28.10.22

Guillermo de Osma (Calle de)

Guillermo de Osma, fotografiado por Kaulak (1907)

Entre las plazas de la Beata María Ana de Jesús y del general Maroto. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de la Chopera. 

No estaba prevista en el plan del Ensanche la creación de la tranquila barriada con forma de triángulo cuyo lado más septentrional es nuestra calle; se trata de la colonia del Pico del Pañuelo, un proyecto de casas baratas para los empleados del antiguo matadero que tiene la peculiaridad, con respecto a otros que datan de la misma época, de que no se trata de un grupo de pequeños hotelitos sino de viviendas en altura. Lo proyectó el arquitecto Fernando de Escondrillas y se levantó entre 1928 y 1930. Poco antes, el 14 de julio de 1926, bautizó el Ayuntamiento nuestra calle. 

Iglesia de la Beata María Ana de Jesús
(Foto CC BY-SA Tamorlan)

En el número 10 nos encontramos con la iglesia parroquial de la Beata María Ana de Jesús, un diseño de Joaquín Núñez Mera, proyectada en 1943 y construida entre 1945 y 1952; fue bendecida e inaugurada el 5 de julio de 1952. 

La calle está dedicada a Guillermo Joaquín de Osma y Scull, que nació en La Habana el 24 de enero de 1853 en el seno de una familia aristocrática. Primero se dedicó a la diplomacia, pero en 1891 entró en política dentro del Partido Conservador (Cánovas del Castillo estaba casado con una prima suya). Fue diputado hasta 1918, cuando pasó a ser senador vitalicio. Ocupó la cartera de Hacienda en dos ocasiones (1903-04 y 1908), en gobiernos presididos por Antonio Maura. Además, fue arqueólogo, fundador en 1916 del Instituto de Valencia de Don Juan (era conde consorte de Valencia de Don Juan desde que en 1888 se casó con la condesa titular, Adela Crooke). Murió en Biarritz, a consecuencia de un accidente ferroviario, el 7 de febrero de 1922.

21.10.22

Guardias de Corps (Plaza de los)

Guardias de corps, según un dibujo aparecido en la
Memoria para la Historia de las tropas de la Casa Real de España (1824),
de Serafín María de Sotto, conde de Clonard

Entre las calles del Conde-Duque y del Limón. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad. 

La actual plaza fue en sus orígenes calle, en concreto parte de la del Cristo, que hoy asoma por una de sus esquinas. Se formó como resultado de prolongar la vía que se acaba de mencionar desde la calle del Limón a la del Conde-Duque. Siempre fue bastante estrecha, con lo cual, más que calle fue travesía. Como Travesía de los Guardias, sin más, aparece en la obra de Peñasco y Cambronero y también en la de Répide, en este último caso cuando ya se había producido el derribo de las casas que dio al paraje aspecto de plazuela. En su solar no se volvió a edificar, sino que se acabó uniendo a la vía primitiva para crear un espacio mayor. Fue el 28 de diciembre de 1944 cuando el Ayuntamiento decidió que aquello se había convertido oficialmente en una plaza, si bien en algunas épocas también se consideró glorieta. 

El nombre se debe a su proximidad al cuartel del Conde-Duque, sede que fue de la guardia de corps o guardia personal del rey, organizada al modo francés por Felipe V en 1706.

14.10.22

Grijalba (Calle y Pasaje de)

 

Juan de Grijalva o Grijalba, grabado anónimo en la
 Historia General de los Hechos de los Castellanos, de Antonio de Herrera y Tordesillas

La calle comienza en la de Vitruvio y termina como fondo de saco. El pasaje comienza y termina en la calle de Grijalba. 

Desde el 1 de enero de 1934 lleva esta calle, que es centro de una tranquila y elegante barriada de chalés, el nombre del conquistador Juan de Grijalba o Grijalva. Nacido en Cuéllar hacia 1488-90, pasó muy joven a Cuba, donde estuvo a las órdenes de su paisano Diego Velázquez de Cuéllar. Participó en diversas expediciones de exploración de la península del Yucatán y el golfo de México –durante las cuales descubrió el territorio de Tabasco–, así como en la de Pedrarias Dávila para la conquista de Honduras, durante la cual murió el 21 de enero de 1527. 

El pasaje recibió su nombre el 1 de enero de 1986.

7.10.22

Gravina (Calle de)

Federico Gravina, retrato anónimo (c. 1810)
(Museo Naval, Madrid)

Entre las calles de Hortaleza y del Barquillo. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia. 

Nuestra calle, una de las principales del animado barrio de Chueca, se llamó en su día de San Francisco y su longitud era bastante menor a la actual, pues solo iba de la calle de Pelayo a la de Góngora. En 1846, dos años antes de que recibiese su denominación actual, se prolongó en ambos sentidos y alcanzó la extensión que hoy conocemos. 

El 31 de marzo de 1848 decidió el Ayuntamiento otorgarle el nombre de Federico Carlos Gravina, marino siciliano nacido en Palermo el 12 de agosto de 1756. En 1775 entró como guardiamarina en la armada española y, tras unos pocos años en Ultramar, volvió a la Península o, mejor dicho, a sus mares circundantes. Participó en numerosas campañas navales y también se le encomendaron misiones diplomáticas, pero quizá por lo que más es recordado es por su participación en la desastrosa batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805. En ella perdió un brazo y sufrió otras heridas que finalmente lo llevaron a la tumba en Cádiz el 9 de mayo de 1806.

30.9.22

Granado (Calle y Plaza del)

Foto CC BY-SA Basilio

La calle está entre la de la Redondilla y la plaza de la Morería. La plaza está entre las calles de los Mancebos y Angosta de los Mancebos. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio. 

Nos hallamos en pleno barrio de la Morería, en una calle y una plaza de nombre ancestral que se debe a la presencia de un granado, último testigo de unos jardines que hubo por la zona. Nuestros cronistas de cabecera añaden que la plaza también recibió en su día la denominación de plaza de Merlo. La causa es que, al parecer, ese era el apellido de San Isidro y se supone que frecuentaría estos pagos. Se podría añadir que hasta el 1 de enero de 1881 se consideró “plazuela” y no plaza.

23.9.22

Granada (Calle de)

El Albaicín, desde la Alhambra
(Foto del autor)

Entre las calles de Gutenberg y del Doctor Esquerdo. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Pacífico. 

La primera calle que llevó este nombre en nuestra villa fue la que hoy conocemos como de Alfonso XII, tal y como se dijo en su momento. La decisión fue del Ayuntamiento de la época del Sexenio revolucionario. Agotado este, el nuevo concejo de la Restauración decidió, el 11 de febrero de 1878, dedicar la calle original al monarca entonces reinante y denominar de Granada a una vía que casi se encontraba aún en fase de proyecto en la recién creada barriada del Pacífico. 

Desde entonces homenajea a esta magnífica ciudad andaluza, digna de ser visitada al menos una vez en la vida no solo por su Alhambra y su Generalife, sino por las muchas otras maravillas que encierra, incluido un paseo por la calle Navas para disfrutar de unas buenas tapas. Granada, capital de provincia, tenía casi 232 000 habitantes en 2021.

16.9.22

Gran Vía de San Francisco (Avenida de la)

Sello de correos (de mi colección; sí, también colecciono sellos)
con la imagen del diseñador de esta calle, Secundino Zuazo

Entre la glorieta de la Puerta de Toledo y la plaza de San Francisco. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio. 

Quien tenga la curiosidad de ahondar siquiera un poco en la historia de la villa de Madrid, sabrá que desde el siglo XIX ha habido muchos y grandes proyectos para horadar el apelmazado callejero del centro histórico y así abrir calles amplias, de modo que nuestra humilde corte se equiparase con las grandes ciudades europeas. Pocos de estos proyectos se llevaron a cabo; quizá el más conocido sea el de la Gran Vía, de la que hemos hablado en el artículo anterior. Otro de los que se finalizó es el de la calle que nos ocupa, que fue casi igual de tortuoso y largo. 

Fue idea de Secundino Zuazo abrir esta vía como una suerte de prolongación de la calle de Bailén, haciendo borrón y cuenta nueva del llamado barrio de San Francisco, que el Ayuntamiento no consideró digno de conservar a pesar de que algunas de sus casas databan de hacía cientos de años. Como en el caso de su hermana mayor, se procedió a expropiarlas y se pretendía comenzar las obras en la primavera de 1935. Sin embargo, una serie de problemas administrativos las demoraron hasta la de 1936, con lo cual quedaron paralizadas al estallar, pocas semanas después, la guerra civil. 

Una vez terminada la contienda, se volvió sobre el proyecto. Aunque se tomaron diversas iniciativas en los años cuarenta del siglo pasado, no fue hasta 1957 cuando empezaron los trabajos en serio. Al año siguiente se puso nombre oficial a la calle; fue el 11 de de junio de 1958 y se llamó avenida de los Reyes Católicos. Las obras no finalizaron hasta 1961; las de la calzada, porque durante mucho tiempo no hubo más que solares a la orilla de esta calle. Dada la duplicidad de su nombre con otra vía que se ubica en las cercanías de la Ciudad Universitaria, el Ayuntamiento decidió, por su proximidad a la iglesia de San Francisco, otorgarle su denominación actual el 30 de septiembre de 1966.

(Gran parte de la información de este texto la he sacado del blog Historias matritenses, en concreto de esta entrada)

9.9.22

Gran Vía

Foto CC BY-SA Francisco Anzola

Entre la calle de Alcalá y la Plaza de España. Distrito 1 (Centro). Barrios de Cortes, Justicia, Sol, Palacio y Universidad. 

La villa de Madrid, corte desde 1561, sin embargo no lo parecía a mediados del siglo XIX. Callejas estrechas, un caserío apelmazado y mezquino, poca salubridad y ventilación diferenciaban nuestra villa de otras capitales europeas. Durante el reinado de Isabel II, que fue la época en la que más reformas se propusieron para la villa, se empezó a vislumbrar la posibilidad de crear una Gran Vía que abriese una grieta de modernidad en el inalterable plano de Madrid. Inalterable por el casi nulo crecimiento de la villa, constreñida en sus cercas, en los anteriores doscientos años. 

El proyecto de Ensanche de Carlos María de Castro se presentó en 1860 y en 1859 se inició la profunda reforma de la Puerta del Sol. Era inevitable construir una Gran Vía. Y la primitiva Gran Vía sería creada como consecuencia de la reforma citada. Se prolongaría la calle de Preciados, ya ensanchada en su tramo entre la Puerta del Sol y la plaza del Callao, y llegaría hasta la entonces plaza de San Marcial. La idea es de 1862, y algo se empezó a hacer. Algunas expropiaciones, y –cito a Peñasco y Cambronero, en su artículo referido a la desparecida calle de Peralta– “la casa números 6 y 8 forma una rinconada, porque se construyó el año 1862 para alinear una gran vía que pensó hacerse desde la Plaza del Callao hasta la de San Marcial”. Lo anterior fue escrito en 1889, y ya entonces había otro proyecto, firmado en 1886 por Carlos Velasco y Peinado. Esta idea, ya más factible y ambiciosa, fue la que condujo a Felipe Pérez y González a escribir los versos de La Gran Vía, a los que puso música Federico Chueca, y con ello dieron una de sus obras maestras al género chico. Esta vez, la Gran Vía nace y finaliza casi en los mismos lugares que en la actualidad, pero siguiendo una línea recta. Se formaría una glorieta en el cruce con la Corredera Baja de San Pablo y, al final, tras un brusco giro hacia la izquierda a la altura de la calle de Amaniel, enlazaría ya con la plaza de San Marcial. Pero, tampoco. En este caso, la extraña legislación sobre expropiaciones tuvo la culpa. En 1898 de nuevo el Ayuntamiento recoge el proyecto, y se lo entrega a José López Sallaberry y Francisco Andrés Octavio, que lo modifican, y ¡ya tenemos proyecto de Gran Vía! 


Pero no, aún no. No se entrega hasta 1904, y las obras no empiezan sino en 1910. Y terminan... ¡en 1954! 

Casi cien años para construir una calle son muchos años, pero en Madrid los cambios son siempre muy mal asumidos, y la Gran Vía era un cambio muy grande. 

En 1910 se iniciaron los derribos de los solares expropiados. La primera víctima fue la casa del cura de la iglesia de San José, en la que Alfonso XIII clavó una piqueta dorada una mañana de abril. Este primer tramo hizo desaparecer la calle de San Miguel, que iba desde la Red de San Luis hasta la calle de Alcalá. Antes de comenzar las obras, el 17 de noviembre de 1909, se decidió que su denominación sería Conde de Peñalver, en recuerdo del alcalde que promovió la puesta en marcha del proyecto. 

En el segundo tramo se acabó con la mayor parte del trazado de la calle Jacometrezo, y el nombre elegido el 25 de marzo de 1915 fue el de Pi y Margall, destacado político del siglo XIX que fue presidente del Poder Ejecutivo durante la Primera República. 

Y el tercer tramo se inició a mediados de los años veinte y no finalizó hasta que se igualó el terreno en la calle Princesa y se enlazó con la plaza de España. Fue el trozo más destructivo, que más calles hizo desaparecer, y que se llevó por delante el magnífico mercado de los Mostenses, verdadera joya de la arquitectura en hierro. El nombre de este tercer tramo, otorgado el 1 de abril de 1921, fue en principio Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros asesinado en la Puerta de Alcalá poco menos de un mes antes de tal bautizo. 

Pero tras la guerra (durante la misma su nombre popular fue “Avenida de los Obuses”, por los muchos que se dirigían hacia el edificio de la Telefónica; también tuvo su primer tramo la denominación oficial, entre 1937 y 1939 de Avenida de Rusia), cambian todos los nombres y durante más de cuarenta años se denominó Avenida de José Antonio, aunque los madrileños siempre la conocieron como Gran Vía. El 25 de enero de 1980 definitivamente adquiere esa denominación. El conde de Peñalver y Eduardo Dato fueron en su momento compensados, respectivamente, con las antiguas calles de Torrijos y del Cisne, pero se olvidaron de Pi y Margall, que siguió sin calle en Madrid hasta que le concedieron una avenida en el nuevo polígono de Sanchinarro, en julio del año 2000. 

Con el inicio de las obras de la Gran Vía, la calle se empezó a llenar con los edificios más suntuosos que Madrid tenía, empezando por el de La Unión y el Fénix, en la esquina con Alcalá y Caballero de Gracia, el cual se levantó en el solar de la “casa del ataúd”, llamada así por ser muy estrecha y alargada. El edificio de la Unión y el Fénix (Metrópolis desde 1975) fue el primero de los llamados “en quilla de barco”, que luego proliferaron más en la Gran Vía. Fueron sus arquitectos los franceses Jules y Raymond Fevrier, que ganaron un concurso internacional, y se levanto entre 1907 y 1910. Una nueva casa del cura de San José surgió en la acera contraria, y junto a ella, el edificio de la Gran Peña. Por cierto, que esta acera del primer tramo fue una decepción para muchos aristócratas que tenían sus posesiones en las cercanías, y que habían hecho reformas con la idea de que sus fachadas diesen a la nueva avenida, pero el cálculo fue erróneo y ninguno de ellos acertó. En 1917 se abrió este tramo, que en su versión final fue diez metros más estrecho de lo previsto, quizá para salvar el Oratorio del Caballero de Gracia, quizá por otro tipo de intereses. En cualquier caso, el hecho de haber impedido la desaparición de la joya arquitectónica firmada por Villanueva (ver calle del Caballero de Gracia) hace que nos dé exactamente igual la anchura de esta parte de la avenida. 

Foto CC BY-SA Manuel M. Vicente

El segundo tramo, cuyas obras empezaron inmediatamente y finalizaron en 1922, sí que mantiene la original anchura de 35 metros. En principio estuvo prevista la construcción de un bulevar adornado con soforas japónicas, lo cual se descartó posteriormente. De esta manera nos ahorramos que más adelante se hubiese eliminado de todas formas, para que pudieran pasar los coches, hoy por hoy dueños de las calles (y cada vez más de las aceras) de nuestra villa. El edificio más imponente de este tramo de la Gran Vía es la sede de la Telefónica. Su autor es Ignacio de Cárdenas Pastor, que se basó en estudios realizados en Estados Unidos, lo cual dio una impronta americana a la obra. A pesar de todo procuró dar un toque local en la portada y otros elementos, que tratan de asumir formas del tradicional barroco madrileño. Las obras se iniciaron en 1925 y en 1929 el perfil de Madrid ya contaba con el que fue su más alto edificio durante muchos años. 

El templete de Antonio Palacios, reedificado
(Foto CC BY-SA Carel3DS)

A la altura de la Red de San Luis, el gran arquitecto Antonio Palacios levantó una pequeña obra que era (y es) un ejemplo de que su arte no sólo se mostraba en los grandes edificios, muchas veces acusados de grandilocuencia. Se trataba del templete de entrada a la estación de Gran Vía del metro, que permitía un más cómodo acceso a los andenes mediante ascensores. Fue levantado en 1919 y en 1932 tuvo que ser reformado y se instalaron en él ascensores de menor tamaño. En marzo de 1966 se decidió que ya no servía y estorbaba, y fue eliminado. Por suerte no desapareció del todo, ya que fue desmontado y trasladado al pueblo natal de Antonio Palacios, Porriño, donde lo colocaron en un parque; se tuvo la pretensión de utilizarlo como oficina de información, pero lo que hoy se ve allí no es más que su triste esqueleto. Es una vergüenza que Madrid no haya podido conservar el que fue uno de sus símbolos durante mucho tiempo, y, aun siendo muy de agradecer la iniciativa de la ciudad gallega, hoy en día ese templete tendría que estar en algún punto importante de esta villa. Durante varios lustros solo nos quedó a los madrileños un modesto recuerdo en forma de relieve en la propia estación del metro de Gran Vía (que con el tiempo también desapareció en una de las reformas hechas en ella); hoy en día se ha levantado una réplica en el mismo lugar donde estuvo el original, no exenta de polémica por los destrozos realizados en los cimientos primigenios. Se inauguró en julio de 2021. 

©PromoMadrid, autor Alfredo Urdaci

Y el tercer y último tramo empezó a construirse en 1925 y no se acabó de edificar el último inmueble hasta mediada la década de los cincuenta. Muchos y muy buenos edificios tiene, pero todos los especialistas destacan uno, el del cine Capitol, que realmente se llama Edificio Carrión. Obra maestra del expresionismo en la arquitectura, está firmado por Luis Martínez Feduchi y Vicente Eced y Eced, que obtuvieron el encargo tras imponerse en un concurso restringido. Se levantó entre 1931 y 1933 y fue el primer edificio destinado a hotel por apartamentos en Madrid. Hoy en día no se puede apreciar su belleza en plenitud, pues su fachada y, sobre todo, su torreón, están cubiertos de anuncios luminosos, que, por otra parte, forman ya parte de la esencia de esta villa. 

El toro estoqueado por Diego Mazquiarán, Fortuna, en la Gran Vía

Un suceso curioso acaeció en esta avenida en 1928, cuando aún no se había acabado del todo. Un toro se escapó y hubo de ser estoqueado en plena calle por el diestro Diego Mazquiarán Fortuna. José María de Cossío narra en su monumental obra Los toros el acontecimiento: “El 29 de enero de 1928, en la conducción de ganado bravo al matadero de Madrid, un toro se desmandó del resto de la piara, y entrando en Madrid por el puente de Segovia sembró el pánico por sus calles, atropellando e hiriendo a varias personas. En la Gran Vía, Mazquiarán, que casualmente transitaba por ella, se quitó el abrigo y detuvo su carrera con varios lances. Impidió que el toro abandonara el engaño y le tuvo embebido en él hasta que llegó el estoque que había mandado a buscar a su casa. Con el abrigo a guisa de muleta le dio media estocada en lo alto. La multitud que en torno a él se había agrupado, le ovacionó emocionada, sacando los pañuelos, pidiendo la oreja para el matador circunstancial”. 

Desde su finalización, la Gran Vía se convirtió en una de las principales arterias de la ciudad, comercial y bullanguera, llena de cafés, terrazas, comercios y grupos de turistas extranjeros que recorren sus cuestas en tropel y asombrándose de cuanto ven, asombrándose de ver una avenida moderna y europea en lugar de un montón de plazas de toros –a pesar de la media estocada de Fortuna–, tablaos flamencos y bandoleros de patillas y faca... En fin, esto es Europa.

(La primera versión de esta entrada data de, más o menos, 1994. Muchos años después, en 2010, se actualizó y corrigió para ser publicada en la revista La Gatera de la Villa con el título "Breve historia de la Gran Vía: Una grieta de modernidad en un viejo caserío asfixiado". La versión que aquí se lee es la tercera, con alguna que otra enmienda a la que apareció en el número 2 de esa revista, que podéis consultar aquí)

26.8.22

Gran Capitán (Glorieta del)

Grabado de Bartolomé Vázquez según un dibujo de José Jimeno
aparecido en Retrato de españoles ilustres (1791)

Entre las calles de Alberto Aguilera y del Conde Duque. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Curioso caso el de esta glorieta. Podríamos pensar que abarca todo el cruce de la calle de Alberto Aguilera con el eje que forman las del Conde Duque y Vallehermoso, pero no es así. Parece ser que el Ayuntamiento solo considera como tal la esquina que hace la calle de Alberto Aguilera con la acera de los pares de la calle del Conde Duque, pero ni tan siquiera nuestra glorieta puede reclamar ese edificio de fachada curva. Su portal es, en realidad, el número 11 de la calle de Alberto Aguilera. Así que nos encontramos con una vía pública que existe (hay una placa con su nombre en el edificio recién mencionado) pero que no tiene portales. En ella no vive nadie, no hay tiendas… Solo existe en el nomenclátor oficial del Municipio, que la incorporó el 4 de mayo de 1931. En cuanto al personaje al que recuerda, acabamos de hablar de él en la calle de Gonzalo de Córdoba y allí remitimos.

19.8.22

Grafal (Calle de)

(Foto CC BY-SA Luis García, Zaqarbal)

De la plaza de Segovia Nueva a la Cava Alta. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio. 

En tiempos nuestra calle se llamó del Azotado (de hecho, durante unos pocos días de comienzos de 1835 compartió tal denominación con la actual). No hay que pensar mucho para deducir que el origen del nombre está en algún individuo que sufrió tal castigo. Si bien Peñasco y Cambronero no dan detalles al respecto, Répide es algo más explícito e incluso le pone nombre, Hernán Carnicero. Lo que no nos dice es cuál fue su delito; sí que vivía en esta calle y se sintió tan humillado al pasar frente a su casa de tal guisa (sufriendo los varetazos subido en un pollino) que primero la vendió y más tarde le prendió fuego causando un gran destrozo y dejando su apelativo durante bastante tiempo cuando se reedificaron las viviendas y se formó de nuevo la calle. 

Desde el 11 de enero de 1835 se llama de Grafal. Lo cierto es que la denominación es errónea, pues en realidad se refiere al marqués consorte de Rafal, que por aquí tenía su morada. Antonio de Heredia y Bazán, nacido en Sigüenza el 10 de septiembre de 1687, se casó con Antonia de Rocamora y Heredia, marquesa de Rafal, el 27 de octubre de 1743 y fue entonces cuando adquirió el título. Unos años después, en noviembre de 1747 se convirtió en corregidor de Madrid, cargo que ocupó hasta su muerte, el 9 de mayo de 1753; se le deben el terraplenado de la cercana Cava Alta (que, no olvidemos, en su origen fue un foso) y el ensanche de la tampoco muy lejana plaza de Puerta Cerrada.

15.7.22

Goya (Calle de)

Autorretrato de Goya, c. 1773
(Colección particular)

Entre la plaza de Colón y la calle del Doctor Esquerdo. Distrito 4 (Salamanca). Barrios de Recoletos y Goya. 

Es esta una de las principales calles del barrio de Salamanca. Aunque su inicio fue urbanizado en los primeros momentos de crecimiento del nuevo Ensanche, durante mucho tiempo cruzó huertas y tierras de labor, además de los jardines de recreo llamados Campos Elíseos, favoritos de los madrileños en el tercer cuarto del siglo XIX; en el mapa del término de Madrid hecho en 1910 por el ingeniero municipal Núñez Granés aún está bordeada por construcciones aisladas. Ya Répide habla de una calle “de gran longitud, toda de modernas construcciones y abundante en aristocráticas viviendas. Acaso es la vía más alegre del barrio de Salamanca”. Hoy en día, aunque muchas de esas viviendas aristocráticas se han convertido en bloques de pisos, sí que es la calle de Goya una de las más animadas del barrio de Salamanca, y una de las más comerciales, con numerosas tiendas pequeñas y uno de los centros más concuridos de unos grandes almacenes (inaugurados el 23 de septiembre de 1966, después veremos qué tiene de particular esta fecha).

Basílica de la Purísima Concepción
(Foto CC BY-SA Zarateman)

El principio de la calle bordea los jardines del Descubrimiento, de los que se habló más detenidamente cuando paseamos por la plaza de Colón. En la acera izquierda, al poco de pasar el instituto Beatriz Galindo, nos encontramos con el primer edificio singular de la calle. Se encuentra en el número 26 y es la basílica de la Purísima Concepción. Se trata de un templo de traza neogótica, de la que se abusó quizá un poco a finales del siglo XIX y principios del XX. Fueron sus arquitectos Jesús Carrasco y Eugenio Jiménez, y se construyó entre 1902 y 1914. Tiene tres naves, y a los pies se eleva una torre de 44 metros coronada por una aguja metálica. Éste es un detalle que desagradaba especialmente a Répide, pero no sólo eso, sino también el que la imagen de la Inmaculada en que finaliza la aguja estuviese rematada por un vulgar adorno de bombillas que para él era una “iluminación propia para la entrada de un teatro”. Narra el gran cronista cómo unos pilluelos lograron subir hasta la imagen y robaron las bombillas, y su consejo era que, ya que la acción fue arriesgada y meritoria, la podían haber exhibido en público, pues eso “les habría procurado seguramente un gran contrato como acróbatas en los Estados Unidos”. Aún otra objeción pone Répide a la iglesia, y es que en su cripta, no contemplada en el proyecto inicial, se realizaban enterramientos, burlando las disposiciones que prohíben hacerlo.

Detalle del Edificio Castaño

En la amplia e importante intersección de nuestra calle con la de Alcalá, encrucijada a la que también desembocan las calles de Narváez y del Conde de Peñalver y es siempre un pequeño o gran caos circulatorio, hay un punto en que fijarse. En el número 91 de nuestra calle, que hace esquina con el 98 de Alcalá, hay una construcción, conocida como “Edificio Castaño”, que es una buena muestra del racionalismo madrileño; fue diseñado por Jesús Martí Martín y se levantó entre 1930 y 1935, fechas en las que este original estilo arquitectónico se encontraba en el punto más alto de su desarrollo. Es un típico edificio en quilla de barco en el que los elementos racionalistas se entremezclan con otros expresionistas, por lo que se puede encontrar una cierta analogía con el grandioso edificio del cine Capitol en la Gran Vía. 

Permítaseme una vanidad. En el número 120 de la calle de Goya, donde actualmente un pequeño edificio de color crema alberga una residencia de ancianos perteneciente a la Comunidad de Madrid, había antes, cuando el pequeño edificio era de color gris, una maternidad que se llamaba Casa de la Madre. (Aquí podéis ver una foto). Pues allí, en una de las habitaciones cuya ventana daba a la calle del Doctor Esquerdo, el 22 de septiembre de 1966, se dejó caer por este mundo parando en la villa de Madrid un servidor de ustedes, madrileño del Ensanche, distrito del Congreso, barrio de Lista, parroquia de Covadonga. Esto es, un día antes de que, en la misma acera, se abriesen los célebres grandes almacenes de los que hemos hablado unos párrafos más atrás. 

Don Francisco de Goya y Lucientes –a quien está dedicada la calle desde el 8 de febrero de 1866–, gloria de la pintura española y universal, nació en el pueblecito aragonés de Fuendetodos el 30 de marzo de 1746. Se formó primero en Zaragoza con José Luzón (1760-61), y en 1763 pasó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde prosiguió sus estudios hasta 1766. Después del obligado viaje a Italia (1770-71), vino a Madrid de nuevo, donde en 1773 se casó con la hermana de Francisco Bayeu, pintor influyente que le ayudó en estos primeros momentos de su carrera. Al año siguiente, Rafael Mengs le encargó que realizase cartones para tapices que se elaborarían en la Real Fábrica de Santa Bárbara, tarea que ocupó a Goya desde 1775 hasta 1792 y en la que surgieron obras que narran los aspectos lúdicos de la vida del Madrid dieciochesco (El Pelele, La Gallina Ciega) o escenas de la vida cotidiana (El Cacharrero). Entretanto, Goya fue nombrado pintor del Rey (1786) y de cámara (1789). Enfermó estando en Cádiz, donde pasó parte de los años 1792 y 1793, y como resultado de ello se le declaró la sordera que para muchos críticos es la causa que hizo derivar el estilo de Goya, hasta entonces influido primero por el rococó y luego por el neoclasicismo, hacia unos cauces que hacen de él un pintor único en la historia del arte y un punto de partida en el que todas las tendencias pictóricas posteriores buscan su fuente. En 1797 pintó la cúpula de la ermita de San Antonio de la Florida y realizó la serie Los caprichos, premonición tempranísima del surrealismo. Ya en el siglo XIX surgieron las Majas (1803-05), para las que pudiera muy bien haber posado una de las mujeres más influyentes del Madrid de la época, la duquesa de Alba María Teresa Cayetana. La guerra de la Independencia afectó especialmente al artista aragonés, que quizá fue testigo presencial de la lucha del pueblo de Madrid contra el invasor francés y de las terribles represalias tomadas contra los patriotas. Los desastres de la guerra, serie de aguafuertes iniciados en 1810 muestran claramente la visión de Goya sobre tales barbaridades y creo que además quieren ser un canto a la estupidez de cualquier guerra. También consecuencia de los espantosos hechos del 2 y el 3 de mayo de 1808 son dos de los más importantes cuadros de Goya: La lucha del pueblo con los mamelucos, que muestra los choques habidos en la Puerta del Sol entre los madrileños y los terribles soldados egipcios de Napoleón, y Los fusilamientos en la Montaña del Prícipe Pío, ocurridos la madrugada del 3 de mayo. 

Los fusilamientos del tres de Mayo
(Museo del Prado, Madrid)

 Acabada la guerra, grabó la serie La Tauromaquia (desde 1816), y se retiró a la casa que compró en 1819 en las cercanías de Madrid, la llamada “Quinta del Sordo”, que se hallaba cerca del camino de Alcorcón, hoy paseo de Extremadura. Entre 1820 y 1823 decoró sus paredes con las llamadas Pinturas Negras, de un crudo expresionismo y que muestran en algunos casos al pueblo de Madrid en fiesta, mas con un leguaje harto dispar al que mostraba en sus cartones y sus vistas de la pradera de San Isidro años antes. La Quinta fue derribada en 1913, pero las pinturas se salvaron gracias a que fueron trasladadas a lienzo por el pintor Martín Cubells.

La lechera de Burdeos (1827), uno de los últimos cuadros de Goya, anticipo del Impresionismo.
(Museo del Prado, Madrid)

Goya marchó a Burdeos, ciudad en la que realizó sus últimas obras, ya rayanas en el impresionismo, y donde murió el 16 de abril de 1828. Fue primero enterrado en el cementerio de la Chartreuse de la ciudad francesa; en 1900 sus restos volvieron a Madrid, primero al cementerio de San Isidro y, desde 1919 reposan definitivamente –al menos eso esperamos– en la ermita de San Antonio de la Florida, cuya cúpula es un derroche de su genio.

8.7.22

Gonzalo Jiménez de Quesada (Calle de)

Cuando leáis la entrada sabréis qué pinta aquí la foto de mi ejemplar de este libro

Entre la Gran Vía y la calle del Desengaño. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad. 

Como todas las aledañas a la Gran Vía, esta calle ha sufrido bastantes cambios no solo de forma sino de nombre. Antes de las obras se conocía como calle del Carbón y comenzaba en la de Jacometrezo. El nombre provenía de que aquí había unos almacenes de carbón; ya a principios del siglo XVIII se cuestionó si una ubicación tan céntrica era adecuada para un material peligroso como ese pero, como pasa tantas veces, no se hizo nada al respecto. 

Aún no estaba siquiera comenzado el correspondiente tramo de la Gran Vía cuando la denominación cambió. El 18 de septiembre de 1896 fue dedicada a uno de nuestros cronistas de cabecera, Hilario Peñasco, madrileño, nacido el 14 de enero de 1857 y fallecido el 12 de noviembre de 1891, escritor, periodista, concejal en el Ayuntamiento y, lo que es más importante para estas páginas, autor junto con Carlos Cambronero de una de las obras más consultadas para escribir estos textos, Las calles de Madrid: noticias, tradiciones y curiosidades (1889). 

El problema fue que, al abrirse la Gran Vía y desaparecer casi la mitad de la calle, la corporación del momento no consideró oportuno dejar a tan ilustre cronista en este lugar tan merecido y el 12 de agosto de 1921 renombró el tramo superviviente como Jiménez de Quesada. El 7 de julio de 1939 se añadió el nombre de pila del personaje y la denominación quedó tal y como hoy la conocemos. El agravio se reparó a medias cuando el 25 de enero de 1984 se dio el nombre de Hilario Peñasco a una remota vía en Canillejas, sin duda mucho menos de lo que se merecía el personaje.

Retrato de Gonzalo Jiménez de Quesada, por Ricardo Gómez Campuzano
(Academia Colombiana de la Historia)
(CC BY-SA)

Gonzalo Jiménez de Quesada nació en Córdoba hacia 1506. De niño marchó a vivir a Granada y posteriormente estudió leyes en Salamanca. Se embarcó hacia América en 1535, donde participó en la conquista de lo que luego sería Nueva Granada y fundó Santa Fe de Bogotá el 6 de agosto de 1538. Volvió a la península en 1539 y aquí tuvo que afrontar pleitos y encarcelamientos por su actuación en América. Regresó en 1551 y estuvo bastantes años poco activo, hasta que en 1568 emprendió la expedición a “El Dorado”, que acabó como un serio fracaso cuatro años después. Murió en San Sebastián de Mariquita, en el actual departamento colombiano de Tolima, el 14 de febrero de 1579.

1.7.22

Gonzalo de Córdoba (Calle de)

Estatua del Gran Capitán en el monumento a Isabel la Católica de Madrid,
obra de Manuel Oms (1883)
(Foto CC BY-SA Luis García, Zaqarbal)

Entre la calle de Fuencarral y la plaza de Olavide. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar. 

Calle típica de la parte primera del barrio de Chamberí que se urbanizó. Destaca en ella, por contraste con el resto de sus edificios, la antigua subestación eléctrica del Metro que está en el número 12, donde hoy se alberga el Centro de Desarrollo y Conformidad del Consorcio de Transportes de Madrid; allí se diseñan los billetes inteligentes y los equipos necesarios para utilizarlos en los transportes públicos de nuestra Comunidad. 

Desde el 6 de febrero de 1860 homenajea a uno de los jefes militares más conocidos de nuestra historia. Gonzalo Fernández de Córdoba nació en Montilla el 1 de septiembre de 1453 en el seno de una familia noble. Participó en las guerras civiles castellanas y en la de Granada antes de marchar a Italia, donde se cimentó su fama. En una primera etapa expulsó a los franceses de Nápoles y contribuyó a mantener en su trono al rey Federico I. También ayudó al papa Alejandro VI contra los franceses. Al final de esta campaña es cuando empieza a ser conocido como el Gran Capitán. Vuelto a Castilla, a raíz de los acuerdos entre Fernando el Católico y Luis XII de Francia para repartirse Nápoles, de nuevo se embarcó hacia Italia, de donde volvió a echar a quienes se habían convertido de sus adversarios habituales en la guerra de 1501-1504, con grandes victorias militares como las de Ceriñola o Garellano. Nombrado virrey de Nápoles, hubo de sufrir la ingratitud del monarca, lo cual le llevó a enviarle la desafiante memoria que ha pasado a la historia y al léxico popular como Las cuentas del Gran Capitán (“En picos, palas y azadones, cien millones…”) Fue de todos modos destituido en 1507 y regresó a Castilla, donde al año siguiente la reina Juana I le nombró alcalde de Loja, localidad a la cual se retiró. Murió en Granada el 2 de diciembre de 1515.

24.6.22

Gómez Ortega (Calle de)

Busto de Casimiro Gómez Ortega en Añover de Tajo
(Foto: Gustavo332)

Entre las calles de Rodríguez Marín y de Emilio Campión. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.

Poco hace que hemos hablado de la calle del General Zabala, de la que dijimos que fue partida en dos por la prolongación de Príncipe de Vergara. Algo muy semejante le ocurrió a nuestra calle, paralela de la citada, que hoy solo conserva su nombre en su tramo inicial. La porción de la calle de Cartagena que va desde López de Hoyos hasta Pechuán fue en su día parte de la vía que ahora tratamos. 

Su nomenclatura ha sido variada. El 2 de marzo de 1887 se rotuló como calle de Maroto, quién sabe si recordando al célebre general carlista que protagonizó con Espartero el “abrazo de Vergara”. El 1 de mayo de 1914 recibió su denominación actual (de la que en seguida hablaremos). Sin embargo, ya sabemos que desde finales de los años 60 del siglo pasado nuestra calle fue dividida en dos y, mucho tiempo después, el 22 de diciembre de 1988, alguien debió de decidir que esa separación se prestaba a que la parte que había quedado al oeste de la gran arteria se llamase de otra forma, así que ese día fue dedicada al pintor madrileño José Bardasano Baos. Poco duró el cambio, sin embargo. El 30 de septiembre de 1991, coincidiendo con la “anexión” a la calle de Cartagena del tramo que había quedado más allá de Príncipe de Vergara, esta vía volvió a ser la de Gómez Ortega. 

Casimiro Gómez Ortega nació en Añover de Tajo el 4 de marzo de 1741. Estudió en España e Italia para convertirse en médico y farmacéutico, pero quizá su actividad más relevante sea la de botánico. Gracias a él se trasladó el Jardín Botánico de Madrid a su ubicación actual. Además, propició algunas de las expediciones botánicas de finales del siglo XVIII a América y Filipinas y describió numerosas nuevas especies de plantas. También tuvo veleidades literarias, sobre todo poéticas. Murió en Madrid el 30 de agosto de 1818.

17.6.22

Gómez de Mora (Calle de)

La Casa de la Villa, antigua sede del Ayuntamiento
(Foto CC BY-SA Pazit Polak)

Entre la plaza del Conde de Barajas y Puerta Cerrada. Distrito 1 (Centro). Barrio de Palacio. 

Ya aparece, aunque sin nombre, esta calle en el plano de Texeira. La primera denominación que tuvo fue Conde de Barajas (véase la plaza de tal nombre) y, desde el 28 de diciembre de 1944, está dedicada al gran arquitecto Juan Gómez de Mora. Nació en Cuenca, donde fue bautizado el 25 de mayo de 1586; fue discípulo de su tío Francisco de Mora y heredó en 1610 su cargo de maestro mayor de obras de los palacios reales de Madrid y El Pardo. Aunque hay importantes obras suyas fuera de nuestra villa, como la Clerecía de Salamanca (1617) fue en Madrid donde dejó su huella más fecunda y genial. Se le deben el convento de la Encarnación (1611-16) y el edificio que fue sede del Ayuntamiento en la plaza de la Villa (1640). Entre las obras que ya no se pueden admirar, destacan las reformas hechas en el Real Alcázar (1619-27) y la plaza del Arrabal, hoy Mayor (1617-18), ambas borradas del mapa de Madrid por varios incendios. El genial alarife conquense murió en Madrid en febrero de 1648.

10.6.22

Gobernador (Calle del)

(Foto CC BY-SA Basilio)

Entre la costanilla de los Desamparados y el paseo del Prado. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Ya en el plano de Texeira aparece esta calle con su nombre, cuyo origen proviene de una curiosa tradición. Curiosa me parece no por ella en sí, sino por los rodeos que dan nuestros cronistas de cabecera para no citar la que muy posiblemente fue su fuente: Antonio Capmani y Montpalau, tantas veces tachado de fantasioso en su obra sobre los nombres de nuestras calles. Cita don Antonio in extenso en su texto sobre esta vía algún documento del siglo XIV con el que se pretende justificar la existencia de “gobernadores” que mandasen en la villa de Madrid. Peñasco y Cambronero indican secamente que no conocen “los alcaldes-gobernadores en la historia de la administración municipal de Madrid” y antes que fiarse en la tradición (que citan, como se hará en seguida en este artículo) razonan que probablemente viviese aquí en tiempos algún gobernador del Consejo de Castilla. Répide es menos drástico y se limita a decir que la tradición es “un tanto confusa”. 

¿Cuál es? Se cuenta que en el siglo XIV tenía aquí su casa y huerta un tal don Julián de Picos, “alcalde gobernador” de Madrid, de carácter tan despótico que las quejas del pueblo llegaron a oídos del rey Alfonso XI, el cual lo cesó y mandó derruir su casa. A pesar de estos antecedentes, aún hoy se le recuerda en el nombre de esta calle. Como colofón, no me resisto a reproducir otra frase de Répide, que indica sin duda alguna que no hay nada nuevo bajo el sol: “D. Julián de Picos, que era de una tiranía tan inaguantable como la de cualquier personajillo de actualidad…” 

Una curiosidad: durante un breve periodo de tiempo, entre el 18 de junio de 1873 y el 6 de julio de 1874, nuestra calle se llamó del Once de Febrero de 1873, es decir, el día en que se proclamó la Primera República.

3.6.22

Gil de Santivañes (Calle de)

En esta célebre vista aérea de Madrid en 1854 el edificio con chimenea de la derecha 
es un taller de carruajes que se ubicaba donde hoy está la calle que nos ocupa.
(Grabado de Alfred Guesdon)

Entre las calles del Cid y de Serrano. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Recoletos. 

Poca historia se puede contar de esta tranquila y aristocrática calle que, en realidad, no conmemora a ningún personaje concreto. Debe su nombre a la familia que era propietaria de los terrenos cuando se abrió. Su primera denominación fue calle de Santibáñez, otorgada el 23 de noviembre de 1874 (Peñasco y Cambronero hablan de la calle de Santivañes, más acorde con el nombre actual). Después de la guerra civil se cambió para dedicársela a unos personajes pertenecientes al bando sublevado, los hermanos García Noblejas. Esto ocurrió el 30 de diciembre de 1944. Pero cinco años después estos hermanos fueron recordados en una vía bastante grande que era (y es) prolongación de la Ciudad Lineal, con lo cual, para evitar duplicidades, el 15 de abril de 1953 se le dio el nombre que hoy lleva.

27.5.22

Gil Imón (Calle y Travesía de)


Va la calle de la ronda de Segovia al paseo Imperial. La travesía, de la ronda de Segovia a la calle de Gil Imón. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio Imperial. 

Aunque la calle y la travesía llevan sus nombres de forma oficial desde hace bastante tiempo (1 de enero de 1863 y 1 de enero de 1880, respectivamente), se los deben a un desaparecido campillo que hubo por aquí. Peñasco y Cambronero indican que Texeira no le pone denominación en su plano; lo cierto es que ni siquiera aparece, sino que forma parte de lo que entonces era un extenso campo llamado La Vega. Andando el tiempo se debió de formar una explanada en el que sí que se conocía como portillo de Gil Imón, en los aledaños de la tapia con que Felipe IV rodeó la villa, la Cerca, no muy lejos del convento de San Francisco. Este paraje también se nombró, al parecer, como plaza de Armas

Pues bien, ¿quién es el tal Gil Imón, que, como propietario que fue de todos estos terrenos les prestó su apelativo? Don Baltasar Gil Imón de la Mota, nacido en Medina del Campo hacia 1545, fue fiscal del Consejo de Castilla en la época de Felipe III y también Contador Mayor de Cuentas y presidente del Consejo de Hacienda con Felipe IV. Además de este campillo, suyas eran las casas donde murió el tercer duque de Osuna tras haber sido preso en el cambio de reinado, a causa de las intrigas políticas y palaciegas que hubo por entonces. Don Gil, por el contrario, siempre fue tenido como un ministro de gran confianza. Murió en Madrid el 5 de septiembre de 1629. 

Répide cuenta una chusca historia, una de esas castizas tradiciones madrileñas, que no me resisto a recordar aquí, si bien muy resumida. El rey Felipe III había impuesto unas rígidas normas de recato en la vestimenta femenina, prohibiendo los famosos guardainfantes, los zapatos recargados y los escotes demasiado descubiertos. Pues nada menos que las tres hijas de don Gil tuvieron la humorada de ataviarse incumpliendo todos y cada uno de los preceptos reales e irse a pasear para que las viera el todo Madrid de la época. Sabiendo de quién eran hijas, la fuerza pública no osó amonestarlas, pero cuando llegaron a casa… El severo fiscal del Consejo las reprendió duramente y las obligó a vestir desde entonces como monjas. Las dos hijas mayores se libraron del castigo cuando se casaron, pero la menor… Profesó en un convento y no le quedó otra que utilizar el hábito monjil hasta el final de sus días. 

(Entre paréntesis añado que, al parecer, se conoció a las tres damas como las gilimonas y hay quien sugiere que de ahí viene cierta palabra malsonante muy utilizada –y que no creo que sea necesario citar– a la cual algunos quieren otorgar denominación de origen madrileña).

20.5.22

Gerona (Calle de)

Foto CC BY-SA Luis García (Zaqarbal)

Entre las plazas Mayor y de la Provincia. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol. 

Estamos en una de las salidas o, si se quiere, entradas a la plaza Mayor, una breve calle con soportales que en su día fueron sede del gremio de sederos, por lo cual uno de los nombres que llevó fue el de Portales de Sedas. En el marco de la gran reforma que en tiempos del marqués viudo de Pontejos se hizo del nomenclátor municipal, se le dio la denominación actual. Hasta el 11 de enero de 1835 se había conocido como calle de la Vidriería, otro apelativo de resonancias gremiales. 

Se conmemoró aquí a Gerona no por ser una de las capitales de provincia, sino por su heroica resistencia ante el invasor francés en la entonces reciente guerra de la independencia, y de la que ya se habló en el artículo referido a la calle dedicada a su defensor, el general Álvarez de Castro. Gerona, oficialmente Girona, es una de las cuatro capitales de provincia de Cataluña. De origen ibero, su fundación por Pompeyo como Gerunda data del siglo I a. de C. Según los datos de 2021, cuenta con casi 102 000 habitantes. 

Se da la circunstancia curiosa de que otras tres calles de lo que actualmente es el municipio de Madrid llevaron el nombre de la capital catalana, el cual fue cambiado al producirse las anexiones de los antiguos pueblos que rodeaban la capital. Son las actuales vías llamadas Pintora Ángeles Santos, en Entrevías (en realidad se llamó calle del Gerona), Garmur, en Pueblo Nuevo y de Santiago Massarnau, en Ventas-La Elipa.

13.5.22

Génova (Calle de)

(Foto CC BY-SA Triplecaña)

Entre las plazas de Alonso Martínez y de Colón. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de Justicia y Almagro. 

Último tramo de los llamados bulevares, ya desaparecidos, pero cuyo nombre ha perdurado. Calle relativamente reciente, pues antes del derribo de la cerca era primero un camino y luego un paseo arbolado sin nombre. Su primitiva denominación, desde el 29 de agosto de 1859, fue ronda de Recoletos, por dirigirse al lugar donde estuvo el convento de los Agustinos Recoletos y la puerta del mismo nombre. El 1 de octubre de 1886 el Ayuntamiento decidió dedicársela a la importante ciudad italiana al suponerse que allí nació Colón.

En el número 13 de esta calle, donde antaño hubo uno de los bellos palacetes que abundaron por la zona, está, de momento, la sede nacional del Partido Popular.

6.5.22

General Zabala (Calle del)

Juan de Zavala (o Zabala), retrato anónimo
(Museo Naval, Madrid)

Entre las calles de López de Hoyos y de Pechuán. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de la Ciudad Jardín.

¿Zabala o Zavala? Oficialmente Zabala, aunque Répide nos da la versión con uve, como parece que se escribe en realidad el nombre del personaje al que está dedicada. Sea como fuere, el 1 de enero de 1887 rotuló el Ayuntamiento esta calle sencillamente como de Zabala. Muy poco después, el 2 de marzo de ese mismo año, añadió la graduación militar. 

Una calle que hasta los años sesenta del siglo pasado era mucho más larga; el tramo final de la calle de Emilio Campión, ya en El Viso, formaba parte de ella. No es difícil trazar una línea recta en un mapa y así comprobarlo. El motivo de este cercenamiento fue la prolongación de la calle del Príncipe de Vergara, cuyo tramo entre López de Hoyos y la plaza de Cataluña fue el último en terminarse. 

Juan de Zavala y de la Puente nació en Lima el 27 de diciembre de 1804, en el seno de una familia criolla leal a la corona española que, por tanto, se trasladó a la antigua metrópoli en 1825. Al estallar la primera guerra carlista era capitán de caballería y participó, por encargo de Espartero, en las negociaciones que pusieron fin a la contienda, que él acabó con el grado de mariscal de campo. También participó en la vida política, como tantos militares en su siglo; fue senador vitalicio, varias veces ministro y fue nombrado presidente del Consejo de Ministros el 26 de febrero de 1874; dejó el cargo para sustituir al fallecido general de la Concha, marqués del Duero, en el mando del ejército del norte y ya no volvió a la política activa. Murió en Madrid el 29 de diciembre de 1879.

29.4.22

General Velarde (Calle del)

(Grabado aparecido en La Ilustración española y americana
el 30 de septiembre de 1886)

Es una calle sin salida que empieza en la avenida de la Ciudad de Barcelona. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Pacífico. 

El primer nombre que recibió esta calle, el 21 de mayo de 1866, fue el de Marina Española, muy adecuado, a decir de Répide, al situarse en el barrio del Pacífico, así denominado a raíz de la guerra naval de 1864-66. Sin embargo, cuando se llamó de esta misma forma a la plaza donde se halla el edificio del Senado, se decidió eliminar la duplicidad y el 13 de abril de 1943 pasó a homenajear a Clemente Velarde y González. Este militar, sobrino del héroe del Dos de Mayo, nació en la localidad cántabra de Muriedas el 23 de noviembre de 1821. Entró, como su padre y su tío, en el arma de artillería. Aunque participó en diversas acciones durante la segunda y la tercera de las guerras carlistas, en pronunciamientos como la Vicalvarada y en la guerra de África de 1859-60, sobre todo ocupó cargos burocráticos en el ejército, en el que alcanzó el grado de brigadier. Murió asesinado durante la sublevación del general Villacampa, en Madrid, el 20 de septiembre de 1886.