26.12.14

Carros (Plaza de los)


Fachada sur de la Capilla de San Isidro
Foto: E. Csonka, tomada de Wikimedia Commons

Entre la plaza de la Puerta de Moros, la plaza de San Andrés, la costanilla de San Andrés y la calle de Don Pedro. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

El espacio cuadrangular de esta plaza, presidido por la fachada sur de la majestuosa capilla de San Isidro de la iglesia de San Andrés, no existía en el plano de Texeira, con lo cual su apertura data, como muy pronto, de finales del siglo XVII. Debe su nombre no a una leyenda ni sucedido, sino a que allí es donde paraban los carros que se alquilaban para transportes y lo debieron de seguir haciendo hasta al menos finales del siglo XIX, época en la que Peñasco y Cambronero escribieron su obra sobre nuestras calles, ya que a este hecho se refieren en presente los grandes cronistas.

Nos cuenta Répide que, poco antes de la época en la que escribió sus artículos sobre las calles de Madrid, intentó el Ayuntamiento entregar parte del terreno de esta plaza para ampliar el espacio que ocupaba una casa particular entonces en construcción, algo que no solo la estrecharía sino que además impediría la visión de la monumental capilla. Fue gracias a sus protestas por lo que no se cometió el desafuero.

Durante algún tiempo, a mediados del siglo pasado, esta plaza de llamó de Julio Romero de Torres.

22.12.14

Bernardo López García (Calle de)

(Cuelo aquí "de rondón" y fuera del orden alfabético esta calle, ya que en su momento se me pasó. La excusa es que su nombre antiguo comienza por "P" y por eso aparece mucho más adelante en los libros de los cronistas que son mi fuente principal.)


Monumento a Bernardo López García en Jaén
Foto: Kordas

Entre la travesía del Conde-Duque y la calle de Amaniel. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Durante muchos años esta fue la calle del Portillo, sin más leyenda o tradición que ser el camino que conducía al portillo del Conde-Duque. Desde 1925 está dedicada al poeta Bernardo López García, que nació en Jaén el 11 de diciembre de 1838 y falleció en el número 9 de esta calle el 15 de noviembre de 1870. Una placa recuerda al escritor, que tuvo la desgracia de hacerse enormemente famoso por un solo poema, su Oda al Dos de Mayo (1866), cuyos celebérrimos cuatro primeros versos son:

Oigo, patria, tu aflicción
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón.

Pareciera que no hubiese escrito nada más, pero sí que compuso muchas otras poesías y además fue periodista, oficio que ejerció en El eco del país, diario en el que publicó su Oda. Murió, casi en la miseria, pocos días antes de cumplir 32 años.


19.12.14

Carretas (Calle de las)


Foto: Basilio

Entre la Puerta del Sol y la plaza de Jacinto Benavente. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

La calle de las Carretas es la salida natural por el sur de la Puerta del Sol y, como tal, en tiempos fue una vía de primer orden para el tráfico, rodado o no, de la villa. Los diferentes cronistas consultados están de acuerdo en decir que el nombre le viene de una barricada hecha con carretas por los comuneros para hacer frente a las tropas de Carlos V, barricada que se hizo por esta zona cuando aún era extramuros. Capmani y Répide incluso se detienen a dar una descripción bastante detallada del hecho de armas, que incluyó el bárbaro acto, por parte de los defensores, de colocar sobre las carretas a los enfermos del cercano hospital de San Ricardo para que los atacantes se avinieran a un acuerdo, como finalmente sucedió. Peñasco y Cambronero, que también se hacen eco de esto, lo sitúan en el mundo de las tradiciones ya que, según ellos, los documentos que pudieron consultar solo permitían hablar de una resistencia comunera en el Alcázar y no en otros puntos de Madrid.

Sea como fuere, hubiese o no carretas en aquella sublevación, el nombre quedó así desde que empezaron a construirse casas. No se caracteriza la calle por albergar en sus aceras –por cierto, las primeras que hubo en Madrid, junto con las de la calle de la Montera, construidas por los propios vecinos por orden del alcalde marqués viudo de Pontejos en cumplimiento de añejas normas a las que nadie había hecho caso hasta entonces y que, como todas las novedades, levantó las correspondientes protestas de los madrileños- grandes edificios históricos ni monumentos deslumbrantes, pero algo hay digno de mención. Por ejemplo, que aquí estuvo, concretamente en el número 4, el célebre café del Pombo, donde mantuvo su tertulia Ramón Gómez de la Serna, y que no pudo sobrevivir ni a la posguerra ni a la ausencia de su asiduo más famoso, exiliado allende el océano. En el número 10 hay un edificio que es el único mencionado en la Guía de Arquitectura y Urbanismo de  Madrid del Colegio Oficial de Arquitectos (al menos en la edición que yo poseo, que ya tiene unos años). Un edificio que se hizo recientemente famoso. Se trata del antiguo Hotel Residencia Madrid, una obra de corte neoclásico proyectada hacia 1930 por Ramón Lucini Calleja; llevaba un tiempo abandonado cuando fue ocupado el 15 de octubre de 2011 por grupos próximos al movimiento 15-M, que indicaron que iban a utilizarlo para realojar a familias desahuciadas. La aventura acabó apenas dos meses después, cuando el 5 de diciembre fueron expulsados por la policía y las puertas del hotel tapiadas, como siguen en la actualidad.



Isabel Gea destaca en su obra sobre los nombres de nuestras calles que esta podría ser llamada “calle de las ortopedias”, por el gran número de ellas que había, al menos hace unos 20 años, cuando fue escrito ese libro. Hoy en día ya no sería tanto, puesto que solo quedan dos, bastante añejas por cierto, al menos en su aspecto, y lo que más abunda en la calle de las Carretas son las tiendas de ropa. Y, hablando de tiendas de ropa, no se puede dejar de mencionar a las desaparecidas Sederías Carretas, cuya publicidad tanto pude escuchar en la radio durante mi infancia, fundada en el número 6 por Pepín Fernández y su primo César Rodríguez en septiembre de 1934. Esta tienda fue el germen de lo que unos años después, en 1943, fue Galerías Preciados, el primer gran almacén por departamentos español. Sederías Carretas, a pesar de pertenecer al grupo, mantuvo su nombre hasta después de la muerte de su fundador, en 1982. 13 años después, Galerías Preciados, en suspensión de pagos y abocada a la liquidación, fue absorbida por su principal competidor, El Corte Inglés, que había sido creado por… César Rodríguez.

12.12.14

Carranza (Calle de)


Entre las glorietas de Bilbao y de Ruiz Jiménez. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de Universidad y Trafalgar.

No es muy antigua la apertura de esta calle, pues fue consecuencia del derribo de la cerca en 1868. Primeramente no fue sino un trozo más de la ronda que rodeó Madrid tras ser liberada de la tapia de Felipe IV. Aunque recibió diferentes nombres como Paseo de Entrepuertas o Ronda de Bilbao, su actual denominación data de la época posterior a la Revolución. Ángel Fernández de los Ríos sugirió al Ayuntamiento revolucionario dar el nombre del arzobispo Carranza, víctima inocente de la Inquisición, a una calle que, según él (Peñasco y Cambronero no se lo creen mucho, pero Répide parece convencido) está muy cerca del lugar donde se hallaba el quemadero inquisitorial, junto a la actual glorieta de Ruiz Jiménez. Y el nombre de Carranza fue el que perduró. Bartolomé de Carranza, nacido en la localidad navarra de Miranda de Arga en 1503 y muerto en Roma el 2 de mayo de 1576, fue fraile dominico. Participó en las dos primeras fases del Concilio de Trento. Arzobispo de Toledo en 1558, ese mismo año publicó unos Comentarios al Catecismo Cristiano por los que fue acusado de herejía, aunque tras tal acusación estaba el resentimiento de varios prelados que fueron criticados por él, entre ellos el inquisidor general Fernando de Valdés. El proceso se inició en 1559 y acabó el mismo año de la muerte de Carranza, con un fallo adverso a pesar de que unos años antes el propio Concilio de Trento no había visto herejías en el libro. 


5.12.14

Carolinas (Calle de las)


Puesta de sol en Colonia (isla de Yap)

Entre las calles de Bravo Murillo y de Olite. Distrito 6 (Tetuán). Barrio de Bellas Vistas.

Paralela y solo tres manzanas más allá de la anterior se encuentra esta calle, de traza muy semejante aunque algo más quebrada. Lleva el nombre de un archipiélago del Pacífico, formado por casi mil islas, que en su día fue posesión española. Descubiertas por los exploradores Salazar y Saavedra en 1526, hasta 1686 no se empezaron a conocer las islas por este nombre, al poner pie en ellas Francisco de Lezcano y llamarlas así en honor a Carlos II. Largo tiempo abandonadas, a mediados del siglo XIX volvió el interés español sobre ellas, especialmente cuando ingleses y alemanes, sobre todo estos últimos, empezaron a codiciarlas. Llegó a producirse un conflicto con los teutones que fue arbitrado por el papa León XIII en favor de España (véase la calle del Amor de Dios). Después de la guerra de 1898 decidimos deshacernos del archipiélago, que fue vendido al año siguiente a Alemania por 25 millones de pesetas. Tras la primera guerra mundial, Japón, ocupante desde 1914, las recibió como mandato de la Sociedad de Naciones y tras la segunda pasaron a poder de los Estados Unidos. Hoy en día están divididas entre dos estados independientes, los Estados Federados de Micronesia y la República de Palaos.

28.11.14

Carnicer (Calle de)


Entre las calles de Bravo Murillo y Tenerife. Distrito 6 (Tetuán). Barrio de Bellas Vistas.

Estrecha y rectilínea calle de ese barrio que ya hemos visitado varias veces, el que queda a la izquierda de la antigua carretera de Francia, esto es, la calle de Bravo Murillo. Calle la nuestra que aún conserva algún edificio bajo de ladrillo visto y en la que encontramos otros de aspecto más burgués, especialmente el que hace esquina con Bravo Murillo y cuyos bajos están ocupados por una enorme sucursal bancaria.

Está dedicada al músico Ramón Carnicer y Batlle, que nació en la localidad leridana de Tárrega el 24 de octubre de 1789. Empezó sus estudios musicales en su ciudad natal y los prosiguió en la Seo de Urgel y en Barcelona. En aquella ciudad llegó a ser director del Teatro de la Santa Cruz. Viajó a Italia, donde se impregnó del estilo operístico entonces en boga, el rossiniano, que fue el que él mismo adoptó para sus composiciones. Se exilió tras el final del Trienio Constitucional y a su vuelta, en 1827, se estableció en Madrid. Aquí asumió la dirección de los teatros de la corte, siguió componiendo óperas y, cuando se creó el Conservatorio, ocupó desde el primer momento la cátedra de composición y, más adelante, su dirección. Murió en nuestra villa el 17 de marzo de 1855. Como curiosidad, hay que indicar que es el autor del himno nacional de Chile, siendo el único americano compuesto por un músico que jamás pisó el Nuevo Mundo.

22.11.14

Carnero (Calle del)


Foto: Basilio

Entre la Ribera de Curtidores y la calle de la Arganzuela. Distrito 1 (Centro). Barrio de Embajadores.

Ya aparece, aunque sin nombre, nuestra calle en el plano de Texeira, aunque su configuración no era igual a la que hoy tiene. Se llamó calle Nueva antes de ser denominada tal y como en la actualidad la conocemos. Hay dos leyendas explicativas del nombre de la calle. Una dice que era aquí donde los aforadores de la villa rifaban un carnero cuando llegaba la festividad de San Lorenzo. Los aforadores eran los funcionarios que se encargaban de tasar las mercancías para calcular lo que se debía tributar por ellas.

Una segunda tradición enlaza directamente con la narrada al hablar de la calle de la Cabeza. Se dice que tras el horrible suceso acaecido en esa calle, la gente no quería comprar más carneros en el Rastro, y los comerciantes allí establecidos pidieron permiso para trasladar sus carnicerías a nuestra calle, con lo que quedó con el nombre de todos conocido.


14.11.14

Carmen (Plaza del)


Fachada del Teatro Madrid
Foto: Tamorlán

Entre las calles de la Salud, Tetuán, San Alberto, Tres Cruces y Abada. Distrito1 (Centro). Barrio de Sol.

Vale para la explicación del nombre lo dicho en la calle anterior. Al desaparecer el convento del Carmen se abrió el terreno y se creó esta plaza. En principio la ocupó un mercado que aquí se trasladó desde el final de la calle de la Montera, hoy es un espacio despejado, con la peculiaridad del puentecillo que sortea la entrada del aparcamiento subterráneo que horada su subsuelo.

Dos teatros dan a esta plaza, uno activo, otro tristemente cerrado. Uno es el Muñoz Seca, en el número 1, llamado primero “Salon Chantecler”, y, desde 1922, “El Dorado”. En 1928, la célebre Consuelo Portela, la “Chelito”, se convirtió en su empresaria y en 1930 pasó a ser conocido con su nombre actual. El otro, el teatro o cine Madrid, exhibe aún su monumental fachada en la esquina sur con la calle de la Salud, abandonada a su suerte.

A finales del siglo XIX se estableció aquí un frontón, el llamado Frontón Central, que no solo se ocupó de la pelota vasca, sino que también llegó a ser conocido como sala de conferencias, de baile, de boxeo y como cinematógrafo, uno de los pioneros en la capital. Desde 1906 pasó a llamarse sala Kursaal y en los años 20 del siglo pasado se convirtió en cine, ya con el nombre de Madrid. No cesó en su actividad durante la guerra civil; de la primera posguerra es la monumental fachada que da a nuestra calle, obra del arquitecto César de la Torre. Durante 1943-45 funcionó como teatro, aunque de inmediato volvió a ser cine. En 1979 lo transformaron en un multicine con cuatro salas; esto, como se sabe, es la antesala de su cierre, que se produjo en 2002. Desde entonces el edificio se encuentra abandonado y, lamentablemente, cada vez más deteriorado.


7.11.14

Carmen (Calle del)


w:en:Creative Commons

Foto: Luis García (Zaqarbal)

Entre la Puerta del Sol y la plaza del Callao. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Situada en uno de los puntos comerciales más transitados de la villa, tal vez aún sea aplicable lo que hace casi un siglo decía Répide de nuestra calle: “La calle del Carmen, que queda como una segundona de la de Preciados y parece servir para aliviar a esta de la pesadumbre del tráfico excesivo…” Y es que es cierto que pasarse a esta calle desde la vorágine de su paralela es a veces un motivo de relajación, lo cual no quiere decir que no tenga sus propios y concurridos comercios, aunque no con la masificación que exhibe la otra.

Debe su nombre al convento que hubo aquí, del que subsiste la iglesia. Fue el regidor Luis Gaitán de Ayala el que le dio este apelativo en 1579; unos cuantos años antes aún era campo, parte de las propiedades de don Juan de la Victoria Bracamonte, tan citado por aquí, aunque el crecimiento de la villa había hecho que empezasen a surgir casas por la zona. Una de ellas se convirtió, al parecer, en mancebía, hacia 1541, y fue causa de una de tantas leyendas piadosas madrileñas. Parece ser que como reclamo tenía este burdel una figura femenina ricamente vestida cuyos brazos accionaba un individuo de baja estatura metido bajo los amplios faldellines. Cierto día pasó por allí uno de los miembros de la orden de los Mínimos que había fundado en 1568 Bernardino de Obregón, que al ver el muñeco creyó que era una imagen de la Virgen que estaba sufriendo, por tanto, espantoso agravio. Fue su primera intención entrar a comprarla, pero al no tener dinero caviló y caviló y finalmente decidió poner el asunto en manos de la Inquisición. Esta, que no se andaba con chiquitas, mandó al quemadero a las mozas de partido y al bajito que accionaba la imagen, la cual pasó al Ayuntamiento, donde la veneraron como “Nuestra Señora de Madrid”. Finalmente, acabó en el Hospital General. Es la que hoy se encuentra en la parroquia de San Vicente Ferrer, en la calle de Ibiza, a donde fue trasladada desde el dicho hospital en 1968; posiblemente tiene una historia mucho menos legendaria, con origen en Toledo, donde se labró a finales del siglo XVI y posteriormente se llevó a Madrid digamos que “de incógnito”, incluso serrando algunas de sus partes para mejor esconderla.

Quiere contar la tradición que, tras la eliminación de la casa de lenocinio, unos frailes carmelitas deseasen crear un nuevo convento en Madrid, algo que por entonces no estaba permitido según cédula real. Sin embargo, nuestro conocido Caballero de Gracia adquirió los terrenos y montó un tinglado de madera para alojar a los monjes, que no tardaron en obtener el permiso real para levantar convento e iglesia.

Fue en 1575 cuando se fundó el convento, primero bajo la advocación de San Antón y, posteriormente, de San Dámaso (desde 1624). Perduró hasta la exclaustración de 1835, cuando el convento pasó a ser ocupado por dependencias administrativas y la iglesia, algo más tarde, se convirtió en sede de parroquia, que en 1911 se fusionó con la de San Luis y, durante un periodo de más de 20 años, fue una de las pocas –si es que hubo más- en contar con dos iglesias, esta y la desaparecida de San Luis Obispo, en la calle de la Montera.

La iglesia, obra del alarife Miguel de Soria, tuvo en sus aledaños gradas y covachuelas comerciales hasta entrado el siglo XX; fue incendiada en 1936 y en esta catástrofe se perdieron muchas de las obras de arte que contenía. En 1950 se ensanchó la calle de la Salud, perpendicular a la nuestra, lo cual implicó el recorte de la nave de esta iglesia, y se aprovechó para montar ahí la portada de la iglesia de San Luis, obra de Donoso, incendiada en 1935 y posteriormente demolida. De ella hablaremos más cuando lleguemos a la calle de la Montera.

Carlos Rubio (Calle de)


Entre las calles de Tenerife y de Pedro Barreda. Distrito 6 (Tetuán). Barrio de Bellas Vistas.

No muy lejos de la calle que lleva el nombre de su tocayo Carlos Latorre, que acabamos de visitar, se halla esta otra, no muy diferente en su aspecto y que en este caso está dedicada al periodista y político cordobés Carlos Rubio Colell, nacido el 21 de abril de 1832. Poeta y polemista político, desarrolló lo mejor de su carrera en el periódico La Iberia y contribuyó al triunfo de la revolución de 1868, tras la cual fue diputado. Este personaje, “el más romántico y por ello el más desinteresado de cuantos laboraron por la revolución”, a decir de Répide, murió en nuestra villa el 17 de junio de 1871.


24.10.14

Carlos María de Castro (Plaza de)


Entre las calles de Velázquez, Pedro de Valdivia y López de Hoyos. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.

Durante mucho tiempo este cruce de caminos no llevó nombre alguno, hasta que a alguien del Ayuntamiento se le ocurrió convertirlo en una plaza y dedicársela a un personaje cuya influencia fue importantísima para el desarrollo de la villa y que le dio gran parte de la forma que hoy es reconocible en su centro: la cuadrícula del Ensanche.

Este personaje no es otro que el ingeniero sevillano Carlos María de Castro, nacido en la localidad de Estepa el 24 de septiembre de 1810. Desde 1835 formó parte del cuerpo de Ingenieros de Caminos del Ministerio de Fomento y, como tal, participó en numerosas obras públicas, muchas de las cuales tuvieron lugar en la capital. Así, por ejemplo, tomó parte tanto en la traída de aguas a Madrid por medio del Canal de Isabel II o en la reestructuración de la Puerta del Sol que dirigió Lucio del Valle.

En 1857 el Gobierno decidió que había que proceder a crear un ensanche en Madrid. El ministro de Fomento, que por entonces era Claudio Moyano, encargó el proyecto a Castro, que lo presentó en 1859. La ciudad crecería por el norte, el este y el sur siguiendo una retícula ortogonal inspirada en el plan Cerdà para Barcelona, con unas características determinadas para cada manzana (que posteriormente no se respetaron) y también para cada sector del Ensanche. Finalmente, un foso rodearía la ciudad haciendo las mismas funciones de tipo arancelario que por entonces aún tenía la Cerca de Felipe IV, que no desaparecería hasta varios años después.

Castro siguió trabajando en el proyecto hasta que la Gloriosa expulsó a Isabel II del trono. La caída de la reina supuso también la de Castro, aunque su impronta ha perdurado y es evidente para cualquiera que eche un vistazo al plano de la capital. En ella murió el 2 de noviembre de 1893.

28.5.14

Carlos Latorre (Calle de)


Entre las calles de Garellano y de Castillo Piñeiro. Distrito 6 (Tetuán). Barrio de Bellas Vistas.

Una de las calles de la barriada que, espontáneamente y sin orden ni concierto, fue surgiendo en la orilla izquierda de la Carretera de Francia, hoy calle de Bravo Murillo, está dedicada a un gran actor español del siglo XIX. Carlos Latorre nació en la localidad zamorana de Toro el 2 de noviembre de 1799. Muy joven, marchó con su familia a París, donde pasó diez años y se empapó de la técnica teatral francesa. Vuelto a España, se presentó en Madrid en el papel de Otelo, de Shakespeare, con el que tanto había brillado su mentor, Isidoro Máiquez. Desde entonces se convirtió en el gran actor trágico de la escena española, algo a lo que sin duda contribuyeron su porte físico y su voz. En 1832, al fundarse el Conservatorio, fue nombrado profesor de declamación y entre sus discípulos tuvo a quien sería uno de sus más importantes sucesores, Julián Romea.

Murió en Madrid el 11 de octubre de 1851 y fue enterrado en el cementerio de San Nicolás. Desaparecido este, sus restos se trasladaron al pequeño panteón de hombres ilustres del cementerio de San Justo, donde descansa cerca de Larra, Rosales o Espronceda.

8.4.14

Carlos Cambronero (Plaza de)


Entre las calles del Molino de Viento, y del Pez. Distrito 1 (Centro). Barrio de Universidad.

Carlos Cambronero (1849-1913), escritor y estudioso madrileñista, sucedió a Mesonero Romanos al frente de la Biblioteca Municipal, cuyo catálogo publicó en 1902. Muchas, muy eruditas y muy interesantes obras dejó, pero siempre debería ser recordado junto a Hilario Peñasco por su magnífico trabajo sobre las calles de Madrid, no el primero que hubo, pero quizá sí el más documentado y el que menos inventiva utilizó a la hora de explicar las pequeñas o grandes leyendas que dan nombre a las calles de nuestra villa. Por ello es muy merecido el homenaje que Madrid, su Madrid, le hizo al dedicarle esta minúscula placita, poca cosa, pero muy bien colocada en pleno corazón de ese Madrid que tanto amó Carlos Cambronero.

17.3.14

Carlos Arniches (Calle de)


(Foto: Pedro Reina)

Entre la plaza del General Vara de Rey y el Campillo del Mundo Nuevo. Distrito 1 (Centro). Barrio de Embajadores.

Esta es la antigua calle del Peñón. La tradición que explica su nombre tiene mucha relación con la del Campillo en que finaliza, aunque en este caso está algo más puesta en razón. Aquí había un peñón muy grande que en tiempos remotos fue derribado o bien se cayó solo, y de esta manera se pudo ensanchar la villa por esta zona.

Y muy apropiado es dedicar, en plenos barrios bajos y en el corazón del Madrid más castizo, esta calle a uno de los dramaturgos que, sin ser hijo de la villa, tan bien supo reflejar su alma. Carlos Arniches nació en Alicante -bueno, según dicen es la playa de Madrid- en 1866 y vivió en el número 31 de esta calle. Inició su carrera literaria escribiendo libretos para zarzuelas y para el género chico. Con El Santo de la Isidra empezó a dedicarse a retratar al chulo y la chulapa de los barrios bajos de nuestra villa, en sainetes con chispeantes e ingeniosos diálogos que hacen las delicias de todo amante de lo madrileño. También compuso comedias largas entre las que destacan La señorita de Trevélez -para muchos su mejor obra, en la que anticipa los Esperpentos de Valle-Inclán- y Es mi hombre. Este genial comediógrafo murió en su villa de adopción en 1943.


11.2.14

Carlos III (Calle de)


Entre la calle de Vergara y la plaza de Oriente. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio. 

Entre las manzanas 423 y 424 existió una calle que se llamaba de Santa Catalina la Vieja. Durante su breve reinado, José Bonaparte procuró sanear la zona de Madrid cercana al Palacio Real y la vía antes citada fue una de las víctimas de los derribos subsiguientes. El modo brusco en que terminó el gobierno del rey intruso impidió que se desarrollase su proyecto y el resultado fue un gran solar frente al Palacio que degeneraba en barrizal cada vez que azotaba la lluvia. A mediados del siglo XIX se ordenó la zona, con la construcción de la plaza de Oriente y del Teatro Real. Una de las rúas laterales del coliseo musical, situada más o menos donde estaba la calle de Santa Catalina la Vieja es la que hoy está dedicada al rey Carlos III.

Carlos III fue el tercer hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio y nació en Madrid el 20 de enero de 1716. En 1734 subió al trono de las Dos Sicilias, después de que los ejércitos españoles se apoderasen de Nápoles y Sicilia y el tratado de La Haya le reconociese sus derechos sobre los ducados de Parma, Piacenza y Toscana. A la muerte de Fernando VI sin descendencia (1759) fue proclamado rey de España. Fue un gran rey en lo que se refiere a la política interior, pues se rodeó de excelentes colaboradores (Aranda, Floridablanca, Campomanes); dictó las Reales Ordenanzas del Ejército, vigentes hasta hace muy poco; construyó carreteras, puentes y canales; repobló Sierra Morena y tomó medidas para proteger el comercio, las ciencias y las artes. Sin embargo, no fue tan afortunado en su política exterior, pues su alianza con Francia abocó a España a guerras con Inglaterra y Portugal cuyo único fruto fue la recuperación de Menorca. Es conocido muchas veces como “el mejor alcalde de Madrid”, ya que durante su reinado se embelleció considerablemente la villa; los arquitectos Francisco Sabatini, Juan de Villanueva, José de Hermosilla, Ventura Rodríguez y otros fueron los principales artífices de ello. Las muestras son muchas: las puertas de Alcalá y San Vicente, la iglesia de San Francisco el Grande, el ministerio de Hacienda, el museo del Prado, el Jardín Botánico, las fuentes de Cibeles y Neptuno, la terminación del Palacio Real, etcétera. Carlos III murió en Madrid el 14 de diciembre de 1788.

Caridad (Calle de la)

Entre la avenida de la ciudad de Barcelona y la calle de Granada. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Pacífico.

Otra calle de apertura decimonónica, en una zona que se extendió cuando la villa no podía crecer más, constreñida por su anacrónica cerca. Una calle de la que Répide resalta la igualdad de sus casas, levantadas hacia 1870 por la Constructora Benéfica, hoy quebrada gracias a la especulación inmobiliaria, y que ya no recordaría en absoluto a Aranjuez o La Carolina, ni el quehacer de los ingenieros de Carlos III, como narra el gran cronista. El nombre de la calle, el de una de las virtudes cardinales, fue puesto por los vecinos y más tarde el consistorio le dio validez.

31.1.14

Cardenal Solís (Calle del)


Entre las calles de los Embajadores y de Bernardino de Obregón. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

Calle que a finales del siglo XIX carecía de nombre y era de propiedad particular, en ella había un lavadero, llamado de San Dámaso, que llegaba hasta la paralela vía de Palos de la Frontera, entonces conocida con el nombre erróneo de Palos de Moguer que, curiosamente, aún designa el barrio administrativo en que nos encontramos. Se recuerda aquí al prelado madrileño Francisco de Solís y Folch, barón de Santa María de Aracena, que nació en la iglesia de San Francisco el 16 de febrero de 1716. Ingresó en religión y en 1749 se le nombró arzobispo de Trajanópolis, uno de esos cargos que daba la iglesia con sede en tierras dominadas por infieles y que tenían acaso un carácter honorífico. Ese mismo año empezó a administrar la sede arzobispal sevillana, hasta que en 1752 fue designado obispo de Córdoba. Poco después fue nombrado arzobispo de Sevilla y elevado a la dignidad cardenalicia. En 1774 se trasladó a Roma y allí murió el 21 de marzo de 1775, durante la elección del papa Pío VI.

17.1.14

Cardenal Silíceo (Calle del)


Entre las calles de López de Hoyos y del Corazón de María. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de la Prosperidad.

Juan Martínez Guijarro fue un prelado, matemático y lógico español nacido en la localidad pacense de Villagarcía de la Torre en 1477. Poco se sabe de su infancia y juventud, aunque sí que de su tierra marchó a Valencia y luego a París, ciudad de cuya universidad llegó a ser profesor. Regresó a España, concretamente a Salamanca, donde se ordenó sacerdote y se convirtió en catedrático de la universidad. En 1531 fue nombrado por el emperador Carlos preceptor del príncipe Felipe, el futuro rey Felipe II. En 1541 se convirtió en obispo de Cartagena y en 1545 arzobispo de Toledo, ciudad en la que murió el 31 de mayo de 1557. Cabe destacar entre sus obras un Libro de Aritmética práctica, publicado en París en 1513 y una Logica brevis, aparecida en Salamanca en 1524. En cuanto a “Silíceo” no es sino la latinización de su apellido, tal vez, como indica Répide, por consecuencia de la “vayas y burlas con que sabía que los cortesanos motejaban su apellido y lo humilde de su origen”.