27.1.17

Covarrubias (Calle de)


Diego de Covarrubias, por El Greco
(Museo del Greco, Toledo)

Entre las calles de Sagasta y Luchana. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Trafalgar. 

Nos dice Répide que estos parajes se llamaron en su momento el “campo del tío Mereje”, denominación un tanto castiza que cuadra poco con las casas muy burguesas que hoy encontramos en las aceras de nuestra calle, que está dedicada a un importante jurista y eclesiástico español del siglo XVI. Diego de Covarrubias y Leyva nació en Toledo el 25 de julio de 1512, aunque pronto se trasladó a Salamanca, donde estudió leyes y en cuya Universidad obtuvo una cátedra en 1540. Fue oidor en la Real Chancillería de Granada entre 1548 y 1559 y ocupó dos sedes episcopales: Ciudad Rodrigo (1560-64) y Segovia (1560-77). Tuvo una importante participación en el Concilio de Trento y, como jurista, se destacó como antiesclavista en relación con los indígenas americanos. En septiembre de 1577 fue nombrado obispo de Cuenca, pero no llegó a tomar posesión, pues murió en nuestra villa el día 27 de ese mes.

20.1.17

Coruña (Calle de La)


Foto: CC BY-SA Edmar Lastra Castillejos

Entre las calles de Bravo Murillo y de la Infanta Mercedes. Distrito 6 (Tetuán). Barrio de Cuatro Caminos.

Poca historia podemos contar de esta calle, la mayoría de cuyos edificios son bastante modernos. Está dedicada a la provincia de La Coruña, o A Coruña, que es su nombre oficial, que el 1 de enero de 2016 tenía 1.122.799 habitantes, según el INE. En su capital, la ciudad del mismo nombre, residen 243.978 almas. Hay que citar otras dos importantes poblaciones de la provincia, Ferrol, con 68.308 habitantes y base naval de primer orden y Santiago, con 95.966 vecinos y no solo importantísimo lugar de peregrinación cristiano, sino capital de Galicia.

13.1.17

Cortes (Plaza de las)


Palacio de las Cortes, sede del Congreso de los Diputados
(Foto CC BY-SA Paco López)

Entre la Carrera de San Jerónimo y la plaza de Cánovas del Castillo y las calles de Fernanflor, del duque de Medinaceli, de San Agustín y del Prado. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Este amplio espacio que desembocaba en el Salón del Prado proveniente de la Puerta del Sol ya aparece con una forma muy semejante a la actual en el plano de Texeira, pero carece de nombre. De varias maneras se denominó hasta que a mediados del siglo XIX, levantado en ella el edificio de las Cortes, pasó a ser conocida como hoy en día. Calzada del Espíritu Santo, plaza de Santa Catalina, de Cervantes, del Estamento de Procuradores… Diferentes edificios –o los usos que a ellos se dieron- han marcado la nomenclatura de este paraje situado como frontera entre dos marañas de calles.

El primero de los nombres citados hace alusión al convento del Espíritu Santo, que desde finales del siglo XVI ocupaba el espacio de la actual sede del Congreso de los Diputados. Su iglesia, que databa de 1648, quedó casi destruida durante un incendio en 1823, lo cual no impidió que once años después, muerto Fernando VII, se eligiese como lugar de reunión del Estamento de Procuradores previsto por el Estatuto Real de 1834 –y que le dio el último de los nombres que antes se han citado. Mesonero Romanos, un tanto airado, critica que posteriormente se eligiese este mismo emplazamiento para levantar el edificio actual. Según él, el gobierno progresista de 1841 que tomó la decisión lo hizo sólo para eliminar la memoria tanto del convento como de ese Estamento de Procuradores y por lo tanto se perdió una buena oportunidad de situar una institución tan importante en un lugar mucho más vistoso y adecuado –Mesonero menciona los lugares donde hoy se hallan el Hotel Ritz o el jardín del palacio de Buenavista, en la esquina entre Alcalá y Recoletos, como buenas alternativas.

Sea como fuere, en 1842 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando convocó un concurso para levantar el edificio, que ganó Narciso Pascual y Colomer. Se construyó entre 1843 y 1850 y el 3 de noviembre de este último año se celebró solemnemente la primera sesión. En el frontón, bajo el relieve de Ponciano Ponzano, durante mucho tiempo apareció, como ahora, el rótulo “Congreso de los Diputados”, con la salvedad de las dictaduras de Primo de Rivera, cuando ahí se podía leer “Asamblea Nacional” y la franquista, en la que se cambió por “Cortes Españolas”. En los años 80 del siglo pasado se añadió un nuevo edificio hacia la carrera de San Jerónimo, de factura muy moderna y sobre el cual casi prefiero reservarme la opinión.

Unas líneas más arriba se ha mencionado que esta plaza también se llamó en tiempos de Santa Catalina, y ello es así porque aquí hubo un convento de monjas dominicas con este nombre. Se trata de una institución muy viajera, ya que se fundó hacia 1510 en una casa situada en lo que hoy es la plaza de Oriente. En 1574 se trasladaron por primera vez, a la plaza de los Mostenses, de donde se marcharon, por orden del duque de Lerma, en 1610 para ocupar lo que hasta entonces había sido el Hospital General, en la actual plaza de las Cortes. El monasterio perduró aquí hasta que en 1808 fue derribado por los franceses y sustituido por una manzana de casas –las monjas se volvieron a trasladar. Actualmente hay en su lugar, entre otras cosas, un hotel de lujo, además del Consejo General del Colegio de Médicos y, en la misma manzana pero dando ya a la Carrera de San Jerónimo, la embajada de México.


La estatua de Cervantes en la plaza de las Cortes
(Foto: CC BY-SA Paco López)


En este espacio triangular, algo más ancho, de la plaza, se encuentra la estatua de Cervantes, que en su momento también le dio nombre. Fue erigida por iniciativa de Manuel Fernández Varela, Comisario General de Cruzada, a quien también vimos costeando la placa de la casa en la que vivió el Príncipe de los Ingenios españoles (véase la calle de Cervantes). Obra de Antonio Solá, situada sobre un pedestal de Isidro Velázquez con relieves de Isidro Piquer, se levantó en 1834. En el año 2005 se acometieron unas obras de reforma de toda la plaza que, como siempre en el casco antiguo, implicaron una prospección arqueológica que dio como resultado, el 5 de diciembre de 2009, el hallazgo, bajo el pedestal de la estatua, de una caja de plomo que contenía una edición del Quijote en cuatro tomos publicada en 1819, una biografía de Cervantes, monedas de la época, un ejemplar del Estatuto Real, periódicos, láminas y otros documentos. Se trata del típico conjunto de materiales contemporáneos que se colocan en un monumento o edificio en el acto de poner la primera piedra, aunque la prensa se apresuró a ponderar ampulosamente el hallazgo de esa “cápsula del tiempo”.

Ya al final de la plaza, junto al Prado, nos encontramos, por un lado, el edificio del Hotel Palace, uno de los más lujosos de Madrid, que fue levantado entre 1910 y 1913 según un proyecto de Eduardo Ferrés y Puig que fue posteriormente modificado por el belga Leon Monnoyer y por ingenieros pertenecientes a la empresa propietaria, también belga. Ocupa el terreno en el que a finales del siglo XVII levantó su palacio el duque de Lerma; fue heredado después por el de Medinaceli y se convirtió en una de las posesiones más grandiosas y lujosas de la villa. Su decadencia comenzó con la ocupación francesa, durante la cual los invasores se incautaron de él y provocaron numerosos destrozos. Desde mediados del siglo XIX, además, empezó a perder terreno, ya que a través de la finca se abrieron las prolongaciones de las calles de Lope de Vega y Cervantes y la apertura de la calle que justo lleva el nombre del duque de Medinaceli. Lo último que subsistió fue el palacio, que fue derribado poco antes del comienzo de las obras del hotel.

Por otro lado, y enfrente del Palace, está el palacio de Villahermosa, que alberga el Museo Thyssen y que por estar su entrada por el Paseo del Prado se hablará allí de él.