4.5.18

Don Ramón de la Cruz (Calle de)


Busto de Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla, en el monumento 
a los saineteros madrileños (C/ Luchana), obra de Lorenzo Collaut Valera.
(Foto:  CC BY-SA 3.0 Basilio)

Entre la calle de Serrano y la plaza de Manuel Becerra. Distrito 4 (Salamanca). Barrios de Recoletos, Goya, Lista y Castellana. 

Es nuestra calle una de las más largas del Ensanche por la zona del barrio de Salamanca, ya que es de las que está más al sur, en concreto la que llega al vértice que la actual plaza de Manuel Becerra suponía para el Foso del Ensanche. Allí quebraba y de estar en sentido noroeste-sureste pasaba a tomar el norte-sur. Durante mucho tiempo, desde que se desplegó el plan Castro, estuvo sin urbanizar, lindando en su primera parte con la quinta de Finat, una gran finca que abarcaba el espacio que hay entre las calles de Lagasca y Velázquez y llegaba hasta la de Alcalá. 

Ningún vestigio queda de esta finca, ni tampoco de los hotelitos y palacetes que menciona Répide: el de la marquesa de Monasterio, que hacía esquina con Conde de Peñalver o el que fue la última morada de la gran actriz Balbina Valverde, que allí murió en febrero de 1910. 

Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla, el dramaturgo madrileño a quien con gran merecimiento se honra en esta vía, nació en nuestra villa el 28 de marzo de 1731. Aunque provenía de una familia acomodada, siempre se movió en ambientes aristocráticos y empezó su carrera imitando los modelos de Racine o Voltaire, pasó a la historia de la literatura española por sus sainetes, obras de carácter popular en los que retrataba a las clases más bajas de la villa y de los que escribió varios centenares. El Prado por la noche, Las castañeras picadas, La pradera de San Isidro o Las tertulias de Madrid son los títulos de algunos. Tuvo una enorme fama en su tiempo y gran influencia en los gustos teatrales de la Corte, pues en su mejor época era él quien decidía qué se representaba en los escenarios del Príncipe y de la Cruz. Una pulmonía contraída en 1793 acabó llevándolo a la tumba tras varias recaídas el 5 de marzo de 1794. Murió en su casa, que estaba en la calle de Alcalá; Répide nos cuenta que en el centenario de su fallecimiento se colocó una lápida en el edificio que había allí por entonces, pero en la fachada que daba a la calle de Cedaceros. Esto es un error porque la vivienda de D. Ramón daba solo a la calle de Alcalá y no hacía esquina; más adelante se derribó la casa contigua para ensanchar la calle de Cedaceros. Con el tiempo desapareció la lápida aludida por Répide; en 1991 el Ayuntamiento puso una de sus placas en forma de rombo persistiendo en el error, pues está en el número 3 de la calle de Cedaceros

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