17.10.13
Cardenal Belluga (Calle del)
Entre la calle de Alcalá y la avenida de los Toreros. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de la Guindalera.
En los aledaños de la plaza de toros de las Ventas se halla esta vía, que recuerda a un eclesiástico y político andaluz que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII. Nació Luis Antonio de Belluga y Moncada en Motril el 30 de noviembre de 1662; huérfano muy pronto, a una edad temprana tomó los hábitos y desempeñó cargos eclesiásticos en numerosos lugares de España. Durante la guerra de Sucesión rindió numerosos servicios a Felipe V, lo que le sirvió para obtener la sede episcopal de Cartagena en 1705 y a ser nombrado poco después virrey de Murcia y Valencia. Mucha y muy benéfica labor realizó en aquellas tierras. Abandonó el cargo en protesta por la pretensión del rey de trasladar la capital del virreinato de Valencia a Orihuela; poco después pasó a Roma, donde fue nombrado cardenal por el papa Clemente XI en noviembre de 1719. En 1724 renunció al obispado de Murcia y marchó a vivir definitivamente a Roma, donde murió el 22 de febrero de 1743.
25.9.13
Carbonero y Sol (Calle de)
Entre el paseo de la Castellana y la plaza de la República Argentina. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.
Esta es una vía de apertura relativamente reciente, dentro del llamado a principios del siglo XX Parque Urbanizado, y que recuerda al escritor y periodista León Carbonero y Sol, que nació en la localidad toledana de Villatobas en 1812 y murió en Madrid en 1902. Fue catedrático de la Universidad de Sevilla y decano de su Facultad de Filosofía y Letras. Se destacó como orientalista y publicó un Diccionario y una Gramática árabes.
20.8.13
Caravaca (Calle de)
Entre las calles de Lavapiés y del Mesón de Paredes. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Tardó en formarse esta calle, que no aparece en el plano de Texeira y de la que empieza a tenerse noticia ya entrado el siglo XVIII, pero con el nombre de Cruz de Caravaca. Se debe el nombre a la presencia de una cruz de brazos dobles o cruz de Caravaca en la zona, perteneciente a una capillita vecina a la gran finca que el cardenal Zapata poseyó allí. Había gran veneración por la capilla y la cruz; muchas damas se hacían llevar ante ella para adorarla. Se convirtió además en el centro de las célebres fiestas de la Cruz de Mayo, cuando las majas o mayas pedían dinero a los transeúntes. Esta en principio simpática costumbre se acabó convirtiendo en un abuso y los regidores de la villa legislaron contra ella. Ya en 1769 la Sala de Alcaldes de Corte sentó jurisprudencia contra ellas. Porque las mayas se sentaban en una especie de trono o altarcillo, con sus mejores galas, de modo que hacían de reclamo mientras las amigas pasaban el platillo. La fiesta fue definitivamente prohibida por el alcalde José Abascal, ya a finales del siglo XIX, pero se recuperó en 1988, por iniciativa de diversas asociaciones vecinales apoyadas por la concejalía del distrito Centro.
Pero volvamos a la capilla con su cruz de Caravaca. Un inoportuno incendio en un campo vecino la destruyó y, aunque las damas dejaron de venir a adornarla con flores y a unirse a las alegres veladas que se organizaban junto a ella, las mozas comenzaron a ornar sus puertas con cruces floridas cuando la primavera llegaba a su esplendor, en mayo, y de allí vino la fiesta de la Cruz de Mayo de la que se ha hablado antes. Mucho tiempo después, cuando se abrió la calle, en recuerdo de aquel humilladero, se denominó de la Cruz de Caravaca, aunque en nuestros días, y ya desde mediados del siglo XIX, sólo aparece el nombre de Caravaca en su rótulo.
8.7.13
Caramuel (Calle de)
Entre el paseo de Extremadura y la Vía Carpetana. Distrito 10 (Latina). Barrios de Los Cármenes y Puerta del Ángel.
Pocas historias que contar sobre esta calle, salvo que en su día se conoció como del Cerro de los Cuervos, por un paraje que por esta zona llevaba tal nombre. Recuerda a un eclesiástico madrileño de origen luxemburgués y bohemio y de saberes enciclopédicos. Nació Juan Caramuel Lobkowitz el 23 de mayo de 1606. Estudió en Alcalá de Henares e ingresó en la orden cisterciense. Viajó por toda Europa dando clases y ocupando diversos cargos eclesiásticos hasta que fue llamado a Italia por el papa Alejandro VII. Murió en Vigevano, cerca de Milán, donde era obispo, el 8 de septiembre de 1682. Fue humanista, filósofo, teólogo, amante de las matemáticas desde su niñez y gran polígloto (se dice que llegó a dominar más de veinte lenguas). Era tal su sapiencia que se decía que si Dios hacía desaparecer todas las ciencias de la faz de la Tierra Caramuel solo se bastaría para restablecerlas.
11.6.13
Caracas (Calle de)
Foto: Jérémy Pierot
Entre las calles de Santa Engracia y Almagro. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Almagro.
Todos los cronistas repiten lo mismo. El Ayuntamiento de Madrid no pretendió homenajear a la capital de Venezuela al poner su nombre a esta calle, sino que un señor llamado Victor Peñasco y Otero, constructor de sus primeros edificios, tomó la iniciativa en agradecimiento al país que le servía de fuente de ingresos, ya que además de ser concejal en el municipio se dedicaba a vender ultramarinos.
Capuchinos (Costanilla de los)
Entre las calles de las Infantas y San Marcos. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.
Esta pequeña calle recibe su nombre por hallarse próxima al lugar donde estuvo el convento de capuchinos de la Paciencia, demolido en 1837. Cuando lleguemos a la plaza de Vazquez de Mella (algún día será) hablaremos más sobre ese convento.
Esta pequeña calle recibe su nombre por hallarse próxima al lugar donde estuvo el convento de capuchinos de la Paciencia, demolido en 1837. Cuando lleguemos a la plaza de Vazquez de Mella (algún día será) hablaremos más sobre ese convento.
29.5.13
Capitán Salazar Martínez (Calle del)
El Barranco del Lobo en la actualidad
Foto: Miguel González Novo
(Wikimedia Commons)
Desde 1911 recuerda esta plaza a un militar muerto en el desastre del barranco del Lobo, durante una de las guerras de África, pero en otros tiempos llevó nombres diferentes. En el plano de Texeira se llama de San Lorenzo, sin duda a causa del cercano albergue del mismo nombre que hubo allí. En el siglo XVIII, cuando Espinosa trazó su mapa, ya recibe el nombre de calle de los Cojos, al que alude Répide como apelativo popular que no lograba ser desbancado por el recuerdo del heroico militar. Lo de los cojos se explica por los cinco tullidos que solían frecuentar el albergue de San Lorenzo en los primeros años de su existencia. Dos de ellos encontraron su desgracia en la gloriosa batalla de Lepanto y los otros tres ejerciendo como alarifes en magnas obras como el monasterio de El Escorial o el Alcázar de Madrid. De tanto ir los cojos al albergue, la gente empezó a conocer la calle así. Cuentan los cronistas, con Capmany a la cabeza, que Miguel de Cervantes era conocido de los dos cojos de Lepanto y que de vez en vez los acorría en la medida de su modestia. Peñasco y Cambronero son más prosaicos e indican que tal vez el nombre se deba a una familia, todos lisiados, que por allí vivió.
10.5.13
Caños Viejos (Calle de los)
Foto: Basilio
(Wikimedia Commons)
Entre las calles de la Morería y de Bailén. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.
Madrid, ciudad de aguas y pedernal, surgió a la vera de un arroyo que discurría por lo que hoy es la calle de Segovia. De las aguas se surtían diversas fuentes y una de ellas estaba canalizada mediante unos caños que son los que dan nombre a esta calle del barrio de la Morería. Fuente situada en principio en Puerta Cerrada y que poco a poco fue bajando el curso del arroyo de San Pedro hasta situarse más o menos donde hoy está nuestra calle. Su nombre no aparece en ninguno de los planos habitualmente usados como referencia, pero Mesonero Romanos la nombra en su Antiguo Madrid, indicando además que la fuente, conocida como Caños Viejos de San Pedro se apoyaba en la fachada de la famosa Casa del Pastor. Dice Capmany que la alcantarilla de San Pedro citada en la Ley LXXXII del Fuero de Madrid salvaba el arroyo que formaban estas fuentes. Los cronistas posteriores han recogido esta opinión, diciendo simplemente que la antigüedad de esta fuente queda demostrada por su nominación en un texto fechado en 1202.
2.4.13
Caños del Peral (Calle de los)
Foto: Tamorlan
Entre la costanilla de los Ángeles y la plaza de Isabel II. Distrito 1 (Centro). Barrio de Palacio.
Le viene el nombre a esta calle por unos caños que aquí había, pero hay cierta confusión a la hora de indicar cuáles. Durante un tiempo sólo se denominó de los Caños, y aunque Peñasco y Cambronero dicen que son los del Peral, Répide habla de otros dos caños diferentes que existían cerca de la puerta de Balnadú y surtían unos baños árabes. Alfonso VIII los suprimió, según la tradición porque no gustaba al rey que sus mesnadas se bañasen, cosa que debilita al cuerpo, pero es más creíble que lo hiciese para suministrar agua a la llamada Huerta de la Reina, quinta de recreo que regaló a su esposa Leonor.
El caso es que en 1565 se construyó aproximadamente en la esquina de la calle del Arenal con la plaza de Isabel II una fuente que fue llamada de los Caños del Peral. En el siglo XVII se levantó otra fuente bastante mayor, ya que constaba de cincuenta y siete pilas que eran aprovechadas como lavaderos. Cuando en el siglo XIX se igualó el nivel de estos terrenos, la fuente fue sepultada, y no reapareció hasta que en 1991 unas obras en la estación del metro de Ópera la sacaron de su escondite. Veinte años después, en marzo de 2011, aprovechando el arreglo de la plaza de Isabel II y la consiguiente reforma de la estación del metro de Ópera, se han mostrado al público en lo que se ha llamado “Museo de los Caños del Peral”, dentro de la propia estación, que no sólo permite ver uno de estos míticos caños, sino también otros restos que también aparecieron en el transcurso de las obras: fragmentos del acueducto de Amaniel y de la alcantarilla del Arenal.
6.3.13
Cañizares (Calle de)
Cañizos
Entre las calles de Atocha y de la Magdalena. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Hasta el siglo XVIII esta pequeña calle se conocía con el nombre de San Sebastián, sin duda a causa de la cercanía del la iglesia homónima. Pero antes de que se formase la calle hubo aquí un gran cañizar, perteneciente a varios dueños. Entre ellos, un tal Juan Antonio de Luján, señor de Almarza, miembro de uno de los linajes madrileños más nobles y antiguos. Las fuentes habitualmente consultadas hablan de esta calle de forma muy desigual. Peñasco y Cambronero poco más se extienden; sólo mencionan el oratorio del Olivar, del que más adelante se hablará. Sin embargo Capmany narra, de una forma un tanto prolija, una leyenda que Répide recoge casi con las mismas palabras. Parece ser que en la finca de Juan Antonio de Luján, conocida como Los Cañizares hubo un crucifijo iluminado por una lamparilla, uno de los muchos humilladeros que tuvo Madrid. Un caballero, amigo del propietario de la heredad, tal vez compañero de juergas y lascivias, llevó a una moza del partido por aquellos pagos para satisfacer sus más instintivos deseos. No tuvo ocurrencia más feliz que llevarse a la meretriz al pie del humilde oratorio para consumar su pecaminosa idea. La mujer, que aunque meretriz debía de ser temerosa de Dios, apagó la lamparilla para que al menos el Cristo no viese el irrespetuoso espectáculo. En plena faena se les cayó encima la corona de espinas de la imagen, a lo que la mujeruca respondió con un agudo grito. Se espantó el caballo, se espantaron el caballero y su amante, vamos, se espantó todo el mundo. El equino no paró hasta la puerta del cercano convento de la Trinidad -asombra la capacidad de los caballos y los borricos de las leyendas madrileñas para detenerse en la puerta de los establecimientos religiosos-, su amo le siguió y se lo llevó de vuelta al lugar de los hechos, ya solitario. De la finca salió un sirviente que entregó al caballero su olvidado chambergo y, junto con él, la corona de espinas prueba del enojo divino con la desvergonzada y sacrílega actitud del noble. Éste, que como en toda leyenda que se precie empezaba a estar compungido y arrepentido, dejó hacer a su montura, que, ¡cómo no! se volvió al convento y ya no contento con pararse a su entrada, llamó con su pata a la puerta. Salió San Simón de Rojas, que allí se hallaba haciendo penitencias, y aceptó de las manos del caballero la corona. Al día siguiente la volvió a colocar en la imagen, a la vez que encendía de nuevo la lamparilla. Allí quedó el crucifijo hasta el reinado de Carlos II, cuando fue trasladado por iniciativa de los marqueses de Cerralbo al cercano hospital de los Aragoneses.
San Simón de Rojas está asimismo implicado en la fundación del oratorio del Olivar que antes se ha nombrado. Como desagravio al ultraje que unos herejes ingleses hicieron a las Sagradas Formas en una iglesia de Inglaterra, pidió San Simón a Felipe III la elevación de una pequeña iglesia; se hizo cargo de ella la congregación de esclavos del Santísimo Sacramento, a la que perteneció Cervantes. Capmany cuenta otra historia, que casi es un chascarrillo, acerca del gran cañizar que en su día ocupó estos terrenos. Aparte de la finca de Luján y de lo tomado para construir el oratorio, otro trozo sirvió para edificar el convento de la Magdalena, cedido por su dueña, doña Prudencia Grillo, y de la última parte del cañizar, que era conocido como el Capón, se detiene a dar una explicación de tan chusco apelativo. Parece ser que en una ocasión estaba el dueño del terreno charlando con un amigo cuando sintió una imperiosa necesidad fisiológica. Como estaba en su propiedad, no tuvo inconveniente en aliviar esa necesidad con tan mala suerte que en ese momento pasó por allí una mujer que, viendo el grotesco espectáculo llamó capón a nuestro hombre. Cuando más adelante crecieron más cañas en tal sitio, al moverlas el viento creían las gentes oír que decían capón y eso sirvió para hacer perdurable el nombre del paraje, que además fue el último en desaparecer.
19.2.13
Cánovas del Castillo (Plaza de)
Entre el paseo del Prado, las calles de Felipe IV y Cervantes y la carrera de San Jerónimo. Distritos 1 (Centro) y 3 (Retiro). Barrios de las Cortes y los Jerónimos.
Esta plaza forma parte de un grupo de parajes madrileños que casi nunca es nombrado por su denominación oficial. La plaza de la Independencia, la glorieta del Emperador Carlos V, la propia calle de Alcalá desde la plaza de toros son más veces llamadas Puerta de Alcalá, Atocha o carretera de Aragón. Pues bien, la plaza de Cánovas del Castillo que, así dicha, realmente no dice nada, si se nombra como Neptuno, será otra cosa, para todos los madrileños, pero acaso con más significado para los seguidores del Atlético de Madrid.
¿Y por qué el nombre popular? Por la estatua del dios Neptuno, diseñada por Ventura Rodríguez, que preside esta plaza. De ella se hablará con más detalle cuando nos detengamos en el Prado, pero no se ha dejar de nombrar aquí al majestuoso dios, en su carro de paletas tirado por dos hipocampos. Estatua que hoy dirige su mirada hacia la carrera de San Jerónimo, pero que hasta 1895 cruzaba miradas con su vecina y, contemporánea y futbolísticamente eterna rival Cibeles.
Durante muchos años fue esta zona un extremo de la villa, un límite archiconocido por toda la sociedad madrileña, un punto de encuentro donde ver y dejarse ver. Formó parte sin fisuras de este Prado que para el poeta debería ser pacido por muchos de los que era pisado, esa agradable arboleda que separaba el caserío de Madrid del palacio del Buen Retiro. Donde hoy está nuestra plaza se hallaba la subida de entrada al palacio; a su orilla, había una pequeña torre que claramente aparece en el plano de Texeira, y muy cerca, la fuente del Caño Dorado, tan nombrada por los autores de los siglos de oro.
La urbanización del barrio de los Jerónimos, esto es, el espacio que había entre los actuales paseo del Prado y calle de Alfonso XII, fue lo que formó esta plaza. Viejas fotos de finales del XIX y principios del XX nos muestran el pavimento adoquinado del paseo, la enorme taza de la fuente de Neptuno abarrotada de paisanos que se deleitaban con el rumor y la frescura de las aguas o que simplemente se tomaban un pequeño reposo en el duro transcurrir de la jornada.
Si bien hoy en día el edificio que domina esta plaza es el del Hotel Palace, antaño a ella daban las espaldas de uno de los más suntuosos palacios que hubo en la Corte, el del duque de Lerma, levantado en el siglo XVII y destruido poco a poco en la segunda mitad del siglo XIX. Su enorme solar empezó a ser horadado por nuevas calles, principiando con la de Lope de Vega, a la que se dio salida al Prado en 1857, y después con las prolongaciones o creación de las calles de Cervantes, duque de Medinaceli y maestro Tellería. Parte de este solar fue, como antes se mencionó, ocupada por uno de los más lujosos hoteles madrileños, el Palace, propiedad en principio de la cadena belga del mismo nombre. El proyecto, firmado en 1910 por el arquitecto Eduardo Ferrés y Puig, fue modificado antes de ponerse en práctica por los belgas Leon Monnoyer, Max Sinola y Léopold Gheunde. Las obras terminaron en 1913, y al año siguiente el Ayuntamiento lo premió como el edificio mejor construido. Entre 1925 y 1926 sufrió una reforma que dirigió Martín Domínguez, y muy recientemente ha sufrido nuevas obras, algunas de las cuales fueron buenos modos de poner a prueba la paciencia de los conductores y los propietarios de los locales comerciales ubicados en los bajos del hotel.
Antonio Cánovas del Castillo, el titular oficial de la plaza, se mudó aquí en 1895 desde el anterior emplazamiento que se le había otorgado, nada grato por cierto en aquella época, pues la primitiva plaza de Cánovas del Castillo que hubo, hoy plaza de la Moncloa, no era sino el frente de la antigua prisión Modelo. El Ayuntamiento, en un gesto adulador según Répide, homenajeó al político malagueño trasladándole aquí.
El político que marcó toda una época en España, cuya influencia se prolongó varias décadas tras su muerte, nació en la localidad de Coín el 8 de febrero de 1828. Su primera ocupación fue la Historia, y llegó a convertirse, con sólo treinta y dos años, en académico. Entró en política en la Unión Liberal de O'Donnell, y fue ministro de la Gobernación en 1864 y de Ultramar entre 1865 y 1866. Durante el Sexenio se puso a la cabeza de los partidarios de la restauración borbónica, que se llevó a cabo tras el pronunciamiento de Sagunto, bien denostado por cierto por nuestro protagonista. Desde la entronización de Alfonso XII Cánovas se convirtió en el motor del régimen, en el inspirador de la ley fundamental que lo rigió, la Constitución de 1876, que consagraba una monarquía liberal sobre el papel, pero que era poco homologable a lo que hoy se entiende por democracia. Esto parece ser desconocido por muchos políticos de hoy en día, que, al faltar referentes válidos, rápidamente se declaran herederos o depositarios de legados como el de Cánovas. Junto a Sagasta, se inventó un sistema de alternancia pacífica de dos partidos, un verdadero simulacro democrático controlado por las oligarquías y los caciques, que trajo estabilidad social durante algunos años. Presidió el Gobierno entre 1875 y 1881, excepto durante algunos meses de los años 1875 y 1879, y luego otra vez en 1884-85, 1890-92 y 1895-97. En plena preparación del conflicto ultramarino que causó el desastre de 1898, Cánovas fue asesinado en el balneario de Santa Águeda, en Guipúzcoa, por el anarquista italiano Angiolillo. Era el 8 de agosto de 1897.
11.2.13
Canarias (Calle de)
La Charca de Maspalomas
(Foto: Paco López)
Entre el paseo de Santa María de la Cabeza y la calle de Méndez Álvaro. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.
Cuando el Ayuntamiento de Madrid, en vista del gran número de nuevas calles que el Ensanche iba proporcionando a la villa, decidió dedicar una a cada provincia española, también lo hizo con Canarias. Y es que hasta el año 1927 las Canarias constituían una provincia única; sólo desde ese año se puede hablar de provincia de Las Palmas de Gran Canaria y de provincia de Santa Cruz de Tenerife. Así que aquí nos referiremos a la Comunidad Autónoma. Las siete islas mayores y los seis islotes que forman el archipiélago ocupan 7.651 kilómetros cuadrados y son la morada (con fecha 1 de enero de 2012) de 2.118.344 almas. La capital está repartida entre las dos mayores ciudades, Las Palmas, uno de los primeros puertos españoles, con 382.296 habitantes, y Santa Cruz de Tenerife, con 206.965. Superan los 50.000 habitantes San Cristóbal de la Laguna, antigua capital de la isla de Tenerife, con 153.224, Arona, en la misma isla, con 77.718, Telde, en Gran Canaria, con 101.300 y la capital de Lanzarote, Arrecife, con 56.284.
Las Canarias son conocidas desde la antigüedad. Las islas Afortunadas o el jardín de las Hespérides fueron muchos siglos después objetivo principal de los castellanos, que iniciaron su conquista en los primeros años del siglo XV para completarla en el reinado de Isabel y Fernando. Tradicionalmente abandonadas y utilizadas más bien como lugar de deportación que para unas paradisíacas vacaciones, las islas resurgieron con el turismo que busca su eterna primavera. Las Canarias gozan de autonomía desde 1982. Cincuenta años antes, en la Segunda República, se esbozó un primer proyecto de Estatuto que no prosperó.
3.12.12
Canalejas (Plaza de)
Entre la Carrera de San Jerónimo, y las calles de Sevilla, de la Cruz y del Príncipe. Distrito 1 (Centro). Barrios de las Cortes y de Sol.
Hasta los primeros años del siglo XX este lugar no era otra cosa sino un cruce y era conocido como las Cuatro Calles. Desde la década de los sesenta del siglo XIX, y como consecuencia lógica de la gran transformación que sufrió la Puerta del Sol, una fiebre reformadora llevó al Ayuntamiento a intentar arreglar en pocos años los desaguisados urbanísticos cometidos durante los tres siglos precedentes. Uno de los pocos proyectos que se llevó a efecto fue el que atañía a la calle Ancha de Peligros, actual Sevilla, entre otras. Como ocurrió en otros casos, múltiples propuestas se presentaron, y fue la última, la de Agustín Felipe Peró (1864) la que se adoptó. Su novedad era que también contemplaba el arreglo de las Cuatro Calles, convirtiendo la encrucijada en una bella plaza circular.
En ella se levantaron hermosos edificios como el del Banco Hispano Americano (hoy Santander), última obra del gran arquitecto Eduardo Adaro, la Casa Meneses, donde tuvo su redacción el periódico sensacionalista La Tribuna y la antigua casa de Tomás Allende, muy alabada por Pedro de Répide como gran obra arquitectónica.
José Canalejas Méndez nació en El Ferrol en 1854. Varias veces ministro desde 1888, no se alineó con ninguno de los dos grandes partidos dinásticos, y su programa fue considerado excesivamente avanzado por sus compañeros de clase política. Presidió el Congreso de los Diputados en 1905 y en 1910 accedió a la Presidencia del Consejo de Ministros. Mientras ocupaba este cargo fue asesinado. Ocurrió el 12 de noviembre de 1912, mientras Canalejas observaba el escaparate de la librería San Martín de la Puerta del Sol. En ese momento un anarquista llamado Manuel Pardiñas le disparó a bocajarro para suicidarse poco después.
18.10.12
Campomanes (Calle de)
Entre la plaza de Isabel II y la cuesta de Santo Domingo. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.
Calle con trazado curvo, aspecto muy destacado por los cronistas antiguos, abierta en los terrenos que pertenecieron al célebre convento de Santo Domingo el Real, cuya reseña corresponde a la cuesta que ostenta tal nombre. La calle se abrió poco después del derribo del convento, acaecido en 1868. Peñasco y Cambronero indican que los servicios municipales fueron establecidos en 1872.
La vía está dedicada al economista e historiador ilustrado Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez, conde de Campomanes, asturiano de Tineo, nacido en 1723 y fallecido en la Villa y Corte en 1803. Su familia, hidalga pero empobrecida, le dio estudios de leyes. En 1746 se trasladó a Madrid; poco a poco se fue ganando un prestigio como historiador que le llevó a presidir la Real Academia de la Historia entre 1764 y 1791. En el reinado de Carlos III participó activamente en la Administración, ejerciendo la otra faceta por la que es recordado, la de economista. Formó parte de los consejos de Castilla y de Hacienda, y presidió la Mesta, acabando con sus abusos. Contribuyó a la colonización de Sierra Morena emprendida por Olavide, ideó e impulsó la constitución de Sociedades Económicas, reformó la administración municipal y contribuyó con sus dictámenes posteriores al motín de Esquilache a la expulsión de los jesuitas. Preconizó la abolición de la ley Sálica en las Cortes de 1789. Dos años después, como consecuencia de su enfrentamiento con Floridablanca, fue destituido de todo cargo público.
17.9.12
Campoamor (Calle de)
Entre las calles de Fernando VI y de Génova. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.
Hasta el último tercio del siglo XIX los terrenos en los que se asienta nuestra calle pertenecían al convento de Santa Teresa. Era éste un convento de monjas carmelitas descalzas que fue establecido en por el príncipe de Astillano y duque de Medina de las Torres, Nicolás de Guzmán, en una finca de su propiedad, donde tenía su casa. Asimismo contó con el patrocinio de la reina María Luisa de Borbón, esposa de Carlos II. La primera misa se celebró el 10 de septiembre de 1684, y a ella posiblemente asistieron los reyes; fue oficiada por el cardenal Portocarrero. Principiando el siglo XVIII tuvo que ser sustituida la iglesia primitiva; en 1719 se inauguró la nueva. En 1869 tanto el convento como la iglesia fueron derribados, y si bien en principio su solar lo ocuparon unos jardines de recreo llamados Orientales, poco después la zona se urbanizó. Fue ésta una de las primeras operaciones urbanísticas llevada de forma algo racional en Madrid; la actuación fue una consecuencia de los trabajos realizados en el solar del convento de Santa Bárbara por la Compañía de Crédito Mobiliario. Se formaron así la calle de Campoamor y las vecinas de Orellana, Santa Teresa, Justiniano y Argensola.
El nombre de nuestra calle fue en su origen Costanilla de Santa Teresa, hasta que el Ayuntamiento decidió dedicársela al poeta asturiano Ramón de Campoamor. Nació en la localidad de Navia, a orillas del río de igual nombre, el 24 de septiembre de 1817. Poeta muy encasillado en su tiempo, está hoy olvidado si bien conoció un gran éxito entre sus contemporáneos. Pretendió dar un rumbo nuevo a la poesía, equiparándola con la prosa; estas teorías las expuso en su Poética (1883). Escribió numerosos poemillas, reunidos en colecciones como Doloras (1846), Pequeños poemas (1872-74) y Humoradas (1886-88). También compuso obras más extensas: Colón (1853), El drama universal (1869), El Licenciado Torralba (1888). Ingresó en la Real Academia Española en 1861. Murió en nuestra villa el 14 de febrero de 1901.
5.9.12
Campillo del Mundo Nuevo
Entre las calles de Carlos Arniches, Mira el Sol, Arganzuela, Mira el Río Baja y la Ronda de Toledo. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Tradicional como pocas la denominación de esta plaza, una de las ramificaciones del Rastro, hoy horadadas sus entrañas por un aparcamiento de residentes. Mucho ha cambiado de aspecto y de ambiente este campillo, vecino del antiguo mercado de pescados y sus efluvios y hoy sede de un local de moda para los jóvenes y los no tan jóvenes. Un tanto ingenua es la explicación que, dada por Capmany en primer lugar, vienen a aceptar de mejor o peor grado los cronistas posteriores. Poco después del descubrimiento de América, esto es, del Nuevo Mundo, se derrumbó un gran peñasco que aquí había, dejando ver a los vecinos la dilatada campiña que antes se extendía al sur de la villa. Al desaparecer la ocultación, parecía que se hubiese avistado un Mundo Nuevo, y ya está. ¿Para qué complicarnos la vida con cosas raras?
28.8.12
Campillo de Manuela
Difícil es dar límites a este paraje más que calle de nuestra villa. Llámase así desde el 10 de agosto de 1985 a la confluencia de las calles de Lavapiés y de Jesús y María, donde la primera de las calles mencionadas sufre un ligero ensanchamiento, por lo que nos encontramos en el Distrito 1 (Centro), y en el barrio de los Embajadores. Hasta bien entrado el siglo XIX hubo una calle del Campillo de Manuela, que iba desde la calle de Lavapiés hasta la del Olivar y que hoy es parte de la calle de San Carlos. Capmany cita esta calle y explica su origen; no así Peñasco-Cambronero o Répide. Por ello, al ser el libro de D. Antonio la fuente de este comentario hay que tomarlo con las precauciones debidas. Pretende Capmany situar aquí una judería, que existía en los tiempos del rey Enrique III (1390-1406). Tras la expulsión de los hebreos, el barrió se abandonó y un oportuno incendio no dejó rastro de él. Después, una mujer llamada Manuela asentó aquí sus reales en forma de tabernucha a la que acudía lo peorcito de la villa, aunque luego mejoró su reputación, llegando -siempre según Capmany- a ser habitual concertar citas en el Campillo de Manuela para comer o bailar.
Durante muchos años, pues, se conoció el primer tramo de la calle de San Carlos de esta forma, pero después se olvidó tal denominación. El Ayuntamiento quiso resucitar un punto muy tradicional de los barrios bajos madrileños al llamar Campillo de Manuela a la esquina de Lavapiés y Jesús y María, aunque tal rotulación no suela aparecer habitualmente en los callejeros. Sí que se puede leer
en la farola que está situada en el centro de este rincón.
Durante muchos años, pues, se conoció el primer tramo de la calle de San Carlos de esta forma, pero después se olvidó tal denominación. El Ayuntamiento quiso resucitar un punto muy tradicional de los barrios bajos madrileños al llamar Campillo de Manuela a la esquina de Lavapiés y Jesús y María, aunque tal rotulación no suela aparecer habitualmente en los callejeros. Sí que se puede leer
CAMPILLO DE MANUELA
AYUNTAMIENTO DE MADRID
AÑO 1985
en la farola que está situada en el centro de este rincón.
25.6.12
Camoens (Paseo de)
Entre la calle de Francisco y Jacinto Alcántara y la glorieta del Maestro. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de la Casa de Campo.
El paseo de Camoens está ubicado en un viejo vertedero de basuras que, por iniciativa de Alberto Aguilera, se convirtió en el Parque del Oeste. Es un claro ejemplo de cómo una zona degradada se puede reconvertir para gozo y beneficio de toda la comunidad. Se ideó un parque de estilo inglés, muy poco ornamental a diferencia de otros jardines de la villa, y que esconde en sus bellos rincones muchas sorpresas -como el muy merecido monumento al Maestro que se halla en la glorieta donde termina esta vía- que el madrileño debe poco a poco descubrir, porque merece la pena perderse de vez en cuando por allí. Durante la noche, sin embargo, ha sido nuestro paseo refugio para la marginalidad, que allí se muestra en forma de prostitución de travestidos. La noche es a veces implacable, y tiñe de oscuro este rincón de verdor.
Preside este paseo desde el 8 de mayo de 1995 la fuente dedicada al genial arquitecto Villanueva, trasladada aquí desde la Glorieta de San Vicente como consecuencia de la reconstrucción de la puerta de igual nombre. Es una de las fuentes más bellas de Madrid, y en ella se pretende conmemorar la obra de Villanueva, no sólo remedando su estilo arquitectónico (el primer cuerpo de la fuente parece calcado del tholos que constituye la cúpula del Observatorio Astronómico), sino con reproducciones de algunas de sus obras principales: La Casita del Príncipe en El Escorial, el Observatorio Astronómico de nuestra villa, el Museo del Prado y el Oratorio del Caballero de Gracia. Unas vistas de estos monumentos aparecen en unos medallones que hay en el pedestal de la fuente. Culmina la obra una gran flor de lis, símbolo de la familia Borbón, uno de cuyos miembros, Carlos III, fue el principal valedor de Villanueva. La fuente fue diseñada y construida en 1952; fue el arquitecto Vicente d'Ors, y participaron numerosos artistas, como Salvador Costa, escultor; Joaquín Núñez, Manuel Ambrós, Luis Mayoral, Jacobo Ruiz, Ángel Medrador...
Luis de Camões, el cantor de las glorias portuguesas, a quien está dedicado este paseo, nació en Lisboa en 1524 y murió en la misma ciudad, tras una azarosa vida, en 1580. Fue un escritor fecundo que cultivó muchos géneros; utilizó tanto su lengua materna como el castellano. De entre todas sus obras destaca sin duda Os Lusíadas, inauguración de la épica portuguesa, gran poema dedicado al rey Sebastián donde narra los descubrimientos lusos y revisa algunos de los hechos más importantes de la historia de su país.
Calvo Asensio (Calle de)
Entre las calles de Rodríguez San Pedro y de Meléndez Valdes. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Gaztambide.
Ya se habló del desaparecido barrio de Marconell en el comentario referido a la calle de Antonio Palomino. Precisamente esta calle de Calvo Asensio llevaba el nombre de Marconell o Marco Nell hasta que el 2 de marzo de 1887 el Ayuntamiento decidió dedicársela al periodista, escritor y político progresista Pedro Calvo Asensio. Nació en 1821 y murió en 1863. En 1854 fundó el periódico La Iberia, donde publicó la mayoría de sus artículos. Escribió numerosas obras de teatro, como La escala de la fortuna, Ginesillo el aturdido, La venganza de un puchero o La libertad de un trono.
Ya se habló del desaparecido barrio de Marconell en el comentario referido a la calle de Antonio Palomino. Precisamente esta calle de Calvo Asensio llevaba el nombre de Marconell o Marco Nell hasta que el 2 de marzo de 1887 el Ayuntamiento decidió dedicársela al periodista, escritor y político progresista Pedro Calvo Asensio. Nació en 1821 y murió en 1863. En 1854 fundó el periódico La Iberia, donde publicó la mayoría de sus artículos. Escribió numerosas obras de teatro, como La escala de la fortuna, Ginesillo el aturdido, La venganza de un puchero o La libertad de un trono.
28.5.12
Calvario (Calle del)
Entre las calles de Jesús y María y del Olivar. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Dice la tradición que San Francisco de Asís estuvo en Madrid, donde fundó el monasterio que hoy en día se conoce con su nombre. Una de las cosas que hizo el santo junto con sus compañeros fue establecer un Via Crucis, con permiso del Concejo, que se iniciaba en el monasterio y finalizaba en un calvario que se situaba donde hoy está nuestra calle. La Hermandad de la Vera Cruz seguía el Via Crucis el Viernes Santo, y la celebración culminaba en el calvario con un sermón dado por un fraile franciscano.
El calvario era considerado terreno sagrado, y por lo tanto se hicieron en él enterramientos. También era costumbre sepultar en él a los reos ajusticiados por lapidación o descuartizamiento. No es extraño, pues, que cuando la villa absorbió en su crecimiento estos parajes, apareciesen numerosos restos humanos al excavar para hacer los cimientos de las casas. Los restos que se encontraron se llevaron al cementerio de la parroquia de San Sebastián. Cuenta Capmany, citando las memorias del conde de Mora, que en la cruz que señalaba la novena estación del Via Crucis estaba enterrado el defensor de la torrecilla llamada del Leal, al que mandó ahorcar Enrique II por el delito de haber permanecido fiel al rey legítimo, Pedro I.
11.5.12
Callao (Plaza del)
Foto: Luis García
Entre la Gran Vía, las calles de los Preciados y del Carmen y el postigo de San Martín. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.
A mediados del siglo XIX se abrió un espacio entre las calles de los Preciados y del Carmen al derribar parte de la manzana 378. Así surgió nuestra plaza, que recibió su nombre en 1866 a raíz del bombardeo del puerto peruano del Callao por la armada española el 2 de mayo de ese año. Fue en esa acción de la inverosímil guerra del Pacífico cuando Méndez Núñez dijo su famosa frase: “Antes honra sin barcos que barcos sin honra.” Y efectivamente fue la honra lo único que se jugó, pues en la acción no hubo ni vencedores ni vencidos, ni sirvió para nada, sólo para que muriesen muchas personas.
Cuando se construyó la Gran Vía, se dio salida hacia ella a la plaza del Callao, y de esta forma se hizo desaparecer a la pequeña calle de San Jacinto, que salía de nuestra plaza y llegaba a la calle de la Abada. Hoy en día la plaza del Callao es un punto eminentemente cinematográfico en nuestra villa, ya que a los cercanos cines de la Gran Vía se une el Callao, cuya fachada domina la perspectiva del lugar. El cine Callao fue la primera obra importante que hizo en Madrid un arquitecto que luego construiría muchos y muy interesantes edificios en la villa, Luis Gutiérrez Soto. Éste fue levantado entre 1926 y 1927 y muestra una gran influencia del cercano Palacio de la Música, obra de Secundino Zuazo. Su enorme cartelera anunciadora es quizá una de las imágenes más conocidas de Madrid.
19.4.12
Calderón de la Barca (Calle de)

En el solar que ocupó hasta 1836 el convento de Constantinopla se abrieron algunas calles; una de ellas es ésta de Calderón de la Barca, que recibió el nombre del gran dramaturgo español a propuesta de Mesonero Romanos ya que estuvo sepultado muy cerca, en la desaparecida iglesia de San Salvador. Cuando el templo fue derribado en 1842 y tras una intensa búsqueda, los restos que se creyó eran de Calderón (a finales del siglo XVII se cayó la bóveda de la iglesia y los cadáveres se confundieron con los escombros) se llevaron primero a la iglesia de las Calatravas y luego al cementerio de San Nicolás, que estuvo en la calle de Méndez Álvaro. En el comentario de esa calle se continuará con el triste relato del peregrinaje de los huesos de Calderón hasta llegar a su fatal desaparición.
Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600. Fue bautizado el 14 de febrero siguiente en la parroquia de San Martín. Estudió primero con los jesuitas en su villa natal y después en las universidades de Alcalá y Salamanca. A los veinte años se inició su fama como dramaturgo; pocos años después era uno de los autores más conocidos en Madrid. En 1635 se inauguró el teatro del palacio del Buen Retiro con una obra suya, la comedia El mayor encanto, amor. Más adelante orientó su vida hacia la milicia, y tuvo una participación destacada en las guerras de Cataluña. En 1651 se ordenó sacerdote y fue entonces cuando encaminó su producción hacia un tipo de teatro más moralizante y religioso, cuyo fruto principal son sus más de setenta autos sacramentales. De ellos destacan La vida es sueño y El gran teatro del mundo. Además escribió ciento diez comedias (El mágico prodigioso, El alcalde de Zalamea, La dama duende, El médico de su honra), entremeses, zarzuelas, loas y otras obras. Murió el 25 de mayo de 1681, en su casa de la calle Mayor; una placa de mármol situada en el lugar honra la memoria de nuestro gran dramaturgo.
10.4.12
Calatrava (Calle de)
Entre la calle de Toledo y la plaza de San Francisco. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.
El primer morador ilustre que tuvo esta calle fue Moisés Romano, personaje muy influyente en la corte del rey de Castilla Enrique II, durante la segunda mitad del siglo XIV. Cuando más de cien años después los judíos fueron expulsados por los Reyes Católicos, los descendientes de Romano tuvieron que abandonar sus casas. Mucho tiempo más tarde se vino a asentar aquí un señor llamado Luis Monroy de Calatrava, que fue quien prestó su nombre a la vía. Fue personaje de gran hacienda; tenía una buena casa con un oratorio privado en el que guardaba una muy venerada imagen de Cristo. Al morir, dejó su casa al convento de Maravillas, donde era monja una sobrina suya. La imagen de Cristo, que por lo anteriormente narrado fue conocida como de las Maravillas, estuvo puesta durante un tiempo en el portal de la casa que fue de don Luis, que era la número 10. En 1820 la casa fue expropiada y posteriormente vendida. La dama que la compró, aunque mantuvo la casa y el oratorio, llevó la imagen a la capilla de San Isidro de la parroquia de San Andrés.
El primer morador ilustre que tuvo esta calle fue Moisés Romano, personaje muy influyente en la corte del rey de Castilla Enrique II, durante la segunda mitad del siglo XIV. Cuando más de cien años después los judíos fueron expulsados por los Reyes Católicos, los descendientes de Romano tuvieron que abandonar sus casas. Mucho tiempo más tarde se vino a asentar aquí un señor llamado Luis Monroy de Calatrava, que fue quien prestó su nombre a la vía. Fue personaje de gran hacienda; tenía una buena casa con un oratorio privado en el que guardaba una muy venerada imagen de Cristo. Al morir, dejó su casa al convento de Maravillas, donde era monja una sobrina suya. La imagen de Cristo, que por lo anteriormente narrado fue conocida como de las Maravillas, estuvo puesta durante un tiempo en el portal de la casa que fue de don Luis, que era la número 10. En 1820 la casa fue expropiada y posteriormente vendida. La dama que la compró, aunque mantuvo la casa y el oratorio, llevó la imagen a la capilla de San Isidro de la parroquia de San Andrés.
Cádiz (Calle de)


Foto: Juan Jaén
Entre las calles de las Carretas y de Espoz y Mina. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.
Al hablar de la calle de Barcelona ya se comentó que ésta de Cádiz era antes conocida como Angosta de Majaderitos. Allí quedó explicado el porqué de tan pintoresco nombre. Se puede añadir, sin embargo, que el erudito Juan Antonio Pellicer sostenía una teoría diferente; a su juicio, el término Majaderito proviene del nombre árabe de nuestra villa, esto es, Magerit. De Magerit a Majaderit, y después, el resto.
No parece muy consistente la propuesta, así que mejor será decir dos palabras sobre Cádiz. Es una de las ciudades más antiguas de España; se tienen noticias de ella desde el primer milenio antes de Cristo. Fue una importante colonia cartaginesa. Tras diversos períodos de auge y decadencia, vuelve a ser protagonista en la Historia con sus Cortes, que promulgaron la Constitución del 19 de marzo de 1812, de tan azarosa como corta vida. Cádiz, con 124.892 habitantes según el padrón municipal de 2011, es una bella ciudad situada en un inmejorable emplazamiento. Es capital de la provincia de su nombre, que en 7.385 km2 contiene 1.072.734 almas.
Al hablar de la calle de Barcelona ya se comentó que ésta de Cádiz era antes conocida como Angosta de Majaderitos. Allí quedó explicado el porqué de tan pintoresco nombre. Se puede añadir, sin embargo, que el erudito Juan Antonio Pellicer sostenía una teoría diferente; a su juicio, el término Majaderito proviene del nombre árabe de nuestra villa, esto es, Magerit. De Magerit a Majaderit, y después, el resto.
No parece muy consistente la propuesta, así que mejor será decir dos palabras sobre Cádiz. Es una de las ciudades más antiguas de España; se tienen noticias de ella desde el primer milenio antes de Cristo. Fue una importante colonia cartaginesa. Tras diversos períodos de auge y decadencia, vuelve a ser protagonista en la Historia con sus Cortes, que promulgaron la Constitución del 19 de marzo de 1812, de tan azarosa como corta vida. Cádiz, con 124.892 habitantes según el padrón municipal de 2011, es una bella ciudad situada en un inmejorable emplazamiento. Es capital de la provincia de su nombre, que en 7.385 km2 contiene 1.072.734 almas.
21.3.12
Cadarso (Calle de)

Entre la cuesta de San Vicente y la calle de Irún. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de Argüelles.
Esta pequeña calle, que se apoya en las laderas de la montaña del Príncipe Pío, nos sirve para demostrar que no sólo los ayuntamientos contemporáneos cometen incongruencias. Cuando España perdió las últimas colonias, el Consistorio decidió sustituir todos los nombres de calles que hiciesen referencia a aquellos territorios, y dedicárselas a héroes de la guerra con los norteamericanos. Ésta calle era hasta 1899 la de la Isla de Cuba, y entró en la operación. Desde entonces se llamó de Cadarso, en memoria del marino Luis Cadarso y Rey, nacido en La Coruña en 1844. Tenía el mando del navío Reina Cristina, cuando, en plena guerra, el acorazado estadounidense Olympia destruyó el buque con una granada. Ocurría esto en 1898, y en el combate naval de Cavite, es decir, en Filipinas. Teniendo en cuenta que la calle de Manila mudó su nombre por el de Villaamil, un marino que murió en Santiago de Cuba, es digna de alabar la coherencia municipal al dedicar la calle de Cuba a un muerto en Filipinas, y la de Manila a uno de Cuba. No nos extrañemos, pues, de que casi cien años después se derribasen la muralla del siglo X o la fachada de la Casa del Tesoro porque no son más que “un montón de piedras sin importancia”. La inepcia municipal es hereditaria.
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