3.3.10
Beata María Ana de Jesús (Plaza de la)
Entre las calles de Alicante, Embajadores y Guillermo de Osma y el paseo de las Delicias. Distrito 2 (Arganzuela). Barrios de la Chopera y de las Delicias.
Ya en época de Peñasco y Cambronero se había dedicado una calle en Madrid a esta religiosa, hija de la villa. Se hallaba entre la calle de Bravo Murillo y el paseo de la Castellana, y es la que hoy conocemos como de Cristobal Bordíu. Si bien Répide indica que fue el 11 de octubre de 1875 cuando se cambió el nombre, Peñasco y Cambronero aún hablan en 1889 de la calle de la Beata María Ana.
La protesta de Répide por el destierro de María Ana de Jesús del callejero madrileño se atendió con el tiempo al serle dedicada esta espaciosa plaza, en un importante cruce de calles. María Ana o Mariana de Jesús nació en la calle de Santiago y fue bautizada en la parroquia del mismo nombre el 21 de enero de 1566. Era hija de un pellejero del rey llamado Luis Navarro Ladrón de Guevara y de Juana Romero. En 1575 su padre enviudó, y se volvió a casar con María Jerónima de Pineda. Padre y madrastra la destinaban al matrimonio, pero ella estaba firmemente decidida a seguir una vida religiosa, e hizo voto de ello en la iglesia de San Miguel.
Entre 1601 y 1606 vivió en Valladolid, siguiendo a la Corte, y cuando volvió a Madrid supo de la intención de los mercedarios de crear un convento junto a la puerta de Santa Bárbara. Allí fue a vivir, a una cabaña con un pequeño huerto que levantó en el jardín de la casa del secretario del Consejo de Portugal. La acompañaba Catalina de Cristo, monja algo más joven que ella que se consagró a su ayuda. En 1610 la casa del secretario cambió de manos, y la nueva propietaria expulsó a María Ana y a Catalina de sus tierras. Los frailes de Santa Bárbara cedieron entonces a las religiosas un cobertizo en el que guardaban las herramientas, donde se acomodaron. Allí llevó una vida de santidad que la hizo conocida en toda la Corte. Cuando murió, el 17 de abril de 1624, el hecho causó una grandísima conmoción en Madrid. María Ana de Jesús fue beatificada en 1761 por Clemente XII. Si bien desde entonces la iglesia tiene muchos nuevos santos y beatos, algunos de dudosa reputación y reciente beatificación, los madrileños llevan esperando más de dos siglos para que María Ana sea reconocida oficialmente como santa, algo que popularmente ya se había decretado incluso en vida de la beata. Su cuerpo incorrupto, que primero estuvo en el convento de Santa Bárbara, desde 1835 se conserva en el convento de mercedarias de don Juan de Alarcón.
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