ordenado por José Bonaparte. Una vez verificada la apertura, se le puso el nombre de calle de la Amnistía en recuerdo de la que concedió a la muerte de Fernando VII la reina gobernado­ra doña María Cristina.

La casa que tiene el número 22, una vieja vivienda muy reformada por el arquitecto Cayo Redón, tiene en su fachada la única imagen que queda de las muchas que hubo en las esquinas del viejo Madrid. Es una imagen de la Dolorosa colocada en una hornacina, último resto de una piadosa costum­bre que es la causante de muchos de los nombres de las calles de nuestra villa.

Américas (Calle de las)

El Rastro Entre la calle de Mira el Sol y la ronda de Tole­do. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aún no nos vamos del Rastro. Casi al final queda esta pequeña calle peatonal, que no es la misma que comentan Peñasco-Cambronero y Répide. Ellos hablan de una calle que transcurre entre la ronda de Toledo y el paseo de las Acacias, es decir, aproximadamente en el emplazamiento del bazar que le daba nombre y al que enseguida me referiré. La calle que en la actua­lidad lleva ese nombre se abre en unos terrenos que en su día pertene­cieron al Casino de la Reina, y está al otro lado de la ronda de Toledo.

Al final del Rastro se acondicionó un lugar para que los vendedores de chismes y de antigüedades que no cabían en el resto del mercado se esta­bleciesen. Fue llamado el bazar de las Américas, y en él había unas sesenta tiendas de cartoneros, chatarreros y almaceneros. Subsistió hasta el año 1979, cuando fue derribado para prolongar la Ribera de Curtidores hasta el paseo de las Acacias.

14.5.07

Amazonas (Calle de las)

'La batalla de las Amazonas' (1598), cuadro de Rubens (1577-1640)Entre la calle de Carlos Arniches y la Ribera de Curtidores. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aparece ya esta calle en el plano de Texeira, aunque no hay nada construido donde hoy se halla la casa de socorro de Arganzuela. En el plano de Espino­sa sí que se llama como hoy en día. Está en pleno corazón del Rastro, en un lugar en el que tradicionalmente, entre otras muchas cosas, se halla el mercadillo de minerales, donde muchos hemos ido en busca de un buen trozo de pirita, aragonito o biotita para completar la colección que nos mandaban hacer en el colegio.

La tradición más aceptada de las que explican el origen de su nom­bre, indica que dentro de las festividades que hubo con motivo de la entrada en Madrid de la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, estuvo la actua­ción de un grupo de mujeres que, a caballo, ejecutaron unos difíciles ejerci­cios acrobáti­cos con gran destreza. En el paraje donde hoy se abre esta calle había un corral donde estaban guarda­dos los caballos de estas damas, y que fue cono­cido como corral de las Amazo­nas. Y este es el sencillo origen de la deno­minación. Otra propuesta, dada por Peñasco y Cambrone­ro, aunque la ponen “en tela de juicio” -bien es verdad que la otra tradición también la cuestio­nan- dice que la calle se abrió cuando se descubrió el río del mismo nombre y “se encomiaba el valor de aquellas célebres mujeres”. Sin embargo, como el Amazonas fue descu­bierto en 1499 y por aquellos años la villa aún no había llegado hasta estos contor­nos, es bastante difícil que no suene a fanta­sía esta segunda leyenda.

9.5.07

Amaniel (Calle de)

Antigua fábrica de Mahou, actual Archivo Regional de Madrid
Entre la plaza del conde de Toreno y la calle del Con­de-Duque. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Toda esta zona fue en tiempos un bosque muy frondoso donde proli­feraba la caza. Sabida es la afición que muchos monarcas de Castilla y de España han tenido a ese deporte, y por ello no es de extrañar que estas frondas fuesen en épocas pasadas escenario de numerosas monterías reales. El nombre de Dehesa y Eras de Amaniel vino de su dueño, Lope de Ama­niel, ballestero que fue del rey Enrique II de Castilla. Peñasco y Cambronero hacen un irónico comentario de la detallada explicación que Capmani hace de ese nombre, que les hizo "suponer que el autor había sido testigo presen­cial de aquellas monterías, si no supiésemos que vivió siglos después".

Cuando la villa se convirtió en corte fue ésta una de las zonas por donde se desarrolló su crecimiento; el frondoso bosque de Amaniel fue siendo poco a poco talado y la caza desplazada hacia terrenos más pro­picios. Ya en tiempos de Felipe IV se formó nuestra calle, que adoptó el nombre del antiguo dueño de los terrenos, a pesar de que en el plano de Texeira se rotula Gumiel. Del ancestral bosque de Amaniel, que antiguamen­te se exten­día desde la Moncloa hasta el pueblo de Valnegral, aproximada­mente donde hoy está el paseo de Recoletos, sólo queda hoy como vestigio la Dehesa de la Villa, que también se ha visto amenazada por alguna que otra vía rápida para los dichosos automóviles.

En las orillas de esta calle hay varios edificios muy importantes, como el convento de las Comendadoras de Santiago o el Paraninfo de la Universidad Complutense, pero como sus entradas principales dan a otras vías, allí se comentarán. Sin embargo, sí que hay que hablar de dos que estaban en nuestra calle; uno permanece, el otro no. En la esquina de la calle de Amaniel con la travesía del Conde-Duque se instaló en 1719 el colegio de Nuestra Señora del Patrocinio y Amparo de niñas huérfanas. Esta institu­ción fue fundada por Felipe V y María Luisa de Saboya en 1710, y primero estuvo en el Hospicio, hasta que se trasladó a nuestra calle, a unas casas que fueron propiedad del conde de Monterrey. Por eso, desde entonces fue cono­cido como colegio de las niñas de Monterrey. Subsistió hasta 1824, cuando Fernando VII regaló el edificio para el emplazamiento del hospital de Jesús Nazareno, de mujeres incurables, que había sido fundado en 1803 por la condesa viuda de Lerena y marquesa de San Andrés en una casa de la calle del Conde-Duque. Durante el reinado de José Bonaparte fue suprimido, pero en 1815 fue restablecido y se instaló en la calle del Burro (hoy Colegiata); después pasó a la calle de la Madera, y por último, el 4 de octubre de 1824, al edificio de la calle de Amaniel del que hablamos. Disponía de 110 cama­s, y era regentado por las hermanas de la Caridad. Poseía una capilla cuya entrada daba a la travesía del Conde-Duque. En 1851 sufrió un im­portante incendio que dañó además varias casas cercanas. Subsistió hasta los años setenta del siglo pasado, cuando el furor especulativo que se desató en Madrid acabó con muchos edificios antiguos, unos sin importancia, pero otros de gran valor.

Mejor suerte tuvo la antigua fábrica de cervezas Mahou. Construida entre 1892 y 1894 según planos de Francisco Andrés Octavio, uno de los autores del proyecto de la Gran Vía, es una importante muestra de la arqui­tectura industrial madrileña de finales del siglo XIX, y pertenece al tan en auge entonces estilo neomudéjar. Sufrió siete ampliaciones, entre 1899 y 1930, pero al final la fábrica se trasladó hasta las orillas del Manzanares, y el edificio cayó en el abandono, a pesar de su importancia. En la edición de 1987 de la Guía de Madrid del C.O.A.M. se habla de su "avanzado estado de deterioro, aunque existe un proyecto de rehabilitación y adaptación a viviendas y oficinas de próxima ejecución". No fue así, sino mejor, ya que la Comunidad de Madrid lo adquirió para instalar en él el Archivo Histórico de la Comunidad. Inmejorable emplazamiento, a un paso del Cuartel del Conde-Duque, donde está el complementario Archivo de la Villa.