26.5.08

Argüelles (Plaza de)

Agustín Argüelles (1776-1843)
Tiene su entrada por la calle de Martín de los Heros, y está bordeada también por las de Buen Suceso, Álvarez Mendizábal y Marqués de Urquijo. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de Argüelles.

Esta escondida placita, que pocos seguramente conocen pero que da nombre a todo un barrio, está dedicada a Agustín Argüelles, político español nacido en Ribadesella en 1776. Fue diputado de las cortes de Cádiz, lo cual le valió el confinamiento en Ceuta al volver Fernando VII. Tras los sucesos de 1820 fue liberado, y fue ministro de la Gobernación en el trienio constitu­cional. En 1823 tuvo que exiliarse a Gran Bretaña, de donde regresó diez años después, tras la muerte del rey. Se le propuso como regente en 1840, después de la caída de María Cristina, aunque luego fue Espartero quien ocupó el cargo. Fue tutor de Isabel II (véase calle del Tutor, que está muy cerca de esta plaza) y de su hermana María Luisa Fernanda. Murió en Ma­drid en 1843

7.5.08

Argensola (Calle de)

Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1631)
Entre las calles de Fernando VI y de Génova. Distri­to 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

En 1869 se derribó el convento de Santa Teresa y el amplio solar que dejó fue urbanizado. Surgieron diversas calles; una de ellas es ésta que nos ocupa. Primero se llamó de Gutenberg, nombre que no deja lugar a la duda, pues un sólo señor es quien se lleva el homenaje. Sin em­bargo, en su nueva acepción la cosa no está tan clara, ya que varios Argen­solas son im­portantes. Quizá se olvidó a cuál de ellos se dedicó la calle y por eso más valía aceptar la propuesta de Répide para denominarla de los Argensolas o, más correctamente, de los Leonardo de Argensola, que ése es su apellido com­pleto. Así pues, hablemos de esta familia. Quizá el más conoci­do sea Luper­cio Leonar­do de Argensola, nacido en Barbastro en 1559 y muerto en Nápo­les en 1613. Fue poeta, seguidor acérrimo de los preceptos clasicistas (lo cual relegó su teatro en una época dominada por la libertad formal de Lope de Vega), traductor de los clásicos e historiador. Asimismo fue secreta­rio del conde de Lemos, al cual acompañó a Nápoles cuando fue nombrado virrey de aquella posesión espa­ñola. Su hermano Bartolomé Juan nació en la misma localidad de Barbastro en 1562 y murió en Zaragoza en 1631; fue también poeta, muy clásico, como Lupercio. Siguió la carrera eclesiástica y ocupó cargos como rector, capellán o canónigo en las capillas de los nobles a los que sirvió su hermano, el duque de Villahermosa y el conde de Lemos. Fue cronista de la Corona de Aragón, y escribió una conti­nuación de los Anales de Zurita. Aún dos Argensolas más están recordados en esta calle. Gabriel, hijo de Lupercio, se encargó de publicar las obras de su padre y de su tío Bartolo­mé, ya que éste se negó a imprimirlas en vida; apare­cieron en las Rimas (1634), junto a grandes elogios a Lope de Vega. Pedro Leonardo de Argen­sola, hermano de Lupercio y Bernardo, es un personaje más esqui­vo y difícil de encontrar en las enciclopedias.

23.4.08

Arganzuela (Calle de la)

El antiguo matadero de la Arganzuela
Entre la calle de Toledo y la plaza del Campillo del Mundo Nuevo. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Quizá nunca sabremos cuál es la verdadera razón que dio nombre a esta calle. Se da el caso curioso de que todos los grandes cronistas de la villa se detienen más o menos largamente a exponer una falsa tradición inventada por Antonio Capmani, pero sin embargo no dan ninguna alternati­va a la misma. Pues bien, no vamos a ser menos y pasemos a repetir la explicación meretricia. En el siglo XV vivió por estos contornos (entonces fuera de la villa) un alfarero bastante acaudalado al que llamaban el tío Daganzo por ser natural de ese pueblo. Y este señor tenía una hija llamada Sancha, cuyo apodo era, naturalmente, la Daganzuela. Por corrupción de dicho mote vino lo de Arganzuela. De Sancha se llegó a decir que fue muy amiga de Isabel la Católica y que llevó una vida ejemplar, acabando con sus huesos en un convento de la V.O.T. Muchas cosas para alguien que real­mente no existió, ¿verdad? Arriesguémonos, y atrevámonos a decir que Arganzuela suena a diminutivo de Arganda -así lo indican Federico Romero y Manuel Montero Vallejo-, y que quizá la influencia de esta villa próxima a Madrid, tan importante en siglos pasados, pueda tener algo que ver con el nombre. Recordemos que el actual parque de la Arganzuela fue anteriormen­te dehesa boyal propia de Madrid. Y si Vicálvaro llegó en su día hasta la calle del Barquillo, ¿por qué no pudo llegar Arganda hasta la Arganzuela?

8.4.08

Arenal (Calle del)

La calle del Arenal, en una bulliciosa tarde navideña
Entre la puerta del Sol y la plaza de Isabel II. Distrito 1 (Centro). Barrios de Sol y Palacio.

Como muy bien indican los diversos cronistas de la villa, la calle del Arenal, una de las más tradicionales y conocidas de Madrid, siempre ha llevado este nombre. Esta zona fue, en su origen, un barranco arenoso por el que discurría un arroyo. En 1125 fue concedido el privilegio para la fundación de la puebla de San Martín, que creció al amparo del famoso convento del mismo nombre. La consecuencia fue la aparición de un arrabal cercado, una parte de cuya tapia o muralla seguía el curso de este barranco. Debió de tener un desnivel bastante considerable, que aún se puede apreciar en la diferencia de altura que hay entre la calle de la Escalinata y el final de nuestra calle. En el siglo XIV apareció un nuevo arrabal al otro lado del barranco, el de San Gi­nés, que ya era parroquia en 1358, pues en ese año está fechado un Breve de Inocencio VI en el que concede indulgencia a quien ayude con su limosna a la reconstrucción de la iglesia, que al parecer había sido profanada por moros y judíos. El rey Pedro I castigó ese sacrilegio arrojando a los reos al barranco de la Zarza, en la confluencia de nuestra calle con la puerta del Sol, de manera que es fácil imaginar que tal barranco debía de ser casi un abismo. De ese mismo barranco surgió el famoso lagarto, cuyo cuer­po, una vez cazado, pasó mucho tiempo en la iglesia de San Ginés. A mediados del siglo XV la calle estaba ya casi totalmente formada, aunque siguió siendo un profundo vallejo hasta que se terraplenó con lo proce­dente de los desmontes que se hicieron al abrir las calles de Jacometrezo y del Desengaño.

Torre de la iglesia de San Ginés
La ya nombrada iglesia de San Ginés es quizá el edificio más signifi­cativo de la calle. Para algunos cronistas antiguos, empeñados en situar el origen de nuestra villa en épocas remotas, está dedicada a un San Ginés madrile­ño, mártir bajo Juliano el Apóstata en el siglo IV, pero la advo­cación de esta parroquia, aunque no se puede afirmar con toda seguridad, es la de San Ginés de Arlés. Otros indican que pudo ser una iglesia mozárabe o incluso visigoda. Lo más apro­ximado a la realidad es que en principio quizá fuese una ermita que se con­virtió en parro­quia en el siglo XIV. Ya se ha citado un documento papal de 1358 que habla de su arreglo tras una profana­ción. Esta primera iglesia tuvo que ser derribada por ruinosa en 1642; los 60.000 ducados que costó la reedificación fueron apor­tados por un devoto parroquiano llamado Diego de San Juan. Fue Juan Ruiz el alarife encargado de levantar la iglesia, y tam­bién la aneja capilla del Santo Cristo. Francisco Ricci se ocupó de los reta­blos y de la decoración interior, y Juan Lobera y Sebastián Herrera Barnue­vo de los altares. A mediados del siglo XVIII sufrió otra importante reforma dirigida por un arquitecto desconocido. El 8 de agosto de 1824 la iglesia se quemó, incen­dio que destruyó su cabecera y en el que se perdieron muchas de sus obras de arte, especialmente un gran lienzo de Ricci, pintado en 1672 y que repre­sentaba el martirio de San Gi­nés. Tampoco se sabe quién arregló la iglesia tras este desastre.

Anagrama de 'esclavo' en la entrada de la capilla del Santo Cristo (C/ Bordadores)La capilla del Santo Cristo pertenece a la congre­gación del mismo nombre. Fue construida bajo la dirección de Juan Ruiz entre 1651 y 1659. Es un museo en miniatura que contiene obras de Alonso Cano, Francisco Ricci, y sobre todo, una maravillosa Expulsión de los mer­caderes del Tem­plo, del Greco. La Hermandad del Santo Cristo también regentaba la bóveda subterránea que hay bajo la iglesia y que es tan grande como ella. Allí se sometían los congregantes a severos ejercicios de discipli­na y mortificación difícilmente separables de un fanatismo ciego. Aún son testimonio de tan siniestras prácticas las dos incisiones en la piedra con una "S" y un clavo atravesado, que forman la palabra ESCLAVO, y que se pueden ver en la puerta que da a la calle de Bordadores.

Desde el siglo XIX la parroquia de San Ginés es una de las preferi­das por la alta sociedad madrileña. Al haber desaparecido la iglesia de San Juan durante la dominación francesa, se eligió San Ginés como parroquia de palacio, y fue muy protegida por Isabel II. A pesar de esto, tras la Revo­lución de 1868 se pensó en su derribo para formar una plaza con jardines, pero afortunadamente se desechó la idea. En lugar de esto, fue otra vez reformada por José María Aguilar entre 1870 y 1872, levantando toda la facha­da que da a la calle que nos ocupa, con un revoco y unos adornos de estilo neoplateresco, que se pueden apreciar en fotos antiguas. Tras la guerra civil desaparecieron adornos y revocos, y se le dio el aspecto que hoy conocemos, con ladrillo y mampostería en sus fachadas. Especialmente bella y esbelta es su torre, auténtico pararrayos natural que fue objeto de intensos estudios en el siglo XIX, desde el monje de San Martín que observó el fenómeno por primera vez, hasta el propio párroco de San Ginés, que publicó un par de opúsculos sobre el asunto en 1846, pasando por el marqués del Socorro, académico de Ciencias que en 1836 pudo por sí mismo comprobar tal propiedad del campanario y escribió una memoria al efecto.


Lonja de la iglesia de San Ginés

También se debe men­cionar que en esta parroquia fue bautizado Lope de Vega, que nació en la cercana calle Mayor; allí se casó Quevedo, y en su cemente­rio, donde hoy está la lonja, reci­bió sepultura Tomás Luis de Victoria.

Cuando la corte vino a Madrid, la calle del Arenal estaba totalmente consolidada, y en ella establecieron sus palacios diversas familias de alta alcurnia. Esta costumbre se mantuvo hasta el siglo XIX; hoy en día, de los muchos palacios que tuvo la calle sólo queda, y muy transformado, el de Gaviria, en el número 9. Fue levantado por el arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel entre 1846 y 1847, basándose en modelos renacentistas italianos. De su estructura inicial sólo quedan la entrada, la escalera y el piso principal. Sus bajos han sido desfigurados al instalarse en ellos locales comerciales, y en su interior están las famosas tiendas de decomisos a las que muchos he­mos ido a com­prar cualquier aparato de radio, calculadora o reloj a un pre­cio bastante ajus­tado.

En la calle del Arenal, a la altura de la calle de Bordadores, sufrie­ron el 18 de julio de 1872 un atentado los reyes Amadeo I y María Victoria, cuando unos individuos dispararon contra el carruaje que conducía a los monarcas al palacio real tras pasar una tarde de recreo en los jardines del Buen Retiro. Los soberanos resultaron ilesos, y la policía repelió a los agre­sores, uno de los cuales resultó muerto.

En el número 26 de nuestra calle murió a causa de una pulmonía el día 8 de marzo de 1898 Salvador Sánchez Povedano, Frascuelo, eterna pareja taurina de Lagartijo, que representaba el valor ante el toro frente a la elegancia y gallardía del cordobés. Y en el número 20 falleció, el 25 de marzo de 1909, el maestro Ruperto Chapí, autor de zarzuelas tan importan­tes como La bruja, El rey que rabió o La revoltosa.

25.3.08

Arco del Triunfo (Calle del)


Entre la calle Mayor y la plaza Mayor. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Esta breve calle no es sino uno de los ocho arcos de acceso a la plaza Mayor. Ya aparece en el plano de Texeira, cuando aún las entradas a la plaza estaban sin cubrir. Carece de rotulación en este plano, pero en el de Espinosa recibe el terrible nombre de callejón del Infierno. No está muy claro el origen de tan peculiar apelativo, aunque hay quien se aventura a decir que se debe a las inmensas llamas que por allí surgieron en alguno de los grandes incendios que ha sufrido la plaza Mayor desde su construcción. Asimismo indican los cronistas que durante un tiempo fue conocida como calle del Peso Real, ya que desde ella se accedía a ese establecimiento, que se hallaba en la Casa de la Panadería.

El nombre actual conmemora la victoria de las tropas de la Milicia Nacional sobre la Guardia Real del día 7 de julio de 1822. La Guardia quería restablecer el absolutismo, y los milicianos defendieron la Constitu­ción de Cádiz. Por esa vez vencieron los constitucionales, pero como todos sabemos, a la Pepa le quedaban pocos meses de vida, ya que al año siguiente Fernando VII fue liberado de su cautiverio por los franceses del Duque de Angulema.

7.3.08

Arcipreste de Hita (Calle del)

Página manuscrita del 'Libro de buen amor'
Entre las calles de Meléndez Valdes y de Isaac Peral. Distritos 7 (Chamberí) y 9 (Moncloa). Barrios de Gaztambide y Argüelles.

Está dedicada esta calle a uno de los más importantes escritores de la Edad Media en lengua castellana. Juan Ruiz, de cuya persona se sabe bastan­te poco, vivió entre 1283 y 1350, y fue autor del Libro de buen amor, obra casi miscelánea, satírica y con intención moralizadora, que muchos conside­ran como un antecedente de La Celesti­na.

Arapiles (Calle de los)

Detalle de un plano inglés de la batalla de los ArapilesEntre la glorieta de Quevedo y la calle de Valleher­moso. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de los Arapiles.

Atraviesa esta calle el solar del que fue cementerio General del Norte, creado por José Bonaparte en 1809 y que, aunque clausurado en 1884, perduró hasta bien entrado el siglo XX. Se dará de él una reseña más amplia en la calle de Magallanes, pero digamos al menos que allí fue ente­rrado Larra, y en su sepelio se dio a conocer un joven poeta que recitó espléndidamente unos versos propios. Respondía al nombre de José de Zorri­lla. Un rombo café con leche de los que ha puesto el Ayuntamiento lo reme­mora, pero sin aludir a entierros o cementerios, quizá para que los veci­nos del barrio no sepan que sus viviendas se alzan sobre un antiguo campo­santo.

Recuerda la calle un hecho de armas que se produjo en la guerra de la Independencia. Los Arapiles son dos montes que se encuentran cerca de Salamanca, el Arapil Grande y el Arapil Chico. El duque de Wellington, al mando de un ejército británico, español y portugués, derrotó el 22 de julio de 1812 junto a los Arapiles a las tropas francesas del mariscal Marmont. Esta derrota obligó a los franceses a evacuar Andalucía.

21.2.08

Apodaca (Calle de)

Juan Ruiz de Apodaca (1754-1835) Entre las calles de Fuencarral y de Mejía Lequerica. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Ésta es una calle que se abrió poco después del derribo de la cerca en 1868. Forma, junto con las de Churruca y Barceló, un conjunto que se dedicó a importantes marinos españoles. Juan Ruiz de Apodaca, marqués de Venadito, nació en la marinera Cádiz el año 1754. Participó activamente en la guerra de la Independencia, en el transcurso de la cual negoció la alianza hispano-británica y además derrotó a la escuadra francesa mandada por Rosilly en aguas de su ciudad natal el 14 de junio de 1808. Entre 1812 y 1815 fue capitán general de Cuba, y desde 1815 a 1821 virrey de Nueva España. Volvió a España tras la emancipación americana y se le nombró virrey de Navarra en 1824, a pesar de que en 1812 se mostró favorable a la Constitución de Cádiz. El año 1830 se convirtió en capitán general de la Armada. Murió en nuestra villa en 1835.

Anunciación (Calle de la)

'La Anunciación', cuadro de Fra Angelico (Museo del Prado)
Entre la plaza del Niño Jesús y la calle del Portal de Belén. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Niño Jesús.

El barrio en el que se encuentra nuestra calle toma su nombre del cercano hospital del Niño Jesús, funda­ción de la opulenta duquesa de Santo­ña que se construyó entre 1877 y 1881. Cuando se empezaron a urbanizar los alrededores del centro sanitario, las calles que se crearon adoptaron nombres relacionados con el del propio hospital, y así ésta de la Anuncia­ción, primera etapa de la venida de Jesús al Mundo.

8.2.08

Antonio Palomino (Calle de)

'La Iglesia militante y la Iglesia triunfante', obra de Antonio Palomino (Museo de Bellas Artes de Valencia)Entre las calles de Calvo Asensio y de Guz­mán el Bueno. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Gaztambide.

Es ésta una callecita muy breve, perteneciente al antiguo barrio de Marconell, llamado así porque fue construido sobre una finca que perteneció a Francisco Marconell. La finca fue parcelada desde 1880 y en ella se hizo el susodicho barrio, formado sobre todo por casas para obreros. Hoy ha desaparecido casi en su totalidad, engullido por el ahora bur­gués barrio de Arapiles-Argüelles, pero aún quedan unas pocas casitas de las originales, especialmente en la calle que nos ocupa y en la vecina de Calvo Asensio.

Antonio Ascisclo Palomino fue un pintor y escritor español que nació en la localidad cordobesa de Bujalance en 1655. Fue discípulo de Valdés Leal y Juan de Alfaro en Córdoba. Se trasladó a nuestra villa, y aquí com­par­tió su trabajo con Luca Giordano, Claudio Coello y Juan Carreño de Miranda. En 1688 se convirtió en pintor del rey Carlos II. Evolucionó desde un barroco típicamente español hasta un estilo casi rococó, pasando por una época de clara influencia italiana, debida a su contacto con Giordano. Como escritor, es considerado como el primer teórico e historiador del arte espa­ñol. Entre sus obras pictóricas destacan la decoración de la capilla del Ayun­tamiento de Madrid, los frescos de la cúpula de la iglesia de los Desampara­dos de Valen­cia, y una Inmaculada que conserva el Prado. Hay cuadros suyos distribui­dos por diversos conventos e iglesias madrileños. Su escrito fundamental es El museo pictórico y escala óptica (1715-24), y asimismo debe citarse el Parna­so español contemporá­neo. Quedó viudo en 1725, y se ordenó sacer­dote. Cuando al año siguiente murió, en Madrid, fue enterrado en la iglesia de la V.O.T., junto a su esposa.

Antonio de Nebrija (Calle de)

Fragmento del 'Vocabulario latinoespañol de Nebrija (1492)
Entre la avenida de la Ciudad de Barcelona y las tapias de la estación de Atocha. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Atocha.

No se corresponde con la categoría del personaje que recuerda la calle que nos ocupa. Antonio Martínez de Cala, más conocido como Elio Antonio de Nebrija, nacido en la localidad sevillana de Lebrija en 1441, es uno de las principales figuras del Renacimiento español. Estudió en Salaman­ca y en Bolonia, y en la universidad salmantina ocupó la cátedra de Gramáti­ca. En 1481 escribió Introductiones latiniae, obra en la que pretendía una reforma de la enseñanza del latín influida por las ideas diversos humanistas italianos. En 1492 elaboró un Vocabulario latinoespañol, y ese mismo año apareció su Gramática de la lengua castellana, que es la primera que se hizo sobre una lengua vernácula. Muchos años después, en 1517, realizó, casi como complemento, unas Reglas de ortografía castellana. Pero no sólo en aspectos filológicos se movieron sus inquietudes, sino que también fue uno de los redactores de la Biblia Políglota Complutense, y se ocupó de asuntos jurídicos, cosmológicos, arqueológicos e históricos. Murió en Alcalá de Henares en 1522.

1.2.08

Es de bien nacidos...

...ser agradecidos y, por lo tanto, no puedo dejar de dar las gracias de todo corazón al programa "Hoy por Hoy Madrid" de la Cadena SER, a María Guerra y Daniel Téllez, que se han hecho eco de estos humildes garabatos en su programa de hoy. Como también he de dárselas a Luis Zueco, autor de la bitácora Exposiciones en Madrid, que tuvo la enorme gentileza de recomendar estas pantallas en el programa del viernes pasado.

Os recomiendo consultar la bitácora Madrid es tuyo, que se mantiene en este programa.

31.1.08

Antonio Maura (Calle de)

Antonio Maura y Muntaner (1853-1925)
Entre la plaza de la Lealtad y la calle de Alfon­so XII. Distrito 3 (Retiro). Barrio de los Jerónimos.

Amplia y algo empinada calle, espina dorsal del barrio de los Jeróni­mos y que como todo él se abrió en las últimas décadas del siglo XIX. Inme­jorable emplazamiento el suyo, con inicio en el monumento que hay sobre el campo de la Lealtad y final frente a la puerta de España del Retiro. Su primitivo nombre fue el de calle de la Lealtad, recordando la heroica actitud de los madrileños el 2 de mayo de 1808. Algo más me extenderé sobre este parti­cular al llegar a la plaza que sí conserva tal nombre. Desde 1939 se denomi­na de Antonio Maura, pues este político vivió aquí, en un palacete que perte­neció primero a la duquesa de Santoña, aristócrata riquísima que tuvo la frivolidad de decorar con panes de oro las balaustradas de su vivien­da. Maura, también muy rico pero quizá menos amigo de la ostentación, hizo desaparecer tales adornos de su nueva casa.


Antonio Maura y Muntaner nació en Palma de Mallorca en 1853. Empezó su carrera política en el partido Liberal, junto a Gamazo. Fue minis­tro de Ultramar en 1892, y en el ejercicio de ese cargo presentó un proyecto de autonomía para Cuba y Puerto Rico que fue rechazado por todo el mun­do. Después del desastre de 1898 su programa político adoptó diversas propuestas de los regeneracionistas. Tras la muerte de Germán Gamazo, asumió la jefatura de su grupo político, pero en 1902 se pasó a las filas conservadoras y participó en el gobierno de Francisco Silvela, donde adqui­rió fama de autoritario y brutal represor. Tras la dimisión de Silvela a finales de 1903 fue encargado por primera vez de formar gobierno, pero este primer mandato sólo se prolongó unos meses, ya que renunció a causa de la excesi­va intervención del rey en los asuntos políticos. Otra vez fue nombrado presidente del gobierno en 1907, e intentó una política de reformas que se quedó sólo en el nombre. Nuevamente sacó su vena autoritaria y represora, y tras la Semana Trágica de Barcelona (1909) y los sangrientos sucesos que en ella ocurrieron, tuvo que dimitir. Poco a poco se fue retiran­do de la vida política, pero en 1918 fue llamado a presidir un gobierno de con­cen­tración nacio­nal y en 1919 otro de carácter conservador. En 1921 asumió por última vez ese cargo, dentro de una crisis que debería acabar con el sistema que se estableció con la constitución de 1876. Murió en Torrelodo­nes, cerca de Madrid, en 1925.

25.1.08

Antonio Grilo (Calle de)

Entre la calle de San Bernardo y la plaza de los Mostenses. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Como lo atestigua una cercana travesía, el nombre que hasta finales del siglo XIX llevó esta calle fue el de las Beatas. Se debía a un convento de monjas o beaterio que aquí se fundó en 1574, con la advocación de Santa Catalina de Siena. Perduró hasta 1611, cuando las monjas se trasladaron a un nuevo emplazamiento cercano al palacio que el duque de Lerma se acaba­ba de construir junto al Prado de San Jerónimo. Fue entonces ocupado el edificio por los monjes premostratenses, y en él permanecieron casi dos siglos, hasta su derribo ordenado por José Bonaparte, pero esta historia co­rresponde a la plaza de los Mostenses y allí se contará. El caso es que del fugaz paso de las monjas por esta calle quedó un nombre que duró trescien­tos años. Répide cuenta una leyenda relacionada con este convento. Al pare­cer en él había monjas jóvenes y bellas, y en una ocasión dos, que debían de responder a estas características, pasaban por la calle Ancha de San Bernardo cuando fueron vistas nada menos que por Rodrigo Calderón, famoso galán y conspi­rador del que ya se ha hecho mención y que se deberá nombrar muchas más veces en estas páginas. Prendado de una de las religiosas, las alcanzó e intentó el cortejo. Fue rechazado, y cuando, arrogantemente, se dio a cono­cer y dijo que siempre conseguía lo que quería, la respuesta de Sor María del Sacramento, que así se llamaba la bella monja, fue “tal vez se obscurezca mañana la estrella que tanto brilla hoy”. Certera premonición del triste fin del marqués de Sieteiglesias, en un cadalso de la plaza Mayor.

Para la crónica negra han de quedar algunos horrendos crímenes que se produjeron en el número 3 de esta calle: en noviembre de 1945 apareció muerto por herida de arma contundente (un candelabro) y estrangulamiento el camisero Felipe de la Breña; parece ser que el móvil fue el robo. Diecisiete años después, el 1 de mayo de 1962, el sastre José María Ruiz Martínez, al parecer enajenado por unos problemas económicos, mató a su esposa y a sus cinco hijos antes de suicidarse.

La primera idea que se tuvo al decidir el cambio de denominación de la tradicional calle de las Beatas, llevó al Concejo a acordarse de Ramón Chíes (1846-93), político republicano y periodista, gobernador tras la Revo­lución de 1868 y fundador junto con Antonio Machado Álvarez, Demófilo, del semanario Las Dominica­les del Libre Pensamiento. Pero alguien debió pensar que las ideas de Chíes eran demasiado avanzadas como para homena­jearle con una calle, y se tomó, el 15 de marzo de 1899, la más neutral decisión de dedicarla al poeta cordo­bés Antonio Grilo, nacido en 1845 y fallecido en 1906, un juglar del siglo XIX que recorría los salones aristocrá­ticos recitando expresivamente sus poemas. Esta faceta un tanto bohemia no le impidió sin embargo llegar a ser académico de la len­gua. Fueron famosos en su época los versos que dedicó a las ermitas de la sierra de Córdoba.

Antonio Flores (Calle de)

Entre las calles de Serrano Anguita y de Sagas­ta. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Calle muy breve, abierta en los primeros años del siglo XX, y que en la actualidad se puede ver en las noches de los fines de semana llena de coches mal aparcados y de jóvenes que han bebido demasiado. Recuerda a un escri­tor costumbrista del siglo XIX, nacido en Elche en 1818 y fallecido en 1865. Fue pionero de la prensa gráfica en España, pues ya en 1844 dirigía el perió­dico ilustrado El Laberinto; es fama que algunos de sus números salían íntegramente de la pluma de Flores. Entre sus obras literarias cabe mencio­nar Fe, Esperanza y Caridad, La historia del matrimonio, Tipos y costum­bres españoles y Doce españoles de brocha gorda, pero su obra más impor­tante es Ayer, hoy y mañana, en la que describe el Madrid de 1800, el de 1850 y un entonces lejano Madrid de 1899 en el que parece ser que se fue un poco por las ramas. Fue miembro de la Real Academia.

14.1.08

Antonio Díaz-Cañabate (Calle de)

Entre la avenida del Mediterrá­neo y la calle de Arias Montano. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Niño Jesús.

Recientemente, el último tramo de la calle de Abtao ha sido dedicado al escritor, periodista y crítico taurino Antonio Díaz-Cañaba­te, nacido en Madrid en 1898 y fallecido en la misma villa en 1980, activo participante en la magna enciclopedia Los Toros y su continuador tras la muerte de José María de Cossío. Tam­bién se interesó por la historia y costum­bres de nues­tra villa; fruto de esa ocupación por Madrid fue una de sus principales obras, Histo­ria de una Taberna (1944), que le inspiró la de Antonio Sán­chez, sita en la calle del Mesón de Pare­des. Fue considerado como uno de los últimos escritores costumbristas, con una estética muy próxima a la de Azorín. Otras de sus obras son Historia de una tertulia (1952), Lo que se habla por ahí (1954), Historias de un tren (1959), Madrid y los Madriles (1974), Las tres Marías (1977) y El mundo de los toros (1979).



5.12.07

Antonio Bienvenida (Calle de)


Entre la calle de Amado Nervo y la glo­rieta de Fuentidueñas. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Niño Jesús.

Sinuosa y nueva calle de la colonia Retiro dedicada a una de las grandes figuras de la edad de plata de la tauromaquia. Antonio Mejías Jimé­nez nació el 25 de junio de 1922 en Caracas. Fue miem­bro de una célebre dinastía torera, procedente de la localidad extremeña de Bienvenida, origen del apelativo por el que fueron conocidos los mata­dores de la familia. Era hijo del Papa Negro, diestro que alternó con los grandes de la edad de oro. Se presentó como novillero en la vieja plaza de Los Tejares, en Córdoba, el 3 de julio de 1937, con novillos de Olivares y actuando mano a mano con Paquito Casado. Tomó la alternativa nada menos que en Madrid y con Miu­ras, el 9 de abril de 1941, siendo su padrino su hermano Pepe, con el que toreó mano a mano. Tras veinticinco años de éxitos, fracasos y graves cogi­das, se retiró por primera vez en Madrid el 16 de octubre de 1966. Volvió a los ruedos en la temporada de 1971, y se retiró defini­tivamente en la plaza de Vista Alegre el 5 de octubre de 1974, con toros de Bohór­quez y con un atractivo cartel que completaban Curro Romero y Ra­fael de Paula. Casi un año después, el 4 de octubre de 1975, cuando toreaba en un tentadero de la finca que la ganadera Amelia Pérez-Tabernero tiene en El Escorial, recibió una voltereta de una becerra llamada Curiosa, que le rompió el cuello. A resultas de esta herida murió en el Hospital de la Paz el 7 de octubre de 1975. Su entierro fue una demostración de fervor popular, y desde su casa del número 3 de la calle del Príncipe de Vergara, fue llevado a la plaza de las Ventas para dar su última vuelta al ruedo.


23.11.07

Antonio Arias (Calle de)

'La moneda del César', pintura de Antonio Arias (Museo del Prado)Entre la calle de Ibiza y la plaza del Doctor Laguna. Distrito 3 (Retiro). Barrios de Ibiza y Niño Jesús.

Y tampoco nos tenemos que alejar mucho para llegar hasta aquí, en un punto situado en los confines del antiguo Ensanche y lindando ya con el elegante barrio del Niño Jesús. Mucha gente conoce nuestra calle por vivir en ella una famosa coplera, Lolita Sevilla. Antonio Arias Fernández, que presta su gracia a la vía, nació en nuestra villa en 1620. Fue pintor y poeta, bastante precoz, pues ya a los catorce años realizó, con mucho acierto, la decoración del convento del Carmen Calzado de Toledo. Por encargo de la corona, pintó diversos retratos de reyes que estuvieron en el salón de Come­dias del Real Alcázar. Dos obras suyas conserva el Prado: La moneda del César, fechada en 1646, y una Virgen con el Niño. Sus últimos días los pasó en la indigencia y viviendo gracias a la caridad. Murió en el Hospital Gene­ral de Madrid en 1684.


8.11.07

Antonio Acuña (Calle de)

Antonio de Acuña (1459-1526)
Entre las calles de Alcalá y del Doctor Castelo. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya.

Sólo tres manzanas más allá de la calle que se acaba de comentar se encuentra ésta, algo más larga y recta, y que lleva el nombre de Antonio Osorio de Acuña, el famoso obispo Acuña. Fue diplomático, y como tal desempeñó funciones en Roma. Fue nombrado en 1506 obispo de Zamora por Roma, designación refrendada dos años después por el regente de Casti­lla Fernando el Católico. Participó activamente en el levantamiento de las Comunidades, hasta el punto de ser uno de sus principales dirigentes. Derro­tó a las tropas de Carlos I en Tordesillas y entró en Toledo, donde el pueblo le aclamó como arzobispo. En esta ciudad resistió, junto a María Pacheco, viuda de Juan de Padilla, hasta octubre de 1521. Fue apresado y confinado en el castillo de Siman­cas. Aunque intentó la fuga, no tuvo éxito y en ese mismo lugar fue decapi­tado en 1526.

23.10.07

Antonia Mercé (Calle de)

Antonia Mercé, 'La Argentina' (1890-1936)
Entre las calles de Jorge Juan y Goya. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya.

Esta calle, que sigue la circunferencia del ruedo de la antigua plaza de toros de Goya, desaparecida en 1934, está dedicada a la gran bailarina española Antonia Mercé y Luque, más conocida como la Argentina. Nació en Buenos Aires en 1890, y sus padres eran maestros de danza del Teatro Real. Primero la destinaron al ballet clásico, pero Antonia sin embargo tenía otras ideas y acabó dedicada de lleno al baile español. Fue quien estrenó El amor brujo de Falla y siempre se la ha considerado como su mejor intérpre­te. Intentó formar una compañía de ballets españoles semejante a los ballets rusos de Diaghilev, pero fracasó en el empeño. Junto con Vicente Escudero realizó diversas giras por Europa, en el transcurso de las cuales estrenó la Sonatina de Ernesto Halffter. Murió en la ciudad francesa de Bayona en 1936.

9.10.07

Antón Martín (Plaza de)

El venerable Antón Martín (1500-1553Entre las calles de Atocha, Santa Isabel, Magda­lena, León y Amor de Dios. Distrito 1 (Centro). Barrios de los Embajadores y las Cortes.

Muchos se empeñan en decir que esta pobre plaza no existe. Sí existe, sólo que carece de numeración propia, y a tal efecto se considera como un ensanchamiento de la calle de Atocha, pero ahí está. Ya en el plano de Texeira encontramos la Plaçuela de Antón Martín, en un lugar donde hubo un portillo de la cerca de Felipe II que se llamaba precisamente de Antón Martín. Cosa lógica, pues esa tapia se levantó hacia 1556, unos años después de que el venerable religioso que da nombre a la plaza fundase su obra.

Hubo asimismo una ermita en estos parajes, con la advocación de San Sebastián, que perduró hasta la creación de la parroquia del mismo nombre. En aquellos tiempos debía de ser que la creación de parroquias no se regía por el número de fieles, sino por la presencia o no de un familiar a quien hacer tal regalo, ya que el tener un curato era un buen beneficio. Así que un tal licenciado Francos, párroco de Santa Cruz, cuya collación abarcaba estos terrenos, consiguió que se crease la nueva parroquia de San Sebastián para un sobrino suyo. Ocurría esto en 1541; como se ve, esto del nepotismo no es un mal de nuestro tiempo, y está hondamente enraizado en la sociedad española.

El venerable Antón Martín, compañero que fue de San Juan de Dios, natural de la villa conquense de Mira, donde nació el 25 de marzo de 1500, quiso fundar una institución hospitala­ria en Madrid para atender lo que entonces se llamaban enfermedades ver­gonzantes. Hizo efectiva esta fundación el 3 de noviembre de 1552, en unos terrenos contiguos a esta plaza, donde hoy están el cine Doré y la parroquia del Salvador y San Nicolás, que fueron adquiridos al contador del rey Her­nando de Somontes y a su esposa Catalina de Zapata. Fue el hospital del Amor de Dios, al que se aludió unas páginas atrás, que llegó a tener 243 camas ubicadas en diez salas, seis para hombres y cuatro para mujeres. Su iglesia, levantada el mismo año de creación del hospital, fue restaurada en 1798 y era bastante rica en obras de arte. En ella fue enterrado el fundador, que murió el 24 de diciembre de 1553. Después de la desamortización, el hospital pasó a ser regentado por la Benefi­cen­cia, y en 1899 fue derribado. Se trasladó a la calle del Doctor Esquerdo, donde perduró hasta los años sesenta. En su solar es donde hoy está el hospi­tal Gregorio Marañón. La iglesia fue incen­diada durante la guerra civil y en su lugar se edificó una nueva, que es la actual parroquia del Salvador y San Nicolás.

No fue éste el único hospital que hubo en esta plaza, ya que algo más hacia arriba subiendo por la calle de Atocha estuvo el de Montserrat. Fue creado el 11 de agosto de 1616 en una casa de campo que tenía en Lavapiés, donde luego estuvieron las Escuelas Pías de San Fernando, un caballero llamado Gaspar de Pons, y se dedicó a atender a natura­les de la corona de Aragón. Se decidió su traslado a la plaza de Antón Martín; las obras del nuevo edificio se iniciaron en marzo de 1658. Veinte años después se concluyó la iglesia. En la guerra de la independencia fue profusa­mente utilizado, pero posteriormente la falta de recursos acabó con él. Fue derriba­do para ensanchar la calle de Atocha.

Durante casi ciento cincuenta años presidió esta plaza una fuente obra de Pedro de Ribera, la fuente de la Fama, que hoy se encuentra en los jardines que llevan precisamente el nombre del arquitecto, junto al Museo Municipal. La historia de esta fuente es sumamente azarosa, y en ella hay numerosos traslados, montajes y desmontajes. Fue construida entre junio de 1731 y mayo de 1732, con la generosa y obligatoria ayuda de los madrile­ños, a los que se exigió una derrama impositiva. Cuando la fuente fue inau­gurada, se colocó al parecer en ella un pasquín que decía Deo volente, rege suven­te, et populo contribuente, se hizo esta fuente, seguramente obra de un madrileño que no pagó a gusto. La fuente es una de las más caracterís­ticas obras de su autor y, por ende, del barroco madrileño, antes tan denos­tado y hoy tan querido. Muestra: Según Mesonero Romanos, es una “página del arte (aunque en una de sus más lastimosas aberraciones)” que “merece ser conservada con mayor razón que otros monumentos posteriores de igual clase, y que más que como páginas del arte pueden ser consideradas como otros tantos borrones echados en él”. Para Peñasco y Cambronero es “el colmo de la corrupción del arte” y sólo debería servir para el “estudio de lo que fue el arte en una época feliz­mente pasada”, mientras que hoy se consi­dera un conjunto histórico de los más bellos de Madrid. En 1880 se retiró de la plaza porque estorbaba -ya enton­ces- al tráfico. Algunas piezas se conservaron y otras se desecharon. Según Peñasco y Cambronero fue llevada al barrio de las Peñuelas y olvida­da. Sin embargo, en 1911 se reconstruyó, con poco acierto, y se colocó en el parque del Oeste; en 1941 se situó donde hoy se puede ver.

El motín de EsquilacheLa plaza de Antón Martín fue uno de los lugares donde se inició el célebre “motín de Esquilache”, el 23 de marzo de 1766, cuando un grupo de madrileños se negó a cumplir las disposiciones que prohibían las capas largas y los sombre­ros de ala an­cha, dando como razón algo tan sencillo como que no les daba la gana vestir­se como mandaba Esquilache. Allí se formó la turbamulta, que luego se dirigió hacia la casa del marqués, la de las Siete Chimeneas, e incluso obligó a Carlos III a salir de Madrid y plan­tearse el trasladar la capital de España a otro lugar. Por suerte, como se sabe, todo acabó bien.

28.9.07

Aniceto Marinas (Calle de)

El Cerro de los Ángeles, en Getafe (mi pueblo de adopción), grupo escultórico obra de Aniceto MarinasAniceto Marinas (Calle de).- Entre los puentes del Rey y de los Franceses. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de la Casa de Campo.

Esta calle no es más que una de las riberas del río Manzanares y precisamente era así, Ribera del Manzanares, como se llamaba antes de ser dedicada al escultor Aniceto Marinas. Es una zona bastante agradable para pasear, especialmente en verano, cuando entre caminata y caminata uno puede sentarse en alguna de las terrazas que hay muy cerca del río para tomar un refrigerio, imaginándose que en la otra orilla aún se puede distin­guir la vieja pradera del Corregidor.

Aniceto Marinas y García nació en Segovia en 1866 y murió en Madrid en 1953. Fue un escultor cuyas obras siempre se enmarcaron en un estilo academicista. En Madrid está bastante bien representado, pues suyas son por ejemplo la estatua de Velázquez que hay frente al Museo del Prado y la de Eloy Gonzalo que preside la plaza de Cascorro, en pleno Rastro. También esculpió los monumentos a Daoiz y Velarde de su ciudad natal y el de las Cortes de Cádiz en aquella ciudad andaluza. Presidió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

14.9.07

Ángeles (Costanilla de los)

Doña Leonor de Mascareñas hacia 1575
Entre la calle del Arenal y la plaza de Santo Domingo. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

De los Ángeles, siempre. Eso sí, subida, bajada, calle o costanilla, que de las cuatro formas se ha denominado. Debe su nombre a un convento de monjas que en ella existió, el Real de Santa María de los Ángeles, funda­do en 1564 por doña Leonor de Mascareñas, dama de Isabel de Portugal que vino a España cuando su señora casó con el Emperador Carlos I. Las prime­ras monjas que lo ocuparon vinieron del convento de Santa María de Jesús de Ávila, y en él se alojó Santa Teresa. Sufrió un gran incendio en 1617, y la comunidad quedó en un estado tan precario que debieron recibir ayuda del vecino monasterio de Santo Do­mingo. Para ello, se derribó el muro que los separaba. El convento de los Ángeles fue exclaustrado tras la desamorti­za­ción, y en 1838 fue derribado. En su solar se edificaron viviendas particu­lares.

En el número 3 vivió el infante Enrique de Borbón, que fue protago­nista de un trágico episodio dentro de las luchas que hubo tras la Revolución de 1868 por el vacante trono. Una carta escrita por él, dirigida a los segui­dores de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, provocó que éste le retase a duelo, y el 12 de marzo de 1870, en las ventas de Alcorcón, el infante fue muerto por el duque. Esto le valió al de Orleans la excomunión, y por lo tanto la automática exclusión al trono de una monarquía que aún era católica.

Y en la manzana que hoy ocupa el Real Cinema, hubo un palacio edificado por don García Barrionuevo de Peralta, que muchas veces habrá de ser nombrado en estas páginas, miembro que fue del Consejo de Carlos I. Algunas décadas después, en esas mismas casas vivió el presidente del Consejo de Castilla Pedro Manso. Allí ocurrió un hecho que tuvo relación directa con el famoso proceso que acabó con la vida de don Rodrigo Calde­rón, marqués de Sieteiglesias. El marqués, junto con el cardenal de Trejo, el teniente de la Villa Juan de Velasco y Bernardino González, capellán de Pedro Manso, sacó de allí a un alguacil llamado Agustín de Ávila, y entre todos le asesinaron y le enterraron en una huerta cercana al monasterio de Atocha. El día que Calderón fue ejecutado, su último viaje hacia la plaza Mayor pasó por esta costanilla, quién sabe si por casualidad o por escar­miento.

5.9.07

Ángel Ganivet (Calle de)

Ángel Ganivet (1865-1898)
Entre las calles de Juan de Urbieta y de Amado Nervo. Distrito 3 (Reti­ro). Barrio del Niño Jesús.

La colonia Retiro es un barrio de Madrid relativamente nuevo; en el primitivo plan de Ensan­che de Carlos María de Castro era ésta una zona reservada para hipódromo y parque, y para que la guarnición de Madrid hiciese sus ejercicios. Hoy es un moderno barrio algunas de cuyas calles llevan nombres de grandes escritores y artistas. Una de ellas es la que nos ocupa, dedicada a Ángel Ganivet, escritor que nació en Granada en 1865. Fue diplomático y ejerció como tal en Amberes, Helsinki y Riga. Fue amigo de Unamuno y se le suele considerar como uno de los precursores de la Generación del 98, con la que emparenta directamente la doctrina que expone en sus ensayos. Entre sus obras más notables están Idearium Español, un importante intento para interpretar la historia de España, Cartas Finlandesas y Hombres del Norte, entre las obras ensayísticas. También compuso el drama en verso El escultor de su alma y las novelas La conquista del reino de Maya por el último conquistador Pío Cid y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid. Se suicidó en Riga en 1898, arrojándose a las aguas del río Dvina.