La familia de Felipe V, por Van Loo. Nótese quién ocupa el centro de la imagen.
(Museo del Prado, Madrid)
Entre la calle de Arrieta y la plaza de Oriente. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.
Se creó esta calle en la gran explanada que dejaron los derribos de José Bonaparte cuando se edificó el Teatro Real, a mediados del siglo XIX. Así se llama desde el 31 de marzo de 1848, aunque tras la revolución de 1868 fue conocida durante algún tiempo como calle de Sorolla, recordando al tejedor Guillem Sorolla, una de las cabezas visibles del alzamiento de las germanías contra Carlos I.
Felipe V fue el primer rey de la casa de Borbón, que se hizo con el trono después de una guerra que fue civil en España y casi mundial fuera de aquí. Muerto Carlos II sin descendencia, designó como heredero a Felipe de Anjou, que era sobrino-nieto suyo y nieto de Luis XIV de Francia. Había nacido Felipe en Versalles el 19 de diciembre de 1683; muerto Carlos II el 1 de noviembre de 1700, el 16 de noviembre aceptó la corona de España. Llegó a nuestro país el siguiente enero y su entrada en Madrid tuvo lugar el 18 de febrero de 1701. Siguieron doce años de guerra para dilucidar si Felipe conservaría el trono o si se haría con él el archiduque Carlos. El tratado de Utrecht puso fin a la contienda y también al dominio español en Europa. Perdimos todos los territorios que nos quedaban, además de Gibraltar, que aún conservan los británicos. Tras la paz pudo Felipe poner en marcha sus reformas, de corte francés y, por tanto, centralizador, acabando con fueros y privilegios regionales, lo cual para algunos fue el germen de conflictos que aún hoy vivimos.
Felipe V nunca tuvo muy bien amueblada la cabeza y, tal vez consciente de ello, abdicó en su hijo Luis el 10 de enero de 1724 y se retiró al palacio de La Granja, ese “pequeño Versalles” que sin duda le recordaría su tierra natal. Sin embargo, Luis I murió de viruelas el 31 de agosto de ese mismo año y Felipe volvió a ocupar el trono. En lo que le quedaba de reinado logró “recuperar” los territorios italianos perdidos por el tratado de Utrecht al poner allí como rey a su hijo Carlos, el futuro Carlos III de España. Pasó sus últimos años minado por la enfermedad y por la demencia; murió en Madrid el 9 de julio de 1746.
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