Poca historia tiene esta calle, aparte de haberse llamado en tiempos de Canuto González por el simple hecho de ser aquel señor el dueño de un merendero célebre en su época. Ya no tiene, desde luego, ese “especial aspecto pintoresco” que pudo ver Répide en tiempos cuando esta era una especie de zona de recreo de las clases populares amén de punto de reunión de trajineros. Durante una época discurrieron por ella los raíles de maniobras de las cocheras de tranvías que hubo allí, con entrada principal por la calle de Bravo Murillo.
Desde 1902 recuerda a Tomás Santero y Moreno, médico nacido en Madrid el 7 de marzo de 1817. De talante bastante conservador, poco amigo de innovaciones, fue catedrático de la Universidad Central y miembro y director de la Real Academia de Medicina. Dejó escritas numerosas obras de carácter científico y dirigió varias revistas especializadas. Murió el 21 de febrero de 1888.
Pues en el número 4 viví muchos años, con los ruidos de los tranvías.
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