23.1.07
Alfonso XII (Calle de)
Entre la plaza de la Independencia y el paseo de la Infanta Isabel. Distrito 3 (Retiro). Barrio de los Jerónimos.
Fue Felipe II el que mandó preparar en el convento de San Jerónimo un cuarto donde retirarse en la época de Cuaresma, Semana Santa o luto. En ese cuarto había una ventana que comunicaba con la iglesia para así poder oír misa. Unas décadas después, el conde-duque de Olivares hizo levantar para Felipe IV un palacio en estos terrenos, y el cuarto de retiro penitencial también se pudo utilizar como lugar de descanso. De esta forma nació el Real Sitio del Buen Retiro, una posesión de diecisiete millones de pies cuadrados, es decir, unas 190 hectáreas, donde hubo un suntuoso palacio del que hoy en día sólo quedan algunos restos. Se construyó entre 1630 y 1640, y fueron sus arquitectos Alonso de Carbonell y Giovanni Battista Crescenci. En el plano de Texeira está reflejada muy detalladamente la estructura del palacio, con su plaza mayor, plaza principal, jardines del rey, la reina y el príncipe, coliseo de comedias, y el caballo de bronce, la estatua de Felipe IV que hoy ocupa el centro de la plaza de Oriente. Tuvo su época álgida precisamente en el reinado de Felipe IV, cuando se convirtió en el centro de la vida cortesana, lugar de recreo y diversión donde el conde-duque tenía distraído al rey para ocuparse personalmente de los negocios del Estado.
Cuando en el reinado de Carlos III se finalizan las obras del palacio real, empieza el serio declive del Real Sitio del Buen Retiro. Al ocupar los franceses Madrid se apoderaron de un palacio ya ruinoso, y contribuyeron generosamente a su desaparición. En 1812 lo abandonaron; sólo quedaban en pie el ala sur y el salón de baile. El ala sur, llamada salón de Reinos, fue arreglada para transformarla en un edificio individual y tras albergar el Museo de Artillería se convirtió posteriormente en Museo del Ejército. De este edificio se hablará algo más en la calle de Méndez Núñez. El salón de baile, que hoy conocemos como Casón del Buen Retiro o, simplemente, el Casón, es un elemento tardíamente añadido al palacio. Comenzó su construcción en 1637 según proyecto de Alonso de Carbonell y no se llegó a terminar del todo hasta los primeros lustros del siglo XVIII. Fue José del Olmo el arquitecto, y en 1701 comenzaron los trabajos. Muchos usos ha tenido el edificio desde entonces. De salón de baile pasó a Gabinete Topográfico, y bajo la dirección de León Gil de Palacio -del que habrá oportunidad de hablar más adelante- en él se expusieron modelos en relieve de varias ciudades de España, entre ellos el magnífico de Madrid que hoy puede admirarse en el Museo Municipal. Pero en 1830 finaliza la existencia del Gabinete. Después, en 1834, se utilizó el Casón como Estamento de Próceres, y más adelante como picadero y gimnasio real. Tras la Revolución de 1868 el Estado se incautó de él; primero se instaló allí un Museo de Reproducciones Artísticas y después se convirtió en Museo Romántico y, desde 1971, de Arte del siglo XIX, como anexo del Museo del Prado. Cuando en 1981 los Estados Unidos devolvieron el Guernica de Picasso, se colocó aquí, conforme a los deseos del pintor malagueño, cuya obra, según él, debía exhibirse en el Museo del Prado. Por eso levantó polémica su traslado al Centro de Arte Reina Sofía.
Poco conserva hoy el Casón de su inicial aspecto. Tantos cambios de uso han asimismo variado su fisonomía. Sus dos fachadas fueron realizadas en el siglo XIX. La principal, que es opuesta a nuestra calle, fue arrasada por el ciclón del 12 de mayo de 1886, y su reconstrucción, que acabó en 1891, lleva la firma de Ricardo Velázquez Bosco. La fachada de la calle de Alfonso XII, obra de Agustín Felipe Peró, Manuel Antonio Capo y Mariano Carderera, se hizo en 1877. Ya dentro del edificio, destaca el fresco realizado por Lucas Jordán como un encargo de Carlos III, fresco que es una alegoría de la orden del Toisón de Oro.
Isabel II regaló el Retiro a los madrileños. Pero no entero, ya que grandes trozos de terreno fueron segregados con el fin de urbanizarlos. Uno de estos fragmentos es el que limitan nuestra calle y el paseo del Prado. Si bien el proyecto data de 1865, no fue sino tras la Revolución cuando se inició. En el plano de Ibáñez de Ibero se puede apreciar que aún no hay nada más que algunos desmontes y terraplenes para delinear las futuras calles. Su desarrollo fue más rápido que el del Ensanche propiamente dicho, y en 1916 aparece ya como un barrio consolidado. Cuando nuestra calle se formó como tal, en 1869, recibió el nombre de Granada, que fue cambiado en 1878 por el actual.
Hay otra construcción muy destacada en nuestra calle. Muy cerca de su final, coronando el antiguo cerro de San Blas, está el Observatorio Astronómico, centro científico creado en la época del monarca ilustrado Carlos III. Fue Jorge Juan quien sugirió su fundación, y en 1785 Juan de Villanueva realizó el proyecto. Las obras dieron comienzo en 1790. Fueron muy lentas, tanto que seguían cuando los franceses ocuparon Madrid. Al acabar la guerra el edificio estaba muy dañado, y además los franceses se encargaron de destruir el telescopio. En 1813 se reanudaron los trabajos, que concluyeron en 1845. Fueron dirigidos sucesivamente por Santiago Gutiérrez de Arintero y Narciso Pascual y Colomer. Desde entonces de pudo utilizar para los fines científicos que fue creado, hasta que la contaminación lumínica de Madrid lo imposibilitó para la observación del cielo y hubo de ser trasladado a Yebes, un pueblo de la provincia de Guadalajara.
Ya Répide se queja de que la construcción de viviendas en la base del cerro de San Blas en lugar de su ajardinamiento afea la zona e impide ver la bella perspectiva del Observatorio. Hoy en día existe el proyecto de derribar casi todas las casas que hay en la acera de la izquierda al final de nuestra calle, proyecto que parece poco viable dadas las grandes indemnizaciones que deberían cobrar los vecinos en una zona muy cara.
Casi toda la acera izquierda de la calle da al parque del Retiro. En la verja que delimita el parque hay algunas puertas muy interesantes de las que se tratará cuando demos un paseo por el Pulmón de Madrid.
Por último, se debe indicar que en el número 62, muy cerca ya del final de la calle, y lindando con el Museo Nacional de Etnología, vivió el gran científico Santiago Ramón y Cajal, hecho que es recordado por una modesta placa en el dintel de la puerta.
Alfonso XII, hijo de Isabel II, nació en Madrid en 1857. Siguió a la reina al exilio en 1868, y dos años después recogió los derechos a la corona de España por renuncia de su madre. Entre 1870 y 1873 tres bandos monárquicos se disputaban la corona, los alfonsinos, organizados en torno a Cánovas; los pocos que apoyaban a Amadeo I, y los carlistas, que iniciaron una nueva guerra civil en 1872. Cuando renunció Amadeo I y se proclamó la República, todos los monárquicos, excepto los carlistas, aún alzados en armas, reconocieron a Alfonso como rey legítimo. Tras el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874, accedió al trono. Participó poco en la vida política; la dejó en manos de Cánovas, quien se repartió con Sagasta el poder durante todo su reinado. Se promulgó la Constitución conservadora de 1876, que hasta la fecha ha sido la que más tiempo ha estado en vigor en España. Alfonso XII acabó en 1876 con la guerra carlista y en 1878, tras la paz de Zanjón, con la de Cuba, lo que le valió el sobrenombre de el Pacificador que le dan algunos historiadores.
Casó dos veces. La primera con su prima María de las Mercedes de Orleans, en un matrimonio por amor que ha sido fuente inagotable de folletines y melodramas por el tinte trágico que tuvo la muerte de la reina a los dieciocho años de edad y escasos meses de matrimonio. Su segunda esposa fue María Cristina de Habsburgo, a la que dejó viuda y preñada. Murió en el palacio del Pardo el 25 de noviembre de 1885. Seis meses después, el 17 de mayo de 1886 nacía su hijo póstumo, Alfonso XIII, rey desde que su madre lo trajo al mundo. En diversas ocasiones ha cambiado la denominación de esta calle. Primero se llamó de Granada, antes de recibir el nombre actual. Don Manuel Azaña afirmaba que "una de las primeras cosas que hace en nuestro país cualquier movimiento político, es cambiar los nombres de las calles. Inocente manía, que parece responder a la ilusión de borrar el pasado hasta en sus vestigios más anodinos y apoderarse del presente y el mañana". Así, con el advenimiento de la Segunda República, la calle de Alfonso XII mudó su nombre por el de Alcalá-Zamora. Pero casi surrealista fue el cambio producido durante la guerra, calificado de "ocurrencia divertida" por el propio Don Manuel: La calle se llamó de la Reforma Agraria. Nada comparado con el rimbombante nombre que se asignó a la cercana de Antonio Maura, nada menos que calle de las Milicias de Retaguardia de las Juventudes Socialistas Unificadas.
Buenísima la foto del Guernica con el guardia civil delante, con tricornio y todo.
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