Entre el paseo de las Delicias y la glorieta de Santa María de la Cabeza. Distrito 2 (Arganzuela). Barrios de las Delicias y de Palos de Moguer.
Poca historia tiene esta calle, así llamada desde el 21 de julio de 1880 por estar situada sobre los rieles del antiguo “ferrocarril de cintura”. Era –y es– esta la línea que, partiendo de Atocha llegaba a la Estación del Norte dejando por su camino los apartaderos de la antigua alhóndiga y las estaciones de las Peñuelas e Imperial. Yo aún recuerdo haber visto en su centro, antes de que fuese definitivamente tapada, la trinchera por la que pasaban los convoyes de todo tipo, aunque hoy está reservado solo para los trenes de cercanías. Antes y después de la obra que la dejó al descubierto hubo ahí una especie de bulevar que acabó desapareciendo para dar espacio en toda su anchura a los coches.
(Esta es la última entrada de un año del que todo el mundo -yo incluido- está deseando que acabe. Otras veces he recurrido a las típicas frases que se dicen en estas ocasiones, pero creo que me voy a abstener. La sensación de releer lo escrito el año pasado por estas fechas, cuando no se sabía lo que iba a pasar, es demasiado grimosa como para arriesgarse a repetirla. Además, los virus, que no son más que un conjunto de ácidos nucleicos y proteínas sin más fin que multiplicarse en una célula ajena, no suelen distinguir fronteras ni divisiones arbitrarias del tiempo, con lo cual no creo que una nueva hoja de calendario vaya a suponer cambio alguno para bien o para mal. En cualquier caso, me da la impresión de que 2021 no lo tiene muy difícil para ser siquiera un poquito mejor que el que se va. Ojalá sea así y cuando en el futuro relea esto lo pueda hacer con una sonrisa, aunque sea melancólica.)
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