28.4.17

Cuchilleros (Calle de)


Arco de Cuchilleros
(Foto CC BY-SA 3.0 Tamorlan)


Entre la Cava de San Miguel y la plaza de Puerta Cerrada. Distrito 1 (Centro). Barrios de Palacio y Sol.

Comienza nuestra calle frente al célebre Arco de Cuchilleros, una de las entradas de la Plaza Mayor, donde prendió el terrible incendio que casi la arrasó por completo en 1790. Recibe el nombre porque aquí se asentó el gremio de cuchilleros y espaderos, en un lugar oportuno, pues estaba cercano a las carnicerías de la plaza. Peñasco y Cambronero señalan que en tiempos también se conoció como calle de la Cuchillería. Muy típica y turística es esta calle, que en la juventud de quien esto escribe estaba plagada de mesones donde los universitarios solíamos ir a celebrar el fin de nuestros exámenes con tortillas y chorizos a la sidra regados con enormes jarras de cerveza. Hoy en día apenas queda ninguno. Tampoco existe ya una tasca contigua al arco que exhibía un gracioso cartel: “Hemingway never ate here”, o lo que es lo mismo, “Hemingway nunca comió aquí”. Lo que sí se conserva es el célebre restaurante Botín, el más antiguo del mundo, ya que fue fundado en 1725 por un francés llamado Jean Botin, con su esposa, de origen asturiano. A su muerte fue un sobrino de ella quien se hizo cargo del negocio, de ahí el rótulo de “Sobrino de Botín” que podemos leer en él.

21.4.17

Cuatro Caminos (Glorieta de)


La Glorieta de Cuatro Caminos, con la antigua fuente de la Puerta del Sol en el centro


Entre las calles de Bravo Murillo, Artistas, Raimundo Fernández Villaverde y Santa Engracia y la avenida de la Reina Victoria. Distritos 6 (Tetuán) y 7 (Chamberí). Barrios de Bellas Vistas, Cuatro Caminos, Ríos Rosas y Vallehermoso.

Recibe su nombre esta plaza, una de las más conocidas de Madrid hoy en día, porque cuando la zona no era más que las afueras de la villa y empezaron a proliferar casas a la vera de la carretera de Francia, esto es, de la calle de Bravo Murillo, aquí se cruzaban cuatro caminos: la susodicha carretera, el paseo de Ronda y la calle de Santa Engracia, cuyo trazado rectilíneo unía y une nuestra glorieta con lo que hoy es la plaza de Alonso Martínez y en tiempos fue la puerta de Santa Bárbara. En realidad, el paseo de Ronda solo estaba trazado en los mapas, pues en lo que hoy es la avenida de la Reina Victoria lo que estaba era el llamado camino de los Aceiteros; la calle de Raimundo Fernández Villaverde tampoco existía. Hubo de pasar un tiempo hasta que desapareciera el edificio de un fielato que allí había y que la Sociedad del Metropolitano, la misma que construyó el metro, terraplenara la zona para que nuestra glorieta adquiriese una forma semejante a la actual.

Tan importante cruce de vías no tardó en verse visitado por otras, la de los tranvías de la Ciudad Lineal, que desde allí partían hacia el benemérito proyecto de don Arturo Soria, y también los que iban a la Dehesa de la Villa. Todo esto, unido al fuerte incremento de la población del barrio durante las primeras décadas del siglo XX, hizo exclamar a Répide que la glorieta de Cuatro Caminos se había convertido en una “sucursal de la Puerta del Sol”. Muchos motivos había: su animación, su bullicio, sus paseantes desocupados, los que iban de paso camino de la plaza de toros de Tetuán de las Victorias, los habitantes de la villa que venían aquí en busca de merenderos, muchos de ellos utilizando el flamante ferrocarril metropolitano, cuando aún se podía decir que casi era el campo… Otro buena razón sería haber heredado la fuente que hubo en la misma Puerta del Sol y que, antes de su emplazamiento allí, fue de la que manaron las primeras aguas del Canal de Isabel II en la calle de San Bernardo, un 24 de junio de 1858. Con el tiempo, la fuente también desapareció del centro de la glorieta de Cuatro Caminos. Es muy posible que aún se conserve y sea la que hay en la entrada de la Casa de Campo, frente al palacete de los Vargas y cerca de la puerta que lleva al puente del Rey.

Se quitó la fuente y cuando surgió la moda de los pasos elevados hubo uno que afeó bastante nuestra plaza pero que, por suerte, fue sustituido por otro subterráneo, que permitió que en su centro volviese a haber un jardín circular.

No siempre se conoció así la plaza; durante un tiempo fue dedicada a Joaquín Ruiz Giménez –así era en los tiempos en que Répide escribió su magna obra sobre el nombre de nuestras calles-, que fue alcalde de Madrid en cuatro ocasiones y de quien hablaremos más cuando lleguemos a la glorieta que se le dedicó en los Bulevares una vez fue desterrado de estos parajes.

Pocos hechos históricos relevantes se pueden narrar en relación con la glorieta de Cuatro Caminos, si bien es también Répide, como buen cronista, quien nos cuenta que en ella tuvieron lugar algunos enfrentamientos violentos durante la huelga general revolucionaria de 1917.