Entre las calles de Carretas, de la Bolsa, de la Cruz, de Atocha, del Doctor Cortezo y de la Concepción Jerónima. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.
Esta plaza, tal y como la conocemos hoy en día, no se formó hasta 1926. Antes había en su centro varias casas que formaban una estrecha plazuela frente a la fachada de la Casa de los Cinco Gremios y que recibía el nombre de
plazuela de la Aduana Vieja. El nombre le venía del edificio que estaba donde hoy se encuentra el Centro Gallego de Madrid. Allí se estableció a mediados del siglo XVII la Aduana de la villa y allí se mantuvo hasta que Carlos III se la llevó a la calle de Alcalá (hoy es la sede del Ministerio de Hacienda). Eso fue en 1769 y desde entonces sirvió para otros menesteres de los que ya se habló cuando paseamos por la actual calle de la
Bolsa (véase), por entonces
plazuela de la Leña.
La antigua Casa de los Cinco Gremios
El edificio que hoy es sede de la Dirección General de los Registros y el Notariado del Ministerio de Justicia es la que antes se ha citado como “Casa de los Cinco Gremios”. Es una obra neoclásica diseñada por Joseph de la Ballina y levantada entre 1788 y 1789 para los gremios de drogueros, joyeros, merceros, pañeros y sederos, que esos eran los cinco mayores. Una vez desaparecido este modelo de control de los negocios y el comercio, el edificio fue vendido en subasta y adquirido por el Banco de Isabel II, uno de los gérmenes del Banco de España que, por tanto, tuvo aquí su primera sede.
María Guerrero en una escena de La Malquerida
(Foto de autor desconocido aparecida en la revista Nuevo Mundo en enero de 1928)
La
plazuela de la Aduana Vieja se convirtió en
plaza el 1 de enero de 1881; con las demoliciones y las regularizaciones que ya se han mencionado se creó un espacio más lustroso que el 31 de julio de 1929 se dedicó a Jacinto Benavente. Este dramaturgo, madrileño de la calle del León, nació el 12 de agosto de 1866. Aunque comenzó a estudiar Derecho, pronto dejó la carrera por la literatura. Quiso dejar atrás los modelos teatrales al uso en su época y siguió más bien la línea de autores como Oscar Wilde, con obras ambientadas en los salones de la burguesía –aunque no escatimó esfuerzos en criticar su hipocresía–, unas obras en las que más que acción hay declaración por parte de sus personajes. Su afición por el teatro fue tal que no se limitó a escribir comedias y dramas, sino que en muchas ocasiones actuó en el escenario, dirigió compañías y también fue productor y adaptador de algunas de sus obras al cine. Recibió el premio Nobel de Literatura en 1922, lo cual le supuso numerosos homenajes, entre otros el de nombramiento de Hijo Predilecto de Madrid en 1924 y, como ya sabemos, cinco años después el nombre de esta céntrica plaza. Su actitud favorable al gobierno legítimo durante la guerra civil (permaneció en la zona republicana, donde siguió recibiendo homenajes, y cuando quiso marcharse del país el presidente Negrín no le dio permiso) le valió cierto ostracismo cuando acabó la guerra, pero tras mostrar su adhesión públicamente al nuevo régimen fue finalmente rehabilitado y su nombre volvió a aparecer junto al de sus obras. De ellas, las más conocidas son
Los intereses creados (1907),
La malquerida (1913) o
Pepa Doncel (1928). Murió en Madrid el 14 de julio de 1954.