CC BY-SA 3.0 Museo8Bits
Entre las calles de Santa Engracia y Luchana y el paseo de Eduardo Dato. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Trafalgar y Almagro.
Decir Chamberí es decir Madrid. Hoy nadie lo duda, pero esto no fue así hasta bien entrado el siglo XIX. Peñasco y Cambronero nos indican que aunque había construcciones desde finales del siglo XVIII, la barriada no empezó a crecer hasta 1837 y no fue sino en 1847 cuando se empezaron a rotular oficialmente las calles que habían ido surgiendo. No tienen claro estos cronistas el origen del peculiar nombre del barrio, que en un principio se había llamado de Los Tejares. Répide sí que parece estar seguro de que proviene de la primera esposa de Felipe V, María Luisa Gabriela de Saboya, a quien estos parajes, con la sierra de Guadarrama al fondo, le recordaban a la antigua capital de su tierra, Chambéry, hoy en Francia, muy cerca de los Alpes.
Cuando se fue formando el barrio quedó nuestra plaza como su centro. Répide también menciona que durante mucho tiempo los vecinos la conocieron como la plaza Vieja. Es hoy en día, como era en tiempos de Répide, una especie de remanso de paz, con sus jardines, su quiosco de música, un lugar para que jueguen los niños y descansen los mayores.
Junta Municipal del Distrito de Chamberí
(Foto: CC BY-SA 3.0 Luis García)
Destacan dos edificios en ella. El primero es el ocupado por la Junta del Distrito, levantado entre 1886 y 1890 según proyecto de Enrique Sánchez Rodríguez posteriormente modificado por José López Salaberry. En su solar, cuando aquello era aún campo, estuvo la llamada casa de las Columnas, dentro de la finca que poseía el marqués de Santiago. En esa antigua casa pernoctó Napoleón viniendo de Chamartín y fue lo más cerca que estuvo de entrar en Madrid. Era entonces propiedad de Saturio Ángel de Velasco, que a su muerte la dividió, junto con la posesión, entre Tomás Andrés Serrano y José Sagristá Nadal, que, según Répide, se han de considerar como los verdaderos fundadores del barrio de Chamberí, ya que parcelaron la enorme finca y promovieron las primeras construcciones.
El segundo edificio es la gran mole de ladrillo del convento y colegio de las Siervas de María, proyectado por el marqués de Cubas y levantado entre 1880 y 1883. Era entonces superiora de la orden Santa María Soledad Torres Acosta, madrileña que junto con otras seis compañeras la había fundado en 1851 precisamente con la guía de un sacerdote de Chamberí, Miguel Martínez y Sanz, que buscaba un grupo de monjas que cuidaran de enfermos sin recursos.
También podemos admirar en esta plaza el monumento dedicado a la actriz Loreto Prado, obra de Mariano Benlliure. Su aspecto un tanto extraño, con la efigie de la actriz parapetada tras una imagen de la Virgen, tiene su explicación en que en principio estaba concebido como monumento funerario, erigido por suscripción popular, para ser colocado en su tumba del cementerio de Santa María. Sin embargo, finalmente se puso aquí, en la plaza de Chamberí, donde se inauguró el 8 de octubre de 1944. Lo que vemos hoy es una copia del original, que hubo de ser retirado en 1989 a causa de su deterioro.
La estación de Chamberí
(Foto: CC BY 2.0 Antonio Tajuelo)
En la plaza de Chamberí hubo una parada de metro, perteneciente a la primera línea, que hubo de ser clausurada en mayo de 1966 cuando se amplió la longitud de los andenes de la línea 1, ya que quedaba demasiado cerca de sus vecinas. Durante mucho tiempo fue la “estación fantasma”, que muchos niños nos esforzábamos en vislumbrar cuando los trenes la atravesaban. El 25 de marzo de 2008 se reabrió, pero no como estación sino como museo que nos muestra cómo era el primitivo metropolitano.
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