El monumento a Daoiz y Velarde, ante el arco de Monteleón
(Foto: J. L. de Diego. Dominio Público)
Entre las calles de Ruiz, de San Andrés, de Velarde, del Dos de Mayo y de Daoiz. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.
Tal y como se ha dicho en el artículo anterior, esta plaza se abrió en 1868 en terrenos que pertenecieron al palacio de Monteleón. Construido a finales del siglo XVII, fue lujosa residencia de los duques de Monteleón, descendientes de Hernán Cortés, además de dar cobijo a importantes personajes de la realeza hispana (como Isabel de Farnesio, ya viuda de Felipe V, con sus hijos los infantes Luis y María Antonia) a pesar de que en 1723 fue afectado por un terrible incendio. Se convirtió después en parque de artillería. En la jornada del 2 de mayo de 1808 estaba ocupado por un destacamento francés cuando los capitanes Daoiz y Velarde y el teniente Ruiz lo tomaron junto con una muchedumbre que pedía armas para expulsar al invasor. No tardaron en llegar refuerzos franceses que se estrellaron contra la feroz resistencia de los madrileños. Y también de las madrileñas, pues heroínas hubo asimismo aquel glorioso día, como Manuela Malasaña (por ella recibe su otro nombre este barrio), Clara del Rey (que corrió la misma suerte que su marido y uno de sus hijos defendiendo el Parque), Benita Pastrana (de quien se dice que sustituyó al teniente Ruiz en su cañón cuando cayó o bien que murió cuando llevaba munición a los defensores) y María Beano (amante del capitán Velarde, que murió al acudir al Parque al oír los primeros tiros).
Placa en honor de Clara del Rey situada junto a la calle que lleva su nombre
(Foto CC BY-SA 4.0 Phillo)
Como cabe imaginar, todo fueron ruinas tras la refriega. En años posteriores parte de los terrenos quedaron como un erial y parte se aprovechó para otros menesteres, en concreto como fundición. Fue en 1868 cuando se decidió el derribo para urbanizar la zona, aunque conservando el antiguo arco de entrada en memoria de los héroes que allí murieron. Si bien en principio se pensó en hacer uno nuevo utilizando las piedras del anterior, Ángel Fernández de los Ríos consiguió que se conservase el original, que es el que hoy podemos ver. Delante, las esculturas que representan a Daoiz y Velarde, obra de José Sola, que es uno de los monumentos más viajeros de nuestra villa, pues antes de llegar a su ubicación actual (que data de poco después del final de la guerra civil) pasó por las fachadas del Museo del Prado, el Retiro, la calle de Carranza (que por entonces no era tal y era un paraje conocido como la Era del Mico), otra vez el Prado, Moncloa y, por fin, la plaza del Dos de Mayo, pero situado un poco más lejos del arco.
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