Entre las calles de Velázquez, Pedro de Valdivia y López de Hoyos. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.
Durante mucho tiempo este cruce de caminos no llevó nombre alguno, hasta que a alguien del Ayuntamiento se le ocurrió convertirlo en una plaza y dedicársela a un personaje cuya influencia fue importantísima para el desarrollo de la villa y que le dio gran parte de la forma que hoy es reconocible en su centro: la cuadrícula del Ensanche.
Este personaje no es otro que el ingeniero sevillano Carlos María de Castro, nacido en la localidad de Estepa el 24 de septiembre de 1810. Desde 1835 formó parte del cuerpo de Ingenieros de Caminos del Ministerio de Fomento y, como tal, participó en numerosas obras públicas, muchas de las cuales tuvieron lugar en la capital. Así, por ejemplo, tomó parte tanto en la traída de aguas a Madrid por medio del Canal de Isabel II o en la reestructuración de la Puerta del Sol que dirigió Lucio del Valle.
En 1857 el Gobierno decidió que había que proceder a crear un ensanche en Madrid. El ministro de Fomento, que por entonces era Claudio Moyano, encargó el proyecto a Castro, que lo presentó en 1859. La ciudad crecería por el norte, el este y el sur siguiendo una retícula ortogonal inspirada en el plan Cerdà para Barcelona, con unas características determinadas para cada manzana (que posteriormente no se respetaron) y también para cada sector del Ensanche. Finalmente, un foso rodearía la ciudad haciendo las mismas funciones de tipo arancelario que por entonces aún tenía la Cerca de Felipe IV, que no desaparecería hasta varios años después.
Castro siguió trabajando en el proyecto hasta que la Gloriosa expulsó a Isabel II del trono. La caída de la reina supuso también la de Castro, aunque su impronta ha perdurado y es evidente para cualquiera que eche un vistazo al plano de la capital. En ella murió el 2 de noviembre de 1893.