31.1.20

Espíritu Santo (Calle del)

Foto CC BY Carmen Voces

Entre la Corredera Alta de San Pablo y la calle de San Bernardo. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad. 

Nuestra calle, que en tiempos se llamó de la Cruz del Espíritu Santo, como así lo atestigua el plano de Texeira, debe su nombre a una típica tradición piadosa madrileña enmarcada en la época de la expulsión de los moriscos. Quiere esta leyenda que por estos pagos hubiese unas casuchas o tiendas propiedad de moriscos sobre las que cayó un rayo el tercer día de pascua del Espíritu Santo. Como es lógico, las redujo a cenizas. Tomó el pueblo este accidente natural como señal divina, y en su conmemoración se erigió una cruz de piedra con una paloma que representaba al Espíritu Santo, monumento que tal vez perduró hasta la segunda década del siglo XIX. De esa cruz le vino el nombre a la calle. 

Répide nos cuenta que en la época en la que él escribía sus artículos sobre las calles de Madrid se acababa de abrir el espacio que hoy en día se conoce como plaza de Juan Pujol, de la que hablaremos en su momento, y allí se celebraba una suerte de rastrillo.

24.1.20

Espino (Calle del)

Foto CC BY-SA Osiliab

Entre las calles de Provisiones y de Miguel Servet. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Calle breve y estrecha, de muy mala fama en época de Répide, hace unos cien años, cuando era “refugio del hampa, sucio cobijo de torpes amores de arroyo, guarida frecuente de gentes fuera de ley”. Hoy en día eso queda muy lejos, por suerte para quienes allí viven. 

No es difícil imaginar que el nombre le viene de un espino que anduvo por aquellos andurriales, recuerdo de cuando la zona estaba ocupada por el barranco de Embajadores. También había en las cercanías una casa de campo, propiedad de cierto don Gaspar Sanz. Era este un generoso individuo oriundo de Aragón, el cual fundó un hospital para sus paisanos más necesitados que tuvieran la mala fortuna de caer enfermos en la villa y corte. Hablamos del Hospital de Montserrat, cuyo primer emplazamiento se hallaba por aquí cerca. También una ermita dedicada a la Virgen del Pilar, enfrente de la cual estaba el espino al que se recuerda en esta calle.

17.1.20

Esperanza (Paseo de la)

Paseo de la Esperanza esquina a Moratines
(Foto CC BY Concepción Amat Orta)

Entre los paseos de las Acacias y de Santa María de la Cabeza. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de las Acacias. 

Nuestro paseo, trazado a finales del siglo XIX en un sector por entonces fabril y ferroviario y cercano al poblado marginal de Las Injurias, recibe sin embargo su nombre, a decir de Peñasco y Cambronero, por la cercanía a cierta quinta llamada así, de la Esperanza, de la que pocos años después no quedaba ni rastro. Mucho tiempo estuvo el paseo partido en dos por el ferrocarril de cintura, hasta que los grandes cambios producidos en su entorno (soterramiento de las vías del tren, desaparición de la estación de las Peñuelas) lo han convertido en una vía amplia, con viviendas modernas, arbolada e incluso agradable.

10.1.20

Esperanza (Calle de la)


Entre las calles del Ave María y de la Torrecilla del Leal. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores. 

Había por estos pagos una finca cuya propietaria se llamaba Mari-Esperanza o María Esperanza, en la que estuvo hospedado el caballero bretón Betrand du Gesclin. Ya sabemos que este personaje intervino en la guerra que enfrentó a Pedro II el Cruel con su hermano Enrique de Trastamara. Lo hizo de forma artera, ayudando a que su señor cometiese el fratricidio que lo convirtió en el rey Enrique IV. Madrid era una villa en la que se prefería a don Pedro, de ahí que cuando se supo que el traidor mercenario estaba en la casa de María Esperanza esta fue asaltada e incendiada. Aunque el rey Enrique compensó a la dueña por este desaguisado, ella no quiso volver allí y se marchó a otra posesión suya. Cuando, desaparecidas casa y posesión, se empezó a edificar por aquí, quedó el nombre de Esperanza para la calle. Hay que decir que la otra finca también dio origen a un nombre en nuestro callejero, el de la calle de Esperancilla, hoy conocida como del Marqués de Toca, de la que hablaremos cuando toque.