24.5.19

Emilio Carrere (Calle de)

Emilio Carrere
(Caricatura de Manuel Tovar)

Entre las calles de Vallehermoso y de Galileo. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de los Arapiles. 

Hasta los años 30 del siglo pasado no se formó esta calle, sita en una zona del Ensanche Norte a la que le costó arrancar, quién sabe si por causa de la cercanía de los cementerios que por allí hubo y que ahí seguían, bien que clausurados, cuando llegaba la mitad del XX. 

Antes denominada Pasaje de Vallehermoso, el 29 de abril de 1949 decidió el Ayuntamiento dedicársela a Emilio Carrere, escritor madrileño nacido el 18 de diciembre de 1881. Aunque trabajó en el Tribunal de Cuentas, pronto se despertó en él la vocación literaria. Fue poeta, periodista y frecuentador de la bohemia vida nocturna madrileña. Se decantó por el bando franquista durante la guerra y al acabar esta escribió en el diario Madrid. En 1943 fue nombrado cronista de la villa. Murió, también en Madrid, el 30 de abril de 1947. De su producción literaria cabe mencionar la novela La torre de los siete jorobados, en la que se basó Edgar Neville para su película homónima, obra maestra del “expresionismo castizo”.

17.5.19

Embajadores (Glorieta de)

(Foto CC BY-SA 3.0 Luis García)

Entre las calles de los Embajadores y Miguel Servet, la Ronda de Valencia, el paseo de las Acacias y la Ronda de Toledo. Distritos 1 (Centro) y 2 (Arganzuela). Barrios de los Embajadores, Acacias y Palos de Moguer. 

Aquí se hallaba el Portillo de Embajadores, una de las entradas (o salidas) secundarias de la Cerca de Felipe IV. Desaparecida la tapia en 1869, tuvo esta plaza una formación lenta; hubo de colmatarse el arroyo de Embajadores e ir haciendo desaparecer las casas que se interponían en su trazado elíptico. Aún en época de Répide faltaba para llegar a su estado actual. 

Cabe citar, como curiosidad, que en esta glorieta están unos de los pocos baños públicos que quedan en Madrid.

10.5.19

Embajadores (Calle de los)

(Foto CC-BY-SA 3.0 Luis García)

Entre la plaza de Cascorro y la carretera de Villaverde a Vallecas. Distritos 1 (Centro), 2 (Arganzuela) y 13 (Puente de Vallecas). Barrios de los Embajadores, Acacias, Chopera, Legazpi, Delicias, Palos de Moguer y Entrevías. 

Nos encontramos con una de las calles más tradicionales de nuestra villa, que por mor de las diferentes prolongaciones ha devenido asimismo en una de las más largas. Relegada en origen al tramo que llega hasta la glorieta del mismo nombre, en tiempos Portillo de Embajadores, ya en la época de Peñasco y Cambronero se le había añadido el llamado Paseo de Embajadores, más tarde el que aún Répide llama el Paseo Blanco, luego parte del paseo del Molino hasta alcanzar la vía del tren (la que hoy utiliza la línea C-5 de Cercanías) y al final más y más hasta llegar a la antigua carretera de Villaverde a Vallecas. 

Le viene el nombre por haber sido abierta en unos terrenos que en su día se llamaron el Campo de los Embajadores. Según la tradición, habiendo recibido el rey de Castilla Juan II embajada de Túnez, Aragón, Francia y Navarra empezó la peste a asolar la villa. El monarca se marchó a Illescas y los embajadores ocuparon diferentes fincas situadas en esta zona, que entonces eran campos sitos a las afueras de Madrid. Se formó una suerte de colonia internacional aislada para evitar el contagio antes de que los diplomáticos volvieran a sus países. 

Iglesia de San Millán y San Cayetano
(Foto CC-BY-SA 3.0 Luis García)

Hay varios edificios interesantes en nuestra calle. Comencemos con la parroquia de San Millán y San Cayetano, cuyo segundo santo es quien da pie a una de las verbenas más castizas de la ciudad. Este templo fue fundado por los frailes teatinos en el siglo XVII. Las obras comenzaron hacia 1678, con un proyecto que casi seguro fue obra del arquitecto Marcos López. Sin embargo fueron las dos figuras más importantes del barroco madrileño, José de Churriguera y Pedro de Ribera, quienes dieron su forma final a la iglesia. Las obras concluyeron en 1761. En 1869, tras el derribo de la iglesia de San Millán, se trasladó aquí su parroquia. 

La iglesia fue incendiada en julio de 1936 y se perdieron todos los tesoros artísticos que albergaba; durante la guerra se apuntaló para evitar su desplome, bajo la dirección de un joven arquitecto que respondía al nombre de Fernando Chueca Goitia. Más adelante fue restaurada y en 1962 se reabrió al culto. En esta iglesia está enterrado Pedro de Ribera. 

El Centro Cultural Tabacalera
(Foto CC BY-SA 2.0 Fred Romero)

Al final de lo que Répide llama “parte histórica y tradicional” de la calle hay otros dos edificios dignos de mención que hoy tienen una función muy distinta de aquella para la que fueron ideados. El más antiguo es el actual centro cultural Tabacalera, que ocupa el edificio construido a finales del siglo XVIII por orden de Carlos III como sede del estanco de aguardiente y naipes. En 1809 abandonó la elaboración de licores para dedicarse al tabaco. Fue, por tanto, propiedad de la empresa estatal de fabricación de tabacos; cuando esta se privatizó, el edificio fue desocupado y posteriormente abandonado. En 2003 se hizo cargo de él el Ministerio de Cultura y en él conviven en la actualidad un espacio público de promoción del arte con el “Centro Social Autogestionado” cedido en 2010 por el Ministerio a un grupo de artistas y vecinos de la zona que trabajan en su mantenimiento. 

El I.E.S. Cervantes
(Foto CC-BY-SA 3.0 Luis García)

Justo enfrente nos encontramos con el Instituto de Enseñanza Secundaria “Cervantes”, que se halla en lo que en su día fue Escuela de Veterinaria. El edificio, obra de Francisco Jareño, se levantó entre 1878 y 1881 en terrenos que pertenecieron al Casino de la Reina y que por entonces eran parte de los jardines del Museo Arqueológico Nacional. Tal museo estuvo, desde 1871 en unos edificios del mencionado Casino de la Reina, hasta que en 1893 se trasladó a su sede actual. En cuanto a la Escuela de Veterinaria, fue fundada en 1793 en un edificio que se hallaba al final del paseo de Recoletos, justo donde hoy están la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico. A mediados del siglo XIX fue demolido y la Escuela se trasladó primero a la carrera de San Francisco y luego a esta ubicación, donde permaneció hasta 1958, cuando se convirtió en lo que es hoy, un instituto de enseñanza media.