25.6.21

Fúcar (Calle del)

Retrato de Jakob Fugger, por Durero
(Staatsgallerie Altdeutsche Meister, Augsburgo)

Entre las calles de Moratín y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes. 

Antes de llamarse así, nuestra calle ostentó los nombres de calle de los Trinitarios y calle de Jesús. Ambas antiguas denominaciones tienen que ver con la cercana capilla de Jesús de Medinaceli, pues junto a ella estuvo en su día el convento de la Encarnación, de trinitarios calzados. La actual se debe a la castellanización del apellido Fugger, el de una familia alemana de financieros, quizá unos de los fundadores del capitalismo. Originarios de Augsburgo, a finales del siglo XV ya eran unos de los principales comerciantes de Europa. Su auge llegó con Jakob II, que, entre otras muchas cosas costeó la elección de Carlos V como emperador. Su hijo Anton fue el financiero oficial del emperador y de Felipe II, quienes le otorgaron concesiones comerciales y parte de los beneficios del oro traído de América; a mediados del siglo XVI era el hombre más rico del mundo. Pues precisamente en esta calle tuvieron su casa madrileña los Fugger o Fúcares, de ahí que el 11 de enero de 1835 pasase a llamarse así. Hay quien sostiene que deberíamos decir calle de los Fúcares, para referirnos a toda la familia. Cada cual que se quede con lo que prefiera. En cualquier caso, en los azulejos de Ruiz de Luna a quien se representa es a Christoph, que tuvo mucha más relación con Praga que con nuestra villa (si es que tuvo alguna).

18.6.21

Fresa (Calle de la)


Entre la calle de Zaragoza y la plaza de la Provincia. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol. 

Varios nombres ha tenido a lo largo de su historia esta breve, estrecha y umbría callecita. Parece ser que el más antiguo fue el de calle de las Zapaterías, pues en ella abundaban los establecimientos donde se vendía calzado de segunda mano. No se nos olvide que muchas de las vías de esta zona tienen nombres de origen gremial. Más adelante empezó a conocerse como calle de los Bodegones o de las Velas, seguramente cuando los zapateros se marcharon para dejar su lugar a las vendedoras de fresas que traían su producto desde Villaviciosa. A finales del siglo XVIII los sabrosos frutos de Aranjuez reemplazaron a las anteriores, así como las castizas manolas a las aldeanas como sus vendedoras. Sin embargo, la denominación de calle de las Velas se mantuvo hasta la reforma del marqués viudo de Pontejos. Había ya otra calle de las Velas (la que hoy conocemos como de López Silva) y el 11 de enero de 1835 adquirió la nuestra su nombre actual, tal vez cuando ya la presencia de las manolas vendedoras de fresas no era más que un recuerdo.

11.6.21

Fray Luis de León (Calle de)


Entre la Ronda de Atocha y el paseo de Santa María de la Cabeza. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer. 

Poca historia tiene nuestra calle, que a finales del siglo XIX apenas estaba formada y cuyas primeras construcciones fueron de tipo fabril –sobre todo almacenes de maderas en época de Répide-, en consonancia con lo que se pensó para este barrio. 

Desde el 1 de enero de 1881 lleva el nombre del religioso y poeta ascético Fray Luis de León, una de las figuras más eminentes de nuestra Literatura. Nació en la localidad conquense de Belmonte hacia 1527 o 1528, en una familia de conversos. Siendo un adolescente, marchó a Salamanca para entrar en religión y para estudiar en su Universidad, de la que acabó convirtiéndose en catedrático. Fray Luis era agustino y su buen hacer como profesor le granjeó las envidias de los dominicos, quienes lo metieron en prisión (eran quienes estaban a cargo de la Inquisición) por haber traducido el Cantar de los Cantares y por preferir el texto hebreo de la Biblia antes que el latino de la Vulgata. Después fue restituido a su cátedra. Parece ser que es apócrifa la célebre anécdota que le hace pronunciar “Decíamos ayer…” al comenzar su primera clase tras largos años de cautiverio. Escribió numerosas obras de carácter teológico, pero es célebre sobre todo por sus poesías (¿quién no ha recitado aquello de “Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruïdo…” o lo de “Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado…”?) y por Los nombres de Cristo (1572-85) y La perfecta casada (1583). Murió en Madrigal de las Altas Torres el 23 de agosto de 1591, pocos días después de haber sido nombrado provincial de su orden.

4.6.21

Fray Ceferino González (Calle de)

 


Entre la calle de los Embajadores y la Ribera de Curtidores. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores. 

Varios nombres ha llevado nuestra empinada calle a lo largo del tiempo. El primero, con el que aparece en el plano de Texeira, fue el de San Pedro, que perduró hasta que en 1835 el marqués viudo de Pontejos se dedicó a subsanar uno de los muchos males que tenía la villa: la duplicación de las denominaciones de sus calles. Según nos cuenta Répide, a comienzos del siglo XIX otras cuatro vías de la villa llevaban tal nombre… Así, el 11 de enero de ese año de 1835 pasó a ser la calle de la Pasión. La explicación es que en ella habían establecido una hospedería los frailes dominicos que habían tenido que abandonar el convento de la Pasión, derribado en tiempos de José Bonaparte. Y de ahí viene también la denominación actual, pues en esa residencia de religiosos falleció aquel a quien hoy aquí se recuerda. 

Ceferino González y Díaz Tuñón nació en la localidad asturiana de Villoria el 28 de enero de 1831. Entró en religión en 1844 y antes de llegar a ser ordenado sacerdote fue misionero en Filipinas, lugar en el que además ejerció como profesor universitario de Filosofía y Teología. Vuelto a la metrópoli en 1867, fue nombrado obispo de Córdoba en 1875 tras rechazar antes serlo de Málaga y Astorga. Arzobispo de Sevilla en 1883, cardenal al año siguiente y arzobispo de Toledo en 1885, renunció a la sede primada en 1886 por motivos de salud y volvió a ocupar la de Sevilla, que abandonó igualmente en 1889. Fue miembro de la Real Academia Española, aunque no llegó a tomar posesión del cargo. Murió en la residencia madrileña de los dominicos de la que ya se ha hablado el 28 de noviembre de 1894 y está enterrado en la iglesia de los Dominicos de Ocaña. Apenas unos días después de su muerte, el 7 de diciembre de ese mismo año, se puso su nombre a la calle.