18.12.20

Ferrocarril (Calle del)


Entre el paseo de las Delicias y la glorieta de Santa María de la Cabeza. Distrito 2 (Arganzuela). Barrios de las Delicias y de Palos de Moguer. 

Poca historia tiene esta calle, así llamada desde el 21 de julio de 1880 por estar situada sobre los rieles del antiguo “ferrocarril de cintura”. Era –y es– esta la línea que, partiendo de Atocha llegaba a la Estación del Norte dejando por su camino los apartaderos de la antigua alhóndiga y las estaciones de las Peñuelas e Imperial. Yo aún recuerdo haber visto en su centro, antes de que fuese definitivamente tapada, la trinchera por la que pasaban los convoyes de todo tipo, aunque hoy está reservado solo para los trenes de cercanías. Antes y después de la obra que la dejó al descubierto hubo ahí una especie de bulevar que acabó desapareciendo para dar espacio en toda su anchura a los coches.

(Esta es la última entrada de un año del que todo el mundo -yo incluido- está deseando que acabe. Otras veces he recurrido a las típicas frases que se dicen en estas ocasiones, pero creo que me voy a abstener. La sensación de releer lo escrito el año pasado por estas fechas, cuando no se sabía lo que iba a pasar, es demasiado grimosa como para arriesgarse a repetirla. Además, los virus, que no son más que un conjunto de ácidos nucleicos y proteínas sin más fin que multiplicarse en una célula ajena, no suelen distinguir fronteras ni divisiones arbitrarias del tiempo, con lo cual no creo que una nueva hoja de calendario vaya a suponer cambio alguno para bien o para mal. En cualquier caso, me da la impresión de que 2021 no lo tiene muy difícil para ser siquiera un poquito mejor que el que se va. Ojalá sea así y cuando en el futuro relea esto lo pueda hacer con una sonrisa, aunque sea melancólica.)

 

11.12.20

Ferrer del Río (Calle de)

 


Entre las calles de Francisco Silvela y Cartagena. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de la Guindalera.

Peñasco y Cambronero citan nuestra calle como parte del “ensanche de Buenavista”, una zona en la que entre 1875 y 1900 se levantaron bastantes hotelitos. Répide los menciona y nos indica que en uno de ellos, situado justo en esta vía, murió en 1910 el célebre sainetero Felipe Pérez y González. Hoy no queda prácticamente ninguna de aquellas viviendas unifamiliares. 

Desde el 1 de enero de 1887 lleva esta calle el nombre de Antonio Ferrer del Río, escritor, historiador y periodista nacido en nuestra villa en 1814. Como nuestros ya conocidos Escosura y Espronceda fue alumno de Alberto Lista en el Colegio de San Mateo de Madrid. De joven marchó a Cuba, donde ejerció el periodismo. Vuelto a la Península, fue bibliotecario del Ministerio de Instrucción Pública a la par que continuaba su labor periodística en diversos diarios de la capital, donde se prodigó con seudónimos como “El madrileño” o “El incógnito”. Tuvo también veleidades literarias y se le deben un par de dramas, poesías, un texto para una zarzuela (Los herederos, a la que puso música Barbieri), una novela (De patria a patria), biografías (de, entre otros, Espronceda o Vicente Espinel) y algunas semblanzas costumbristas, además de ejercer como crítico. Quizá su faceta de historiador sea la más importante. Además de traducir algunos importantes trabajos de historiadores extranjeros, escribió diversas obras entre las que destacan Decadencia de España: historia del levantamiento de los comuneros de Castilla o la Historia del reinado de Carlos III. Además, editó La Araucana de Ercilla. En 1853 ingresó en la Real Academia Española, de la que fue bibliotecario en 1867. Murió en El Molar el 22 de agosto de 1872, mientras ejercía el cargo de director general de Instrucción Pública.

4.12.20

Ferraz (Calle de)


Entre la plaza de España y el paseo de Moret. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de Argüelles. 

Hasta mediados del siglo XIX todo este barrio era parte de la posesión del Príncipe Pío y no se empezó a urbanizar hasta 1856; las tapias de esta gran finca llegaban hasta la calle de la Princesa. Cuando se abrió nuestra vía su primer nombre fue el de calle de San Marcial pero ya el 4 de octubre de 1865 le dio el Ayuntamiento su denominación actual. En 1869 se prolongó hasta la actual calle del Marqués de Urquijo y, aunque Peñasco y Cambronero en 1889 aún indican que acaba en el campo, no tardó mucho en llegar a lo que Répide llama su “límite infranqueable” del paseo de Moret, pues más allá se extendía ya el parque del Oeste. 


Más o menos a la vez que comenzaba su urbanización se construyó en su comienzo el Cuartel de la Montaña. Esto ocurrió en 1860 y el arquitecto fue Ángel de las Pozas; el acuartelamiento sirvió para alojar las tropas que antes estaban en el cercano cuartel de San Gil y los fondos para su construcción se obtuvieron de las diversas desamortizaciones que se llevaron a cabo en aquella época. Nada más comenzar la última guerra civil, en julio de 1936, sirvió de refugio a las tropas que se habían sublevado en la capital; el ataque de las fuerzas leales al gobierno legítimo lo redujo a escombros y lo sembró de cadáveres. 

El templo de Debod
(Foto del autor)

Allí se mantuvieron las ruinas hasta que se decidió que en el solar se instalase el templo de Debod. Se trata de un templo egipcio del siglo II antes de Cristo que fue regalado al gobierno español en agradecimiento por su ayuda en el traslado de otros templos más importantes a causa de la construcción de la presa de Asuán. El templo de Debod, que ya llevaba unos cuantos años cubierto por las aguas del Nilo nueve meses al año por causa de una presa anterior al faraónico proyecto de Nasser –lo cual le hizo perder lo que quedaba de su policromía–, fue desmontado de su emplazamiento original en 1961 y estuvo almacenado hasta que en 1970 lo enviaron a España. En su ubicación actual, rodeado de un parque y con una terraza que tiene unas maravillosas vistas y regala unas impagables puestas de sol, fue inaugurado el 18 de julio de 1972. 

Iglesia de Santa Teresa
(Foto CC BY-SA Luis García)

Pero no hemos empezado desde el principio y hemos de volver hacia atrás… Poco antes de llegar al templo de Debod, junto a la plaza de España, nos encontramos con la curiosa iglesia de Santa Teresa, con su cúpula multicolor. Este “templo nacional de Santa Teresa de Jesús” y convento de carmelitas es obra de Jesús Carrasco Muñoz, que le dio aspecto de fortaleza como símil de Las Moradas. Se levantó entre 1923 y 1928 y en principio tenía previsto contar con una torre de casi 90 metros de altura con una gran estatua de la santa, pero como se construyó por suscripción popular está claro que los fondos no llegaron. 

Monumento “Al pueblo del Dos de Mayo de 1808
(Foto CC BY-SA Simon Burchell)

Si seguimos el paseo hacia el templo de Debod, en los amenos jardines que nos encontramos –llamados precisamente de Ferraz– podremos ver el monumento conmemorativo de los héroes del Dos de Mayo (“Al pueblo del Dos de Mayo de 1808”), obra esculpida por Aniceto Marinas en 1891 e inaugurada en el primer centenario de la gesta, el 4 de mayo de 1908. Fue su primitiva ubicación la glorieta de Ruiz Jiménez; después marchó a la de Quevedo y en los años sesenta del siglo pasado se trajo a estos jardines. Un poco más allá, está la estatua de Sor Juana Inés de la Cruz, obra de Enrique Fernández Criach, réplica de la que existe en Ciudad de México y que se inauguró el 19 de octubre de 1981 en la Rosaleda del Parque del Oeste. Se trasladó a estos jardines en 1995. En su pedestal leemos que está dedicada al pueblo de Madrid por el pueblo de México a través del “Claustro Sor Juana Inés de la Cruz”, una prestigiosa universidad mexicana.

Monumento a Sor Juana Inés de la Cruz
(Foto del autor)

A partir del cruce con la calle de Evaristo San Miguel, la nuestra se estrecha y penetra en la cuadrícula de este pequeño rincón del Ensanche. Hay algunos edificios dignos de mención en su trazado, como por ejemplo, en el número 62, el Conservatorio de Música Adolfo Salazar, antigua Escuela de Puericultura, buen ejemplo de racionalismo madrileño levantado en los años treinta, posiblemente como reforma de un palacete. Otro es el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, en el número 63, que ocupa una manzana que en la época de Répide estaba vacía y abandonada, llena de árboles. Al parecer había albergado un jardín de aclimatación y se decía que la había comprado la reina María Cristina para levantar allí un palacio y utilizarlo como residencia. Al final quien la adquirió en 1929 fue el mencionado Colegio, que se tenía que marchar de su anterior emplazamiento al estar afectado por la ampliación de la Gran Vía. El proyecto de construcción, firmado por Manuel de Cárdenas Pastor y Gonzalo de Cárdenas Rodríguez, iba a mostrar también ideas racionalistas pero, paralizadas las obras hasta 1941, cuando se reanudaron dieron como resultado un edificio con el típico aspecto de la arquitectura de posguerra. 

La sede del PSOE
(Foto CC BY-SA Luis García)

En el número 70, casa en la que murió el fundador Pablo Iglesias Posse el 9 de diciembre de 1925, está la sede nacional del Partido Socialista Obrero Español, de ahí que muchas veces se haga equivaler “Ferraz” a la cúpula de este partido. 

Valentín Ferraz y Barrau fue un militar y político que nació en el pueblo oscense de Anciles el 14 de febrero de 1792. Participó en la guerra de la Independencia española y también en las guerras de independencia de las colonias americanas, a las órdenes de Espartero. Fue, por tanto, uno de los “ayacuchos” –sobrenombre despectivo dado por sus detractores, proveniente del nombre de la última batalla de aquellas guerras– a quienes Galdós dedicó uno de sus Episodios Nacionales. Precisamente siguiendo los pasos de este general hizo su carrera política tras regresar a España en 1825. Ocupó altos cargos militares y también fue diputado, senador, ministro de la Guerra y presidente del Gobierno en 1840. Fue, además, alcalde de Madrid entre 1855 y 1857, puesto en el que dejó un buen recuerdo. Murió en El Escorial el 31 de agosto de 1866.

27.11.20

Fernanflor (Calle de)

 


Entre la plaza de las Cortes y la calle de Zorrilla. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes. 

Nuestra calle, cuya acera de los impares está ocupada por una de las fachadas laterales del Congreso de los Diputados, tenía el nombre tradicional de calle del Florín. Su origen proviene de una tradición, según la cual por esta zona había una escuela donde se enseñaba a manejar armas blancas, entre ellas el florete o florín. Al parecer, en cierta ocasión un par de alumnos salieron de ella con no muy buenas intenciones. Intentó mediar entre ellos el hermano Juan Flisco, que era fraile menor en el convento del Espíritu Santo (que ocupaba por entonces el solar de las actuales Cortes), con tan mala suerte que fue él quien se llevó la estocada y se fue para el otro mundo. De este infortunado suceso vino el nombre, al estar en esta calle el lugar donde enseñaron a manejar el “florín” homicida. 

Así fue hasta que 25 de abril de 1902 el Ayuntamiento decidió dedicársela a Isidoro Fernández Flórez, escritor y periodista nacido en nuestra villa en 1840 y conocido con los seudónimos de “Un Lunático” y “Fernanflor”. Trabajó en La Ilustración de Madrid, cuyo director era Gustavo Adolfo Bécquer, y también en El Imparcial; de él fue la idea de publicar el celebérrimo suplemento literario “Los Lunes de El Imparcial”. Colaboró en otros periódicos y también participó en la política: llegó a gobernador civil de Guipúzcoa en 1872. Asimismo escribió cuentos tanto humorísticos como dramáticos e incluso trágicos, así como ensayos de tipo literario. Ingresó en la Real Academia Española en 1898 y murió en Madrid el 7 de abril de 1902. 

En el número 8 de la calle, donde hoy se halla la Delegación del Gobierno de Canarias en Madrid, una placa recuerda que allí murió en 1910 el célebre literato Ricardo de la Vega. Y en la casa contigua hay otra que nos dice que allí se fundó el 16 de junio de 1899 la Sociedad de Autores Españoles, germen de la actual SGAE. En tal fundación participaron, entre otros, Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero o Ruperto Chapí.

20.11.20

Fernando Poo (Calle de)

 


Entre la calle del general Palanca y el paseo de la Chopera. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de la Chopera. 

Desde el 21 de julio de 1880 lleva este nombre nuestra calle, que en principio iba a comenzar en la glorieta de Santa María de la Cabeza, pero que durante mucho tiempo tuvo su origen en la calle de Cáceres. Hoy sale de la del general Palanca, aunque hay una suerte de placita o triángulo que quiere llegar a su arranque previsto. 

Su denominación es la que tuvo en tiempos la isla de Bioko, hoy parte de Guinea Ecuatorial, colonia española hasta 1968. Fernão do Pó fue un navegante portugués que en 1472 descubrió estas islas del golfo de Guinea. Durante años se las disputaron portugueses y holandeses hasta que en 1778 el tratado de San Ildefonso se las otorga a España, que hizo que formasen parte del virreinato del Río de la Plata. Tras la emancipación de las colonias americanas llegó un periodo de abandono que se terminó cuando en 1843 Juan José Llerena se posesionó definitivamente de la isla y terminó con las ambiciones inglesas sobre ella. Siguió un periodo colonial de algo más de un siglo al que se quiso poner fin, al menos sobre el papel, en 1959 convirtiendo la isla en provincia con un estatus muy semejante al que tenían las de la Península. Incluso llegó a tener matrícula propia para los automóviles (FP), semejante a las del resto de España. Poco duró la cosa, pues el 12 de octubre de 1968 nuestro país concedió la independencia a Guinea Ecuatorial y al poco esta isla perdió su nombre, aunque hasta llegar al actual antes debió de padecer el de algún dictador local.

13.11.20

Fernando Garrido (Calle de)


Entre las calles de Vallehermoso y de Galileo. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Arapiles. 

Desde el 6 de febrero de 1860 existe esta calle, que primero se denominó de Fernando el Católico. En 1880 el Ayuntamiento decidió que se llamase así su paralela, mucho más larga, y desde el 1 de enero de 1881 esta pasó a ser la calle Antigua de Fernando el Católico. De Antigua se convirtió en Interior el 1 de enero de 1916 y en Particular el 1 de enero de 1933. Por fin, el 24 de febrero de ese mismo año de 1933 se rotuló tal y como hoy la conocemos. No es de extrañar, pues, que ninguno de nuestros cronistas de cabecera hablen de ella ni que no aparezca en los mapas antiguos que solemos consultar. 

Pero no quedó ahí la cosa. En seguida sabremos quién era el personaje cuyo nombre lleva actualmente y no nos extrañará que el 26 de abril de 1940 volviera a ser la calle Particular de Fernando el Católico. En 1944 fue dedicada al doctor José María Albiñana, personaje de la cuerda del régimen franquista que murió en los asesinatos de la cárcel Modelo en agosto de 1936. Por fin, el 25 de enero de 1980 volvió a llamarse como hoy indican sus rótulos. 

Fernando Garrido Tortosa fue un político y periodista nacido en Cartagena el 6 de enero de 1821. Estuvo en las filas de los primitivos socialistas y desde su traslado a Madrid, en 1845, fundó varios periódicos en los que difundió las teorías de Saint-Simon, Louis Blanc o Fourier. Esto le costó continuos juicios, encarcelamientos y exilios, tanto durante el reinado de Isabel II como tras el triunfo de la Revolución Gloriosa. En 1869 volvió de un nuevo destierro para ser diputado e intendente general de Filipinas, pero tras la caída de la República de nuevo se exilió en Portugal y luego en Francia. Vuelto a España definitivamente en 1879 no dejó de publicar folletos, libros y artículos para difundir sus ideas socialistas hasta su muerte, acaecida en Córdoba el 31 de mayo de 1883.

6.11.20

Fernando el Santo (Calle de)

El palacete de Carlos María de Castro
(Foto CC BY-SA Luis García)

Entre la calle de Almagro y el paseo de la Castellana. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Almagro.

Aunque desde 1867 esta calle lleva el nombre por el que hoy es conocida, según Répide no fue siempre así. Antes su denominación fue calle de Ariel, por un frontón así llamado que estaba por estos andurriales y que también tenía por apelativo “frontón de la Castellana”. Poco antes del cambio de nombre levantó aquí su palacete Carlos María de Castro, el autor del Ensanche, que aún se puede ver en el número 16, con su fachada rojiza y dos bellos miradores. En nuestra calle encontramos, además, dos sedes diplomáticas: el consulado de Argentina, en el número 15, y la embajada de Finlandia, en el edificio que hace esquina con el paseo de la Castellana. 

Fernando III de Castilla
(Miniatura del Índice de los privilegios reales
catedral de Santiago de Compostela)

Fernando III de Castilla, canonizado en 1671 por el papa Clemente X, nació en Peleas de Arriba, en la actual provincia de Zamora, en 1199 o 1201. Unificó los reinos de Castilla y León, pues era hijo de Berenguela, reina de Castilla, y Alfonso IX de León. En 1217 su madre le cedió el trono de Castilla y subió al de León tras la muerte de su padre, en 1230. Todo esto tras una lucha encarnizada con los Lara, encabezados por Álvar Núñez de Lara, alférez mayor de Castilla, que quiso usurpar la corona. Répide cuenta una tradición relacionada con estas luchas, que sitúa a Fernando, niño, y a su madre en nuestra villa, en una casa de campo situada donde hoy están las Descalzas Reales. Se produjo allí un asalto de los partidarios de los Lara del que fueron protegidos por los monjes del cercano monasterio de San Martín. 

Fernando expandió sus reinos hacia el sur. Aprovechando la decadencia almohade conquistó Córdoba en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla en 1248. Asimismo, convirtió en tributario al rey de Granada y planeó la conquista, con visos de Cruzada, del norte de África. Fernando III el Santo murió en Sevilla, ciudad donde había instalado su corte, el 30 de mayo de 1252. Su legado cultural es importante: mandó construir las catedrales de León, Burgos y Toledo y refundó la Universidad de Salamanca.

30.10.20

Fernando el Católico (Calle de)

 

El antiguo cocherón de la Funeraria Municipal, hoy Centro Cultural Galileo
(Foto CC BY-SA Luis García, Zaqarbal)

Entre la calle de Magallanes y la plaza de la Moncloa. Distritos 7 (Chamberí) y 9 (Moncloa). Barrios de Gaztambide, Arapiles y Argüelles. 

Volvemos al Ensanche Norte para recorrer una calle sobre la que Répide tenía mucho que decir y no muy bueno. Cierto es que gran parte de los problemas que describía nuestro cronista de cabecera ya no lo son. Por ejemplo, hace mucho que desaparecieron las cocheras de tranvías que la taponaban en su comienzo. Y el antiguo cocherón de las pompas fúnebres municipales, que estaba “impropiamente situado dentro de un núcleo de población” es hoy en día el Centro Cultural Galileo. Aquí tuvo su primera ubicación la escuela de cerámica que hoy se halla en el Parque del Oeste, junto a una escuela pública que aún hoy existe (se trata del CEIP “Fernando el Católico”).

El antiguo Dispensario Antituberculoso Victoria Eugenia
(Foto CC BY-SA Tamorlan)

Un par de edificios interesantes tienen sus entradas a nuestra calle. Además del Centro Cultural Galileo, que hemos nombrado de pasada, típico ejemplo de la arquitectura neomudéjar de comienzos del siglo XX (obra de Julio Martínez Zapata), en el número 56 está el antiguo Dispensario del distrito de Universidad, antes conocido como Dispensario Antituberculoso Victoria Eugenia, un diseño de Amós Salvador donde se combina el típico ladrillo visto con los elementos racionalistas que entonces (fue construido en 1927-28) empezaban a estar en boga. 

El monumento a los héroes del Plus Ultra
(Foto CC BY someone10x)

Como curiosidad, el final de nuestra calle pasa bajo unos arcos que atraviesan las viviendas militares que hay frente al Cuartel General del Aire. Justo donde acaba se alza un monolito dedicado a los héroes del Plus Ultra (el comandante Franco, el capitán Ruiz de Alda, el teniente de navío Durán y el mecánico Rada), que en enero de 1926 cruzaron por primera vez el Atlántico Sur con un solo avión. Fue diseñado por Luis Gutiérrez Soto y esculpido por Rafael Sanz Rodríguez; se inauguró en 1956.


Fernando de Aragón, hijo de Juan II y Juana Enríquez, nació en Sos (hoy, Sos del Rey Católico) el 26 de octubre de 1452. Tras la muerte de Carlos, príncipe de Viana, fue heredero del trono de Aragón, al que subió como Fernando II el 20 de enero de 1479. Algo menos de diez años antes, en octubre de 1469, se había casado con Isabel, entonces también heredera del trono de Castilla. Participó activamente en la resolución de la guerra civil que siguió a la proclamación de Isabel como reina y en 1475 logró que se le considerase rey de Castilla junto a su esposa, como Fernando V. Así que en 1479 ambos reinos se unieron gracias a este matrimonio. Desde entonces todo fue expansión, primero con la conquista del reino nazarí, luego con el descubrimiento de América y, al final de su vida, con la anexión de Navarra. 

Tras la muerte de Isabel hizo proclamar reina de Castilla a su hija Juana y asumió la regencia. Hubo choques con su yerno, Felipe el Hermoso, que logró una corregencia, pero su prematura muerte (1506) dio al traste con sus ambiciones. Fernando casó en segundas nupcias con Germana de Foix, con la que solo tuvo un hijo que murió al poco de nacer. Fernando II de Aragón y V de Castilla murió en Madrigalejo el 23 de enero de 1516 dejando una inmensa herencia en reinos y territorios a su nieto, el emperador Carlos I de España y V de Alemania.

23.10.20

Fernando VI (Calle de)

Fernando VI, por van Loo
(Museo del Prado, Madrid)

Entre la plaza de las Salesas y la calle de Hortaleza. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia. 

Aunque Peñasco y Cambronero, unos de nuestros cronistas de cabecera, indican que esta calle es de “apertura moderna” lo cierto es que su trazado aparece en el plano de Texeira, con lo cual ya existía a mediados del siglo XVII. En aquellos entonces, la parte de la calle que llega hasta la de Argensola era una mera prolongación de la calle del Barquillo, mientras que el resto se llamaba calle de las Flores. Al menos desde el 13 de octubre de 1864 ostenta su actual denominación.

El palacio de Longoria
(Foto CC BY-SA Luis García)

Dos edificios singulares abren sus portales a esta calle. El primero y más conocido, sito en el número 6, es la antigua casa-palacio de Longoria, donde hoy está la sede de la Sociedad General de Autores. Se trata de uno de los pocos ejemplos del más puro modernismo que tenemos en nuestra villa, con su rica y peculiar decoración. Es obra de José Grases Riera (el mismo arquitecto que proyectó el monumento a Alfonso XII del Retiro) y se construyó entre 1902 y 1903. 

El edificio de Lamarca Hermanos, en pleno arreglo
(Foto CC BY-SA Triplecaña)

En la misma acera, un poco más para allá, en los números 10 y 12 está el remozado edificio “Lamarca Hermanos”, contemporáneo estricto del anterior (es de 1902). A diferencia de la casa-palacio modernista, este edificio más ecléctico mezcló desde el principio los usos industrial y residencial. En los últimos tiempos su fachada ha recuperado los arcos que exhibía el proyecto original, que fueron casi borrados por establecimientos comerciales. El autor de esta obra arquitectónica fue Santiago Castellanos. 

No me puedo olvidar de hacer siquiera una breve mención a una de las librerías más míticas de Madrid, la Antonio Machado, que desde 1971 está en el número 17 de nuestra calle. 

Sepulcro de Fernando VI, en la iglesia de Santa Bárbara
(Foto: Zarateman)

Fernando VI, hijo de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, nació en Madrid el 23 de septiembre de 1713. Malas fueron sus perspectivas en su nacimiento; era el tercero de los hijos de la pareja real, así que en principio contaba poco para la sucesión. Su madre murió muy pronto y la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio, se preocupó mucho más de sus propios hijos (para quienes buscó territorios que gobernar en su Italia natal) que de Fernando y sus dos hermanos Luis y Felipe Pedro. Sin embargo, muerto Felipe Pedro siendo un niño y después su hermano Luis a los pocos meses de suceder a su padre en el trono tras su abdicación, estuvo a punto de reinar ya en 1724, algo que impidió su (¿pérfida?) madrastra. Hasta el momento en que sucedió a su padre, en julio de 1746, él y su esposa Bárbara de Braganza vivieron alejados de la corte y casi aislados, otra gentileza de Isabel. No es de extrañar, pues, que una de las primeras acciones de Fernando al convertirse en rey fuese desterrar a su madrastra. 

Durante su breve reinado el país vivió una época de paz y de desarrollo ilustrado gracias al impulso de ministros como el marqués de la Ensenada. Fernando debió de heredar algo del desequilibrio mental de su padre, algo que se agravó sobre todo tras la muerte de la reina Bárbara el 27 de agosto de 1758. Poco menos de un año la sobrevivió el rey, que se retiró al castillo de Villaviciosa de Odón, donde falleció el 10 de agosto del año siguiente. Sus restos no están en el Panteón de El Escorial, como los de los demás monarcas españoles (a excepción, precisamente, de su padre, Felipe V, y de Amadeo I), sino en la iglesia de Santa Bárbara, que perteneció al convento de las Salesas Reales, donde ya estaba sepultada su esposa.

16.10.20

Fernández de los Ríos (Calle de)


Entre la calle de Bravo Murillo y la plaza de la Moncloa. Distritos 7 (Chamberí) y 9 (Moncloa). Barrios de Gaztambide, Arapiles, Argüelles y Ciudad Universitaria. 

Larga calle que se proyectó en el Ensanche Norte de Castro, pero que hasta bien avanzado el siglo XX no se pudo acabar dado que su tramo inicial estaba ocupado por el cementerio de San Ginés y San Luis, teóricamente clausurado en 1884 pero que no desapareció totalmente hasta muchos años después. Como ya se dijo en el artículo dedicado a la calle de Bravo Murillo, esta zona era la “pariente pobre” del ensanche, pues ocupaba los terrenos con menor valor debido principalmente a la presencia de los cementerios y de las instalaciones del Canal de Isabel II. De modo que su primitivo uso sería militar, carcelario y como lugar de aislamiento de enfermos infecciosos (no muy lejos de aquí estuvo el hospital de epidemias del Cerro del Pimiento). Pero al ir creciendo la villa, toda esta zona quedó en el centro y subió su nivel social. 

Ángel Fernández de los Ríos nació en Madrid el 27 de julio de 1821 y murió en París el 18 de junio de 1880. Periodista, fundó importantes revistas que dieron gran impulso a la prensa gráfica en sus albores. Como político, fue siempre un hombre progresista que participó activamente en las revoluciones de 1854 y 1868. Entre las muchas obras que escribió dos son especialmente significativas por lo que se refiere a Madrid. En 1868 publicó El Futuro Madrid, donde propone al Ayuntamiento revolucionario una serie de reformas para la capital algunas de las cuales son un poco exageradas, pues casi pidió que se derribaran todos los conventos e iglesias de Madrid, no para descongestionar el apelmazado caserío de la villa, sino para que los solares doblasen su valor una vez despejados. Guía de Madrid se llama la otra, aparecida en 1876, obra fundamental donde da numerosas noticias sobre la villa y corte; una de sus partes se dedica precisamente a explicar el origen del nombre de nuestras calles. A pesar de los pesares, Fernández de los Ríos deseó lo mejor para Madrid, y eso se ha de reconocer aunque el que esto escribe no esté de acuerdo con muchas de sus propuestas, y es necesario colocar a D. Ángel como uno de los autores de necesaria consulta para bucear en la historia de nuestra villa y uno de sus mejores cronistas.

9.10.20

Fernández de la Hoz (Calle de)

 


Entre la calle de Zurbarán y la plaza de San Juan de la Cruz. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Almagro y Ríos Rosas. 

Cuando se abrió esta calle, cuya existencia data el Ayuntamiento en 1859, se denominó de Chamartín por su cercanía al camino que llevaba a ese antiguo pueblo. Desde el 29 de diciembre de 1893 lleva el nombre de José María Fernández de la Hoz, político y jurisconsulto nacido en Madrid el 19 de marzo de 1812. Inició su carrera política como diputado por Madrid en 1844, cargo que revalidó en varias ocasiones; también lo fue por las circunscripciones de Ciudad Real y Pontevedra. Fue ministro de Gracia y Justicia en 1858 con Francisco Javier de Istúriz y senador vitalicio. Répide, en su reseña de esta calle, no escatima ironías para comentar los bandazos de Fernández de la Hoz, que fue tanto “puritano” como ministro en el gobierno del “liberal exaltado” Istúriz, tanto miembro de la Unión Liberal como revolucionario de 1868, tanto canovista como, al final de su vida, sagastino. Murió en nuestra villa el 27 de enero de 1887.

2.10.20

Fernán González (Calle de)

 

Estatua de Fernán González en la plaza de Oriente
(Foto: Luis Garcia, Zaqarbal)

Entre las calles de Alcalá y del Doce de Octubre. Distritos 3 (Retiro) y 4 (Salamanca). Barrios de Ibiza y Goya. 

Estamos en la zona oriental del Ensanche, en una calle que a finales del siglo XIX aún salía al campo –lo cual fue cierto hasta bien entrado el siglo siguiente. Desde el 21 de julio de 1880 está dedicada a Fernán González, típico personaje del que son más populares las leyendas que los crudos hechos, protagonista de romances y cantares de gesta como el Poema de Fernán González, escrito casi trescientos años después de su muerte. 

Nació en Lara hacia 910, hijo de Gonzalo Fernández, conde de Burgos, y una dama llamada Muniadona. Logró reunir algunos feudos más y es probable que a finales de 931 o comienzos de 932 el rey Ramiro II de León lo convirtiera en primer conde de Castilla. En ese mismo año participó en la expedición que llegó a lo que entonces era nuestra villa, la aldea musulmana de Magerit, y la conquistó para abandonarla poco después. Desde entonces participó en numerosas acciones guerreras y actuó de forma cada vez más autónoma con respecto al rey, su señor. Se casó en primeras nupcias con Sancha, hija del rey de Navarra, con quien tuvo siete hijos; tras enviudar desposó a Urraca, también hija de (otro) rey de Navarra, que le dio un vástago más. Cuando Fernán González murió, hacia 969 o 970, había convertido su pequeño condado en un gran estado casi independiente que heredó su hijo García Fernández. Poco menos de cien años después de su muerte, en 1065, su descendiente Sancho II se convertiría en el primer rey de Castilla.

25.9.20

Felipe el Hermoso (Calle de)

 

Felipe el Hermoso
(Anónimo flamenco, c. 1500)

Entre las calles de Balmes y del marqués de la Romana. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar.

Ínfima calle, a la que Répide consideraba en peligro de desaparición pero que, según este mismo cronista y otros anteriores (Peñasco-Cambronero) tenía prevista su salida a la calle de Viriato. Hoy no es sino uno de los lados del cuadrado que rodea la Sinagoga de Madrid y al que se abre la fachada de la Biblioteca Municipal “José Luis Sampedro”. 

Quizá sea una venganza para recordar a un personaje que no suele despertar muchas simpatías por estos pagos. Felipe de Habsburgo, nacido en Brujas el 22 de julio de 1478, se convirtió en rey consorte de Castilla por su matrimonio en 1496 con Juana, la hija de los Reyes Católicos. Es, por tanto, nuestro Felipe I, padre del emperador Carlos V. Enemistado con su suegro Fernando al querer desempeñar un papel muy diferente al del simple consorte, se llegó a rumorear que su prematura muerte, acaecida en Burgos el 25 de septiembre de 1506 había sido un envenenamiento promovido por el Rey Católico.

18.9.20

Felipe V (Calle de)

 

La familia de Felipe V, por Van Loo. Nótese quién ocupa el centro de la imagen.
(Museo del Prado, Madrid)

Entre la calle de Arrieta y la plaza de Oriente. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio. 

Se creó esta calle en la gran explanada que dejaron los derribos de José Bonaparte cuando se edificó el Teatro Real, a mediados del siglo XIX. Así se llama desde el 31 de marzo de 1848, aunque tras la revolución de 1868 fue conocida durante algún tiempo como calle de Sorolla, recordando al tejedor Guillem Sorolla, una de las cabezas visibles del alzamiento de las germanías contra Carlos I. 

Felipe V fue el primer rey de la casa de Borbón, que se hizo con el trono después de una guerra que fue civil en España y casi mundial fuera de aquí. Muerto Carlos II sin descendencia, designó como heredero a Felipe de Anjou, que era sobrino-nieto suyo y nieto de Luis XIV de Francia. Había nacido Felipe en Versalles el 19 de diciembre de 1683; muerto Carlos II el 1 de noviembre de 1700, el 16 de noviembre aceptó la corona de España. Llegó a nuestro país el siguiente enero y su entrada en Madrid tuvo lugar el 18 de febrero de 1701. Siguieron doce años de guerra para dilucidar si Felipe conservaría el trono o si se haría con él el archiduque Carlos. El tratado de Utrecht puso fin a la contienda y también al dominio español en Europa. Perdimos todos los territorios que nos quedaban, además de Gibraltar, que aún conservan los británicos. Tras la paz pudo Felipe poner en marcha sus reformas, de corte francés y, por tanto, centralizador, acabando con fueros y privilegios regionales, lo cual para algunos fue el germen de conflictos que aún hoy vivimos. 

Felipe V nunca tuvo muy bien amueblada la cabeza y, tal vez consciente de ello, abdicó en su hijo Luis el 10 de enero de 1724 y se retiró al palacio de La Granja, ese “pequeño Versalles” que sin duda le recordaría su tierra natal. Sin embargo, Luis I murió de viruelas el 31 de agosto de ese mismo año y Felipe volvió a ocupar el trono. En lo que le quedaba de reinado logró “recuperar” los territorios italianos perdidos por el tratado de Utrecht al poner allí como rey a su hijo Carlos, el futuro Carlos III de España. Pasó sus últimos años minado por la enfermedad y por la demencia; murió en Madrid el 9 de julio de 1746.

11.9.20

Felipe IV (Calle de)

Felipe IV, por Velázquez (hacia 1631-32)
(National Gallery, Londres)

Entre el paseo del Prado y la calle de Alfonso XII. Distrito 3 (Retiro). Barrio de los Jerónimos.

Es la nuestra una de las calles que discurre en sentido este-oeste en el señorial barrio de los Jerónimos y, como todas las demás, surgió en el siglo XIX, cuando se urbanizó esta zona, antes ocupada por el palacio del Buen Retiro. Precisamente los dos únicos restos que quedan de aquel complejo están junto a ella: el Salón de Reinos (del que se hablará cuando lleguemos a la calle de Méndez Núñez) y el Casón del Buen Retiro.

La sede de la Real Academia Española
(Foto: J. L. de Diego)

Pero vayamos por orden. El comienzo de la calle tiene dos compañeros excepcionales: el hotel Ritz y, sobre todo, el Museo del Prado, cuya entrada norte da al jardín que está presidido por la estatua de Goya, que da la espalda a la calle que nos ocupa. Un poco más allá nos encontramos con el edificio donde tiene su sede la Real Academia Española. Fue fundada esta institución durante el reinado de Felipe V, que de Francia se trajo esas ideas. Fue su primer mandatario el marqués de Villena y desde su establecimiento en 1713 ocupó un edificio en la calle de Valverde. Con la urbanización de esta zona se pensó en el traslado, ya en 1884. Sin embargo, hasta 1891 no empezaron las obras, que concluyeron tres años más tarde siguiendo un proyecto de Miguel Aguado de la Sierra. Desde entonces se reúnen ahí nuestros académicos, en los últimos tiempos considerados por gente de pocas luces responsables de todas las maldades del mundo, por ejemplo por “permitir” ciertas definiciones en el Diccionario, sin que esa gente parezca saber que la Academia se limita a reflejar los usos que del idioma hacen sus hablantes, los bonitos y los feos, sin imponer nada.

Sigamos avanzando por la calle; antes de llegar al Casón nos encontraremos con el monumento a María Cristina de Borbón, última esposa de Fernando VII y primera regente durante la menor edad de Isabel II. Fue inaugurado en 1893 y es obra de Mariano Benlliure.

El monumento a María Cristina de Borbón y el Casón del Buen Retiro
(Foto CC BY-SA Discasto)

Y, enfrente, tenemos el Casón. Como ya hemos dicho, es uno de los restos del magnífico palacio que hubo por aquí, aunque se construyó más tarde que el complejo principal. Se comenzó en 1637, pero hasta finales del siglo no llegó a estar terminado del todo. Su primer destino fue el de salón de baile, pero hasta que el Estado se incautó del edificio después de la Revolución Gloriosa tuvo muchos y variados usos: sede de una de las cámaras legislativas, gabinete topográfico, picadero, gimnasio y, por fin, Museo de Reproducciones Artísticas y de Arte del siglo XIX. Poco queda de su traza original, ya que todas sus fachadas son del siglo XIX. La que hemos visto a espaldas de la estatua de la Reina Gobernadora hubo de ser reconstruida después de que un ciclón acabase con la original en 1886.

Hoy forma parte del complejo del Prado. Como tal, fue el lugar donde primero se expuso el Guernica de Picasso una vez fue devuelto a España. Recuerdo, en mi época de adolescente, hacer repetidas visitas a este anexo del museo, no tanto para ver la gran obra del malagueño cuanto para disfrutar de los magníficos frescos de Lucas Jordán encargados por Carlos III que adornan el techo. Hoy en día alberga el Centro de Estudios del Museo del Prado.

Felipe IV, el rey galán, nació en Valladolid el 8 de abril de 1605. Si con su padre comenzó la decadencia del imperio español, durante su reinado, que comenzó el 31 de marzo de 1621, se consumó. Al igual que su predecesor dejó el gobierno en manos de un valido, el conde-duque de Olivares, y él se dedicó a “vivir como un rey”, de fiesta en fiesta y de galantería en galantería, con nuestra villa como protagonista de la mayor parte de sus correrías. Entre tanto, España tuvo una desastrosa participación en la guerra de los Treinta Años (ahí ocurrió el desastre de Rocroi, donde los hasta entonces invencibles Tercios fueron derrotados por los franceses) y se produjeron los levantamientos de Portugal y Cataluña de 1640. Portugal obtuvo su independencia y Cataluña cayó en manos de los franceses hasta que Felipe la recuperó en 1652. En 1643 destituyó y desterró a Olivares e inició un periodo de mayor participación en los asuntos de gobierno, pero eso no impidió que la cuesta abajo siguiera. Eso en lo político, porque la cultura española siguió floreciendo en sus siglos de oro: Calderón, Tirso de Molina o Velázquez desarrollaron sus carreras artísticas en esta época y el gran pintor sevillano disfrutó de la protección del rey, al cual retrató en numerosas ocasiones.

Felipe IV murió en Madrid el 17 de septiembre de 1665 dejando como heredero un enfermizo hijo que aún no había cumplido cuatro años y tenía un futuro poco prometedor. El fin de una dinastía.

28.8.20

Felipe III (Calle de)

Estatua de Felipe III, en la Plaza Mayor
(Foto CC BY-SA Luis García, Zaqarbal)

Entre la calle Mayor y la plaza Mayor. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol. 

Nos encontramos en uno de los nueve accesos que tiene la plaza Mayor (diez si contamos el pasadizo que hay bajo la Casa de la Panadería), que ha tenido diversos nombres a lo largo del tiempo. Uno de ellos fue de tipo gremial; cuando se llamaba calle de los Boteros era porque aquí tenían sus establecimientos estos fabricantes de recipientes para vinos. Este gremio solía organizar en el día de Pascua un espectáculo frente a nuestra calle; tras sacar en procesión a su patrón, el Cristo de la Resurrección, montaban un patíbulo en el que ahorcaban y quemaban a una efigie de Judas. 

Una vez los boteros se marcharon con sus tiendas a otros emplazamientos, no le pareció oportuno al Ayuntamiento mantener tal denominación y en 1851 se la dedicó al rey cuya estatua ecuestre preside la aledaña plaza, aunque en 1854 también fue conocida como de la Milicia Nacional a causa de los hechos del 7 de julio de 1822 y de los que se hablará cuando se llegue a la muy cercana calle de tal nombre. 

Felipe III, el monarca con el que empezó la decadencia española, nació en Madrid el 14 de abril de 1578, hijo de Felipe II y de Ana de Austria. Aunque durante su reinado, que comenzó el 13 de septiembre de 1598, llegó la máxima expansión del imperio español, su poca afición por el gobierno permitió que validos corruptos e interesados (los duques de Lerma y Uceda) dirigieran por muy mal camino la política española. Mal recuerdo tiene para nuestra villa el traslado de la capitalidad a Valladolid entre 1601 y 1606 ya que el duque de Lerma estaba más cerca de sus posesiones en la localidad cuyo título ostentaba. El duque también se dedicó a lo que hoy en día llamaríamos “especulación inmobiliaria”, aprovechándose de ambos traslados. 

A pesar de esto, no se puede negar que durante su reinado comenzó el punto más alto de la expansión cultural que conocemos como los Siglos de Oro. Cervantes, Lope, Góngora, Quevedo escribieron muchas de sus obras durante este reinado y Velázquez empezó su carrera como pintor, eso por citar solo a unos pocos. Felipe III murió en nuestra villa el 31 de marzo de 1621.

21.8.20

Felipe II (Avenida de)


La antigua plaza de toros, recién terminada.
(Foto: Laurent, 1874)

Entre las calles de Alcalá y la plaza de Salvador Dalí. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya. 

Durante muchos años esta avenida, casi plaza, fue conocida como de la Plaza de Toros, ya que finalizaba en la que hubo entre 1874 y 1934 donde hoy se encuentra el Palacio de los Deportes. Se levantó esta plaza para substituir a la que estaba junto a la Puerta de Alcalá (véase calle de Serrano), y la fecha de su inauguración, el 4 de septiembre de 1874, tuvo un cartel difícilmente superable: Manuel Fuentes Bocanegra (que fue quien mató el primer toro), Rafael Molina Lagartijo, Francisco Arjona Currito, Vicente García Villaverde, José Lara Chicorro, Ángel Machío y Ángel Fernández Valdemoro, con toros de Veragua, Miura, Antonio Hernández, Puente López, Núñez de Prado, Anastasio Martín y López Navarro. Fue ésta la plaza de la edad de oro de la tauromaquia, y en ella se vieron los grandes triunfos y también los grandes fracasos de los diestros arriba mencionados y además de otros tan importantes como Frascuelo, Gordito, Mazzantini, Guerrita, El Espartero, Joselito, Belmonte, Rafael el Gallo, Rodolfo Gaona, Sánchez Mejías, Granero, Vicente Pastor, Marcial Lalanda... Y en ella encontraron la muerte también varios toreros, desde el que inauguró la macabra lista, Manuel Canet Llusio, banderillero al que mató el Miura Chocero en la primera corrida de Beneficiencia celebrada en esta plaza el día 23 de mayo de 1875, hasta Gitanillo de Triana, que fue el último, el 14 de agosto de 1931 tras ser cogido el 31 de mayo, pasando por El Espartero, el 27 de mayo de 1894, Florentino Ballesteros, el 24 de abril de 1917 o Manuel Granero, el 7 de mayo de 1922. 

Al parecer, en los años veinte, cuando Répide escribía sus artículos sobre las calles de nuestra villa, la plaza de la carretera de Aragón, como así era conocida, ya estaba amenazada de desaparición. La culpable era la Diputación Provincial, propietaria del coso, que ya la veía pequeña y obsoleta aunque todavía no había cumplido cincuenta años. Lo cierto es que el edificio tenía valor arquitectónico y era muy bello. Era una obra neomudéjar diseñada por Emilio Rodríguez Ayuso y Lorenzo Álvarez Capra, con capacidad para 13.000 espectadores. Es verdad que en la nueva plaza caben 23.000, pero no era esa una excusa para derribar la antigua. Además, la construcción de la nueva se demostró precipitada, pues aunque fue inaugurada oficialmente en 1931 (y eso a pesar de que en su fachada dice Año 1929), la lejanía del centro y lo inhóspito que entonces era el entorno del Puente de Ventas impidieron que empezase a funcionar hasta 1934. Y ese año fue derribada la vieja plaza de Goya, aunque la puerta quedó durante un tiempo en el solar, como testimonio de lo que allí hubo antes. Y, a pesar de los temores de Répide sobre el posible uso que la Diputación fuese a dar al solar, la verdad es que estuvo largo tiempo vacío, hasta que en 1960 se inició la construcción del Palacio de los Deportes, obra de los arquitectos García-Barbón y Soleras Mauri y del ingeniero Briones. A mediados de la década de 1990 se volvió a hablar de la demolición de este nuevo local de espectáculos para dejar su sitio a la construcción de viviendas, es decir, a la especulación. Era un disparatado proyecto de algún arquitecto municipal con vocación de constructor inmobiliario que rápidamente fue desmentido por los políticos de turno, pero quizá no con la rotundidad que se podía esperar, así que lo que pasase con el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid quedaba con un resquicio de incógnita. La desgracia pareció haberse aliado con los promotores de la desaparición del Palacio de los Deportes el 28 de junio de 2001, día en que un incendio prácticamente lo destruyó. Las especulaciones sobre su futuro se disiparon cuando el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, informó de que se había decidido su reconstrucción, ya que la estructura no había sufrido daños irreversibles. Hoy ya no se llama Palacio de los Deportes y su nombre varía según la marca publicitaria que lo patrocine, aunque casi todo el mundo lo sigue conociendo por la denominación tradicional.

(Foto CC BY-SA Carlos Ramón Bonilla)

Actualmente, como no hay ya plaza de toros, la avenida está dedicada a Felipe II, rey de España que curiosamente no tenía antes ninguna calle en Madrid. Felipe II es un monarca muy importante en la historia de nuestra villa, a la que trajo la corte en 1561. Nació Felipe de Habsburgo y Portugal en Valladolid el 21 de mayo de 1527, hijo de Carlos V y de Isabel de Portugal. Siendo niño, sanó de unas fiebres gracias al agua de la milagrosa fuente que hizo brotar San Isidro, y su madre la emperatriz, en agradecimiento, hizo levantar la primera ermita en 1528, cuando Isidro no era aún ni beato. Esta sea quizá una de las razones por las que el rey tenía un gran cariño por Madrid y que más tarde le hizo instalar aquí la corte. 

Felipe II, por Sofonisba Anguissola
(Museo del Prado, Madrid)

No es este el lugar adecuado para contar siquiera brevemente los numerosos hechos que sucedieron en el largo reinado de Felipe II, que se inició tras la cesión de la corona de España por su padre el 16 de enero 1556. Me limitaré a indicar que Madrid le debe no sólo la capitalidad, sino también la fundación del desaparecido convento de San Felipe el Real, la reorganización del caótico sistema de hospitales que había en la villa, y ya fuera de ella, la construcción de esa maravilla que es el Monasterio de El Escorial, donde murió el 13 de septiembre de 1598.

24.7.20

Feijoo (Calle de)

Benito Jerónimo Feijoo, por Palomino
(Grabado del siglo XVIII)

Entre las calles de Bravo Murillo y del General Álvarez de Castro. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar. 

Desde el 6 de febrero de 1860 está dedicada esta vía al religioso ilustrado Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro. Nacido en Casdemiro, en Orense, el 8 de octubre de 1676, en el seno de una familia hidalga, fue muy pronto dedicado a la vida monástica, en la orden benedictina. Impartió clases en varias ciudades del noroeste de España hasta que en 1709 se convirtió en catedrático de Teología de la Universidad de Oviedo, ciudad donde pasó el resto de su vida y donde murió el 26 de septiembre de 1764. Gran erudito, introductor del género del ensayo en la literatura española, sus dos obras más importantes son el Teatro crítico universal (1727-39) y las Cartas eruditas y curiosas (1742-60). Sus obras disfrutaron de una difusión inusitada para la época y fueron traducidas a varios idiomas.

17.7.20

Fe (Calle de la)

(Foto: CC BY-SA Osiliab)

Entre la plaza de Lavapiés y la calle del Salitre. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores. 

Se conoce hoy Lavapiés como el “barrio multicultural” de Madrid, donde, mejor o peor, conviven personas venidas de muchos sitios que tienen usos y costumbres de lo más variopinto. Sin embargo, no siempre fue así. Hay quien sostiene que Lavapiés fue la judería de Madrid; esta calle era uno de sus centros, como vía de acceso a la sinagoga, que estaba donde hoy se alza la iglesia de San Lorenzo. Expulsados los judíos por los Reyes Católicos, pasó la calle como reacción a denominarse como se llama hoy en día, muestra del ejercicio de tal virtud teologal por los monarcas. 

Lo anterior lo recogen cronistas como Peñasco-Cambronero y Répide y aquí se hace constar dada su autoridad; hoy en día hay quien cuestiona tal explicación, pues se hace notar que el barrio se formó tras la expulsión de 1492 (Mesonero Romanos, en su Antiguo Madrid, dice que a mediados del siglo XVI “ya existía numeroso caserío más allá de la cerca que […] corría desde la puerta de Antón Martín hasta la calle de Toledo”, pero no es más explícito en cuanto a las fechas), con lo cual difícil era que hubiese judíos (de no ser conversos) y judería por la zona. Cada cual que saque sus conclusiones.

10.7.20

Farmacia (Calle de la)

La Real Academia de Farmacia
(Foto CC BY-SA Luis García)

Entre las calles de Fuencarral y de Hortaleza. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia. 

Esta era la calle de San Juan o de San Juan Bautista hasta que allí se establecieron los estudios que hoy le dan nombre. Aunque farmacia y medicina no eran disciplinas independientes, ya en 1736 se creó un Real Colegio de Boticarios que concedía ciertas prebendas a los ejercientes de tal profesión. Cuando en 1799 Carlos IV abolió el Protomedicato establecido por los Reyes Católicos, los estudios de Farmacia lograron separarse de los de Medicina y, antes de recalar en esta calle, la primitiva facultad peregrinó por varios lugares de Madrid (las cercanías del Real Colegio de San Carlos, el convento del Carmen Descalzo en la calle de Alcalá, la calle del Barco…) Al final, entre los boticarios del reino se hizo una colecta que sirvió para comprar los terrenos de nuestra calle, en la que el arquitecto Pedro de Zengotita levantó el edificio de la nueva Facultad entre 1827 y 1830. Hoy en día es la sede de la Real Academia de Farmacia.

3.7.20

Factor (Calle del)

La catedral de la Almudena, desde la calle del Factor
(Foto CC BY-SA Luis García)

Entre las calles Mayor y de Noblejas. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio. 

Varios nombres ha tenido esta vía; en el plano de Texeira se llama algo así como calle de las Pereas. Dado lo que ha cambiado el caserío por esta zona, hubo una porción algo más ancha, cerca de su final, que en su momento se conoció como plaza de Esquilache, pues por ahí andaba el palacio de los Borja, donde nació el poeta, militar y virrey del Perú Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache. La denominación actual se debe a que aquí vivió Fernán López de Ocampo, que fue factor (esto es, recaudador de impuestos) de Felipe II. 

El final de nuestra calle se alza sobre un talud desde el que hay unas preciosas vistas sobre la catedral de la Almudena.

26.6.20

Extremadura (Paseo de)

La iglesia de Santa Cristina, en el Paseo de Extremadura
(Foto CC BY-SA Asqueladd)

De la glorieta del Puente de Segovia al límite del término municipal. Distrito 10 (Latina). Barrios de la Puerta del Ángel, Lucero, Aluche, Campamento, Cuatro Vientos y Las Águilas. 

De siempre este fue el camino que iba hacia Extremadura, si bien en un principio se conoció como camino de las Ventas de Alcorcón o de Móstoles, como se rotula en el plano de Texeira. Mucho tiempo fue conocido como carretera de Extremadura, hasta que el Ayuntamiento decidió convertirla en paseo el 8 de noviembre de 1912. 

Y desde el principio, al menos en estos tiempos modernos, no se caracterizó por ser una vía muy cuidada por el consistorio, quién sabe si por dudas sobre su jurisdicción. ¿Es vía pública municipal? ¿Es carretera radial y, por tanto, depende de otra administración? El caso es que ya hace un siglo Répide se lamentaba de la dejadez municipal haciendo hincapié sobre todo en el hedor que desprendían sus cunetas. Hoy en día su intenso tráfico no es plato de gusto para quienes viven en sus orillas y, a medida que nos alejamos del centro, vemos la decadencia de los antiguos barrios que surgieron a su vera, cerca de los numerosos acuartelamientos, la mayoría de los cuales están ya abandonados y darán lugar a futuros desarrollos urbanísticos. 

Al comienzo de la vía se hallaba la ermita del Ángel, levantada a principios del siglo XVII y desaparecida en 1783, en la que estuvo la imagen del Ángel de la Guarda que coronó la ancestral Puerta de Guadalajara. Desaparecida la ermita, quedó su nombre para la que tal vez sea puerta más famosa de la Casa de Campo. También al comienzo de esta larguísima vía se halla un edificio digno de mención, la iglesia de Santa Cristina, que en su día lo fue de un asilo del mismo nombre, fundación de la reina madre doña Cristina de Habsburgo, y que hoy es parroquia con la misma advocación. Es obra de Enrique María de Repullés y Vargas y se levantó en 1904; constituye un buen ejemplo del estilo neomudéjar en reacción a la “rutina gótica” imperante en la época (también en opinión de Répide).