28.9.07

Aniceto Marinas (Calle de)

El Cerro de los Ángeles, en Getafe (mi pueblo de adopción), grupo escultórico obra de Aniceto MarinasAniceto Marinas (Calle de).- Entre los puentes del Rey y de los Franceses. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de la Casa de Campo.

Esta calle no es más que una de las riberas del río Manzanares y precisamente era así, Ribera del Manzanares, como se llamaba antes de ser dedicada al escultor Aniceto Marinas. Es una zona bastante agradable para pasear, especialmente en verano, cuando entre caminata y caminata uno puede sentarse en alguna de las terrazas que hay muy cerca del río para tomar un refrigerio, imaginándose que en la otra orilla aún se puede distin­guir la vieja pradera del Corregidor.

Aniceto Marinas y García nació en Segovia en 1866 y murió en Madrid en 1953. Fue un escultor cuyas obras siempre se enmarcaron en un estilo academicista. En Madrid está bastante bien representado, pues suyas son por ejemplo la estatua de Velázquez que hay frente al Museo del Prado y la de Eloy Gonzalo que preside la plaza de Cascorro, en pleno Rastro. También esculpió los monumentos a Daoiz y Velarde de su ciudad natal y el de las Cortes de Cádiz en aquella ciudad andaluza. Presidió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

14.9.07

Ángeles (Costanilla de los)

Doña Leonor de Mascareñas hacia 1575
Entre la calle del Arenal y la plaza de Santo Domingo. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

De los Ángeles, siempre. Eso sí, subida, bajada, calle o costanilla, que de las cuatro formas se ha denominado. Debe su nombre a un convento de monjas que en ella existió, el Real de Santa María de los Ángeles, funda­do en 1564 por doña Leonor de Mascareñas, dama de Isabel de Portugal que vino a España cuando su señora casó con el Emperador Carlos I. Las prime­ras monjas que lo ocuparon vinieron del convento de Santa María de Jesús de Ávila, y en él se alojó Santa Teresa. Sufrió un gran incendio en 1617, y la comunidad quedó en un estado tan precario que debieron recibir ayuda del vecino monasterio de Santo Do­mingo. Para ello, se derribó el muro que los separaba. El convento de los Ángeles fue exclaustrado tras la desamorti­za­ción, y en 1838 fue derribado. En su solar se edificaron viviendas particu­lares.

En el número 3 vivió el infante Enrique de Borbón, que fue protago­nista de un trágico episodio dentro de las luchas que hubo tras la Revolución de 1868 por el vacante trono. Una carta escrita por él, dirigida a los segui­dores de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, provocó que éste le retase a duelo, y el 12 de marzo de 1870, en las ventas de Alcorcón, el infante fue muerto por el duque. Esto le valió al de Orleans la excomunión, y por lo tanto la automática exclusión al trono de una monarquía que aún era católica.

Y en la manzana que hoy ocupa el Real Cinema, hubo un palacio edificado por don García Barrionuevo de Peralta, que muchas veces habrá de ser nombrado en estas páginas, miembro que fue del Consejo de Carlos I. Algunas décadas después, en esas mismas casas vivió el presidente del Consejo de Castilla Pedro Manso. Allí ocurrió un hecho que tuvo relación directa con el famoso proceso que acabó con la vida de don Rodrigo Calde­rón, marqués de Sieteiglesias. El marqués, junto con el cardenal de Trejo, el teniente de la Villa Juan de Velasco y Bernardino González, capellán de Pedro Manso, sacó de allí a un alguacil llamado Agustín de Ávila, y entre todos le asesinaron y le enterraron en una huerta cercana al monasterio de Atocha. El día que Calderón fue ejecutado, su último viaje hacia la plaza Mayor pasó por esta costanilla, quién sabe si por casualidad o por escar­miento.

5.9.07

Ángel Ganivet (Calle de)

Ángel Ganivet (1865-1898)
Entre las calles de Juan de Urbieta y de Amado Nervo. Distrito 3 (Reti­ro). Barrio del Niño Jesús.

La colonia Retiro es un barrio de Madrid relativamente nuevo; en el primitivo plan de Ensan­che de Carlos María de Castro era ésta una zona reservada para hipódromo y parque, y para que la guarnición de Madrid hiciese sus ejercicios. Hoy es un moderno barrio algunas de cuyas calles llevan nombres de grandes escritores y artistas. Una de ellas es la que nos ocupa, dedicada a Ángel Ganivet, escritor que nació en Granada en 1865. Fue diplomático y ejerció como tal en Amberes, Helsinki y Riga. Fue amigo de Unamuno y se le suele considerar como uno de los precursores de la Generación del 98, con la que emparenta directamente la doctrina que expone en sus ensayos. Entre sus obras más notables están Idearium Español, un importante intento para interpretar la historia de España, Cartas Finlandesas y Hombres del Norte, entre las obras ensayísticas. También compuso el drama en verso El escultor de su alma y las novelas La conquista del reino de Maya por el último conquistador Pío Cid y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid. Se suicidó en Riga en 1898, arrojándose a las aguas del río Dvina.

13.8.07

Ángel (Plaza del)

Imagen del plano de Texeira. A la derecha y en el centro, la Plaza del Ángel
Entre las plazas de Santa Ana y de Jacinto Benavente y las calles de las Huertas, San Sebastián, Cruz y Espoz y Mina. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Estamos en una de las plazas más típicas y castizas de Madrid, en los límites del barrio de los literatos. Existe una plaza del Ángel desde hace muchos años y su nombre se debe a una pintura que representaba al Santo Ángel de la Guarda y estaba en una de sus casas. Pero no siempre ha sido tan espaciosa como hoy en día. Como se puede ver en el plano de Texeira, antiguamente sólo comprendía el pequeño trozo que hay entre las calles de la Cruz y Espoz y Mina. El resto estaba ocupado por una manzana de casas entre las que se incluía el oratorio y convento de San Felipe Neri, construido en 1660. Esta manzana creaba una callecita que era la prolongación de la actual de San Sebastián, y llevaba el poético nombre de calle del Beso. Cuando Carlos III expulsó a los jesuitas ofreció una nueva ubicación al convento de San Felipe Neri, en una antigua iglesia que la Compañía tuvo en la calle Mayor, y después hizo demoler la manzana de casas antes citada. Así se formó la plaza tal y como hoy la conocemos. En su centro se colocó una gran cruz de piedra diseñada por Ventura Rodríguez, que luego fue llevada al cementerio Gene­ral del Sur.

El hotel Victoria

En la esquina con la plaza de Santa Ana tuvo su palacio la condesa de Montijo. Era un edificio que fue levantado en 1810 por el arquitecto Silvestre Pérez, y que durante una buena parte del siglo XIX fue un impor­tante centro de reunión por el que pasaron la mayor parte de las figuras artísticas y políticas de España y algunas de las europeas. Allí vivió Eugenia de Montijo, futura emperatriz de los franceses. Tras la muerte de la condesa en 1881 acabaron las grandes reuniones culturales y políticas y el edificio se utilizó con otros fines. Fue sede del casino militar y en él vivió José Canale­jas. En las primeras décadas del siglo XX fue demolido, y en su solar se levantó el llamado edificio Simeón, destinado a usos comerciales y también a albergar un hotel, que no es otro que el famoso Victoria. Es una interesan­te obra arquitectónica, típica muestra de edificio comercial de la época, y fue levantado entre 1919 y 1923, según proyecto de Jesús Carrasco y Encina. El hotel Victoria fue y es utilizado en numerosas ocasiones por las figuras del toreo que vienen a actuar a Madrid. Se guarda intacta la habitación que solía ocupar Manuel Rodríguez Manolete.

Antonio Canseco y Escudero (1838-1917)Justo enfrente, en la esquina con la calle de San Sebastián, se alza la elegante mole neoclásica del palacio de Tepa, del que se hablará al referir­nos a dicha calle, por donde tiene su entrada, pero del que hay que decir aquí que luce en esa esquina el famosísimo reloj de Canseco. Este reloj, que marcó el tiempo de muchísimos madrileños cuando no estaba tan generaliza­do el uso de relojes de bolsillo o pulsera, es reclamo de uno de los más tradiciona­les y antiguos establecimientos comerciales de Madrid, la relojería de Canse­co, y antes estuvo acompañado por unas figurillas chinescas que golpeaban campanas al dar las horas. Imagino que muchos relojes famosos salieron de allí, pero por lo que a mí respecta, he de decir que el que hay en la iglesia parroquial de Orgaz, un pueblo de Toledo al que tengo un cariño especial, es de Canseco y fue colo­cado en la bellísima torre de dicho templo el año 1888.

En esta plaza está el Café Central, que intenta recuperar la cada vez más olvidada tradición de los cafés en Madrid, y donde en un ambiente muy agradable se puede disfrutar de actuaciones de Jazz en directo mientras se saborea un café y se charla con los amigos.

Ángel (Calle del)

'El Ángel de la Guarda', lienzo de Joaquín Manuel Fernández Cruzado fechado en 1838 (Catedral de Cádiz)
Entre la calle de las Tabernillas y la Gran Vía de San Francisco. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Debe esta calle su nombre a una capillita dedicada al Santo Ángel de la Guarda que allí había. Era propiedad de Gil Imón de la Mota, y se hallaba cercana al campillo que llevaba su nombre. Los vecinos eran muy devotos de la imagen que se guardaba en el pequeño santuario, y el día 2 de octu­bre, festividad de los Ángeles Custodios, se hacía una romería en la que los niños eran vestidos de angelitos y, según Répide, “los mayores solían aca­bar harto poco angélicamente en las tabernillas cercanas”. Un nieto de Gil Imón donó la imagen a la V.O.T., que la llevó al templo de San Francisco, y los terre­nos fueron vendidos para construir viviendas, con lo que la capilli­ta desapa­reció.

2.8.07

Andrés Torrejón (Calle de)

Andrés Torrejón (1736-1812), el célebre 'Alcalde de Móstoles'
Entre las calles de Gutenberg y del poeta Esteban Villegas. Distrito 3 (Retiro). Barrios del Pacífico y los Jerónimos.

El de Andrés Torrejón es un nombre inseparable de las épicas jorna­das que se iniciaron el 2 de mayo de 1808 en la villa de Madrid y sirvieron de mecha para hacer estallar la guerra de la Independencia. El universalmente conocido como El Alcalde de Móstoles no era sino un humilde labrador que había nacido en esta localidad próxima a Madrid el año 1736, y donde murió en 1812. En enero de 1808 fue elegido alcalde de la villa, junto a Simón Her­nández, otro vecino de la misma. Cuando el 2 de mayo de 1808 llegaron a Móstoles las noticias de las atrocidades que las tropas de Murat estaban cometiendo en Madrid como respuesta al heroico levantamiento de los ma­drileños, Juan Pérez Villaamil, fiscal del Consejo de Guerra refugiado allí, redactó un bando que fue firmado por los dos alcaldes de la villa y que se extendió de pueblo en pueblo. A finales de mayo, media España estaba alzada en armas contra los invasores. Gijón, Oviedo, La Coruña, Santander, Valladolid, Zaragoza, Lérida, Murcia, Jaén, Sevilla, Cádiz, Badajoz, se sublevaron y depusieron a las autoridades locales, excesi­vamente permisivas con los franceses. El texto que tradicionalmente se asig­na al célebre bando es: “La Patria está en peligro, Madrid perece víctima de la perfidia francesa. ¡Españoles, acudid a salvarlo! Mayo, 2 de 1808.” Sin embargo, es más probable que el contenido, obra de Pérez Villaamil, fuese otro, más extenso.

11.7.07

Andrés Mellado (Calle de)

Andrés Mellado y Fernández (1846-1913)
Entre la calle de Alberto Aguilera y el paseo de San Francisco de Sales. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Gaztambide y Vallehermoso.

Se encuentra esta calle en un sector del Ensanche que, según el plan inicial de Carlos María de Castro, sería militar, pues en él se instalarían varios cuarteles, cárceles y un campo de Marte como el que tiene París ante la torre Eiffel. Sin embargo la idea no se cumplió y ésta es hoy en día una calle en la que vive primordialmente la clase media tirando hacia media-alta. Pero no siempre fue así; el barrio no se urbanizó hasta bien entrado el siglo XX. Répide aún comenta que la calle tiene escasas edificaciones y que atraviesa el cerro del Pimien­to, que todavía tardaría mucho en ser engullido por el hormigón y el asfalto. Precisamente donde hoy termina esta calle se hallaba el hospi­tal de epide­mias del cerro del Pimiento. Empezó a construir­se este centro en 1885, tras una de las diversas epidemias de cólera que en aquella época sufrieron la villa de Madrid y otros puntos de España. Se detuvieron las obras, pero en 1895 se volvió sobre ellas y se termi­nó, en previsión de un posible brote de Yersinia pestis, el bacilo de la peste. Aun acabado el hospital, se mostró inadecuado desde el primer momento por su mala ventilación y lo aislado que se encontraba, entre desmontes y caminos. Aunque se prolongó la calle de Gaztambide y se abrió el paseo de San Ber­nardino (actual calle de Isaac Peral) para mejorar los accesos, el centro sanitario tuvo una corta vida, pues desapareció en 1905. Su solar está hoy ocupado por el paseo de San Francisco de Sales y por edificios de viviendas.

El primer nombre que se dio a esta calle fue el de Tarifa, pero un acuerdo municipal de 29 de diciembre de 1893 la dedicó a Andrés Mellado y Fernández. Nacido en Málaga en 1846, estudió Derecho y Filosofía, pero su verdadera vocación fue la de periodista, y tan pron­to como en 1868 fundó el periódico El amigo del pueblo, que difun­dió ideas revolucionarias e im­pulsó a Andrés Mellado a entrar en política. Apoyó a Salmerón y Castelar y fue ardiente partidario de la I República, durante la que dirigió otro diario, La igualdad, fundado por Estanislao Figueras y clausurado por orden de Cánovas en 1875. Pero eso no calló al inquieto periodista, que inmediata­mente pasó a tomar la batuta de El imparcial, que no abandonó en diez años. En 1889 es nombrado alcalde de Madrid y en su breve mandato consi­guió sanear las siempre exhaustas arcas municipales. Además fue diputa­do por Puerto Rico, por Málaga y por Gaucín, y senador por Cuba. Desempeñó los puestos de vicepresidente del Congreso, gober­nador del Banco de España, ministro de Instrucción Pública y comisa­rio regio del Canal de Isabel II. También fue académico de la lengua. Fue a morir muy lejos de Madrid, en Biarritz, el año 1913.

27.6.07

Andrés Borrego (Calle de)

Página de 'El Español', periódico fundado por Andrés Borrego
Entre las calles de la Luna y del Pez. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

En el plano de Texeira esta calle recibe el nombre de Panaderos. Esto es así porque en ella hubo un mercado de pan donde se expendía el que era cocido en los famosos hornos de Villanueva. El 6 de marzo de 1895 el Ayunta­miento decidió dedicársela al político, periodista y escritor Andrés Borrego, que nació en Málaga en 1802 y murió en nuestra villa en 1891. Muy pronto entró en política, y su actitud favorable a la constitución de 1812 tras el pronunciamiento de Riego le valió el exilio en 1823. Vivió primero en Ingla­terra y luego en Francia, donde participó en la revolución de 1830; el nuevo gobierno francés le ofreció un cargo que rechazó -no sería el último honor que declinase. Volvió a España en 1834, y se afilió al partido moderado; sin embargo, sus actitudes liberales le granjearon la ene­mistad de Narváez y tuvo que emigrar en otras ocasiones. Fue diputado, gobernador de Madrid, ministro plenipotencia­rio en Suiza, y enviado espe­cial del gobierno español a la guerra franco-pru­siana de 1870-71. Rechazó por dos veces la Gran Cruz de Carlos III y tam­bién renunció a una cartera ministerial.

Pero la labor más importante de Andrés Borrego fue la periodística. Puede ser considerado uno de los creadores de la prensa moderna en España. A su vuelta del exilio fundó El Español; en 1838, El correo nacional y en 1845 una segunda serie de El Español. Además, fue redactor de La época. Fue también un escritor notable, y entre sus obras están Historia parlamenta­ria de España durante el siglo XIX, Principios de economía política (1844) y La cuestión social (1881).

15.6.07

Áncora (Pasaje del)

Entre las calles del Áncora y de Vara del Rey. Iguales distrito y barrio que la anterior.

Vale la explicación de la calle anterior para este pasaje que lleva su mismo nombre. Sin embargo, antes no tuvo ni la misma denominación ni las mismas dimensiones. Se llamaba calle de Brasil y comenzaba en la de Mén­dez Álvaro. Con el tiempo, quedó en pasaje y de inmenso país, se convirtió en instrumento náutico.

Áncora (Calle del)

Un ancla o áncora (bajo las aguas de Almería)
Entre el paseo de las Delicias y la calle de Méndez Álvaro. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

Amplia calle del Ensanche Sur dedicada a un instrumento naval, el áncora o ancla, que sirve para aferrar los buques al fondo marino y así salvaguardarlos de los vientos. Así de sencillo, aunque la explicación del porqué de una calle del Áncora tan lejos del mar no lo es tanto. Peñasco y Cambronero simplemente dicen que el nombre fue puesto por los vecinos y luego lo adoptó oficialmente el Ayuntamiento. Répide sin embargo indica que por allí hubo un áncora cuya procedencia era más que dudosa. ¿De las falúas reales del Retiro? ¿O del embarcadero del Canal que hubo paralelo al Manzanares? El gran cronista se inclina más por la segunda opción, y por lo tanto, con ella nos quedamos.

7.6.07

Amparo (Calle del)

Una rosa de Alejandría, también conocida como peonía (Paeonia albiflora)
Entre la calle de la Esgrima y la ronda de Valencia. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Esta larga calle, que según Répide es “una de las más típicas y pinto­rescas de los barrios bajos”, forma hoy en día parte de una zona de Madrid que está bastante degradada a causa de diversos males de nuestro tiempo que es mejor no nombrar. Y sin embargo es verdad que es un lugar de gran sabor madrileño, con sus muchas tiendas, tascas y mesones tradicionales.

Hay varias leyendas y tradiciones entrelazadas para explicar el origen de los nombres que ha tenido la calle. Todas se relacionan con una mujer que se dedicaba a asistir en los partos y que vivía aquí; se dice que guardaba en una botella una rosa de Alejandría que siempre llevaba consigo cuando ayu­daba a dar a luz a alguna madrileña. Si la rosa se abría, era signo de que el parto no iba a tener problemas. De ahí vino el primer nombre que tuvo la vía, calle de la Rosa. Pero hay más datos. Nuestra comadrona era granadina, y se hizo famosa en Madrid cuando asistió en el parto a una dama llamada doña Guiomar de Mendoza, que fue célebre durante el reinado de Felipe IV. Así que la calle de la Rosa empezó a conocerse como calle de la Comadre de Granada y es así como figura en los planos de Texeira y Espinosa. El nombre subsistió hasta la gran reforma en la rotulación de las calles que llevó a cabo en 1834 el marqués viudo de Pontejos; desde entonces sólo se denominó de la Comadre. Y en 1878 adquirió el nombre actual, calle del Amparo. Para algunos, esto se debe a que ese era el nombre de la comadro­na, para otros a que la mujer era un amparo para los vecinos del barrio. Y Répide concluye que el nombre “más bien parece indicar la existencia de algún refugio de desvalidos”, refugio que nos es totalmente desconocido.

31.5.07

Amor de Dios (Calle del)

Grabado antiguo que representa la isla de Ualan, en las CarolinasEntre las calles de las Huertas y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Nos encontramos en pleno barrio de los literatos con esta pequeña calle, típica de aquella interesantísima zona de nuestra villa. Su nombre proviene de una capillita en la que había una imagen de Nuestra Señora del Amor de Dios. Ocurría esto cuando estos parajes eran descampados y por aquí sólo discurría el camino que conducía al prado de San Jerónimo. La imagen se hallaba en una casa particular, pero ello no impidió que suscitase gran devoción entre los vecinos, que poco a poco fueron llenando la capilla de exvotos. Llegó esto a los oídos del vicario de Madrid, Juan Bautista Neroni, que decidió llevar a una iglesia la imagen para que se le rindiese culto de forma más digna, pero los vecinos se opusieron enérgicamente. Así que hasta 1552, cuando Antón Martín fundó el hospital después llamado de San Juan de Dios, no se trasladó la imagen a un templo mayor, que fue concretamente el del hospital, que tenía esa advocación. Se intentó crear una cofradía en la capilla del hospi­tal, pero no fue posible; al construirse la iglesia del Colegio de Niños De­sampa­rados, que asimismo se consagró a Nuestra Señora del Amor de Dios, la cofradía se estableció allí, y se hizo una copia de la vene­rada imagen.

¿Sabía usted que las islas Carolinas pertenecieron a España? ¿Sabía que existían? Pues nadie en España tampoco, hasta que en 1885 Alemania intentó ocupar militarmente el archipiélago, situado en el centro del océano Pacífico. Una oleada de fervor patriótico cruzó el país, y en nuestra villa la furia se concentró en la calle del Amor de Dios, ya que en el palacio que tenía el número 2 estaba la embajada del Imperio Alemán. El 23 de agosto de 1885 los madrileños arrancaron el escudo de Alemania de esta casa y lo arrastra­ron por las calles. Después tuvo otros fines, entre los que estuvo alojar provisionalmente el palacio de Justicia tras el incendio que sufrió el antiguo convento de las Salesas el 5 de mayo de 1915.

23.5.07

Amnistía (Calle de la)

La Reina Gobernadora doña María Cristina, que concedió la amnistía que da nombre a nuestra calle
Entre la calle de la Independencia y la plaza de Ramales. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Esta calle se abrió en 1836, y Peñasco y Cambronero indican que se hizo en parte sobre la antigua plaza de Santa Clara. Esta plaza no aparece en el plano de Texeira ni en otros posteriores, así que supongo que se formó como consecuencia del derribo del convento del mismo nombre, ordenado por José Bonaparte. Una vez verificada la apertura, se le puso el nombre de calle de la Amnistía en recuerdo de la que concedió a la muerte de Fernando VII la reina gobernado­ra doña María Cristina.

La casa que tiene el número 22, una vieja vivienda muy reformada por el arquitecto Cayo Redón, tiene en su fachada la única imagen que queda de las muchas que hubo en las esquinas del viejo Madrid. Es una imagen de la Dolorosa colocada en una hornacina, último resto de una piadosa costum­bre que es la causante de muchos de los nombres de las calles de nuestra villa.

Américas (Calle de las)

El Rastro Entre la calle de Mira el Sol y la ronda de Tole­do. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aún no nos vamos del Rastro. Casi al final queda esta pequeña calle peatonal, que no es la misma que comentan Peñasco-Cambronero y Répide. Ellos hablan de una calle que transcurre entre la ronda de Toledo y el paseo de las Acacias, es decir, aproximadamente en el emplazamiento del bazar que le daba nombre y al que enseguida me referiré. La calle que en la actua­lidad lleva ese nombre se abre en unos terrenos que en su día pertene­cieron al Casino de la Reina, y está al otro lado de la ronda de Toledo.

Al final del Rastro se acondicionó un lugar para que los vendedores de chismes y de antigüedades que no cabían en el resto del mercado se esta­bleciesen. Fue llamado el bazar de las Américas, y en él había unas sesenta tiendas de cartoneros, chatarreros y almaceneros. Subsistió hasta el año 1979, cuando fue derribado para prolongar la Ribera de Curtidores hasta el paseo de las Acacias.

14.5.07

Amazonas (Calle de las)

'La batalla de las Amazonas' (1598), cuadro de Rubens (1577-1640)Entre la calle de Carlos Arniches y la Ribera de Curtidores. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aparece ya esta calle en el plano de Texeira, aunque no hay nada construido donde hoy se halla la casa de socorro de Arganzuela. En el plano de Espino­sa sí que se llama como hoy en día. Está en pleno corazón del Rastro, en un lugar en el que tradicionalmente, entre otras muchas cosas, se halla el mercadillo de minerales, donde muchos hemos ido en busca de un buen trozo de pirita, aragonito o biotita para completar la colección que nos mandaban hacer en el colegio.

La tradición más aceptada de las que explican el origen de su nom­bre, indica que dentro de las festividades que hubo con motivo de la entrada en Madrid de la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, estuvo la actua­ción de un grupo de mujeres que, a caballo, ejecutaron unos difíciles ejerci­cios acrobáti­cos con gran destreza. En el paraje donde hoy se abre esta calle había un corral donde estaban guarda­dos los caballos de estas damas, y que fue cono­cido como corral de las Amazo­nas. Y este es el sencillo origen de la deno­minación. Otra propuesta, dada por Peñasco y Cambrone­ro, aunque la ponen “en tela de juicio” -bien es verdad que la otra tradición también la cuestio­nan- dice que la calle se abrió cuando se descubrió el río del mismo nombre y “se encomiaba el valor de aquellas célebres mujeres”. Sin embargo, como el Amazonas fue descu­bierto en 1499 y por aquellos años la villa aún no había llegado hasta estos contor­nos, es bastante difícil que no suene a fanta­sía esta segunda leyenda.

9.5.07

Amaniel (Calle de)

Antigua fábrica de Mahou, actual Archivo Regional de Madrid
Entre la plaza del conde de Toreno y la calle del Con­de-Duque. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Toda esta zona fue en tiempos un bosque muy frondoso donde proli­feraba la caza. Sabida es la afición que muchos monarcas de Castilla y de España han tenido a ese deporte, y por ello no es de extrañar que estas frondas fuesen en épocas pasadas escenario de numerosas monterías reales. El nombre de Dehesa y Eras de Amaniel vino de su dueño, Lope de Ama­niel, ballestero que fue del rey Enrique II de Castilla. Peñasco y Cambronero hacen un irónico comentario de la detallada explicación que Capmani hace de ese nombre, que les hizo "suponer que el autor había sido testigo presen­cial de aquellas monterías, si no supiésemos que vivió siglos después".

Cuando la villa se convirtió en corte fue ésta una de las zonas por donde se desarrolló su crecimiento; el frondoso bosque de Amaniel fue siendo poco a poco talado y la caza desplazada hacia terrenos más pro­picios. Ya en tiempos de Felipe IV se formó nuestra calle, que adoptó el nombre del antiguo dueño de los terrenos, a pesar de que en el plano de Texeira se rotula Gumiel. Del ancestral bosque de Amaniel, que antiguamen­te se exten­día desde la Moncloa hasta el pueblo de Valnegral, aproximada­mente donde hoy está el paseo de Recoletos, sólo queda hoy como vestigio la Dehesa de la Villa, que también se ha visto amenazada por alguna que otra vía rápida para los dichosos automóviles.

En las orillas de esta calle hay varios edificios muy importantes, como el convento de las Comendadoras de Santiago o el Paraninfo de la Universidad Complutense, pero como sus entradas principales dan a otras vías, allí se comentarán. Sin embargo, sí que hay que hablar de dos que estaban en nuestra calle; uno permanece, el otro no. En la esquina de la calle de Amaniel con la travesía del Conde-Duque se instaló en 1719 el colegio de Nuestra Señora del Patrocinio y Amparo de niñas huérfanas. Esta institu­ción fue fundada por Felipe V y María Luisa de Saboya en 1710, y primero estuvo en el Hospicio, hasta que se trasladó a nuestra calle, a unas casas que fueron propiedad del conde de Monterrey. Por eso, desde entonces fue cono­cido como colegio de las niñas de Monterrey. Subsistió hasta 1824, cuando Fernando VII regaló el edificio para el emplazamiento del hospital de Jesús Nazareno, de mujeres incurables, que había sido fundado en 1803 por la condesa viuda de Lerena y marquesa de San Andrés en una casa de la calle del Conde-Duque. Durante el reinado de José Bonaparte fue suprimido, pero en 1815 fue restablecido y se instaló en la calle del Burro (hoy Colegiata); después pasó a la calle de la Madera, y por último, el 4 de octubre de 1824, al edificio de la calle de Amaniel del que hablamos. Disponía de 110 cama­s, y era regentado por las hermanas de la Caridad. Poseía una capilla cuya entrada daba a la travesía del Conde-Duque. En 1851 sufrió un im­portante incendio que dañó además varias casas cercanas. Subsistió hasta los años setenta del siglo pasado, cuando el furor especulativo que se desató en Madrid acabó con muchos edificios antiguos, unos sin importancia, pero otros de gran valor.

Mejor suerte tuvo la antigua fábrica de cervezas Mahou. Construida entre 1892 y 1894 según planos de Francisco Andrés Octavio, uno de los autores del proyecto de la Gran Vía, es una importante muestra de la arqui­tectura industrial madrileña de finales del siglo XIX, y pertenece al tan en auge entonces estilo neomudéjar. Sufrió siete ampliaciones, entre 1899 y 1930, pero al final la fábrica se trasladó hasta las orillas del Manzanares, y el edificio cayó en el abandono, a pesar de su importancia. En la edición de 1987 de la Guía de Madrid del C.O.A.M. se habla de su "avanzado estado de deterioro, aunque existe un proyecto de rehabilitación y adaptación a viviendas y oficinas de próxima ejecución". No fue así, sino mejor, ya que la Comunidad de Madrid lo adquirió para instalar en él el Archivo Histórico de la Comunidad. Inmejorable emplazamiento, a un paso del Cuartel del Conde-Duque, donde está el complementario Archivo de la Villa.

25.4.07

Amador de los Ríos (Calle de)

José Amador de los Ríos (1818-1878)
Entre las calles de Alcalá Galiano y Fer­nando el Santo. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Almagro.

Calle muy breve, pero muy señorial la que en el sector Alma­gro-Altos del Hipódromo del Ensanche lleva el nombre de un importante erudito e historiador español. Sin embargo, hay que indicar que hasta 1903 la calle estaba dedicada a Ángel Saavedra, que ya tenía en el corazón de la villa otra vía, la del Duque de Rivas. Dicho esto, hablemos de José Amador de los Ríos. Nació en la locali­dad cordobesa de Baena el 1 de mayo de 1818. Fue cate­drático de historia crítica de la literatura española en la Universidad Central, y sus inquietudes se dirigieron especialmente hacia el Medievo; en este sentido, cabe citar dos obras muy importantes, como son Historia políti­ca, social y religiosa de los judíos de España y Portugal, escrita entre 1875 y 1876, e Historia crítica de la literatura española (1861-65), que compren­de hasta el reinado de los Reyes Católicos. Pero también los esfuerzos de Ama­dor de los Ríos dieron fruto en lo concerniente a la historia de nuestra villa, y es imprescindible incluir en una obra que trate de Madrid, al menos una refe­rencia a su monu­mental Historia de la Villa y Corte de Madrid, en cua­tro tomos, escrita en colaboración con Juan de Dios de la Rada y Delga­do y Cayetano Rosell el año 1860. José Amador de los Ríos murió en Sevilla el 17 de marzo de 1878.

17.4.07

Amado Nervo (Calle de)

Amado Nervo (1870-1919)

Entre la avenida de Menéndez Pelayo y la calle de Juan de Urbieta. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Pacífico.

Esta calle de la colonia Retiro está dedicada al escritor y diplomático mexicano Amado Nervo, que nació en la localidad de Tepic en 1870. Inició estudios eclesiásticos, pero pronto cambió los hábitos por la pluma. Sus primeras obras poéticas aparecieron a partir de 1898, y se encuadran en la estética modernista entonces en boga. En 1900 viajó a Europa, donde ocupó cargos diplomáticos en Madrid y París, y conoció a Rubén Darío. Sus traba­jos posteriores se orientan primero hacia una religiosidad un tanto peculiar y después hacia obras más sentimentales e íntimas. Murió en Montevideo en 1919. De entre sus escritos poéticos cabe destacar Perlas negras (1898), Místicas (1898), El éxodo y las flores del camino (1902), Los jardines inte­riores (1905), En voz baja (1909), Serenidad (1914), Elevación (1917), Plenitud (1918) y La amada inmóvil (1920). También se le deben artículos, crónicas, críticas literarias y novelas.

Por cierto, la célebre inspiradora de los más sentidos versos del poeta, la Amada Inmóvil, que realmente se llamaba Cécile Louise Dailliez, acompañó secretamente a Nervo hasta Madrid cuando en 1905 fue destinado a la embajada mexicana en nuestra villa. Vivieron juntos en el número 15 de la calle de Bailén -una placa lo recuerda-, y allí murio Cécile el 7 de enero de 1912, a causa de unas fiebres tifoideas. Y está enterrada en Madrid, en el cementerio de la Sacramental de San Lorenzo.

11.4.07

Álvarez Gato (Calle de)

Página del 'Cancionero de Álvarez Gato'
Entre las calles de Espoz y Mina y de Núñez de Arce. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Hasta las primeras décadas del siglo XX esta calle era conoci­da simplemente como del Gato, y así aparece en la reedición de 1846 del plano de Tomás López. Aunque el origen más probable de este nombre está rela­ciona­do con el per­sonaje al que hoy está dedicada, hay una chusca tradi­ción que lo intenta expli­car, y, aun­que disparatada, merece ser contada. Dícese que cuando estos parajes no eran sino un coto de caza, se capturó un enorme gato mon­tés cuya piel sirvió para fabricar unas botas nada menos que al Gran Capi­tán. Eran unas botas semejantes a las que usó el emperador Carlo­magno, pero tenían un pequeño incon­veniente, y era que el olorcillo que despedían debía de ser bastante fami­liar para todos los felinos que se encon­traban cerca de ellas y en cuan­to lo notaban aprovechaban para acercarse y hacer sus necesida­des. Con esto, el olor, en lugar de menguar crecía más y más, hasta que el adalid decidió deshacerse de ellas y en un gesto de genero­sidad las regaló a su ayuda de cámara. El muy ingrato, en lugar de conser­var tan preciado presente, se lo vendió a un numismático de París, que seguro que soportó mejor el olor. Peñasco y Cambronero, además de decir que no se creen nada de esto, dudan si la tradición se ha de acomodar a esta calle o bien a la antigua pla­zuela del Gato, que se hallaba en la calle de Amaniel. De hecho, Répide la narra cuando habla de la susodicha plazuela. Sea como sea, nadie se lo cree.

Lo cierto es que la calle está dedicada a Juan Álvarez Gato. El linaje de los Gato es de los más antiguos de la villa, de la época de la conquista. Se cuenta que uno de los miembros de la familia escaló con la sola ayuda de una daga las murallas de Madrid sin im­portarle que los moros le estuviesen esperando. La comparación del audaz guerrero con un gato por su agilidad, hizo que el mote se con­virtiese en apellido. Muchos cronistas y estudiosos indican además que este hecho es el origen de que a los madrileños se nos llame gatos, aunque yo he oído decir también que el apelativo podría venir de la habilidad para escalar muros que mostraron las tropas madrileñas que contribuyeron a la conquista del reino de Granada por los Reyes Cató­licos.

Se supone que Juan Álvarez Gato tuvo sus casas en esta calle, aun­que Jerónimo de Quintana no opina igual y las sitúa junto a la iglesia de San Salvador. Álvarez Gato nació en nuestra villa alrededor del año 1440 y fue poeta. Al parecer fue converso, lo que le sirvió para poder ser mayordo­mo de Isabel la Católica, poco amiga de judaizantes como todos sabemos. Casó con una noble dama madrileña, pertene­ciente a uno de los más principales linajes de la villa, doña Aldonza de Luzón. Como poeta, es un hombre de su tiempo; compuso numero­sos versos de muchos géneros, algunos de los cuales aparecieron en el Cancionero General. Entre sus obras las hay de carácter amoroso, político, satírico, alegórico y moral. Él inició el género poético consis­tente en realizar poemas amatorios a lo divino. El rey Juan II lo tuvo en mucha estima; también sirvió a Enrique IV y a la reina Isabel, como antes se ha dicho. Murió en 1509, y fue enterrado en la capilla que su familia fundó en la iglesia de San Salvador.

En esta calle estuvieron los dos famosos espejos deformantes, uno cóncavo y otro convexo, citados por Valle-Inclán en sus Luces de Bohemia y a través de los que veía ese Madrid "absurdo, brillante y hambriento" que retrató en su primer Esperpento.

26.3.07

Álvarez de Baena (Calle de)

Uno de los más célebres restaurantes de Madrid está en esta calle
Entre las calles de María de Molina y de Pedro de Valdivia. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.

En las estribaciones de los Altos del Hipódromo, cerca del antiguo palacio de la Industria y de las Artes, hoy Museo de Ciencias Naturales y Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, se halla esta breve y tranquila calle, cuyo primitivo nombre fue de la Exposición, ya que el palacio antes mencionado fue construido entre 1881 y 1887 para albergar la Exposición Nacional de la Industria y de las Artes. Una vez que el edificio perdió su primitivo uso, la calle mudó su denominación y fue dedicada al importante historiador José Antonio Álvarez de Baena, nacido en nuestra villa mediado el siglo XVIII. Se ocupó principalmente de Ma­drid, y sus dos obras más importantes así lo atestiguan: Compendio histórico de las grandezas de la coronada Villa de Madrid (1786) e Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidad, armas, ciencias y artes (1789). Planeó tam­bién la elaboración de unos Anales de Madrid, proyecto presentado al Ayun­tamiento en 1791, pero que no llegó a realizar. Murió el año 1803.

Altamirano (Calle de)

El Apocalipsis, que comentó Altamirano
Entre la calle de la Princesa y el paseo del pintor Rosales. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de Argüelles.

Calle de una de las zonas que más activas fueron durante los prime­ros años de desarrollo del Ensanche madrileño, zona que en principio no sólo albergó viviendas, sino también fábricas. Y precisamente aquí se esta­bleció un industrial apellidado Clot, que dio su primitivo nombre a la calle. Posteriormente, a finales del siglo XIX, fue dedicada al fraile trinitario Antonio de la Concepción Torres Altamirano, que nació en Madrid el 8 de diciembre de 1616. Era hijo de un fiscal del Consejo de Castilla. Llegó a ser general de la orden trinitaria descalza en dos ocasiones. Entre sus obras, destacan unos Comentarios morales y analógicos sobre el Apocalipsis. Murió en Salamanca el 4 de noviembre de 1685.

20.3.07

Alonso Martínez (Plaza de)

Manuel Alonso Martínez (1827-1891)
Entre las calles de Génova, Almagro, Santa Engracia y Sagasta y la plaza de Santa Bárbara. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de la Justicia, Trafalgar y Almagro.

Por esta plaza discurría antes de 1868 la cerca de Felipe IV. A su altura estuvo la puerta o, mejor dicho, el portillo de Santa Bárbara; a su altura, pero no en ella: Se encontraba algo más abajo, donde hoy se abre la plaza de Santa Bárbara, y por eso es allí donde se habla algo más de este portillo y su curiosa tradición. Tras el derribo de la mencionada cerca, en este paraje se formó una glorieta que primero se denominó de Santa Bárbara, y, por acuerdo de 12 de enero de 1891, pasó a llamarse tal y como hoy la conocemos. Cerca de esta plaza estuvo uno de los emplazamientos de la Real Fábrica de Tapices, precisamente llamada de Santa Bárbara; más detalles sobre esta Real Fábrica se dan en la calle de Vandergoten (donde hoy se halla situada).

Con el nombre de esta plaza se conoce toda un área de Madrid que es uno de los centros de la vida nocturna de la villa. Comprende esta zona los terrenos donde antaño se ubicaron los conventos de Santa Bárbara y Santa Teresa, y en los que hoy en día podemos encontrar muchísimos luga­res donde tomar unas copas con los amigos escuchando una más o menos ensordecedora música; causa el asombro de nuestros visitantes la contempla­ción de las muchedumbres que recorren durante las madrugadas de cualquier época del año este barrio.

Estatua de Alonso Martínez en la plaza de su nombre

Preside la plaza, en su esquina con Sagasta, la estatua del político que le presta su nombre. Manuel Alonso Martínez nació en Burgos en 1827. Muy joven, en 1854, entró en las Cortes; fue brillante su labor como diputa­do, lo que le valió el nombramiento como ministro de Fomento en 1855. Durante su labor en este ministerio influyó decisivamente en el progreso de las obras del Canal de Isabel II, que tres años después por fin trajo las aguas del Lozoya a la villa. En julio de 1856 era gobernador de Madrid cuando acabó el bienio progresista, y en el transcurso de los disturbios de julio de aquel año llegó a correr verdadero peligro su integridad. No volvió a descollar en la política hasta la Restauración; participó en la comisión que redactó la Constitución de 1876, y obra suya son el Código Civil que aún sigue vigente y el primer establecimiento del Jurado en Espa­ña. También se le debe la fundación de escuelas de medicina legal en Ma­drid, Barcelona y Sevilla, y la instauración del matrimonio civil. Murió en 1891.

Alonso Carbonell (Calle de)

Palacio del Buen Retiro, diseñado por Alonso Carbonell
Entre las calles de Tomás Borrás y de Gui­llermo de Osma. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de la Chopera.

Cerquita de Legazpi se encuentra esta pequeña calle, que lleva el nombre de un escultor y arquitecto español nacido en Valencia. Alonso Carbonel, Alonso Carbonell o Alfonso Carbonell, que de las tres formas lo he podido ver, desarrolló casi todo su trabajo en nuestra villa o bien en sus cercanías. Fue aparejador en las obras del Alcázar de Madrid, en el palacio del Pardo y en la Casa de Campo, y dirigió las del palacio del Buen Reti­ro. Posteriormente fue maestro mayor de todas las obras de la casa real. Tam­bién colaboró en la construcción del panteón real de El Escorial y en el retablo de la Merced (junto con Eugenio Caxés). También se le debe el convento dominico de Loeches, cerca de Madrid. En nuestra Villa murió el año 1660.

14.3.07

Alonso Cano (Calle de)

Inmaculada, de Alonso Cano (Catedral de Granada)
Entre el paseo del general Martínez Campos y la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Almagro y Ríos Rosas.

Esta larga calle del sector Norte del Ensanche está dedicada a un gran artista español del siglo XVII. Alonso Cano, nacido en Granada el 19 de marzo de 1601, fue arquitecto, pintor y escultor. Se formó primero con su padre, Miguel Cano, que se dedicaba a ensamblar retablos, y después estudió con Pacheco (en cuyo taller coincidió con Velázquez) y con Martínez Montañés. Estuvo, pues en Sevilla, pero hubo de abandonar esa ciudad a resultas de un desafío que tuvo con un enemigo artístico, Sebastián del Lla­no. Entre 1638 y 1651 residió en nuestra villa, donde llegó a ser maestro de dibujo del príncipe Baltasar Carlos. Se ordenó sacerdote en 1657 y diez años después, el 5 de octubre de 1667, murió en la misma ciudad que le vio nacer. Su agitada vida quizá impidió que sus extraordinarias dotes artísticas se desarrollasen plena­mente, lo cual no es óbice para que haya dejado obras muy importantes además de otras muchas que se perdieron. En la pintura, evolucionó desde un tenebrismo adoptado por influencia de la pintura italia­na, que conoció en Madrid, a una obra llena de luz y color. Destacan espe­cialmente sus vírge­nes, y sobre todo la Inmaculada que se conserva en la catedral de Granada. Su obra arquitectónica más importante también está en su ciudad natal; destaca la fachada de la catedral, iniciada por Diego de Siloé y acabada por él, y las iglesias de la Magdalena y del Ángel Custodio. Para muchos es en la escultura en la que mejor mostró su genio. Sus trabajos en este campo se inscriben en la corriente barroca andaluza, con una importante influencia de Martínez Montañés. Destaca especialmente la Inmaculada que se halla en el coro de la catedral de Granada.

Alonso del Barco (Calle de)

Entre la ronda de Valencia y la calle de Sebastián Elcano. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

No muy larga calle de un barrio que está en plena transformación, y de la zona eminentemente industrial que fue desde su creación hasta no hace demasiadas décadas pasará a ser un barrio residencial infestado de coches en doble fila. Está dedicada a Alonso del Barco, un pintor natural de la villa de Madrid, donde nació en 1645. Fue discípulo de José Antolínez; su obra, ingente, está especialmente representada en los edificios religiosos de Ma­drid. Murió en 1685.