Entre la calle de Alberto Aguilera y la avenida de Filipinas. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Arapiles y Vallehermoso.
Ya sabemos que esta zona fue, en principio, la “pariente pobre” del Ensanche, llena de cementerios clausurados, tardía en su urbanización, durante mucho tiempo poco atractiva para vivir en ella. En época de Répide ya había, al menos al comienzo de la calle, algunas construcciones “modernas y elegantes” –dicho con sus palabras–, pero el cronista se queja de la presencia allí lo que hoy es el Centro Cultural Galileo, entonces cocherón de los servicios funerarios de la villa (ya se aludió a este edificio al hablar de la calle de Fernando el Católico).
En el número 100 está uno de los templos musicales de Madrid, el “bar musical” Galileo Galilei, ubicado en un antiguo cine, que desde hace casi cuarenta años ha sido escenario de actuaciones memorables sobre todo de artistas nacionales.
Desde el 21 de julio de 1880 lleva el nombre de Galileo Galilei, hombre del Renacimiento un tanto tardío, pues nació en Pisa el 15 de febrero de 1564. Fue astrónomo, matemático, ingeniero y otras muchas cosas más. Se le debe el invento del telescopio y además de esto es conocido por su enfrentamiento con la Iglesia a cuenta del sistema heliocéntrico. Se vio obligado a aceptar el geocentrismo, aunque hay una leyenda que dice que, acto seguido pronunció la célebre y desafiante frase eppur, si muove (“y, sin embargo, se mueve”). Murió, ciego y siempre vigilado por sus enemigos, aunque sin dejar en ningún momento su actividad científica e investigadora, en Arcetri, cerca de Florencia, el 8 de enero de 1642.
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