El VII Conde de Toreno, por Manuel San Gil y Villanueva
(Museo del Prado, Madrid)
Esta minúscula placita, apenas un ensanchamiento entre las calles de Amaniel y San Bernardino, lleva en el plano de Texeira el nombre de plaza del Gato. Le venía este apelativo de la época en la que esta zona era salvaje, un coto de caza en el que cierta vez se cobraron un gran gato montés cuya piel, a modo de trofeo, fue expuesta en una cabaña, lo cual dio al paraje el apelativo de Montecillo del Gato y más tarde, al levantarse casas, se convirtió en plazuela. Sin embargo, más adelante cambió de denominación y pasó a conocerse como plaza de las Capuchinas. La razón fue el convento que hubo aquí durante muchos años, en el lado de la calle de San Bernardino. Fue fundado en 1617 en la calle del Mesón de Paredes y diez años más tarde se trasladó aquí. Perduró hasta finales del año 1976, cuando desapareció, no sin polémica, para dar paso a edificios de viviendas y las monjas se trasladaron a Alcobendas.
Desde el 11 de abril de 1890 la plaza mudó su nombre para ser dedicada al VII conde de Toreno, José María Queipo de Llano y Ruiz de Sarabia, que nació en Oviedo el 26 de noviembre de 1786. Formó parte de las Cortes de Cádiz y fue uno de los principales impulsores de la Constitución de 1812, lo que le valió el exilio a la vuelta de Fernando VII, en 1814. Durante el Trienio Constitucional volvió a España y llegó a ser presidente de las Cortes, pero en 1823 hubo de exiliarse de nuevo y no regresó hasta la amnistía dictada por María Cristina a la muerte de Fernando VII. Fue ministro de Hacienda y luego presidente del Gobierno entre junio de 1834 y junio de 1835. En 1840 volvió a París, donde había pasado gran parte de su exilio, y allí murió el 16 de septiembre de 1843. Répide indica que su palacio madrileño estuvo muy cerca de esta plaza, en la calle de San Bernardino; es probable que más bien se refiera al del marqués de Santa Cruz, que aún subsiste, si bien convertido en edificio de viviendas.
Una placa que se puede contemplar en la fachada del Instituto de Enseñanza Secundaria “Cardenal Cisneros” que da a esta plaza nos recuerda que allí estuvo la casa en la que vivió los primeros años de su estancia en Madrid el gran jurisconsulto y pensador asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos.
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