28.5.12
Calvario (Calle del)
Entre las calles de Jesús y María y del Olivar. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.
Dice la tradición que San Francisco de Asís estuvo en Madrid, donde fundó el monasterio que hoy en día se conoce con su nombre. Una de las cosas que hizo el santo junto con sus compañeros fue establecer un Via Crucis, con permiso del Concejo, que se iniciaba en el monasterio y finalizaba en un calvario que se situaba donde hoy está nuestra calle. La Hermandad de la Vera Cruz seguía el Via Crucis el Viernes Santo, y la celebración culminaba en el calvario con un sermón dado por un fraile franciscano.
El calvario era considerado terreno sagrado, y por lo tanto se hicieron en él enterramientos. También era costumbre sepultar en él a los reos ajusticiados por lapidación o descuartizamiento. No es extraño, pues, que cuando la villa absorbió en su crecimiento estos parajes, apareciesen numerosos restos humanos al excavar para hacer los cimientos de las casas. Los restos que se encontraron se llevaron al cementerio de la parroquia de San Sebastián. Cuenta Capmany, citando las memorias del conde de Mora, que en la cruz que señalaba la novena estación del Via Crucis estaba enterrado el defensor de la torrecilla llamada del Leal, al que mandó ahorcar Enrique II por el delito de haber permanecido fiel al rey legítimo, Pedro I.
11.5.12
Callao (Plaza del)
Foto: Luis García
Entre la Gran Vía, las calles de los Preciados y del Carmen y el postigo de San Martín. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.
A mediados del siglo XIX se abrió un espacio entre las calles de los Preciados y del Carmen al derribar parte de la manzana 378. Así surgió nuestra plaza, que recibió su nombre en 1866 a raíz del bombardeo del puerto peruano del Callao por la armada española el 2 de mayo de ese año. Fue en esa acción de la inverosímil guerra del Pacífico cuando Méndez Núñez dijo su famosa frase: “Antes honra sin barcos que barcos sin honra.” Y efectivamente fue la honra lo único que se jugó, pues en la acción no hubo ni vencedores ni vencidos, ni sirvió para nada, sólo para que muriesen muchas personas.
Cuando se construyó la Gran Vía, se dio salida hacia ella a la plaza del Callao, y de esta forma se hizo desaparecer a la pequeña calle de San Jacinto, que salía de nuestra plaza y llegaba a la calle de la Abada. Hoy en día la plaza del Callao es un punto eminentemente cinematográfico en nuestra villa, ya que a los cercanos cines de la Gran Vía se une el Callao, cuya fachada domina la perspectiva del lugar. El cine Callao fue la primera obra importante que hizo en Madrid un arquitecto que luego construiría muchos y muy interesantes edificios en la villa, Luis Gutiérrez Soto. Éste fue levantado entre 1926 y 1927 y muestra una gran influencia del cercano Palacio de la Música, obra de Secundino Zuazo. Su enorme cartelera anunciadora es quizá una de las imágenes más conocidas de Madrid.
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