Foto: Museo8bits
Entre las calles de Sagasta, Luchana, Fuencarral y Carranza. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de la Justicia, la Universidad y Trafalgar.
El paraje que hoy se conoce como glorieta de Bilbao fue durante mucho tiempo uno de los extremos de la villa, lugar en el que se emplazaron los llamados Pozos de la Nieve. Eran pozos en los que se guardaba la nieve traída desde la Sierra de Guadarrama para luego ser utilizada en el verano para aplacar algo los calores. Por eso la puerta que tenía la cerca de Felipe IV por aquí se llamaba de los Pozos de la Nieve, como se ve en el plano de Texeira y otros de la época. Pero no se hallaba donde actualmente está la glorieta que nos ocupa, sino algo más abajo, en la calle de Fuencarral a la altura de las calles del Divino Pastor y de Apodaca. En 1767 se derribó por ruinosa y se construyó otra un poco más al norte. En la guerra de la Independencia fue valerosamente defendida por el general San Simón y debieron quedarle algunos desconchones producidos por los combates, a decir de Mesonero Romanos. En 1837, al producirse la heroica defensa de Bilbao por las tropas cristinas durante la primera guerra carlista, la puerta pasó a denominarse de Bilbao y cuando fue derribada con el resto de la cerca en 1868, la glorieta que quedó heredó el nombre, a pesar de estar por entonces duplicado, pues la actual plaza de Vázquez de Mella se llamaba también de Bilbao. Cuando fue urbanizándose el barrio de Chamberí, la glorieta de Bilbao se convirtió en un importante centro de animación que hizo que Répide la considerase "una de las sucursales de la Puerta del Sol" y, en efecto, su importancia como nudo de comunicaciones la hacía digna de tal elogio. Durante un tiempo en la glorieta de Bilbao se formó un mercadillo navideño en el que se podían encontrar pavos vivos que luego serían servidos como cena de Navidad. Hoy en día es uno de los centros de la vida nocturna de Madrid. La mitad de la juventud madrileña, cuando sale, va a Bilbao, designando por ese nombre a toda una zona cuyo punto neurálgico es nuestra glorieta. [Nota de 2010: escribí este texto hace más de diez años, tal vez quince. Por entonces yo salía por allí, pero desde aquellos tiempos casi jurásicos es de suponer que la cosa haya cambiado un tanto.] Por ello es habitual ver la acera en la que se encuentra el Café Comercial, junto a una de las bocas del metro de Bilbao abarrotada de gente los fines de semana por la noche, y es que ése es uno de los puntos más habituales para fijar una cita en Madrid.
En 1902 se colocó en el centro de la Glorieta de Bilbao una estatua de Juan Bravo Murillo, el principal artífice del Canal de Isabel II, y que en 1961, cuando el dichoso tráfico la convirtió de monumento a estorbo, fue trasladada a un emplazamiento mucho más adecuado: Los jardines que se hallan junto a uno de los depósitos que el Canal tiene precisamente en la calle de Bravo Murillo.
El paraje que hoy se conoce como glorieta de Bilbao fue durante mucho tiempo uno de los extremos de la villa, lugar en el que se emplazaron los llamados Pozos de la Nieve. Eran pozos en los que se guardaba la nieve traída desde la Sierra de Guadarrama para luego ser utilizada en el verano para aplacar algo los calores. Por eso la puerta que tenía la cerca de Felipe IV por aquí se llamaba de los Pozos de la Nieve, como se ve en el plano de Texeira y otros de la época. Pero no se hallaba donde actualmente está la glorieta que nos ocupa, sino algo más abajo, en la calle de Fuencarral a la altura de las calles del Divino Pastor y de Apodaca. En 1767 se derribó por ruinosa y se construyó otra un poco más al norte. En la guerra de la Independencia fue valerosamente defendida por el general San Simón y debieron quedarle algunos desconchones producidos por los combates, a decir de Mesonero Romanos. En 1837, al producirse la heroica defensa de Bilbao por las tropas cristinas durante la primera guerra carlista, la puerta pasó a denominarse de Bilbao y cuando fue derribada con el resto de la cerca en 1868, la glorieta que quedó heredó el nombre, a pesar de estar por entonces duplicado, pues la actual plaza de Vázquez de Mella se llamaba también de Bilbao. Cuando fue urbanizándose el barrio de Chamberí, la glorieta de Bilbao se convirtió en un importante centro de animación que hizo que Répide la considerase "una de las sucursales de la Puerta del Sol" y, en efecto, su importancia como nudo de comunicaciones la hacía digna de tal elogio. Durante un tiempo en la glorieta de Bilbao se formó un mercadillo navideño en el que se podían encontrar pavos vivos que luego serían servidos como cena de Navidad. Hoy en día es uno de los centros de la vida nocturna de Madrid. La mitad de la juventud madrileña, cuando sale, va a Bilbao, designando por ese nombre a toda una zona cuyo punto neurálgico es nuestra glorieta. [Nota de 2010: escribí este texto hace más de diez años, tal vez quince. Por entonces yo salía por allí, pero desde aquellos tiempos casi jurásicos es de suponer que la cosa haya cambiado un tanto.] Por ello es habitual ver la acera en la que se encuentra el Café Comercial, junto a una de las bocas del metro de Bilbao abarrotada de gente los fines de semana por la noche, y es que ése es uno de los puntos más habituales para fijar una cita en Madrid.
En 1902 se colocó en el centro de la Glorieta de Bilbao una estatua de Juan Bravo Murillo, el principal artífice del Canal de Isabel II, y que en 1961, cuando el dichoso tráfico la convirtió de monumento a estorbo, fue trasladada a un emplazamiento mucho más adecuado: Los jardines que se hallan junto a uno de los depósitos que el Canal tiene precisamente en la calle de Bravo Murillo.