31.1.14

Cardenal Solís (Calle del)


Entre las calles de los Embajadores y de Bernardino de Obregón. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

Calle que a finales del siglo XIX carecía de nombre y era de propiedad particular, en ella había un lavadero, llamado de San Dámaso, que llegaba hasta la paralela vía de Palos de la Frontera, entonces conocida con el nombre erróneo de Palos de Moguer que, curiosamente, aún designa el barrio administrativo en que nos encontramos. Se recuerda aquí al prelado madrileño Francisco de Solís y Folch, barón de Santa María de Aracena, que nació en la iglesia de San Francisco el 16 de febrero de 1716. Ingresó en religión y en 1749 se le nombró arzobispo de Trajanópolis, uno de esos cargos que daba la iglesia con sede en tierras dominadas por infieles y que tenían acaso un carácter honorífico. Ese mismo año empezó a administrar la sede arzobispal sevillana, hasta que en 1752 fue designado obispo de Córdoba. Poco después fue nombrado arzobispo de Sevilla y elevado a la dignidad cardenalicia. En 1774 se trasladó a Roma y allí murió el 21 de marzo de 1775, durante la elección del papa Pío VI.

17.1.14

Cardenal Silíceo (Calle del)


Entre las calles de López de Hoyos y del Corazón de María. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de la Prosperidad.

Juan Martínez Guijarro fue un prelado, matemático y lógico español nacido en la localidad pacense de Villagarcía de la Torre en 1477. Poco se sabe de su infancia y juventud, aunque sí que de su tierra marchó a Valencia y luego a París, ciudad de cuya universidad llegó a ser profesor. Regresó a España, concretamente a Salamanca, donde se ordenó sacerdote y se convirtió en catedrático de la universidad. En 1531 fue nombrado por el emperador Carlos preceptor del príncipe Felipe, el futuro rey Felipe II. En 1541 se convirtió en obispo de Cartagena y en 1545 arzobispo de Toledo, ciudad en la que murió el 31 de mayo de 1557. Cabe destacar entre sus obras un Libro de Aritmética práctica, publicado en París en 1513 y una Logica brevis, aparecida en Salamanca en 1524. En cuanto a “Silíceo” no es sino la latinización de su apellido, tal vez, como indica Répide, por consecuencia de la “vayas y burlas con que sabía que los cortesanos motejaban su apellido y lo humilde de su origen”.