13.9.10

Berenjena (Calle de la)


Entre las calles de las Huertas y de Moratín. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Esta calle no es sino una minúscula travesía que hay entre las calles de las Huertas y de Moratín, muy cerca del punto donde convergen. Debe su curioso nombre a que cuando toda esta zona era un conjunto de huertas, concretamente las que pertenecieron al marqués de Castañeda, gentilhombre de cámara de Enrique IV, había unos berenjenales que ganaron justa fama por sus frutos. Tanto es así, que el poeta Álvarez Gato ya contaba que los vendedores ambulantes pregonaban las “berenjenas del huerto del marqués”. Posteriormente las huertas fueron adquiridas por el convento de San Jerónimo, y más adelante se urbanizó la zona para dar lugar al barrio de las Letras, pero el recuerdo de las sabrosas berenjenas de las huertas del marqués permaneció en forma de callecita.

Benito Gutiérrez (Calle de)


Entre la calle de la Princesa y el Paseo del pintor Rosales. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de Argüelles.

Esta es una calle del elegante y a veces tranquilo barrio de Argüelles, el genuino y primitivo, ya que hoy se conoce como tal a la zona más aledaña a la plaza de la Moncloa y de ahí hacia el Norte. La calle lleva el nombre del jurisconsulto burgalés Benito Gutiérrez, que nació en 1820 y falleció en Madrid en 1885. Gozó de la protección de Joaquín María López en sus comienzos, pero luego desarrolló por sí mismo una brillante carrera que le llevó a ser catedrático de Derecho Civil en la Universidad Central. Fue uno de los principales redactores de la Ley de Enjuiciamiento y del Código Civil, que hasta hace bien poco han estado vigentes.

3.8.10

Beneficencia (Calle de la)

Fachada de la catedral anglicana del RedentorEntre las calles de Fuencarral y de Serrano Anguita. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Hasta el siglo XIX esta calle se llamó de San Benito, sin que ningún cronista se pare a explicar la antigua denominación. Su actual nombre deriva de ser una de las calles laterales del Hospicio de San Fernando, hoy Museo Municipal. Répide tenía una opinión bastante mala de esta calle, a la que tilda de “callejón sombrío y mal frecuentado, donde toda clase de suciedad tiene su asiento”; hoy en día no es para tanto, aunque sí es cierto que pocos edificios tienen su fachada principal en esta calle. Sí dan a él las accesorias del Museo Romántico y del antiguo palacio del duque de Veragua. Se debe mencionar, sin embargo -ya lo hace Répide-, la fachada neogótica de la Iglesia del Redentor –catedral anglicana de Madrid-, obra de Enrique Repullés Segarra levantada entre 1890 y 1892, que ocupa el número 18 de nuestra calle.

14.7.10

Belvis (Calle de)

Entre las calles de Jerónimo de Quintana y de Fuencarral. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar.

¿Se imagina usted que a Cervantes le dedicasen una calle de Saavedra, o a Lope de Vega una calle de Carpio? Pues a Guillén de Castro se le recuerda en el centro de Madrid con una calle de Belvis (bien es verdad que en el distrito de Ciudad Lineal, en el Barrio de Bilbao, hay una calle con su nombre). Sí, esta minúscula y quebrada calle que se abre entre el ángulo agudo que forman los finales de las calles de Fuencarral y de San Bernardo, se nombra con el segundo apellido de Guillén de Castro y Belvis (o Bellvis), dramaturgo español que nació en Valencia el año 1569. Su carrera literaria empezó en su ciudad natal, en la que formó parte de una Academia llamada de los Nocturnos. Vino a la Corte, donde entró al servicio del marqués de Peñafiel. Fue amigo de Lope de Vega, del que recibió una influencia que marca su obra teatral. Entre sus obras destacan Las mocedades del Cid (1618), título bajo el que escribió dos comedias, El conde Alarcos; piezas derivadas del Quijote cervantino como Don Quijote de la Mancha, La fuerza de la sangre o El curioso impertinente; tragedias como El amor constante, y las típicas comedias de capa y espada como Los mal casados de Valencia o El Narciso en su opinión (en esta última se inspira El lindo don Diego de Moreto). Guillén de Castro y Belvis murió en Madrid en 1631.

1.7.10

Belén (Travesía de)

Entre las calles de San Lucas y de Belén. Iguales distrito y barrio que la anterior.

Nada hay que añadir a lo dicho en el artículo anterior sobre el nombre de esta travesía. Sólo queda reflejar el comentario de Peñasco y Cambronero sobre la minúscula vía que nos ocupa. No aparece rotulada en ningún plano antiguo de Madrid, por lo que los cronistas deducen que se consideró parte de la calle de Belén.

Belén (Calle de)

Entre las calles de Pelayo y del Barquillo. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Esta calle es muy breve y quebrada, casi se puede decir que se divide en dos mitades diferenciadas. Y, efectivamente, en otros siglos así se consideró. Si bien el tramo comprendido entre la travesía de Belén y la calle del Barquillo se conoce desde hace muchísimo tiempo como hoy en día, el resto de la calle se llamó del Nombre de Jesús en el siglo XVII (así aparece en el plano de Texeira), y de Jesús y María en el XVIII.

Viene el nombre de Belén por una imagen de la Virgen María y San José que hubo en una capilla o ermita que en estos parajes fundó doña Beatriz Ramírez de Mendoza, junto a la quinta de su propiedad. En esta ermita solía celebrarse una romería por Navidad. Muchos pobres la frecuentaban, buscando las limosnas que la piadosa doña Beatriz repartía; es fama que en cierta ocasión las joyas de la Virgen fueron robadas y se culpó de ello a estos mendigos. Doña Beatriz no estuvo de acuerdo, y el tiempo le dio la razón cuando el ladrón verdadero fue descubierto al intentar vender las alhajas a un platero de la calle de Santiago.

Cuando desapareció la capilla, la imagen fue llevada a Castellar de la Frontera, ya que doña Beatriz era condesa de ese título, pero poco después volvió a Madrid, concretamente a la desaparecida iglesia de San Millán.

25.5.10

Belalcázar (Calle de)

Entre las calles de Jorge Manrique y de Carbonero y Sol. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.

Estamos en los aledaños de los viejos Altos del Hipódromo, en una zona que en su día se conoció como Parque Urbanizado, y hoy es una urbanización sin parque. Esta calle está dedicada al conquistador español Sebastián Moyano, más conocido como Sebastián de Belalacázar por la villa cordobesa en la que nació el año 1480. Es probable que participase en uno de los últimos viajes de Colón. Se estableció primero en Panamá, y en 1524 formó parte de la expedición de Hernández de Córdoba para la conquista de Nicaragua. Después acompañó a Pizarro a Perú, y conquistó Quito (1533). Fundó las ciudades de San Francisco de Quito y Santiago de Guayaquil, y exploró vastas extensiones de lo que hoy es Colombia. En 1539 tuvo que volver a España para hacer valer ante Carlos V sus derechos sobre las tierras conquistadas. En 1541, confirmados esos derechos, regresó a América y restableció el orden que se había alterado en su ausencia. Fue acusado del asesinato de Jorge Robledo, fundador de Antioquia, ciudad de la que se apoderó Belalcázar, y también de mal trato a los indios. Fue apresado y condenado a muerte; cuando se disponía a embarcar en Cartagena de Indias hacia España para recurrir su condena le sorprendió la muerte. Era el año 1551.

29.4.10

Beatriz Galindo (Calle de)

Entre las calles de Segovia y de San Buenaventura. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio Imperial.

Es ésta una calle bastante sinuosa y empinada, que bordea la colina de las Vistillas y conduce hasta su cumbre. Mucho tardó el Ayuntamiento en dedicar una calle a Beatriz Galindo, que aunque no fue hija de la villa, sí que dejó en ella una estela muy importante y perdurable. Esta inteligente dama nació en Salamanca en 1475. En su ciudad natal, foco de cultura y de humanismo en esta época del Renacimiento, ya destacó por su gran conocimiento del latín, origen del sobrenombre por el que es conocida, la Latina. Fue maestra de Isabel la Católica, además de su camarera y amiga. Casó con un ilustre madrileño, Francisco Ramírez de Madrid, llamado el Artillero, adalid de Enrique IV y de los Reyes Católicos. En nuestra villa fue donde centraron Beatriz y Francisco su piadosa actividad fundadora de conventos y hospitales. En 1504 fue el convento de la Concepción Francisca, y junto a él el famoso Hospital de la Latina, en 1507. Y el convento de la Concepción Jerónima, en la calle del mismo nombre, en 1506. Beatriz murió en Salamanca en 1534 y fue enterrada en el último convento mencionado junto a su marido. Se creyó que sus sepulcros se habían perdido cuando el convento se derribó en 1890, pero afortunadamente se recuperaron y primero se colocaron en la casa de Cisneros y después en su actual emplazamiento, en el Museo Municipal, concretamente en la antigua capilla del Hospicio. El cuerpo incorrupto de la Latina fue llevado al nuevo convento de la Concepción Jerónima, a la calle de Velázquez, y cuando en 1965 este edificio también desapareció, fue llevado a su -por ahora- definitiva morada y tercer emplazamiento del convento, en El Goloso.

15.4.10

Beatas (Travesía de las)

Entre la travesía de la Parada y la calle de Antonio Grilo. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Debe su nombre esta travesía a la cercana calle hoy llamada de Antonio Grilo, pero que durante mucho tiempo se denominó también de las Beatas. Allí remito al lector para la explicación de este apelativo. Hasta 1821 esta diminuta vía llevó el curioso nombre de Aunque os pese. Y es que, junto a la nuestra, dos calles ostentaban los extraños nombres de Enhoramala vayas y Sal si puedes, debidos a las disputas surgidas como consecuencia del reparto de estos terrenos. Estamos en el centro de las tierras que pobló don García Barrionuevo de Peralta; uno de sus descendientes, Bernardino de Barrionuevo, las dividió entre tres caballeros llamados Pedro Ruiz de Alarcón, Francisco de Guzmán y Álvaro Díaz. El principal problema era un molino que don Francisco quería derribar, mientras que los otros dos lo querían mantener. Enhoramala vayas, le respondieron, y nombraron una calle (hoy travesía de la Parada). Así que don Francisco se tuvo que poner bravo y decir "lo derribaré aunque os pese", y bautizaron otra, la nuestra. Pero no quedó ahí la cosa, sino que don Pedro y don Álvaro, aprovechando que su rival dormía junto al molino a medio demoler, prendieron fuego a la valla que lo rodeaba, mientras gritaban al de Guzmán "anda, sal si puedes", y tercera calle con nombrecito (luego se llamó del Pretil alto y hoy no existe).

6.4.10

100 años de la Gran Vía: mi artículo en "La gatera de la villa"

Rompo una vez más el tradicional orden alfabético de las entradas de esta bitácora para anunciar que el artículo sobre la Gran Vía, que ya estaba escrito hace tiempo, ha aparecido con leves retoques en el número 2 de la revista La gatera de la villa, en concreto en la página 32. Allí remito a los posibles interesados. En su momento (¡quién sabe cuándo!), volverá a aparecer por aquí.

3.3.10

Beata María Ana de Jesús (Plaza de la)


Entre las calles de Alicante, Embajadores y Guillermo de Osma y el paseo de las Delicias. Distrito 2 (Arganzuela). Barrios de la Chopera y de las Delicias.

Ya en época de Peñasco y Cambronero se había dedicado una calle en Madrid a esta religiosa, hija de la villa. Se hallaba entre la calle de Bravo Murillo y el paseo de la Castellana, y es la que hoy conocemos como de Cristobal Bordíu. Si bien Répide indica que fue el 11 de octubre de 1875 cuando se cambió el nombre, Peñasco y Cambronero aún hablan en 1889 de la calle de la Beata María Ana.

La protesta de Répide por el destierro de María Ana de Jesús del callejero madrileño se atendió con el tiempo al serle dedicada esta espaciosa plaza, en un importante cruce de calles. María Ana o Mariana de Jesús nació en la calle de Santiago y fue bautizada en la parroquia del mismo nombre el 21 de enero de 1566. Era hija de un pellejero del rey llamado Luis Navarro Ladrón de Guevara y de Juana Romero. En 1575 su padre enviudó, y se volvió a casar con María Jerónima de Pineda. Padre y madrastra la destinaban al matrimonio, pero ella estaba firmemente decidida a seguir una vida religiosa, e hizo voto de ello en la iglesia de San Miguel.

Entre 1601 y 1606 vivió en Valladolid, siguiendo a la Corte, y cuando volvió a Madrid supo de la intención de los mercedarios de crear un convento junto a la puerta de Santa Bárbara. Allí fue a vivir, a una cabaña con un pequeño huerto que levantó en el jardín de la casa del secretario del Consejo de Portugal. La acompañaba Catalina de Cristo, monja algo más joven que ella que se consagró a su ayuda. En 1610 la casa del secretario cambió de manos, y la nueva propietaria expulsó a María Ana y a Catalina de sus tierras. Los frailes de Santa Bárbara cedieron entonces a las religiosas un cobertizo en el que guardaban las herramientas, donde se acomodaron. Allí llevó una vida de santidad que la hizo conocida en toda la Corte. Cuando murió, el 17 de abril de 1624, el hecho causó una grandísima conmoción en Madrid. María Ana de Jesús fue beatificada en 1761 por Clemente XII. Si bien desde entonces la iglesia tiene muchos nuevos santos y beatos, algunos de dudosa reputación y reciente beatificación, los madrileños llevan esperando más de dos siglos para que María Ana sea reconocida oficialmente como santa, algo que popularmente ya se había decretado incluso en vida de la beata. Su cuerpo incorrupto, que primero estuvo en el convento de Santa Bárbara, desde 1835 se conserva en el convento de mercedarias de don Juan de Alarcón.

19.2.10

Batalla del Salado (Calle de la)


Entre el paseo de Santa María de la Cabeza y la calle de Embajadores. Distrito 2 (Arganzuela). Barrios de Palos de Moguer y de las Delicias.

Esta calle del Ensanche Sur es una importante vía que es recorrida por numerosas líneas de autobuses, ya que constituye un atajo si desde la glorieta del Emperador Carlos V se pretende ir hasta la plaza de Legazpi. Recuerda una importante batalla librada durante la Reconquista. Fue Alfonso XI quien el 30 de octubre de 1340 derrotó a los benimerines cerca del río Salado, en la provincia de Cádiz. Esta victoria cristiana acabó por fin con las invasiones musulmanas que desde tres siglos antes, de vez en cuando llegaban de África.

Batalla de Otumba (Calle de la)

Entre las calles de Don Álvaro de Bazán y del Marqués del Vasto. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Ríos Rosas.

Paralela a la anterior e igual de pequeña es esta calle, aunque recuerda un hecho muy grande en la historia de la conquista de América. Hernán Cortés huía de la capital del imperio azteca, Tenochtitlán, después de la Noche Triste. El 7 de julio de 1520 fue sorprendido por un ejército de aztecas y tlaxcaltecas muy superior en número, pero que no contaba con las dotes de estratega del extremeño, y la batalla acabó con una gran victoria de las tropas españolas. La batalla de Otumba fue decisiva para la definitiva conquista del imperio azteca.

Batalla de Mühlberg (Calle de la)

Carlos V en la batalla de Mühlberg (Tiziano)
Entre las calles de Don Álvaro de Bazán y del Marqués del Vasto. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Ríos Rosas.

Esta minúscula calle lleva el nombre de la batalla librada el 24 de abril de 1547 por las tropas imperiales al mando de Carlos V y los protestantes encabezados por Juan Federico de Sajonia. Junto al emperador y sus ejércitos, manadados por el duque de Alba, pelearon las fuerzas de Fernando de Habsburgo, hermano de Carlos, Mauricio de Sajonia y Juan de Brandenburgo. Reunidos en la localidad de Eger, hicieron retroceder a los protestantes hasta Mühlberg; el propio Juan Federico de Sajonia cayó prisionero. Esta batalla supuso el definitivo predominio de Carlos V en Alemania. Un famoso cuadro de Tiziano representa al Emperador en esta batalla, a caballo y con la lanza en ristre, con semblante firme y prematuramente envejecido a los cuarenta y siete años.

18.1.10

Batalla de Belchite (Calle de la)

Entre las calles de Tomás Bretón y de Alicante. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de las Delicias.

Un muy reciente hecho de armas de una dolorosa contienda es recordado, que no conmemorado, en esta calle. En agosto de 1937 las tropas de la República, mandadas por el general Pozas, iniciaron una ofensiva en Aragón cuyo objetivo era disminuir la presión del enemigo en el frente de Asturias. Las operaciones se centraron en el pueblo zaragozano de Belchite, que al final de la batalla quedó totalmente destruido. Sus ruinas se conservan aún hoy, como un monumento a la estupidez humana, una de cuyas manifestaciones más importantes es la guerra, sea del tipo que sea, pero aún más estúpida si es entre compatriotas.

(Actualización de 2018: desde el 29 de mayo de este año, la calle recuerda a la política madrileña Juana Doña [1918-2003])

Bastero (Calle del)


Entre las calles de Toledo y del Carnero. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Da nombre a esta calle el apodo que se dio a un hombre en virtud de su oficio. Se llamaba Jaime, tenía aquí su casa y su taller, y era bastero. Un bastero es alguien que se dedica a la fabricación de bastas, esto es, albardas de carga para las caballerías. Pero Capmany quiso rizar el rizo, y comentó con su habitual dosis de fantasía, que la real ocupación del tal Jaime era realmente el dibujo de bastos en la baraja de naipes. ¿Es que no dibujaba los otros tres palos?

El caso es que nuestro Jaime, amén de fabricar excelentes bastas para las caballerías, fue un individuo altruísta que ayudó al establecimiento del albergue de San Lorenzo, junto a la actual Puerta de Toledo, ya que cedió los terrenos en los que se asentó la piadosa obra.

9.12.09

La Gatera de la villa

Interrumpo la secuencia alfabética de las calles para recomendaros una nueva iniciativa de un grupo de "locos por Madrid": La Gatera de la villa, que nace en el seno de FotoMadrid y que incluirá tanto una bitácora como una publicación trimestral en forma de revista. Que lo disfrutéis.

2.11.09

Barquillo (Calle del)


Entre las calles de Alcalá y de Fernando VI. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Mesonero Romanos recoge en su Antiguo Madrid los versos de Nicolás Fernández de Moratín referidos a esta calle, y que sitúan sus terrenos en la antigua jurisdicción de Vicálvaro:

Y del Barquillo, término que pasa
De Vicálvaro al tuyo, que algún día,
¡Oh patria humilde! en tierra fuiste escasa.

Es fácil que cuando estas tierras pertenecían aún a Vicálvaro, su configuración -algo semejante a lo que ocurría con la calle comentada previamente- recordase a un barco. Al parecer ya se citaba el paraje como “las tierras que dicen del Barquillo” -Répide dixit- en el siglo XVI, cuando la villa todavía no se había extendido por aquí. Fuera de lugar está, pues, una absurda leyenda que es repetidamente citada por cronistas y estudiosos y que atribuye el origen del nombre a un barquito que tenía una dama de la marquesa de las Nieves para cruzar una profunda laguna que había en sus tierras, más o menos donde hoy se alza el palacio de Justicia.

Precisamente la cercanía del convento de la Visitación, actual palacio de Justicia, que era muy frecuentado por los reyes desde Fernando VI, hizo que la calle del Barquillo fuese llamada Real. Antiguamente la calle finalizaba en la de Hortaleza, ya que la vía hoy dedicada a Fernando VI formó parte de ella. Fue el corazón de uno de los barrios más populares de Madrid, centro de operaciones de los chisperos, acérrimos enemigos de los manolos de Lavapiés. Eran los chisperos los obreros de las fraguas, que abundaron por aquí, y gustaban de buscar pelea no sólo con sus rivales de los Barrios Bajos, sino con otras facciones chisperiles ubicadas más al norte, en Maravillas.

Hay numerosos edificios notables que enseñan alguna de sus fachadas a nuestra calle, como el Cuartel General del Ejército o la Casa de las Siete Chimeneas, pero sus entradas están en otras vías, y allí corresponde su reseña. De dos hablaremos. El primero lo comparte con la calle de Alcalá, pero su monumental entrada, guardada por cuatro colosales cariátides, está en un chaflán que indetermina su adscripción. Es, si usted ya no lo ha adivinado, la sede del Instituto Cervantes, antes del extinto Banco Central Hispano, situada oficialmente en el número 49 de la calle de Alcalá, pero con entrada también por el número 2 de nuestra calle. Fue construido entre 1910 y 1918 según proyecto de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, para el Banco Español del Río de la Plata. Ocupa el solar que fue del palacio de Casa Irujo. Entre 1944 y 1947 fue ampliado en la fachada que da a nuestra calle por Manuel Cabanyes. Cuando en 1947 el Banco Central absorbió al Español del Río de la Plata, este edificio se convirtió en su oficina principal y con el paso del tiempo y con las fusiones bancarias, finalmente este símbolo del poder del dinero pasó a ser símbolo del poder de la palabra, como sede de la institución que vela por una de nuestras más preciosas posesiones: la lengua española. Isabel Gea cita en su libro sobre las calles de Madrid una conferencia pronunciada por el tristemente desaparecido Santiago Amón (por cierto, vaya calle que le ha dedicado el Ayuntamiento, en los confines de Villaverde) pocos días antes del accidente que acabó con él, y en la que comentó que el apelativo que los madrileños dieron a este edificio fue nada más y nada menos que el de casa de ¡joder, que puerta!

En la esquina que preside esta tremenda puerta, acompañada de su frontera del edificio de Tabacalera, estuvo el primer semáforo que se instaló en Madrid, en épocas en las que el tráfico empezaba a ser ya un problema, aunque quizá no tan grave e irresoluble como por desgracia es hoy.

Y nos vamos al final de la calle, en la acera de la izquierda, para hablar del otro edificio que antes se citó. La verdad es que no era más que una típica corrala madrileña que desapareció en 1850. Esto quizá no diga nada, pero si se añade que era conocida como casa de Tócame Roque la cosa cambiará. Este nombre ha llegado a convertirse en un dicho popular: ¡Esto parece la casa de Tócame Roque! El caso es que el célebre edificio se convirtió en protagonista de uno de los sainetes de Ramón de la Cruz, que se tituló La Petra y la Juana o el buen casero. No conocía Mesonero Romanos el origen del chusco nombre de la casa, pero Isabel Gea da en su libro antes mencionado una explicación de lo más curiosa. Ocurrió que la casa fue dejada en herencia a dos hermanos, llamados Juan y Roque, que disputaron por ella; en la discusión se oyeron muchas veces frases como “tócame a mí”, “no, a mí”, “tócame, Juan”, “tócame, Roque”, y como esta última debió de ser la más repetida, así quedó. Pero como dice la estudiosa, “lo mismo podía haberse llamado Tócame Juan”.

En los últimos años han proliferado mucho en esta calle los establecimientos dedicados a la venta de equipos de música y otros útiles electrónicos. Por eso muchas veces a la calle del Barquillo se le pone el innecesario seudónimo de calle del Sonido.

29.9.09

Barco (Calle del)

Entre las calles del Desengaño y de Colón. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

“La figura que forma su pavimento, igual á la del casco de un buque” explica sin más el nombre de esta calle, según Mesonero Romanos. Sin embargo, cronistas posteriores añaden diversos elementos a tan sencilla justificación. Estos terrenos primero pertenecieron al monasterio de San Martín, y después a don Juan de la Victoria Bracamonte, que los pobló. Sin embargo, vendió un trozo al marqués de Leganés, y éste cedió parte a doña María de Miranda, marquesa de Villaflores, que deseaba fundar un convento. Y se dice que fue ella, al ver las obras de explanación del terreno, la que exclamó “parece un barco”. Otra versión dice que su confesor, Juan Pacheco de Alarcón, añadió “en el que van frailes y monjas”. Este don Juan de Alarcón fue el que acabó dando nombre popularmente al convento de mercedarias descalzas que finalmente fundó la marquesa. Y también dio nombre a esta vía durante algún tiempo, pues en el plano de Texeira figura como calle de Don Juan de Alarcón.

4.9.09

Barcelona (Calle de)


Entre las calles de Cádiz y de la Cruz. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Esta pequeña calle, dedicada a la segunda ciudad de España y primera de Cataluña (de la Ciudad Condal hablaremos más al llegar a la avenida de la Ciudad de Barcelona), en lo antiguo se llamó Ancha de Majaderitos, siendo la Angosta la cercana de Cádiz. Este peculiar nombre venía, a decir de Mesonero Romanos, "del mazo que usaban los bati-hojas ó tiradores de oro que ocupaban dicha calle, y solían apellidar el majadero ó majaderito". Según el mismo D. Ramón, los tiradores de oro dejaron después su lugar a los guitarreros, cuyos talleres se establecieron aquí, hasta que con el derribo del convento de la Victoria se regularizaron las calles, cambiaron sus nombres y variaron su vecindario y sus comercios.

En esta calle hay un bar, que también tiene puerta a la vecina calle de Cádiz, y tiene a gala ser el más grande de España, pues se entra por Cádiz y se sale por Barcelona.

18.6.09

Barceló (Calle de)

Antonio Barceló (1717-1797)
Entre las calles de Fuencarral y de Mejía Lequerica. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Como ya se dijo en el comentario sobre la calle de Apodaca, en la zona en que se encuentra esta vía, terrenos antaño pertenecientes al Hospicio, tres grandes marinos españoles son recordados. Ésta, la más amplia calle del barrio, está dedicada al mallorquín Antonio Barceló, nacido en Palma en 1717. Se destacó en las expediciones a Argel de 1775, 1783 y 1784, y en el sitio de Gibraltar de 1779, donde fueron utilizadas unas lanchas de su invención. Murió en 1797.

Dos puntos de referencia en esta calle. En su esquina con la calle de Fuencarral unos pequeños jardines, presididos por su fuente de la Fama, rememoran a Pedro de Ribera. Como en Madrid no hay otra calle que recuerde su memoria, creo necesario escribir unas líneas sobre él en este punto. Pedro de Ribera no inventó el barroco madrileño, pero sí que es quizá su representante más genuino. Durante más de cien años fue considerado un mero corruptor de la arquitectura, autor de engendros que dañaban la vista y el gusto, pero actualmente es respetado como uno de los grandes arquitectos madrileños y españoles. Nació en Madrid en 1683 y murió en esta misma villa en 1742. Su carrera comenzó como ayudante de Teodoro Ardemans, maestro mayor de las obras reales y de la villa desde 1702. A la muerte de Ardemans, en 1726, Ribera le sucedió al frente de las obras del Concejo. Antes de ocupar tal cargo, entre 1716 y 1718, realizó su primera gran obra en Madrid de la mano del corregidor marqués de Vadillo, el acondicionamiento del paseo de la Virgen del Puerto y la extraordinaria ermita que aún se conserva. Seguidamente, construyó el puente de Toledo (1720), el cuartel de Guardias de Corps (hoy del Conde-Duque, 1720) y el Hospicio de San Fernando (1722), en los que empieza a mostrar su muy personal visión del ornato en la arquitectura, con las maravillosas capillas dedicadas a San Isidro y Santa María de la Cabeza en el puente, y las fachadas principales de los otros dos edificios. También realizó importantes obras religiosas, como la reforma de la iglesia de Montserrat, en la calle de San Bernardo, con su bellísima torre (1720); la iglesia de San José, antiguo convento de San Hermenegildo, en la calle de Alcalá (1730-42); San Cayetano, en la calle de Embajadores; o las escuelas pías de San Antón, en la calle de Hortaleza, que se incendiaron hace algunos años. Obra suya también fueron edificios civiles como el desaparecido del Monte de Piedad (queda una de sus portadas) y numerosos palacios, algunos de los cuales se conservan, además de muchas fuentes, de las que sólo ha perdurado la de la Fama, en estos jardincillos de la calle de Barceló.

El segundo lugar importante de nuestra calle es lo que fue la discoteca Pachá, antiguo cine Barceló, que casi todos conocimos hace ya un tiempo (demasiado, quizá) como punto de encuentro de la juventud pudiente de Madrid, pero que casi nadie sabe que es una obra maestra de la arquitectura racionalista y de su autor, Luis Gutiérrez Soto. Él mismo estaba bastante satisfecho de ella, pues escribió: “1930. Construyo mi cuarto cine, el Barceló, de marcada personalidad y acierto.” El resultado, como dice la guía del C.O.A.M., es uno de los mejores locales de espectáculos de Europa y una joya de las arquitecturas madrileña y española.

27.5.09

Barbieri (Calle de)

Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894)Entre la calle de las Infantas y la plaza de Chueca. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

El primitivo nombre de esta calle fue del Soldado, debido fundamentalmente a la proximidad del cuartel de infantería de guardias españolas que era también conocido así. Pero también hay una famosa leyenda que se relaciona con esta calle. Aquí vivía una rica señora llamada doña María de Castilla, que tenía una hija joven y bella, doña María Almudena Goutili. La joven deseaba dedicarse a la vida religiosa y profesar en el convento del Caballero de Gracia, pero un soldado del cercano cuartel se había prendado de ella y no estaba dispuesto a dejar que se convirtiese en monja. La joven le rechazó, pero él llegó incluso a hacer pintar su retrato en una columna de la casa frontera a la de Almudena para que siempre le tuviese presente. Firme en su decisión la muchacha, el soldado, despechado y rabioso, la mató. Cortó su cabeza y la llevó al convento, con la macabra intención de hacérsela llegar a la madre superiora. Pero fue descubierto, entregado a la autoridad civil y ajusticiado. Se dice que su mano fue clavada en una pica y expuesta como escarmiento en el mismo lugar donde cometió el crimen.

La calle del Soldado era un callejón sin salida en su primer tramo hasta que en 1853 fue prolongada hasta la calle de las Infantas. Un acuerdo del Ayuntamiento de fecha 16 de noviembre de 1894 cambió el nombre de la calle por el actual, que recuerda a un gran músico madrileño. Francisco Asenjo Barbieri, nacido en 1823, estudió en el Conservatorio de Madrid con Pedro Albéniz, Saldoni y Carnicer. Fue después profesor del mismo Conservatorio y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Sus esfuerzos se dirigieron sobre todo a la zarzuela; entre las que compuso se deben destacar muy especialmente tres: Los diamantes de la Corona (1854), Pan y toros (1864) y El barberillo de Lavapiés (1874). Asimismo se le deben importantes obras musicológicas, como el Cancionero musical de los siglos XV y XVI. Pero también hay otra faceta, quizá no tan conocida, de Barbieri, y es que fue un gran madrileñista. Peñasco y Cambronero muchas veces le citan en su libro sobre las calles de nuestra villa, como una persona muy conocedora de su historia que les aportó muy útiles datos para la elaboración de su trabajo. Barbieri murió en Madrid en 1894.

7.5.09

Bárbara de Braganza (Calle de)

Bárbara de Braganza (1711-1758)
Entre la plaza de las Salesas y el paseo de Recoletos. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Diversos nombres ha tenido esta calle a lo largo de la Historia. El primero fue el de calle de San José, a causa de unos azulejos que representaban a San José y Santo Tomé en las casas de la princesa de Áscoli. En 1835, dentro de la gran reforma de la rotulación de las calles hecha por el marqués viudo de Pontejos, fue cambiada su denominación para evitar duplicidades (había al menos otras dos calles de San José, la que hoy es de Loreto y Chicote y la que aún conserva el nombre, en el barrio de los Literatos), y se llamó Costanilla de la Veterinaria, por su cercanía a la Escuela de Veterinaria que ocupaba el solar de la actual Biblioteca Nacional. A finales del siglo XIX recibió la denominación actual, en conmemoración de la reina fundadora del convento de las Salesas, edificio principal de la calle.

La iglesia de Santa Bárbara hacia 1930
Bárbara de Braganza, nacida en Lisboa en 1711, fue hija de los reyes de Portugal Juan V y María Ana. Se casó con el futuro Fernando VI, y en 1746 se convirtió en reina de España. Al poco tiempo pensó en construirse un retiro en el caso de que enviudase, ya que la salud de su marido no era demasiado buena y las relaciones con Isabel de Farnesio, madrastra de Fernando VI, eran muy malas. Como no tenían descendencia, era fácil que algún hijo de Isabel subiese al trono si moría el rey (como así fue), y Bárbara no estaba dispuesta a aguantar a su “suegrastra” en Palacio. Así que decidió fundar un convento para las religiosas del Instituto de San Francisco de Sales, radicado en Saboya y que se ocupaba de la educación de niñas nobles. En 1748 llegaron a Madrid las monjas, que primero se aposentaron en el beaterio de San José, en la calle de Atocha, y poco después pasaron a la casa de un señor llamado Juan Bacandro, en el paseo del Prado. La construcción del edificio empezó en 1750, según un proyecto del francés Francisco Carlier. Las obras fueron dirigidas por Francisco Moradillo, que se hizo cargo totalmente de ellas tras la muerte de Carlier. En 1757 se acabó la iglesia, y al año siguiente todo el edificio. No sirvió para su fin inicial, ya que la reina murió en 1758, poco antes que su marido. Carlos III respetó los deseos de ambos de no ser enterrados en El Escorial, e hizo construir dos sepulcros que fueron diseñados por Sabatini y decorados por Francisco Gutiérrez; son una genial obra tardía del Barroco en su expresión más Rococó, como en realidad es todo el interior de la iglesia, con su exuberante decoración. Una nota algo discordante la da el sepulcro del general O’Donnell, obra de Jerónimo Suñol de carácter neorrenacentisa y que según Ramón Hidalgo “quizás, en otro sitio más apropiado, resultara hasta interesante. Pero aquí, categóricamente no”.

El lujo con que se hicieron tanto la iglesia como el convento (para Ceán Bermúdez costó 19 millones de reales; para Ruiz de Salces, que lo reformó a mediados del siglo XIX, 50 millones, y Elías Tormo elevó el gasto hasta los 83 millones de reales) llevó al pueblo de Madrid a inventar la inevitable coplilla satírica, en que se juega no sólo con el despilfarro, sino con el poco agraciado físico de la reina:

Bárbaro gasto.
Bárbara renta.
Bárbaro pueblo.
Bárbara reina.

En 1870 el convento de la Visitación fue suprimido. Su iglesia se convirtió en 1891 en la parroquia de Santa Bárbara, y el resto del edificio se destinó a Palacio de Justicia. La obra de reforma, realizada el mismo año de 1870, fue dirigida, como algo más arriba se ha mencionado, por Antonio Ruiz de Salces. En 1908 se quemó la cúpula de la iglesia, que quedó parcialmente destruida. Y el 5 de mayo de 1915 otro incendio afectó gravemente al Palacio de Justicia. En él se perdieron numerosas obras de arte que estaban allí depositadas por el Museo del Prado. La restauración, dirigida por Joaquín Rojí, se prolongó entre 1915 y 1926, y recibió ese último año un premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Se rebajó asimismo la altura del suelo de la lonja, y en los años veinte se construyó una escalinata, obra de Miguel Durán Salgado, que refuerza la ya espectacular perspectiva de la bellísima fachada de la iglesia. Iglesia que para mí tiene un significado especial, pues en ella se casaron mis padres.

16.4.09

Baltasar Gracián (Calle de)

Baltasar Gracián (1601-1658)Entre las calles de Santa Cruz de Marcenado y de Alberto Aguilera. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Corta calle la nuestra, que bordea el edificio neomudéjar del I.C.A.I. No es mal emplazamiento, pues, para dedicar una calle a un importante escritor que fue jesuita. Baltasar Gracián nació en Belmonte de Calatayud en 1601. Entró en la Compañía de Jesús muy joven. Ejerció como profesor de Sagrada Escritura en Zaragoza, pero la naturaleza de sus escritos, con los que siempre tuvo problemas, hizo que fuese destituido y desterrado. A Gracián muchas veces se le cita sólo como un seguidor de Quevedo porque, como en él, su estética es conceptista. Y esto hace que se olvide que fue un moralista con una visión sumamente crítica y pesimista del mundo. Entre sus obras destacan El héroe (1637), retrato del príncipe ideal; El político (1640), panegírico del rey Fernando el Católico; El discreto (1646), donde da su idea del cortesano perfecto y, sobre todo la novela alegórica El criticón, publicada en tres partes (1651, 1653 y 1657). Murió en Tarazona en 1658.

13.3.09

Balmes (Calle de)

Jaume Balmes (1810-1848)Entre las calles de Felipe el Hermoso y de la Santísima Trinidad. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar.

Deu! ¡Si en Barcelona supiesen cómo es la calle de Balmes de Madrid! Es terrible la comparación entre aquella inmensa, aristocrática y amplia avenida, que no calle, y este minúsculo pasadizo, cuya única misión es servir de acceso a la Biblioteca Pública Central de la Comunidad de Madrid. Poca cosa para recordar a un personaje que tiene su importancia. Jaume Balmes fue un sacerdote y filósofo que nació y murió en Vic; vivió entre 1810 y 1848. Fue un gran ecléctico; se preocupó -y no fue escasa tarea- de dar soluciones a muchos de los grandes dilemas españoles del siglo XIX, como la lucha entre carlistas e isabelinos (propuso la boda de Isabel II con Carlos VI, pero no le hicieron caso), la relación iglesia-estado tras la desamortización, las incipientes luchas de clase o el nacionalismo catalán. Sus posturas liberales no gustaron a los estamentos más reaccionarios, que además eran los que manejaban la situación, así que acabó retirándose a su ciudad natal; el mismo año de su muerte entró en la Real Academia Española.