(Foto: CC BY-SA 3.0 Asqueladd)
Entre las calles de San Bernardino y del Maestro Guerrero. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.
Cuenta Répide que existía a finales del siglo XIV por esta zona una finca, propiedad de un tal Aparicio Guillén. Cuando murió, parece ser que llamaron como plañideros de las exequias a un grupo de judíos, algo que estaba castigado por un edicto de las Cortes de Castilla primero con la obligación de que el sacerdote oficiante se marchase y no acompañase el cortejo fúnebre y segundo, y más grave, con la pérdida de una parte de la hacienda para los herederos del finado. De este modo adquirió la décima parte de la posesión una señora viuda que tenía un hijo llamado Gabino, el cual se crió junto con el de Aparicio. Y estos son los dos amigos que dieron nombre primero a la finca, la hacienda de los Dos Amigos, y más tarde a la calle, cuando ya no quedó sino el recuerdo de ella. Parece ser que un incendio la devastó y, aunque el capellán de la cercana capilla de los Mártires de Alcalá, a la que solían acudir juntos a misa, se apiadó de ellos y les dio cobijo y ayuda, no tuvieron tiempo de volverla a disfrutar. Primero murió Gabino y Guillen no tardó en seguirlo, de pura pena. Al no haber herederos, la finca pasó a la jurisdicción del prior de San Martín, pero quedó el recuerdo de Gabino y Guillén, los “dos amigos”.