Busto del Conde de Aranda en porcelana de Alcora
Foto: CC BY-SA 3.0 Joanbanjo
Entre las calles de Serrano y de Velázquez. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Recoletos.
Otra calle tranquila, de edificios señoriales, en la parte más antigua del Ensanche en el barrio de Salamanca. Está dedicada a Pedro Pablo Abarca de Bolea, décimo conde de Aranda, que nació en la localidad oscense de Siétamo el 1 de agosto de 1719. Se educó en Italia y viajó mucho por Europa, donde entabló amistad con los enciclopedistas, cuyas ideas intentó propagar más adelante por España. Fue también militar y diplomático y en 1766 fue elegido para presidir el Consejo de Castilla, tras el Motín de Esquilache. Desde entonces ejerció una benéfica influencia sobre Carlos III, que hizo que su reinado fuese uno de los más admirables de los últimos tiempos. A él, entre otros, también se debió la expulsión de los jesuitas en 1767. Ocupó posteriormente, y durante diez años (1773-83), el cargo de embajador en París. A su vuelta no retornó al poder, que ahora ostentaba su rival, el conde de Floridablanca. Sin embargo, su influencia seguía intacta, incluso después de la llegada de Carlos IV al trono, y en 1792 volvió a estar al frente del gobierno durante unos meses a la par que Floridablanca era encarcelado. Sin embargo, poco le duró la gloria: en 1794 cayó en desgracia por las intrigas de Godoy y fue desterrado a Jaén. Al año siguiente el rey le permitió volver a su tierra aragonesa; se retiró a Épila, en la provincia de Zaragoza, donde murió el 9 de enero de 1798.
En el edificio moderno que ocupa el número 9 de esta calle, una placa nos recuerda que ahí estuvo la casa en la que nació, el 28 de febrero de 1886, el pintor José Gutiérrez Solana. Y en el actual número 17 hay otra que nos indica que en esa finca falleció, el 29 de noviembre de 1901, el eminente político catalán Francisco Pi y Margall.