26.1.19

Duque de Rivas (Calle del)


Ángel Saavedra, III duque de Rivas, por Gabriel Maureta
(Museo del Prado, Madrid)

Entre las calles de la Concepción Jerónima y de la Colegiata. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores. 

Hasta el año 1890, cuando se derribó el convento de la Concepción Jerónima, no era nuestra calle sino un pequeño entrante que se conocía como plaza de la Concepción Jerónima. Desaparecido el convento y abierta la vía, el 26 de junio de 1895 decidió el Ayuntamiento dedicársela al duque de Rivas. Como no podía ser de otra manera y a pesar de los méritos del personaje, el motivo no fue otro que la presencia aquí del palacio que fue de su propiedad y luego del marqués de Viana, por lo cual se conoce como palacio de Viana. Ya hablamos de él en el artículo correspondiente a la calle de la Concepción Jerónima y ahí remitimos

Ángel Saavedra y Ramírez de Baquedano, tercer duque de Rivas, nació en Córdoba el 10 de marzo de 1791. Participó en la guerra de la Independencia y, una vez abandonado el ejército, entró en política. Liberal en principio, apoyó el pronunciamiento de Riego y, por tanto, hubo de exiliarse tras la intervención francesa de 1823. Muerto Fernando VII, regresó a España y empezó a defender posturas más conservadoras. Fue varias veces ministro, fugaz presidente del Consejo, embajador en Nápoles y París y director de la Real Academia Española. Como literato es reconocido como uno de los adalides del Romanticismo, en especial por su obra teatral en verso y prosa Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), que inspiró a Giuseppe Verdi su ópera La forza del destino. Murió en Madrid el 22 de junio de 1865.

18.1.19

Duque de Osuna (Calle del)


Hasta la plaza de los Cubos llegaba antaño nuestra calle
(Foto: CC BY-SA Tamorlan)

Entre la calle de la Princesa y la plaza de Cristino Martos. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad. 

La que hoy se conoce así fue en su día parte de la calle de Leganitos, que, antes de regularizarse los terrenos hoy correspondientes a la plaza de España y la calle de la Princesa, llegaba hasta aquí. La antigua calle del duque de Osuna era el primer tramo de la actual calle de la Princesa, más o menos hasta la escalinata que salva el desnivel que hay hasta la plaza de Cristino Martos

Y, para no variar, el nombre proviene de que aquí estuvo uno de los palacios que la casa ducal de Osuna tuvo en nuestra villa. A principios del siglo XIX los duques se trasladaron al que se acababan de construir en las Vistillas y el caserón que dejaron aquí se utilizó para diversos fines hasta que lo ocuparon los misioneros de San Vicente de Paúl, para quienes Isabel II compró la casa. Allí estuvieron hasta que en 1868 fueron obligados a abandonarla. Cuatro años después fueron las Adoratrices, la fundación de la vizcondesa de Jorbalán, quienes vinieron aquí desde la casa que tenían en la calle de Atocha. A finales del siglo XIX se derribó este edificio y se construyó uno nuevo, que siguieron habitando las monjas hasta que en los años 70 del siglo XX desapareció para dar paso a la celebérrima “plaza de los Cubos”.