Marcelino Oráa
(Dibujo de Francisco Sáinz, 1845)
Entre la plaza de Emilio Castelar y la calle de Francisco Silvela. Distrito 4 (Salamanca). Barrios de Lista y de la Castellana.
Nace nuestra calle junto al paseo de la Castellana con orientación hacia el nordeste y, al cruzarse con la de Serrano da un brusco giro para adquirir la habitual de las calles del barrio de Salamanca, insertándose en su cuadrícula. Pasa también de una anchura respetable a la angostura que muestran sus homólogas sitas entre las vías principales del barrio. Justo en el comienzo de esa parte más estrecha está el que quizá sea el edificio más singular de los que muestra su fachada a esta calle. Se trata de la que fuera casa-palacio del conde de Cedillo, una construcción de aspecto escurialense que es una muestra temprana del estilo nacionalista que tanto predominó durante el franquismo. Sin embargo, esta obra del arquitecto Eduardo Gambra se levantó en 1923. En ella residió en su día Ramón del Valle-Inclán; hoy alberga viviendas de lujo.
Desde el 21 de julio de 1880, fecha en la que el Ayuntamiento dio u oficializó el nombre de numerosísimas calles de la villa, está dedicada al militar navarro Marcelino Oráa Lecumberri, nacido en Beriain el 28 de abril de 1788. Aunque estudió leyes, durante la guerra de la Independencia empezó a hostigar a los invasores franceses antes de alistarse, en septiembre de 1810. Participó en la guerra y, a su término estuvo destinado en Cataluña, en Navarra y en Valladolid. Se opuso a la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, durante la cual fue hecho prisionero y posteriormente se le licenció del ejército. Se reincorporó en 1827; cuando estalló la primera guerra carlista era coronel. Se destacó en esa contienda, especialmente en la batalla de Luchana (diciembre de 1836). Acabada la guerra, fue capitán general de Filipinas, donde estuvo entre 1840 y 1844. En 1847 fue fugaz ministro de la Guerra en el también fugaz gobierno de Carlos Martínez de Irujo, marqués de casa Irujo. No fue el único cargo político que desempeñó, pues también fue senador por Teruel y Navarra y, desde 1845, vitalicio, aunque jamás llegó a tomar iniciativa parlamentaria alguna. Murió en su localidad natal el 23 de noviembre de 1851.
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