Entre las calles de Santa Cruz de Marcenado y de Alberto Aguilera. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.
Corta calle la nuestra, que bordea el edificio neomudéjar del I.C.A.I. No es mal emplazamiento, pues, para dedicar una calle a un importante escritor que fue jesuita. Baltasar Gracián nació en Belmonte de Calatayud en 1601. Entró en la Compañía de Jesús muy joven. Ejerció como profesor de Sagrada Escritura en Zaragoza, pero la naturaleza de sus escritos, con los que siempre tuvo problemas, hizo que fuese destituido y desterrado. A Gracián muchas veces se le cita sólo como un seguidor de Quevedo porque, como en él, su estética es conceptista. Y esto hace que se olvide que fue un moralista con una visión sumamente crítica y pesimista del mundo. Entre sus obras destacan El héroe (1637), retrato del príncipe ideal; El político (1640), panegírico del rey Fernando el Católico; El discreto (1646), donde da su idea del cortesano perfecto y, sobre todo la novela alegórica El criticón, publicada en tres partes (1651, 1653 y 1657). Murió en Tarazona en 1658.