Entre las calles de Jerónimo de Quintana y de Fuencarral. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar.
¿Se imagina usted que a Cervantes le dedicasen una calle de Saavedra, o a Lope de Vega una calle de Carpio? Pues a Guillén de Castro se le recuerda en el centro de Madrid con una calle de Belvis (bien es verdad que en el distrito de Ciudad Lineal, en el Barrio de Bilbao, hay una calle con su nombre). Sí, esta minúscula y quebrada calle que se abre entre el ángulo agudo que forman los finales de las calles de Fuencarral y de San Bernardo, se nombra con el segundo apellido de Guillén de Castro y Belvis (o Bellvis), dramaturgo español que nació en Valencia el año 1569. Su carrera literaria empezó en su ciudad natal, en la que formó parte de una Academia llamada de los Nocturnos. Vino a la Corte, donde entró al servicio del marqués de Peñafiel. Fue amigo de Lope de Vega, del que recibió una influencia que marca su obra teatral. Entre sus obras destacan Las mocedades del Cid (1618), título bajo el que escribió dos comedias, El conde Alarcos; piezas derivadas del Quijote cervantino como Don Quijote de la Mancha, La fuerza de la sangre o El curioso impertinente; tragedias como El amor constante, y las típicas comedias de capa y espada como Los mal casados de Valencia o El Narciso en su opinión (en esta última se inspira El lindo don Diego de Moreto). Guillén de Castro y Belvis murió en Madrid en 1631.
1.7.10
Belén (Travesía de)
Entre las calles de San Lucas y de Belén. Iguales distrito y barrio que la anterior.
Nada hay que añadir a lo dicho en el artículo anterior sobre el nombre de esta travesía. Sólo queda reflejar el comentario de Peñasco y Cambronero sobre la minúscula vía que nos ocupa. No aparece rotulada en ningún plano antiguo de Madrid, por lo que los cronistas deducen que se consideró parte de la calle de Belén.
Nada hay que añadir a lo dicho en el artículo anterior sobre el nombre de esta travesía. Sólo queda reflejar el comentario de Peñasco y Cambronero sobre la minúscula vía que nos ocupa. No aparece rotulada en ningún plano antiguo de Madrid, por lo que los cronistas deducen que se consideró parte de la calle de Belén.
Belén (Calle de)
Entre las calles de Pelayo y del Barquillo. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.
Esta calle es muy breve y quebrada, casi se puede decir que se divide en dos mitades diferenciadas. Y, efectivamente, en otros siglos así se consideró. Si bien el tramo comprendido entre la travesía de Belén y la calle del Barquillo se conoce desde hace muchísimo tiempo como hoy en día, el resto de la calle se llamó del Nombre de Jesús en el siglo XVII (así aparece en el plano de Texeira), y de Jesús y María en el XVIII.
Viene el nombre de Belén por una imagen de la Virgen María y San José que hubo en una capilla o ermita que en estos parajes fundó doña Beatriz Ramírez de Mendoza, junto a la quinta de su propiedad. En esta ermita solía celebrarse una romería por Navidad. Muchos pobres la frecuentaban, buscando las limosnas que la piadosa doña Beatriz repartía; es fama que en cierta ocasión las joyas de la Virgen fueron robadas y se culpó de ello a estos mendigos. Doña Beatriz no estuvo de acuerdo, y el tiempo le dio la razón cuando el ladrón verdadero fue descubierto al intentar vender las alhajas a un platero de la calle de Santiago.
Cuando desapareció la capilla, la imagen fue llevada a Castellar de la Frontera, ya que doña Beatriz era condesa de ese título, pero poco después volvió a Madrid, concretamente a la desaparecida iglesia de San Millán.
Esta calle es muy breve y quebrada, casi se puede decir que se divide en dos mitades diferenciadas. Y, efectivamente, en otros siglos así se consideró. Si bien el tramo comprendido entre la travesía de Belén y la calle del Barquillo se conoce desde hace muchísimo tiempo como hoy en día, el resto de la calle se llamó del Nombre de Jesús en el siglo XVII (así aparece en el plano de Texeira), y de Jesús y María en el XVIII.
Viene el nombre de Belén por una imagen de la Virgen María y San José que hubo en una capilla o ermita que en estos parajes fundó doña Beatriz Ramírez de Mendoza, junto a la quinta de su propiedad. En esta ermita solía celebrarse una romería por Navidad. Muchos pobres la frecuentaban, buscando las limosnas que la piadosa doña Beatriz repartía; es fama que en cierta ocasión las joyas de la Virgen fueron robadas y se culpó de ello a estos mendigos. Doña Beatriz no estuvo de acuerdo, y el tiempo le dio la razón cuando el ladrón verdadero fue descubierto al intentar vender las alhajas a un platero de la calle de Santiago.
Cuando desapareció la capilla, la imagen fue llevada a Castellar de la Frontera, ya que doña Beatriz era condesa de ese título, pero poco después volvió a Madrid, concretamente a la desaparecida iglesia de San Millán.