Ruinas del "artificio de Juanelo" en Toledo
(Grabado de Bernardo Rico según una pintura de Serafín Avendaño)
Entre la calle de la Espada y la plaza de Cascorro. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Calle de nombre ancestral, que ya aparece en el plano de Texeira. Antiguamente acababa en la calle de los Estudios, antes de que se derribase el célebre “Tapón del Rastro” y diese lugar a la apertura de la plaza de Cascorro.
Aunque su denominación se corresponde con una de las personas célebres que aquí vivieron, no fue la única. Nuestros cronistas de cabecera citan al pintor toledano Sebastián Muñoz (1657-90), discípulo de Claudio Coello que tuvo la desgracia de morir al caerse de un andamio (al parecer, mientras bailaba en un lugar tan poco adecuado para ello) cuando trabajaba en la cúpula de la iglesia de Nuestra Señora de Atocha. También tuvo aquí su morada, siempre según Peñasco-Cambronero y Répide, Gaspar Melchor de Jovellanos, en concreto en la casa que en tiempos de Répide ostentaba el número 20 y era sede de una Tenencia de Alcaldía. Sin embargo, hoy en día no hay ninguna placa o similar que recuerde a tan insigne huésped (como sí la hay en la plaza del Conde de Toreno, donde también residió Jovellanos).
Pero como se ha dicho casi desde el principio, aunque sin citarlo, esta calle se llama así porque aquí vivió Juanelo Turriano, un ingeniero e inventor que nació en Cremona hacia 1500. Vino a España llamado por Carlos I, de quien fue relojero, luego sirvió a Felipe II, que fue quien hizo que marchase a Madrid; sin embargo, vivió largo tiempo en Toledo, donde ideó un sistema para subir las aguas del río Tajo hasta la ciudad, el conocido como artificio de Juanelo. Quizá más legendario sea su autómata, el “hombre de palo”, capaz de mover manos y pies y creado con la idea de pedir limosa y que dio nombre a una calle de aquella ciudad, donde su creador murió sumido en la pobreza el 13 de junio de 1585. Y acaso menos conocida es una tradición que escuché en la comarca toledana de La Sisla, donde hay unas formaciones de piedra conocidas como las “columnas de Juanelo” (o algo parecido), que, según dicen, su hija era capaz de mover enredadas en sus trenzas. Eso sí que es una leyenda…