13.8.07
Ángel (Plaza del)
Entre las plazas de Santa Ana y de Jacinto Benavente y las calles de las Huertas, San Sebastián, Cruz y Espoz y Mina. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.
Estamos en una de las plazas más típicas y castizas de Madrid, en los límites del barrio de los literatos. Existe una plaza del Ángel desde hace muchos años y su nombre se debe a una pintura que representaba al Santo Ángel de la Guarda y estaba en una de sus casas. Pero no siempre ha sido tan espaciosa como hoy en día. Como se puede ver en el plano de Texeira, antiguamente sólo comprendía el pequeño trozo que hay entre las calles de la Cruz y Espoz y Mina. El resto estaba ocupado por una manzana de casas entre las que se incluía el oratorio y convento de San Felipe Neri, construido en 1660. Esta manzana creaba una callecita que era la prolongación de la actual de San Sebastián, y llevaba el poético nombre de calle del Beso. Cuando Carlos III expulsó a los jesuitas ofreció una nueva ubicación al convento de San Felipe Neri, en una antigua iglesia que la Compañía tuvo en la calle Mayor, y después hizo demoler la manzana de casas antes citada. Así se formó la plaza tal y como hoy la conocemos. En su centro se colocó una gran cruz de piedra diseñada por Ventura Rodríguez, que luego fue llevada al cementerio General del Sur.
En la esquina con la plaza de Santa Ana tuvo su palacio la condesa de Montijo. Era un edificio que fue levantado en 1810 por el arquitecto Silvestre Pérez, y que durante una buena parte del siglo XIX fue un importante centro de reunión por el que pasaron la mayor parte de las figuras artísticas y políticas de España y algunas de las europeas. Allí vivió Eugenia de Montijo, futura emperatriz de los franceses. Tras la muerte de la condesa en 1881 acabaron las grandes reuniones culturales y políticas y el edificio se utilizó con otros fines. Fue sede del casino militar y en él vivió José Canalejas. En las primeras décadas del siglo XX fue demolido, y en su solar se levantó el llamado edificio Simeón, destinado a usos comerciales y también a albergar un hotel, que no es otro que el famoso Victoria. Es una interesante obra arquitectónica, típica muestra de edificio comercial de la época, y fue levantado entre 1919 y 1923, según proyecto de Jesús Carrasco y Encina. El hotel Victoria fue y es utilizado en numerosas ocasiones por las figuras del toreo que vienen a actuar a Madrid. Se guarda intacta la habitación que solía ocupar Manuel Rodríguez Manolete.
Justo enfrente, en la esquina con la calle de San Sebastián, se alza la elegante mole neoclásica del palacio de Tepa, del que se hablará al referirnos a dicha calle, por donde tiene su entrada, pero del que hay que decir aquí que luce en esa esquina el famosísimo reloj de Canseco. Este reloj, que marcó el tiempo de muchísimos madrileños cuando no estaba tan generalizado el uso de relojes de bolsillo o pulsera, es reclamo de uno de los más tradicionales y antiguos establecimientos comerciales de Madrid, la relojería de Canseco, y antes estuvo acompañado por unas figurillas chinescas que golpeaban campanas al dar las horas. Imagino que muchos relojes famosos salieron de allí, pero por lo que a mí respecta, he de decir que el que hay en la iglesia parroquial de Orgaz, un pueblo de Toledo al que tengo un cariño especial, es de Canseco y fue colocado en la bellísima torre de dicho templo el año 1888.
En esta plaza está el Café Central, que intenta recuperar la cada vez más olvidada tradición de los cafés en Madrid, y donde en un ambiente muy agradable se puede disfrutar de actuaciones de Jazz en directo mientras se saborea un café y se charla con los amigos.
Ángel (Calle del)
Entre la calle de las Tabernillas y la Gran Vía de San Francisco. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.
Debe esta calle su nombre a una capillita dedicada al Santo Ángel de la Guarda que allí había. Era propiedad de Gil Imón de la Mota, y se hallaba cercana al campillo que llevaba su nombre. Los vecinos eran muy devotos de la imagen que se guardaba en el pequeño santuario, y el día 2 de octubre, festividad de los Ángeles Custodios, se hacía una romería en la que los niños eran vestidos de angelitos y, según Répide, “los mayores solían acabar harto poco angélicamente en las tabernillas cercanas”. Un nieto de Gil Imón donó la imagen a la V.O.T., que la llevó al templo de San Francisco, y los terrenos fueron vendidos para construir viviendas, con lo que la capillita desapareció.
2.8.07
Andrés Torrejón (Calle de)
Entre las calles de Gutenberg y del poeta Esteban Villegas. Distrito 3 (Retiro). Barrios del Pacífico y los Jerónimos.
El de Andrés Torrejón es un nombre inseparable de las épicas jornadas que se iniciaron el 2 de mayo de 1808 en la villa de Madrid y sirvieron de mecha para hacer estallar la guerra de la Independencia. El universalmente conocido como El Alcalde de Móstoles no era sino un humilde labrador que había nacido en esta localidad próxima a Madrid el año 1736, y donde murió en 1812. En enero de 1808 fue elegido alcalde de la villa, junto a Simón Hernández, otro vecino de la misma. Cuando el 2 de mayo de 1808 llegaron a Móstoles las noticias de las atrocidades que las tropas de Murat estaban cometiendo en Madrid como respuesta al heroico levantamiento de los madrileños, Juan Pérez Villaamil, fiscal del Consejo de Guerra refugiado allí, redactó un bando que fue firmado por los dos alcaldes de la villa y que se extendió de pueblo en pueblo. A finales de mayo, media España estaba alzada en armas contra los invasores. Gijón, Oviedo, La Coruña, Santander, Valladolid, Zaragoza, Lérida, Murcia, Jaén, Sevilla, Cádiz, Badajoz, se sublevaron y depusieron a las autoridades locales, excesivamente permisivas con los franceses. El texto que tradicionalmente se asigna al célebre bando es: “La Patria está en peligro, Madrid perece víctima de la perfidia francesa. ¡Españoles, acudid a salvarlo! Mayo, 2 de 1808.” Sin embargo, es más probable que el contenido, obra de Pérez Villaamil, fuese otro, más extenso.