31.1.08

Antonio Maura (Calle de)

Antonio Maura y Muntaner (1853-1925)
Entre la plaza de la Lealtad y la calle de Alfon­so XII. Distrito 3 (Retiro). Barrio de los Jerónimos.

Amplia y algo empinada calle, espina dorsal del barrio de los Jeróni­mos y que como todo él se abrió en las últimas décadas del siglo XIX. Inme­jorable emplazamiento el suyo, con inicio en el monumento que hay sobre el campo de la Lealtad y final frente a la puerta de España del Retiro. Su primitivo nombre fue el de calle de la Lealtad, recordando la heroica actitud de los madrileños el 2 de mayo de 1808. Algo más me extenderé sobre este parti­cular al llegar a la plaza que sí conserva tal nombre. Desde 1939 se denomi­na de Antonio Maura, pues este político vivió aquí, en un palacete que perte­neció primero a la duquesa de Santoña, aristócrata riquísima que tuvo la frivolidad de decorar con panes de oro las balaustradas de su vivien­da. Maura, también muy rico pero quizá menos amigo de la ostentación, hizo desaparecer tales adornos de su nueva casa.


Antonio Maura y Muntaner nació en Palma de Mallorca en 1853. Empezó su carrera política en el partido Liberal, junto a Gamazo. Fue minis­tro de Ultramar en 1892, y en el ejercicio de ese cargo presentó un proyecto de autonomía para Cuba y Puerto Rico que fue rechazado por todo el mun­do. Después del desastre de 1898 su programa político adoptó diversas propuestas de los regeneracionistas. Tras la muerte de Germán Gamazo, asumió la jefatura de su grupo político, pero en 1902 se pasó a las filas conservadoras y participó en el gobierno de Francisco Silvela, donde adqui­rió fama de autoritario y brutal represor. Tras la dimisión de Silvela a finales de 1903 fue encargado por primera vez de formar gobierno, pero este primer mandato sólo se prolongó unos meses, ya que renunció a causa de la excesi­va intervención del rey en los asuntos políticos. Otra vez fue nombrado presidente del gobierno en 1907, e intentó una política de reformas que se quedó sólo en el nombre. Nuevamente sacó su vena autoritaria y represora, y tras la Semana Trágica de Barcelona (1909) y los sangrientos sucesos que en ella ocurrieron, tuvo que dimitir. Poco a poco se fue retiran­do de la vida política, pero en 1918 fue llamado a presidir un gobierno de con­cen­tración nacio­nal y en 1919 otro de carácter conservador. En 1921 asumió por última vez ese cargo, dentro de una crisis que debería acabar con el sistema que se estableció con la constitución de 1876. Murió en Torrelodo­nes, cerca de Madrid, en 1925.

25.1.08

Antonio Grilo (Calle de)

Entre la calle de San Bernardo y la plaza de los Mostenses. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Como lo atestigua una cercana travesía, el nombre que hasta finales del siglo XIX llevó esta calle fue el de las Beatas. Se debía a un convento de monjas o beaterio que aquí se fundó en 1574, con la advocación de Santa Catalina de Siena. Perduró hasta 1611, cuando las monjas se trasladaron a un nuevo emplazamiento cercano al palacio que el duque de Lerma se acaba­ba de construir junto al Prado de San Jerónimo. Fue entonces ocupado el edificio por los monjes premostratenses, y en él permanecieron casi dos siglos, hasta su derribo ordenado por José Bonaparte, pero esta historia co­rresponde a la plaza de los Mostenses y allí se contará. El caso es que del fugaz paso de las monjas por esta calle quedó un nombre que duró trescien­tos años. Répide cuenta una leyenda relacionada con este convento. Al pare­cer en él había monjas jóvenes y bellas, y en una ocasión dos, que debían de responder a estas características, pasaban por la calle Ancha de San Bernardo cuando fueron vistas nada menos que por Rodrigo Calderón, famoso galán y conspi­rador del que ya se ha hecho mención y que se deberá nombrar muchas más veces en estas páginas. Prendado de una de las religiosas, las alcanzó e intentó el cortejo. Fue rechazado, y cuando, arrogantemente, se dio a cono­cer y dijo que siempre conseguía lo que quería, la respuesta de Sor María del Sacramento, que así se llamaba la bella monja, fue “tal vez se obscurezca mañana la estrella que tanto brilla hoy”. Certera premonición del triste fin del marqués de Sieteiglesias, en un cadalso de la plaza Mayor.

Para la crónica negra han de quedar algunos horrendos crímenes que se produjeron en el número 3 de esta calle: en noviembre de 1945 apareció muerto por herida de arma contundente (un candelabro) y estrangulamiento el camisero Felipe de la Breña; parece ser que el móvil fue el robo. Diecisiete años después, el 1 de mayo de 1962, el sastre José María Ruiz Martínez, al parecer enajenado por unos problemas económicos, mató a su esposa y a sus cinco hijos antes de suicidarse.

La primera idea que se tuvo al decidir el cambio de denominación de la tradicional calle de las Beatas, llevó al Concejo a acordarse de Ramón Chíes (1846-93), político republicano y periodista, gobernador tras la Revo­lución de 1868 y fundador junto con Antonio Machado Álvarez, Demófilo, del semanario Las Dominica­les del Libre Pensamiento. Pero alguien debió pensar que las ideas de Chíes eran demasiado avanzadas como para homena­jearle con una calle, y se tomó, el 15 de marzo de 1899, la más neutral decisión de dedicarla al poeta cordo­bés Antonio Grilo, nacido en 1845 y fallecido en 1906, un juglar del siglo XIX que recorría los salones aristocrá­ticos recitando expresivamente sus poemas. Esta faceta un tanto bohemia no le impidió sin embargo llegar a ser académico de la len­gua. Fueron famosos en su época los versos que dedicó a las ermitas de la sierra de Córdoba.

Antonio Flores (Calle de)

Entre las calles de Serrano Anguita y de Sagas­ta. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Calle muy breve, abierta en los primeros años del siglo XX, y que en la actualidad se puede ver en las noches de los fines de semana llena de coches mal aparcados y de jóvenes que han bebido demasiado. Recuerda a un escri­tor costumbrista del siglo XIX, nacido en Elche en 1818 y fallecido en 1865. Fue pionero de la prensa gráfica en España, pues ya en 1844 dirigía el perió­dico ilustrado El Laberinto; es fama que algunos de sus números salían íntegramente de la pluma de Flores. Entre sus obras literarias cabe mencio­nar Fe, Esperanza y Caridad, La historia del matrimonio, Tipos y costum­bres españoles y Doce españoles de brocha gorda, pero su obra más impor­tante es Ayer, hoy y mañana, en la que describe el Madrid de 1800, el de 1850 y un entonces lejano Madrid de 1899 en el que parece ser que se fue un poco por las ramas. Fue miembro de la Real Academia.

14.1.08

Antonio Díaz-Cañabate (Calle de)

Entre la avenida del Mediterrá­neo y la calle de Arias Montano. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Niño Jesús.

Recientemente, el último tramo de la calle de Abtao ha sido dedicado al escritor, periodista y crítico taurino Antonio Díaz-Cañaba­te, nacido en Madrid en 1898 y fallecido en la misma villa en 1980, activo participante en la magna enciclopedia Los Toros y su continuador tras la muerte de José María de Cossío. Tam­bién se interesó por la historia y costum­bres de nues­tra villa; fruto de esa ocupación por Madrid fue una de sus principales obras, Histo­ria de una Taberna (1944), que le inspiró la de Antonio Sán­chez, sita en la calle del Mesón de Pare­des. Fue considerado como uno de los últimos escritores costumbristas, con una estética muy próxima a la de Azorín. Otras de sus obras son Historia de una tertulia (1952), Lo que se habla por ahí (1954), Historias de un tren (1959), Madrid y los Madriles (1974), Las tres Marías (1977) y El mundo de los toros (1979).



5.12.07

Antonio Bienvenida (Calle de)


Entre la calle de Amado Nervo y la glo­rieta de Fuentidueñas. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Niño Jesús.

Sinuosa y nueva calle de la colonia Retiro dedicada a una de las grandes figuras de la edad de plata de la tauromaquia. Antonio Mejías Jimé­nez nació el 25 de junio de 1922 en Caracas. Fue miem­bro de una célebre dinastía torera, procedente de la localidad extremeña de Bienvenida, origen del apelativo por el que fueron conocidos los mata­dores de la familia. Era hijo del Papa Negro, diestro que alternó con los grandes de la edad de oro. Se presentó como novillero en la vieja plaza de Los Tejares, en Córdoba, el 3 de julio de 1937, con novillos de Olivares y actuando mano a mano con Paquito Casado. Tomó la alternativa nada menos que en Madrid y con Miu­ras, el 9 de abril de 1941, siendo su padrino su hermano Pepe, con el que toreó mano a mano. Tras veinticinco años de éxitos, fracasos y graves cogi­das, se retiró por primera vez en Madrid el 16 de octubre de 1966. Volvió a los ruedos en la temporada de 1971, y se retiró defini­tivamente en la plaza de Vista Alegre el 5 de octubre de 1974, con toros de Bohór­quez y con un atractivo cartel que completaban Curro Romero y Ra­fael de Paula. Casi un año después, el 4 de octubre de 1975, cuando toreaba en un tentadero de la finca que la ganadera Amelia Pérez-Tabernero tiene en El Escorial, recibió una voltereta de una becerra llamada Curiosa, que le rompió el cuello. A resultas de esta herida murió en el Hospital de la Paz el 7 de octubre de 1975. Su entierro fue una demostración de fervor popular, y desde su casa del número 3 de la calle del Príncipe de Vergara, fue llevado a la plaza de las Ventas para dar su última vuelta al ruedo.


23.11.07

Antonio Arias (Calle de)

'La moneda del César', pintura de Antonio Arias (Museo del Prado)Entre la calle de Ibiza y la plaza del Doctor Laguna. Distrito 3 (Retiro). Barrios de Ibiza y Niño Jesús.

Y tampoco nos tenemos que alejar mucho para llegar hasta aquí, en un punto situado en los confines del antiguo Ensanche y lindando ya con el elegante barrio del Niño Jesús. Mucha gente conoce nuestra calle por vivir en ella una famosa coplera, Lolita Sevilla. Antonio Arias Fernández, que presta su gracia a la vía, nació en nuestra villa en 1620. Fue pintor y poeta, bastante precoz, pues ya a los catorce años realizó, con mucho acierto, la decoración del convento del Carmen Calzado de Toledo. Por encargo de la corona, pintó diversos retratos de reyes que estuvieron en el salón de Come­dias del Real Alcázar. Dos obras suyas conserva el Prado: La moneda del César, fechada en 1646, y una Virgen con el Niño. Sus últimos días los pasó en la indigencia y viviendo gracias a la caridad. Murió en el Hospital Gene­ral de Madrid en 1684.


8.11.07

Antonio Acuña (Calle de)

Antonio de Acuña (1459-1526)
Entre las calles de Alcalá y del Doctor Castelo. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya.

Sólo tres manzanas más allá de la calle que se acaba de comentar se encuentra ésta, algo más larga y recta, y que lleva el nombre de Antonio Osorio de Acuña, el famoso obispo Acuña. Fue diplomático, y como tal desempeñó funciones en Roma. Fue nombrado en 1506 obispo de Zamora por Roma, designación refrendada dos años después por el regente de Casti­lla Fernando el Católico. Participó activamente en el levantamiento de las Comunidades, hasta el punto de ser uno de sus principales dirigentes. Derro­tó a las tropas de Carlos I en Tordesillas y entró en Toledo, donde el pueblo le aclamó como arzobispo. En esta ciudad resistió, junto a María Pacheco, viuda de Juan de Padilla, hasta octubre de 1521. Fue apresado y confinado en el castillo de Siman­cas. Aunque intentó la fuga, no tuvo éxito y en ese mismo lugar fue decapi­tado en 1526.

23.10.07

Antonia Mercé (Calle de)

Antonia Mercé, 'La Argentina' (1890-1936)
Entre las calles de Jorge Juan y Goya. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya.

Esta calle, que sigue la circunferencia del ruedo de la antigua plaza de toros de Goya, desaparecida en 1934, está dedicada a la gran bailarina española Antonia Mercé y Luque, más conocida como la Argentina. Nació en Buenos Aires en 1890, y sus padres eran maestros de danza del Teatro Real. Primero la destinaron al ballet clásico, pero Antonia sin embargo tenía otras ideas y acabó dedicada de lleno al baile español. Fue quien estrenó El amor brujo de Falla y siempre se la ha considerado como su mejor intérpre­te. Intentó formar una compañía de ballets españoles semejante a los ballets rusos de Diaghilev, pero fracasó en el empeño. Junto con Vicente Escudero realizó diversas giras por Europa, en el transcurso de las cuales estrenó la Sonatina de Ernesto Halffter. Murió en la ciudad francesa de Bayona en 1936.

9.10.07

Antón Martín (Plaza de)

El venerable Antón Martín (1500-1553Entre las calles de Atocha, Santa Isabel, Magda­lena, León y Amor de Dios. Distrito 1 (Centro). Barrios de los Embajadores y las Cortes.

Muchos se empeñan en decir que esta pobre plaza no existe. Sí existe, sólo que carece de numeración propia, y a tal efecto se considera como un ensanchamiento de la calle de Atocha, pero ahí está. Ya en el plano de Texeira encontramos la Plaçuela de Antón Martín, en un lugar donde hubo un portillo de la cerca de Felipe II que se llamaba precisamente de Antón Martín. Cosa lógica, pues esa tapia se levantó hacia 1556, unos años después de que el venerable religioso que da nombre a la plaza fundase su obra.

Hubo asimismo una ermita en estos parajes, con la advocación de San Sebastián, que perduró hasta la creación de la parroquia del mismo nombre. En aquellos tiempos debía de ser que la creación de parroquias no se regía por el número de fieles, sino por la presencia o no de un familiar a quien hacer tal regalo, ya que el tener un curato era un buen beneficio. Así que un tal licenciado Francos, párroco de Santa Cruz, cuya collación abarcaba estos terrenos, consiguió que se crease la nueva parroquia de San Sebastián para un sobrino suyo. Ocurría esto en 1541; como se ve, esto del nepotismo no es un mal de nuestro tiempo, y está hondamente enraizado en la sociedad española.

El venerable Antón Martín, compañero que fue de San Juan de Dios, natural de la villa conquense de Mira, donde nació el 25 de marzo de 1500, quiso fundar una institución hospitala­ria en Madrid para atender lo que entonces se llamaban enfermedades ver­gonzantes. Hizo efectiva esta fundación el 3 de noviembre de 1552, en unos terrenos contiguos a esta plaza, donde hoy están el cine Doré y la parroquia del Salvador y San Nicolás, que fueron adquiridos al contador del rey Her­nando de Somontes y a su esposa Catalina de Zapata. Fue el hospital del Amor de Dios, al que se aludió unas páginas atrás, que llegó a tener 243 camas ubicadas en diez salas, seis para hombres y cuatro para mujeres. Su iglesia, levantada el mismo año de creación del hospital, fue restaurada en 1798 y era bastante rica en obras de arte. En ella fue enterrado el fundador, que murió el 24 de diciembre de 1553. Después de la desamortización, el hospital pasó a ser regentado por la Benefi­cen­cia, y en 1899 fue derribado. Se trasladó a la calle del Doctor Esquerdo, donde perduró hasta los años sesenta. En su solar es donde hoy está el hospi­tal Gregorio Marañón. La iglesia fue incen­diada durante la guerra civil y en su lugar se edificó una nueva, que es la actual parroquia del Salvador y San Nicolás.

No fue éste el único hospital que hubo en esta plaza, ya que algo más hacia arriba subiendo por la calle de Atocha estuvo el de Montserrat. Fue creado el 11 de agosto de 1616 en una casa de campo que tenía en Lavapiés, donde luego estuvieron las Escuelas Pías de San Fernando, un caballero llamado Gaspar de Pons, y se dedicó a atender a natura­les de la corona de Aragón. Se decidió su traslado a la plaza de Antón Martín; las obras del nuevo edificio se iniciaron en marzo de 1658. Veinte años después se concluyó la iglesia. En la guerra de la independencia fue profusa­mente utilizado, pero posteriormente la falta de recursos acabó con él. Fue derriba­do para ensanchar la calle de Atocha.

Durante casi ciento cincuenta años presidió esta plaza una fuente obra de Pedro de Ribera, la fuente de la Fama, que hoy se encuentra en los jardines que llevan precisamente el nombre del arquitecto, junto al Museo Municipal. La historia de esta fuente es sumamente azarosa, y en ella hay numerosos traslados, montajes y desmontajes. Fue construida entre junio de 1731 y mayo de 1732, con la generosa y obligatoria ayuda de los madrile­ños, a los que se exigió una derrama impositiva. Cuando la fuente fue inau­gurada, se colocó al parecer en ella un pasquín que decía Deo volente, rege suven­te, et populo contribuente, se hizo esta fuente, seguramente obra de un madrileño que no pagó a gusto. La fuente es una de las más caracterís­ticas obras de su autor y, por ende, del barroco madrileño, antes tan denos­tado y hoy tan querido. Muestra: Según Mesonero Romanos, es una “página del arte (aunque en una de sus más lastimosas aberraciones)” que “merece ser conservada con mayor razón que otros monumentos posteriores de igual clase, y que más que como páginas del arte pueden ser consideradas como otros tantos borrones echados en él”. Para Peñasco y Cambronero es “el colmo de la corrupción del arte” y sólo debería servir para el “estudio de lo que fue el arte en una época feliz­mente pasada”, mientras que hoy se consi­dera un conjunto histórico de los más bellos de Madrid. En 1880 se retiró de la plaza porque estorbaba -ya enton­ces- al tráfico. Algunas piezas se conservaron y otras se desecharon. Según Peñasco y Cambronero fue llevada al barrio de las Peñuelas y olvida­da. Sin embargo, en 1911 se reconstruyó, con poco acierto, y se colocó en el parque del Oeste; en 1941 se situó donde hoy se puede ver.

El motín de EsquilacheLa plaza de Antón Martín fue uno de los lugares donde se inició el célebre “motín de Esquilache”, el 23 de marzo de 1766, cuando un grupo de madrileños se negó a cumplir las disposiciones que prohibían las capas largas y los sombre­ros de ala an­cha, dando como razón algo tan sencillo como que no les daba la gana vestir­se como mandaba Esquilache. Allí se formó la turbamulta, que luego se dirigió hacia la casa del marqués, la de las Siete Chimeneas, e incluso obligó a Carlos III a salir de Madrid y plan­tearse el trasladar la capital de España a otro lugar. Por suerte, como se sabe, todo acabó bien.

28.9.07

Aniceto Marinas (Calle de)

El Cerro de los Ángeles, en Getafe (mi pueblo de adopción), grupo escultórico obra de Aniceto MarinasAniceto Marinas (Calle de).- Entre los puentes del Rey y de los Franceses. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de la Casa de Campo.

Esta calle no es más que una de las riberas del río Manzanares y precisamente era así, Ribera del Manzanares, como se llamaba antes de ser dedicada al escultor Aniceto Marinas. Es una zona bastante agradable para pasear, especialmente en verano, cuando entre caminata y caminata uno puede sentarse en alguna de las terrazas que hay muy cerca del río para tomar un refrigerio, imaginándose que en la otra orilla aún se puede distin­guir la vieja pradera del Corregidor.

Aniceto Marinas y García nació en Segovia en 1866 y murió en Madrid en 1953. Fue un escultor cuyas obras siempre se enmarcaron en un estilo academicista. En Madrid está bastante bien representado, pues suyas son por ejemplo la estatua de Velázquez que hay frente al Museo del Prado y la de Eloy Gonzalo que preside la plaza de Cascorro, en pleno Rastro. También esculpió los monumentos a Daoiz y Velarde de su ciudad natal y el de las Cortes de Cádiz en aquella ciudad andaluza. Presidió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

14.9.07

Ángeles (Costanilla de los)

Doña Leonor de Mascareñas hacia 1575
Entre la calle del Arenal y la plaza de Santo Domingo. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

De los Ángeles, siempre. Eso sí, subida, bajada, calle o costanilla, que de las cuatro formas se ha denominado. Debe su nombre a un convento de monjas que en ella existió, el Real de Santa María de los Ángeles, funda­do en 1564 por doña Leonor de Mascareñas, dama de Isabel de Portugal que vino a España cuando su señora casó con el Emperador Carlos I. Las prime­ras monjas que lo ocuparon vinieron del convento de Santa María de Jesús de Ávila, y en él se alojó Santa Teresa. Sufrió un gran incendio en 1617, y la comunidad quedó en un estado tan precario que debieron recibir ayuda del vecino monasterio de Santo Do­mingo. Para ello, se derribó el muro que los separaba. El convento de los Ángeles fue exclaustrado tras la desamorti­za­ción, y en 1838 fue derribado. En su solar se edificaron viviendas particu­lares.

En el número 3 vivió el infante Enrique de Borbón, que fue protago­nista de un trágico episodio dentro de las luchas que hubo tras la Revolución de 1868 por el vacante trono. Una carta escrita por él, dirigida a los segui­dores de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, provocó que éste le retase a duelo, y el 12 de marzo de 1870, en las ventas de Alcorcón, el infante fue muerto por el duque. Esto le valió al de Orleans la excomunión, y por lo tanto la automática exclusión al trono de una monarquía que aún era católica.

Y en la manzana que hoy ocupa el Real Cinema, hubo un palacio edificado por don García Barrionuevo de Peralta, que muchas veces habrá de ser nombrado en estas páginas, miembro que fue del Consejo de Carlos I. Algunas décadas después, en esas mismas casas vivió el presidente del Consejo de Castilla Pedro Manso. Allí ocurrió un hecho que tuvo relación directa con el famoso proceso que acabó con la vida de don Rodrigo Calde­rón, marqués de Sieteiglesias. El marqués, junto con el cardenal de Trejo, el teniente de la Villa Juan de Velasco y Bernardino González, capellán de Pedro Manso, sacó de allí a un alguacil llamado Agustín de Ávila, y entre todos le asesinaron y le enterraron en una huerta cercana al monasterio de Atocha. El día que Calderón fue ejecutado, su último viaje hacia la plaza Mayor pasó por esta costanilla, quién sabe si por casualidad o por escar­miento.

5.9.07

Ángel Ganivet (Calle de)

Ángel Ganivet (1865-1898)
Entre las calles de Juan de Urbieta y de Amado Nervo. Distrito 3 (Reti­ro). Barrio del Niño Jesús.

La colonia Retiro es un barrio de Madrid relativamente nuevo; en el primitivo plan de Ensan­che de Carlos María de Castro era ésta una zona reservada para hipódromo y parque, y para que la guarnición de Madrid hiciese sus ejercicios. Hoy es un moderno barrio algunas de cuyas calles llevan nombres de grandes escritores y artistas. Una de ellas es la que nos ocupa, dedicada a Ángel Ganivet, escritor que nació en Granada en 1865. Fue diplomático y ejerció como tal en Amberes, Helsinki y Riga. Fue amigo de Unamuno y se le suele considerar como uno de los precursores de la Generación del 98, con la que emparenta directamente la doctrina que expone en sus ensayos. Entre sus obras más notables están Idearium Español, un importante intento para interpretar la historia de España, Cartas Finlandesas y Hombres del Norte, entre las obras ensayísticas. También compuso el drama en verso El escultor de su alma y las novelas La conquista del reino de Maya por el último conquistador Pío Cid y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid. Se suicidó en Riga en 1898, arrojándose a las aguas del río Dvina.

13.8.07

Ángel (Plaza del)

Imagen del plano de Texeira. A la derecha y en el centro, la Plaza del Ángel
Entre las plazas de Santa Ana y de Jacinto Benavente y las calles de las Huertas, San Sebastián, Cruz y Espoz y Mina. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Estamos en una de las plazas más típicas y castizas de Madrid, en los límites del barrio de los literatos. Existe una plaza del Ángel desde hace muchos años y su nombre se debe a una pintura que representaba al Santo Ángel de la Guarda y estaba en una de sus casas. Pero no siempre ha sido tan espaciosa como hoy en día. Como se puede ver en el plano de Texeira, antiguamente sólo comprendía el pequeño trozo que hay entre las calles de la Cruz y Espoz y Mina. El resto estaba ocupado por una manzana de casas entre las que se incluía el oratorio y convento de San Felipe Neri, construido en 1660. Esta manzana creaba una callecita que era la prolongación de la actual de San Sebastián, y llevaba el poético nombre de calle del Beso. Cuando Carlos III expulsó a los jesuitas ofreció una nueva ubicación al convento de San Felipe Neri, en una antigua iglesia que la Compañía tuvo en la calle Mayor, y después hizo demoler la manzana de casas antes citada. Así se formó la plaza tal y como hoy la conocemos. En su centro se colocó una gran cruz de piedra diseñada por Ventura Rodríguez, que luego fue llevada al cementerio Gene­ral del Sur.

El hotel Victoria

En la esquina con la plaza de Santa Ana tuvo su palacio la condesa de Montijo. Era un edificio que fue levantado en 1810 por el arquitecto Silvestre Pérez, y que durante una buena parte del siglo XIX fue un impor­tante centro de reunión por el que pasaron la mayor parte de las figuras artísticas y políticas de España y algunas de las europeas. Allí vivió Eugenia de Montijo, futura emperatriz de los franceses. Tras la muerte de la condesa en 1881 acabaron las grandes reuniones culturales y políticas y el edificio se utilizó con otros fines. Fue sede del casino militar y en él vivió José Canale­jas. En las primeras décadas del siglo XX fue demolido, y en su solar se levantó el llamado edificio Simeón, destinado a usos comerciales y también a albergar un hotel, que no es otro que el famoso Victoria. Es una interesan­te obra arquitectónica, típica muestra de edificio comercial de la época, y fue levantado entre 1919 y 1923, según proyecto de Jesús Carrasco y Encina. El hotel Victoria fue y es utilizado en numerosas ocasiones por las figuras del toreo que vienen a actuar a Madrid. Se guarda intacta la habitación que solía ocupar Manuel Rodríguez Manolete.

Antonio Canseco y Escudero (1838-1917)Justo enfrente, en la esquina con la calle de San Sebastián, se alza la elegante mole neoclásica del palacio de Tepa, del que se hablará al referir­nos a dicha calle, por donde tiene su entrada, pero del que hay que decir aquí que luce en esa esquina el famosísimo reloj de Canseco. Este reloj, que marcó el tiempo de muchísimos madrileños cuando no estaba tan generaliza­do el uso de relojes de bolsillo o pulsera, es reclamo de uno de los más tradiciona­les y antiguos establecimientos comerciales de Madrid, la relojería de Canse­co, y antes estuvo acompañado por unas figurillas chinescas que golpeaban campanas al dar las horas. Imagino que muchos relojes famosos salieron de allí, pero por lo que a mí respecta, he de decir que el que hay en la iglesia parroquial de Orgaz, un pueblo de Toledo al que tengo un cariño especial, es de Canseco y fue colo­cado en la bellísima torre de dicho templo el año 1888.

En esta plaza está el Café Central, que intenta recuperar la cada vez más olvidada tradición de los cafés en Madrid, y donde en un ambiente muy agradable se puede disfrutar de actuaciones de Jazz en directo mientras se saborea un café y se charla con los amigos.

Ángel (Calle del)

'El Ángel de la Guarda', lienzo de Joaquín Manuel Fernández Cruzado fechado en 1838 (Catedral de Cádiz)
Entre la calle de las Tabernillas y la Gran Vía de San Francisco. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Debe esta calle su nombre a una capillita dedicada al Santo Ángel de la Guarda que allí había. Era propiedad de Gil Imón de la Mota, y se hallaba cercana al campillo que llevaba su nombre. Los vecinos eran muy devotos de la imagen que se guardaba en el pequeño santuario, y el día 2 de octu­bre, festividad de los Ángeles Custodios, se hacía una romería en la que los niños eran vestidos de angelitos y, según Répide, “los mayores solían aca­bar harto poco angélicamente en las tabernillas cercanas”. Un nieto de Gil Imón donó la imagen a la V.O.T., que la llevó al templo de San Francisco, y los terre­nos fueron vendidos para construir viviendas, con lo que la capilli­ta desapa­reció.

2.8.07

Andrés Torrejón (Calle de)

Andrés Torrejón (1736-1812), el célebre 'Alcalde de Móstoles'
Entre las calles de Gutenberg y del poeta Esteban Villegas. Distrito 3 (Retiro). Barrios del Pacífico y los Jerónimos.

El de Andrés Torrejón es un nombre inseparable de las épicas jorna­das que se iniciaron el 2 de mayo de 1808 en la villa de Madrid y sirvieron de mecha para hacer estallar la guerra de la Independencia. El universalmente conocido como El Alcalde de Móstoles no era sino un humilde labrador que había nacido en esta localidad próxima a Madrid el año 1736, y donde murió en 1812. En enero de 1808 fue elegido alcalde de la villa, junto a Simón Her­nández, otro vecino de la misma. Cuando el 2 de mayo de 1808 llegaron a Móstoles las noticias de las atrocidades que las tropas de Murat estaban cometiendo en Madrid como respuesta al heroico levantamiento de los ma­drileños, Juan Pérez Villaamil, fiscal del Consejo de Guerra refugiado allí, redactó un bando que fue firmado por los dos alcaldes de la villa y que se extendió de pueblo en pueblo. A finales de mayo, media España estaba alzada en armas contra los invasores. Gijón, Oviedo, La Coruña, Santander, Valladolid, Zaragoza, Lérida, Murcia, Jaén, Sevilla, Cádiz, Badajoz, se sublevaron y depusieron a las autoridades locales, excesi­vamente permisivas con los franceses. El texto que tradicionalmente se asig­na al célebre bando es: “La Patria está en peligro, Madrid perece víctima de la perfidia francesa. ¡Españoles, acudid a salvarlo! Mayo, 2 de 1808.” Sin embargo, es más probable que el contenido, obra de Pérez Villaamil, fuese otro, más extenso.

11.7.07

Andrés Mellado (Calle de)

Andrés Mellado y Fernández (1846-1913)
Entre la calle de Alberto Aguilera y el paseo de San Francisco de Sales. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Gaztambide y Vallehermoso.

Se encuentra esta calle en un sector del Ensanche que, según el plan inicial de Carlos María de Castro, sería militar, pues en él se instalarían varios cuarteles, cárceles y un campo de Marte como el que tiene París ante la torre Eiffel. Sin embargo la idea no se cumplió y ésta es hoy en día una calle en la que vive primordialmente la clase media tirando hacia media-alta. Pero no siempre fue así; el barrio no se urbanizó hasta bien entrado el siglo XX. Répide aún comenta que la calle tiene escasas edificaciones y que atraviesa el cerro del Pimien­to, que todavía tardaría mucho en ser engullido por el hormigón y el asfalto. Precisamente donde hoy termina esta calle se hallaba el hospi­tal de epide­mias del cerro del Pimiento. Empezó a construir­se este centro en 1885, tras una de las diversas epidemias de cólera que en aquella época sufrieron la villa de Madrid y otros puntos de España. Se detuvieron las obras, pero en 1895 se volvió sobre ellas y se termi­nó, en previsión de un posible brote de Yersinia pestis, el bacilo de la peste. Aun acabado el hospital, se mostró inadecuado desde el primer momento por su mala ventilación y lo aislado que se encontraba, entre desmontes y caminos. Aunque se prolongó la calle de Gaztambide y se abrió el paseo de San Ber­nardino (actual calle de Isaac Peral) para mejorar los accesos, el centro sanitario tuvo una corta vida, pues desapareció en 1905. Su solar está hoy ocupado por el paseo de San Francisco de Sales y por edificios de viviendas.

El primer nombre que se dio a esta calle fue el de Tarifa, pero un acuerdo municipal de 29 de diciembre de 1893 la dedicó a Andrés Mellado y Fernández. Nacido en Málaga en 1846, estudió Derecho y Filosofía, pero su verdadera vocación fue la de periodista, y tan pron­to como en 1868 fundó el periódico El amigo del pueblo, que difun­dió ideas revolucionarias e im­pulsó a Andrés Mellado a entrar en política. Apoyó a Salmerón y Castelar y fue ardiente partidario de la I República, durante la que dirigió otro diario, La igualdad, fundado por Estanislao Figueras y clausurado por orden de Cánovas en 1875. Pero eso no calló al inquieto periodista, que inmediata­mente pasó a tomar la batuta de El imparcial, que no abandonó en diez años. En 1889 es nombrado alcalde de Madrid y en su breve mandato consi­guió sanear las siempre exhaustas arcas municipales. Además fue diputa­do por Puerto Rico, por Málaga y por Gaucín, y senador por Cuba. Desempeñó los puestos de vicepresidente del Congreso, gober­nador del Banco de España, ministro de Instrucción Pública y comisa­rio regio del Canal de Isabel II. También fue académico de la lengua. Fue a morir muy lejos de Madrid, en Biarritz, el año 1913.

27.6.07

Andrés Borrego (Calle de)

Página de 'El Español', periódico fundado por Andrés Borrego
Entre las calles de la Luna y del Pez. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

En el plano de Texeira esta calle recibe el nombre de Panaderos. Esto es así porque en ella hubo un mercado de pan donde se expendía el que era cocido en los famosos hornos de Villanueva. El 6 de marzo de 1895 el Ayunta­miento decidió dedicársela al político, periodista y escritor Andrés Borrego, que nació en Málaga en 1802 y murió en nuestra villa en 1891. Muy pronto entró en política, y su actitud favorable a la constitución de 1812 tras el pronunciamiento de Riego le valió el exilio en 1823. Vivió primero en Ingla­terra y luego en Francia, donde participó en la revolución de 1830; el nuevo gobierno francés le ofreció un cargo que rechazó -no sería el último honor que declinase. Volvió a España en 1834, y se afilió al partido moderado; sin embargo, sus actitudes liberales le granjearon la ene­mistad de Narváez y tuvo que emigrar en otras ocasiones. Fue diputado, gobernador de Madrid, ministro plenipotencia­rio en Suiza, y enviado espe­cial del gobierno español a la guerra franco-pru­siana de 1870-71. Rechazó por dos veces la Gran Cruz de Carlos III y tam­bién renunció a una cartera ministerial.

Pero la labor más importante de Andrés Borrego fue la periodística. Puede ser considerado uno de los creadores de la prensa moderna en España. A su vuelta del exilio fundó El Español; en 1838, El correo nacional y en 1845 una segunda serie de El Español. Además, fue redactor de La época. Fue también un escritor notable, y entre sus obras están Historia parlamenta­ria de España durante el siglo XIX, Principios de economía política (1844) y La cuestión social (1881).

15.6.07

Áncora (Pasaje del)

Entre las calles del Áncora y de Vara del Rey. Iguales distrito y barrio que la anterior.

Vale la explicación de la calle anterior para este pasaje que lleva su mismo nombre. Sin embargo, antes no tuvo ni la misma denominación ni las mismas dimensiones. Se llamaba calle de Brasil y comenzaba en la de Mén­dez Álvaro. Con el tiempo, quedó en pasaje y de inmenso país, se convirtió en instrumento náutico.

Áncora (Calle del)

Un ancla o áncora (bajo las aguas de Almería)
Entre el paseo de las Delicias y la calle de Méndez Álvaro. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

Amplia calle del Ensanche Sur dedicada a un instrumento naval, el áncora o ancla, que sirve para aferrar los buques al fondo marino y así salvaguardarlos de los vientos. Así de sencillo, aunque la explicación del porqué de una calle del Áncora tan lejos del mar no lo es tanto. Peñasco y Cambronero simplemente dicen que el nombre fue puesto por los vecinos y luego lo adoptó oficialmente el Ayuntamiento. Répide sin embargo indica que por allí hubo un áncora cuya procedencia era más que dudosa. ¿De las falúas reales del Retiro? ¿O del embarcadero del Canal que hubo paralelo al Manzanares? El gran cronista se inclina más por la segunda opción, y por lo tanto, con ella nos quedamos.

7.6.07

Amparo (Calle del)

Una rosa de Alejandría, también conocida como peonía (Paeonia albiflora)
Entre la calle de la Esgrima y la ronda de Valencia. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Esta larga calle, que según Répide es “una de las más típicas y pinto­rescas de los barrios bajos”, forma hoy en día parte de una zona de Madrid que está bastante degradada a causa de diversos males de nuestro tiempo que es mejor no nombrar. Y sin embargo es verdad que es un lugar de gran sabor madrileño, con sus muchas tiendas, tascas y mesones tradicionales.

Hay varias leyendas y tradiciones entrelazadas para explicar el origen de los nombres que ha tenido la calle. Todas se relacionan con una mujer que se dedicaba a asistir en los partos y que vivía aquí; se dice que guardaba en una botella una rosa de Alejandría que siempre llevaba consigo cuando ayu­daba a dar a luz a alguna madrileña. Si la rosa se abría, era signo de que el parto no iba a tener problemas. De ahí vino el primer nombre que tuvo la vía, calle de la Rosa. Pero hay más datos. Nuestra comadrona era granadina, y se hizo famosa en Madrid cuando asistió en el parto a una dama llamada doña Guiomar de Mendoza, que fue célebre durante el reinado de Felipe IV. Así que la calle de la Rosa empezó a conocerse como calle de la Comadre de Granada y es así como figura en los planos de Texeira y Espinosa. El nombre subsistió hasta la gran reforma en la rotulación de las calles que llevó a cabo en 1834 el marqués viudo de Pontejos; desde entonces sólo se denominó de la Comadre. Y en 1878 adquirió el nombre actual, calle del Amparo. Para algunos, esto se debe a que ese era el nombre de la comadro­na, para otros a que la mujer era un amparo para los vecinos del barrio. Y Répide concluye que el nombre “más bien parece indicar la existencia de algún refugio de desvalidos”, refugio que nos es totalmente desconocido.

31.5.07

Amor de Dios (Calle del)

Grabado antiguo que representa la isla de Ualan, en las CarolinasEntre las calles de las Huertas y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Nos encontramos en pleno barrio de los literatos con esta pequeña calle, típica de aquella interesantísima zona de nuestra villa. Su nombre proviene de una capillita en la que había una imagen de Nuestra Señora del Amor de Dios. Ocurría esto cuando estos parajes eran descampados y por aquí sólo discurría el camino que conducía al prado de San Jerónimo. La imagen se hallaba en una casa particular, pero ello no impidió que suscitase gran devoción entre los vecinos, que poco a poco fueron llenando la capilla de exvotos. Llegó esto a los oídos del vicario de Madrid, Juan Bautista Neroni, que decidió llevar a una iglesia la imagen para que se le rindiese culto de forma más digna, pero los vecinos se opusieron enérgicamente. Así que hasta 1552, cuando Antón Martín fundó el hospital después llamado de San Juan de Dios, no se trasladó la imagen a un templo mayor, que fue concretamente el del hospital, que tenía esa advocación. Se intentó crear una cofradía en la capilla del hospi­tal, pero no fue posible; al construirse la iglesia del Colegio de Niños De­sampa­rados, que asimismo se consagró a Nuestra Señora del Amor de Dios, la cofradía se estableció allí, y se hizo una copia de la vene­rada imagen.

¿Sabía usted que las islas Carolinas pertenecieron a España? ¿Sabía que existían? Pues nadie en España tampoco, hasta que en 1885 Alemania intentó ocupar militarmente el archipiélago, situado en el centro del océano Pacífico. Una oleada de fervor patriótico cruzó el país, y en nuestra villa la furia se concentró en la calle del Amor de Dios, ya que en el palacio que tenía el número 2 estaba la embajada del Imperio Alemán. El 23 de agosto de 1885 los madrileños arrancaron el escudo de Alemania de esta casa y lo arrastra­ron por las calles. Después tuvo otros fines, entre los que estuvo alojar provisionalmente el palacio de Justicia tras el incendio que sufrió el antiguo convento de las Salesas el 5 de mayo de 1915.

23.5.07

Amnistía (Calle de la)

La Reina Gobernadora doña María Cristina, que concedió la amnistía que da nombre a nuestra calle
Entre la calle de la Independencia y la plaza de Ramales. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Esta calle se abrió en 1836, y Peñasco y Cambronero indican que se hizo en parte sobre la antigua plaza de Santa Clara. Esta plaza no aparece en el plano de Texeira ni en otros posteriores, así que supongo que se formó como consecuencia del derribo del convento del mismo nombre, ordenado por José Bonaparte. Una vez verificada la apertura, se le puso el nombre de calle de la Amnistía en recuerdo de la que concedió a la muerte de Fernando VII la reina gobernado­ra doña María Cristina.

La casa que tiene el número 22, una vieja vivienda muy reformada por el arquitecto Cayo Redón, tiene en su fachada la única imagen que queda de las muchas que hubo en las esquinas del viejo Madrid. Es una imagen de la Dolorosa colocada en una hornacina, último resto de una piadosa costum­bre que es la causante de muchos de los nombres de las calles de nuestra villa.

Américas (Calle de las)

El Rastro Entre la calle de Mira el Sol y la ronda de Tole­do. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aún no nos vamos del Rastro. Casi al final queda esta pequeña calle peatonal, que no es la misma que comentan Peñasco-Cambronero y Répide. Ellos hablan de una calle que transcurre entre la ronda de Toledo y el paseo de las Acacias, es decir, aproximadamente en el emplazamiento del bazar que le daba nombre y al que enseguida me referiré. La calle que en la actua­lidad lleva ese nombre se abre en unos terrenos que en su día pertene­cieron al Casino de la Reina, y está al otro lado de la ronda de Toledo.

Al final del Rastro se acondicionó un lugar para que los vendedores de chismes y de antigüedades que no cabían en el resto del mercado se esta­bleciesen. Fue llamado el bazar de las Américas, y en él había unas sesenta tiendas de cartoneros, chatarreros y almaceneros. Subsistió hasta el año 1979, cuando fue derribado para prolongar la Ribera de Curtidores hasta el paseo de las Acacias.

14.5.07

Amazonas (Calle de las)

'La batalla de las Amazonas' (1598), cuadro de Rubens (1577-1640)Entre la calle de Carlos Arniches y la Ribera de Curtidores. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aparece ya esta calle en el plano de Texeira, aunque no hay nada construido donde hoy se halla la casa de socorro de Arganzuela. En el plano de Espino­sa sí que se llama como hoy en día. Está en pleno corazón del Rastro, en un lugar en el que tradicionalmente, entre otras muchas cosas, se halla el mercadillo de minerales, donde muchos hemos ido en busca de un buen trozo de pirita, aragonito o biotita para completar la colección que nos mandaban hacer en el colegio.

La tradición más aceptada de las que explican el origen de su nom­bre, indica que dentro de las festividades que hubo con motivo de la entrada en Madrid de la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, estuvo la actua­ción de un grupo de mujeres que, a caballo, ejecutaron unos difíciles ejerci­cios acrobáti­cos con gran destreza. En el paraje donde hoy se abre esta calle había un corral donde estaban guarda­dos los caballos de estas damas, y que fue cono­cido como corral de las Amazo­nas. Y este es el sencillo origen de la deno­minación. Otra propuesta, dada por Peñasco y Cambrone­ro, aunque la ponen “en tela de juicio” -bien es verdad que la otra tradición también la cuestio­nan- dice que la calle se abrió cuando se descubrió el río del mismo nombre y “se encomiaba el valor de aquellas célebres mujeres”. Sin embargo, como el Amazonas fue descu­bierto en 1499 y por aquellos años la villa aún no había llegado hasta estos contor­nos, es bastante difícil que no suene a fanta­sía esta segunda leyenda.