Ángel Saavedra, III duque de Rivas, por Gabriel Maureta
(Museo del Prado, Madrid)
Entre las calles de la Concepción Jerónima y de la Colegiata. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Hasta el año 1890, cuando se derribó el convento de la Concepción Jerónima, no era nuestra calle sino un pequeño entrante que se conocía como plaza de la Concepción Jerónima. Desaparecido el convento y abierta la vía, el 26 de junio de 1895 decidió el Ayuntamiento dedicársela al duque de Rivas. Como no podía ser de otra manera y a pesar de los méritos del personaje, el motivo no fue otro que la presencia aquí del palacio que fue de su propiedad y luego del marqués de Viana, por lo cual se conoce como palacio de Viana. Ya hablamos de él en el artículo correspondiente a la calle de la Concepción Jerónima y ahí remitimos.
Ángel Saavedra y Ramírez de Baquedano, tercer duque de Rivas, nació en Córdoba el 10 de marzo de 1791. Participó en la guerra de la Independencia y, una vez abandonado el ejército, entró en política. Liberal en principio, apoyó el pronunciamiento de Riego y, por tanto, hubo de exiliarse tras la intervención francesa de 1823. Muerto Fernando VII, regresó a España y empezó a defender posturas más conservadoras. Fue varias veces ministro, fugaz presidente del Consejo, embajador en Nápoles y París y director de la Real Academia Española. Como literato es reconocido como uno de los adalides del Romanticismo, en especial por su obra teatral en verso y prosa Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), que inspiró a Giuseppe Verdi su ópera La forza del destino. Murió en Madrid el 22 de junio de 1865.