25.2.22

General Lacy (Calle del)


Entre las calles de Méndez Álvaro y de Ramírez de Prado. Distrito 2 (Arganzuela). Barrios de las Delicias y de Palos de Moguer. 

La idea inicial, en el proyecto del Ensanche, era que nuestra calle se hubiese prolongado mucho más hacia el sur, hasta llegar a la confluencia de la calle de Embajadores con el paseo del Molino, pero al final no pasó de la actual calle de Ramírez de Prado, que en la época de Répide eran “terrenos del ferrocarril de Madrid a Cáceres y Portugal”. Justo en esa zona está la que fue fábrica de cervezas y hoy Biblioteca Central de la Comunidad de Madrid, de la que se hablará cuando lleguemos a la calle de Ramírez de Prado. 

Luis Lacy y Gautier, cuyo nombre lleva la calle desde el 21 de julio de 1880, nació en San Fernando (Cádiz) el 11 de enero de 1775; como bien indican sus apellidos, sus padres eran descendientes de irlandeses y franceses. De familia de militares, ingresó en el ejército siendo un niño. Participó en la campaña del Rosellón en 1794 y, tras ser expulsado del ejército mientras servía en Canarias, se alistó para formar parte de las tropas francesas que luchaban en los diferentes estados alemanes. Tras la invasión francesa, desertó y volvió a servir en el ejército español en su lucha contra las fuerzas napoleónicas. Contrario al absolutismo, participó junto al general Francisco Milans del Bosch en un pronunciamiento que tuvo lugar en Cataluña en favor de la Constitución de Cádiz en 1817. Fracasada la intentona, Milans logró huir, pero Lacy cayó prisionero. Fue juzgado (su expediente de acusación fue redactado por el general Castaños) y ejecutado en Palma de Mallorca el 5 de julio de ese mismo año.

18.2.22

General Ibáñez de Ibero (Calle del)


Entre el paseo de San Francisco de Sales y la avenida de la Reina Victoria. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Vallehermoso. 

No estaba nuestra calle prevista en el plan inicial del Ensanche; por aquí tenían que haber andado las prolongaciones de las calles de Blasco de Garay y Galileo. Sin embargo, el desarrollo de esta zona se dio de forma diferente. Fue en la segunda década del siglo XX cuando se empezó a formar la vía, que fue denominada calle B por el Ayuntamiento el 1 de enero de 1924. No tardó mucho en cambiar de nombre. Por entonces se estaba empezando a construir allí la sede del Instituto Geográfico Nacional y el 26 de marzo de ese mismo año se decidió homenajear a quien fue su primer director. 

Nació Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero en Barcelona el 14 de abril de 1825. Ingresó muy joven en el ejército y tras unos comienzos un tanto agitados, en los que participó en alguna de las algaradas militares tan abundantes en el siglo XIX, adoptó desde 1851 un perfil más científico. Fue uno de los principales impulsores de la geodesia en España y participó en la medición de la base de Madridejos, el punto de partida de la red geodésica española. También estuvo en las comisiones que determinaron el valor internacional del metro y el kilogramo. Se le deben algunas interesantes representaciones de las calles y los inmuebles de Madrid, como el “plano parcelario” o las llamadas “hojas kilométricas”, ambos trabajos de la década de 1870. Fue el primer director del Instituto Geográfico Nacional (llamado entonces Instituto Geográfico y Estadístico), creado en 1870 por Eduardo Benot, cargo que ocupó hasta 1889. Murió en Niza el 28 de enero de 1891. En la esquina con el paseo de San Francisco de Sales hay desde el año 1957 un monumento en su memoria.

Reproducción de la Hoja Kilométrica 7F en el suelo del
vestíbulo del Edificio 17, Universidad Carlos III de Madrid, campus de Getafe.
(Foto del autor)

El edificio del Instituto, que como ya hemos comentado se encuentra en esta calle y es el motivo de su denominación, fue construido entre 1923 y 1929 según un proyecto de Pedro Mathet y Rodríguez y se podría encuadrar dentro de un prerracionalismo que evoluciona desde el estilo neomudéjar tan utilizado en Madrid por aquella época.

Monumento al general Ibáñez de Ibero, en la calle de su nombre
(Foto CC BY-SA Harvey Kneeslaper)

Una curiosidad de esta calle es que su numeración va al revés de lo habitual en la villa, esto es, empieza en el punto más alejado de la Puerta del Sol, su confluencia con la avenida de la Reina Victoria.

 

11.2.22

General Díaz Porlier (Calle del)

Juan Díaz Porlier
Grabado de José Fernández Cuevas aparecido en 
La ilustración gallega y asturiana (1880)

Entre las calles de Alcalá y de Francisco Silvela. Distrito 4 (Salamanca). Barrios de Goya y de Lista. 

El único edificio que destacan nuestros cronistas en esta calle es el convento de monjas del Beato Orozco, que se hallaba en la esquina con la calle de Goya, donde hoy se levantan unos grandes almacenes. No nos debimos de perder nada con su desaparición; Répide nos indica que su iglesia era de ese “estilo gótico tan rutinariamente usado” a finales del siglo XIX. 

El primer nombre de nuestra calle, dado por el Ayuntamiento el 21 de julio de 1880, fue el de General Porlier. Acabada la última guerra civil, el 4 de julio de 1941, el régimen franquista le puso el nombre de los Hermanos Miralles, que lucharon en su bando durante la contienda fratricida. El 25 de enero de 1980 recuperó la denominación original, eso sí, con el añadido del primer apellido del homenajeado. 

Nació Juan Díaz Porlier en Cartagena de Indias, en 1788; la identidad de sus padres es dudosa, aunque es probable que fueran Esteban Antonio Porlier, militar de infantería, y una sobrina del virrey que posiblemente fue ingresada en un convento tras el alumbramiento. Siendo un niño, se trasladó primero a Buenos Aires y luego a La Habana de la mano de María Ignacia Salas, viuda del virrey de Nueva Granada. En 1802 se enroló en la capital de Cuba en el barco que mandaba Rosendo Porlier, hermano de su supuesto padre. Estuvo, a las órdenes de Gravina, en el combate naval de Trafalgar. Luego pasó a la infantería y participó en la guerra de la Independencia, primero de forma regular y luego como jefe de una partida de guerrilleros que actuó sobre todo por el norte de España. Fue entonces cuando le dieron el apodo de El Marquesito. Acabada la guerra, se opuso al absolutismo de Fernando VII y participó en el pronunciamiento de septiembre de 1815 en La Coruña, a resultas de lo cual fue ahorcado en esa ciudad el 3 de octubre siguiente.

4.2.22

General Castaños (Calle del)

El general Castaños, por Vicente López (1848)
(Colección del duque de Bailén, Toledo)

Entre la plaza de las Salesas y la calle de Génova. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia. 

En el plano de Texeira, la primera parte de nuestra calle es en realidad un callejón sin salida llamado de las Ánimas. Cuando se urbanizaron los terrenos que antes pertenecieron al convento de las Salesas se abrió el resto, primero hasta la calle de Orellana y luego hasta su final actual, en la de Génova. Gran parte del lado de los pares no existe, ya que allí está la amplia explanada con jardines de la plaza de la Villa de París. Mucha relación tiene esta vía con la Administración de Justicia, ya que al principio, haciendo esquina con la plaza de las Salesas, están, por un lado, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y, enfrente, la fachada lateral del Tribunal Supremo, una vez pasada la iglesia de Santa Bárbara, cuyo lado también da aquí. De hecho, la plaza de la Villa de París se llamó en tiempos de la Audiencia, como veremos al llegar al artículo correspondiente. En esta zona ajardinada me contaba mi abuela que, con trece o catorce años, bajaba a jugar a la cuerda al poco de llegar a Madrid (hacia 1929) para servir en una casa que estaba precisamente en la calle del General Castaños. 

Que así se llama desde el 20 de diciembre de 1875, en homenaje a uno de los héroes de la guerra contra los invasores franceses. En Madrid nació Francisco Javier Castaños el 22 de abril de 1758, de padres vascos. Estudió en el Seminario de Nobles de nuestra villa y con solo diez años ya fue nombrado capitán de infantería por Carlos III, no por sus méritos, lógicamente, sino por los de su padre. Su vida militar empezó verdaderamente en Cádiz, en 1774. Era coronel cuando participó en 1793 en la guerra contra la Francia revolucionaria. Estaba al mando de la comandancia del Campo de Gibraltar, ya como teniente general, cuando la Junta Suprema de Sevilla le encomendó la puesta en marcha de un ejército en Andalucía como respuesta a la invasión napoleónica. Fue este ejército el primero que fue capaz de infligir una derrota a las fuerzas imperiales francesas, en la batalla de Bailén (19 de julio de 1808). Después de esto fue presidente del Consejo de Regencia.

La rendición de Bailén, por Casado del Alisal
(Museo del Prado, Madrid)

Acabada la guerra, permaneció fiel al poder absoluto de Fernando VII (en 1833 fue nombrado duque de Bailén) y, salvo en el periodo del Trienio Constitucional, ocupó altos cargos militares y civiles. Fue presidente del Consejo de Estado y de las Cortes y también del Consejo de Regencia durante la minoría de edad de Isabel II, de quien fue asimismo tutor en 1844. Murió en Madrid el 24 de septiembre de 1852, sumido en el olvido y la pobreza. Estuvo enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres, pero en 1963 sus restos se trasladaron a la ciudad a la que su nombre estará siempre unido, Bailén.