27.12.24

Laurel (Calle del)

(Foto: Judgefloro)

Entre los paseos de las Acacias y de Juan Antonio Vallejo-Nájera Botas. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de las Acacias. 

Desde el 11 de abril de 1874 se llama oficialmente así esta calle, aunque al parecer el nombre fue dado en principio de forma particular por los vecinos. Poca leyenda y poca historia se puede contar aquí, pues la causa no fue otra que la presencia de un laurel especialmente frondoso que había en algún jardín y que llamó tanto la atención como para dar su nombre a la vía.

(Esta es la última entrada de este año que se nos va y, por tanto, voy a aprovechar para desear a toda persona que tenga la paciencia de leer estas entradas un muy feliz y magnífico año 2025. Ojalá sea así para todo el mundo.)

20.12.24

Latoneros (Calle de)

Felipe IV, por Velázquez
(National Gallery, Londres)

Entre la calle de Toledo y la plaza de Puerta Cerrada. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol. 

Calle de nombre ancestral y gremial, cuya explicación está en que aquí se establecieron los latoneros y también, según Répide, los veloneros. Nuestros cronistas habituales cuentan una tradición relacionada precisamente con uno de los trabajadores del latón que por aquí tenía su establecimiento. Nos remontamos al siglo XVII, al reinado de Felipe IV, rey que entre sus muchas aficiones tenía la de escribir versos. Se dice que por entonces había aquí un latonero que se había hecho famoso por la capacidad de improvisar poesías y el rey quiso probarlo. Así que un día se presentó en la latonería y saludó con un octosílabo: 

Dícenme que vertéis perlas. 

A lo cual respondió el otro: 

Sí, señor; mas son de cobre 
y como las vierte un pobre
nadie se baja a cogerlas, 

No me resisto a reproducir el jocoso comentario de Répide a esta tradición: “En lo cual haría muy bien la gente, porque si eran de cobre, ya que no eran perlas sino una especie de perdigones que no merecían la pena de que nadie se inclinara hasta el suelo para hacer su recolección”.

13.12.24

Larra (Calle de)

Grabado de Bernardo Rico según un dibujo de Vicente Urrabieta
Aparecido en El museo universal en 1857

Entre las calles de Barceló y de Sagasta. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia. 

Con nuestra calle ocurrió algo semejante a lo que ya se narró en el artículo dedicado a la calle de Juan de la Cierva, que sufrió una suerte de “intercambio” de denominaciones con la de Gustavo Fernández Balbuena. Pues aquí la otra fue la de Juan de Urbieta, de la que en su momento ya se dijo que también se había llamado de Larra.

¿Cómo fue la cosa? Esta calle, que es de las que Peñasco y Cambronero catalogan como “de apertura moderna” en su época (1889), fue bautizada el 18 de febrero de 1862 como calle de Juan de Urbieta. Quizá el Concejo se olvidó de ella, pues cuatro años después dio ese mismo nombre a otra calle, la que aún se sigue llamando de esa manera. Alguien debió de darse cuenta de la duplicidad y el 1 de enero de 1875 aquella calle de Juan de Urbieta pasó a ser la de Larra. Unos meses después, el 9 de abril se produjo un intercambio y la de Larra volvió a ser Juan de Urbieta y la primitiva de Juan de Urbieta se convirtió en la actual calle de Larra. En definitiva, un galimatías, como sucede de vez en cuando con las actuaciones municipales. 

Répide menciona el edificio que en sus tiempos ocupaba el número 8 (actualmente es el 14) y albergaba las oficinas de los periódicos El sol y La voz y hoy en día es la sede de la Fundación Diario Madrid. Es un magnífico ejemplar de estilo modernista levantado entre 1907 y 1908 según un proyecto de Jesús Carrasco y Encina y que se amplió en repetidas ocasiones. Después de la guerra civil aquí estuvieron diarios ligados al régimen franquista como Arriba y también el periódico deportivo Marca. Estuvo abandonado entre 1963 y 1985, cuando, casi ruinoso, fue restaurado por la Comunidad de Madrid y luego pasó a ser propiedad de la Fundación antes mencionada. 

Mariano José de Larra, esclarecido periodista, máximo representante del género del artículo de costumbres, nació en nuestra villa el 24 de marzo de 1809. Muy niño marchó a Francia con su familia y allí empezó a formarse. Regresó a España en 1818 y en 1825 se estableció definitivamente en Madrid, donde empezó a practicar el periodismo tres años después. Se caracterizó por usar numerosos seudónimos (“El Duende”, “Juan Pérez de Munguía”, “El pobrecito hablador”); entre ellos el que siempre estará ligado a él es el de “Fígaro”. Algunos de sus artículos han pasado a la posteridad. ¿Quién no ha oído aquello de “Vuelva usted mañana”? ¿Quién no se ha sobrecogido con “El día de difuntos de 1836”? Larra estuvo casado y tuvo tres hijos; sus fracasados amores adúlteros con Dolores Armijo y su desencanto ante la situación de España lo llevaron al suicidio en su casa de la calle de Santa Clara el 13 de febrero de 1837 (una placa, en la esquina con la calle de la Amnistía, recuerda que allí vivió y murió).

6.12.24

Lanuza (Calle de)

Juan de Lanuza, por Nicolás Ruiz de Valdivia (c. 1860-70)
(Diputación Provincial de Zaragoza)

Entre el paseo del Marqués de Zafra y la calle de los Peñascales. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de la Fuente del Berro. 

Ya no conserva nuestra calle ninguno de los hotelitos a los que hace mención Répide (en seguida volveremos sobre ellos). Tampoco su nombre inicial, que fue el de calle del Progreso. Así fue desde el 1 de enero de 1898 hasta el 26 de julio de 1901, cuando se le otorgó el actual. 

En uno de sus hotelitos, en concreto el que tenía el número 18, se cometió un tremendo crimen del que también se hace eco Répide, pero sin dar más detalles aparte de que fue famoso “por la singularidad de sus circunstancias” y la “condición social” del criminal. Resumiendo mucho, Manuel Ferrero había quedado en junio de 1916 en ese hotelito con Nilo Aurelio Sáinz para formalizar la compra de un molino en un pueblo de Zamora. La culpa de todo la tuvieron las 100 000 pesetas que iba a costar la transacción. Sáinz y su hijo Federico, para apoderarse del dinero, asesinaron a Ferrero dándole un tremendo hachazo por la espalda y luego enterraron el cuerpo procurando eliminar todas las pistas. Sin embargo, fueron descubiertos por la policía y condenados: Nilo a muerte (aunque se le eximió de la pena al considerar que estaba loco) y Federico a cadena perpetua.(*)

Juan de Lanuza y Urrea, a quien homenajea la calle, fue un Justicia de Aragón nacido en Zaragoza en 1564. Se hizo tristemente célebre en la historia de España al ser arbitrariamente ejecutado por orden de Felipe II por haber protegido a Antonio Pérez, antiguo secretario del rey perseguido por el asesinato de Escobedo, secretario de don Juan de Austria. Los actos de Lanuza, que se limitó a cumplir con su obligación, propiciaron la huida de Pérez a Francia, lo cual encolerizó al monarca. Pérez fue decapitado por orden directa de Felipe II en Zaragoza el 20 de diciembre de 1591.

(*) Información tomada del blog Historias de Madrid (https://imagenesmadrid.wordpress.com/2015/12/30/el-crimen-de-la-calle-lanuza/)