Entre la glorieta de Ruiz Jiménez y la calle de la Princesa. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de la Universidad, Gaztambide y Arapiles.
Esta calle forma parte de un grupo a las que todos los madrileños conocemos por los Bulevares, aunque muchos no hemos llegado a ver el centro de las mismas con su paseo lleno de árboles. La belleza también es buena carnaza para el gran destructor, el automóvil, y sólo el nombre popular queda hoy en día de lo que fueron los Bulevares.
Pero remontémonos a épocas pretéritas y recordemos que en el siglo XVII éste era uno de los extremos de la villa, y se conocía como camino de los Areneros o de los Harineros, que no hay acuerdo en ello, aunque quizá el segundo topónimo tenga más posibilidades de ser el auténtico, ya que en el plano de Texeira aparece muy cercano un camino del Molino Quemado, posibilidad ésta ya puesta sobre la mesa por Peñasco y Cambronero, a pesar de que el posible emplazamiento del molino sea totalmente desconocido. La cerca de Felipe IV discurría un poco más al sur de la actual alineación de la calle, y al derribarse la misma, en 1868, se convirtió en parte del gran paseo que daba la vuelta a la villa, recibiendo los nombres de ronda de Fuencarral, ya que conducía a la puerta de igual nombre, y cuesta de Areneros, que así se denominaba cuando Peñasco y Cambronero publicaron su imprescindible trabajo sobre las calles de nuestra Villa. El 6 de noviembre de 1903 pasó a llamarse de Alberto Aguilera.
Junto a la glorieta de Ruiz Jiménez, donde hoy encontramos unas casi vegetales viviendas, estuvo el hospital de la Princesa, así llamado porque se estableció para conmemorar el nacimiento de Isabel Francisca, primogénita de Isabel II que ostentó el título de princesa de Asturias hasta el nacimiento del futuro Alfonso XII. En 1852 se inició la obra, y el hospital se inauguró en 1857. Fue el primero de los que hubo en Madrid que se constituyó en pabellones separados, y se dedicó a enfermedades agudas. En 1875 se hubo de restaurar dado su estado ruinoso, debido principalmente a la mala calidad de los materiales empleados en su construcción. En la década de los cincuenta del presente siglo fue derribado.
El edificio del ICADE
(Foto CC BY-SA Luis García)
La gasolinera Porto Pi, reedificada
(Foto CC BY Triplecaña)
Alberto Aguilera nació en Valencia en 1842. Licenciado en Derecho, magistrado, tras desempeñar los cargos de gobernador civil en varias provincias, de subsecretario de Hacienda y de ministro de la Gobernación, fue alcalde de Madrid en tres ocasiones (1901-02, 1906-07 y 1909-10), siempre en períodos muy cortos de tiempo, pero en los que sin embargo llevó a la práctica numerosos e importantes proyectos que pretendían hacer Madrid algo más habitable. Así, hizo construir los bulevares a los que me he referido algo más arriba, urbanizó numerosas calles del ensanche en las zonas de Argüelles y Arapiles, asfaltó otras tantas del centro de la villa, colocó las estatuas de Quevedo, Lope de Vega, Bravo Murillo, Eloy Gonzalo y del Marqués de Salamanca, repobló el Retiro, y, sobre todo, creó el parque del Oeste en los terrenos que ocupaba un antiguo vertedero de basuras. Murió en 1913 y fue enterrado en la capilla del asilo de Santa Cristina, fundado por iniciativa suya en los altos de San Bernardino, junto a la Ciudad Universitaria y que desapareció durante la guerra civil.
Una vez más doy gracias a Dios por ser tan vieja como para haber podido conocer esta calle, los Bulevares, con el "boulevard" o andén central que le daba nombre. El paseo central arbolado subía por Marqués de Urquijo y llegaba hasta la plaza de Colón por Alberto Aguilera (que para mí fue siempre "Areneros", nunca "Harineros"), Sagasta, Carranza y Génova.
ResponderEliminarY creo que lo de paseo de Areneros se debía a que por esa calle subían los carros cargados de arena "de miga" procedente de los arenales del Manzanares y que se utilizaba en la construcción de los barrios de Argüelles y Salamanca, en plena expansión en el siglo XIX. Por lo menos esa es la explicación que me dió mi madre, que como ya he contado en otras ocasiones, le encantaba llamar a las calles por su nombre antiguo.
También en la esquina de Alberto Aguilera con la de la Princesa, en el solar ahora ocupado por el Corte Inglés, es donde estaba el antiguo barrio de Pozas, que ese si que recuerdo como en sueños. Creo que nunca llegué a andar por sus calles, pero recuerdo la lucha de los vecinos que no querían abandonar sus casas, dirigidos por la resistencia a ultranza del escritor Lauro Olmo, que se hizo fuerte en su vivienda hasta que no pudo mas contra este Ayuntamiento, que para qué vamos a hablar de él, si siempre ha sido como ha sido.
Espero que le dediques un párrafo a ese barrio desaparecido, del cual no se casi nada.
Sigue ilustrándonos, que es un placer leerte.
En la calle de Serrano Jover hablo algo del barrio de Pozas. ¡Paciencia! ¡Ah! Y el placer es tener lectoras como usted, señora Cigarra.
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