26.5.17

Desamparados (Costanilla de los)


Foto CC BY-SA 4.0 Malopez 21


Entre las calles de las Huertas y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

El nombre de esta pequeña calle deriva del colegio de Niños Desamparados del que se trató con profusión en el artículo dedicado a la calle de Atocha y allí remito a quien tenga curiosidad.

19.5.17

Delicias (Calle y Paseo de las)


El Paseo de las Delicias a finales del siglo XVIII
(Pintura de Francisco Bayeu, Museo del Prado, Madrid)

Va la calle del paseo de Santa María de la Cabeza a la calle de Méndez Álvaro. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer. El paseo comienza en la glorieta del Emperador Carlos V y termina en la plaza de Legazpi. El distrito es el mismo. Barrios de Palos de Moguer, Delicias, Chopera y Legazpi.

Como el nombre de la calle se debe a su proximidad al paseo, nos vamos a referir a este para hablar de su significado. Es el Paseo de las Delicias rama de uno de los “tridentes” que en el siglo XVIII se crearon al sur de la villa para su expansión. Idílico paraje debió de ser por entonces, tal y como lo retrató Bayeu, en un cuadro en el que se puede ver a majos y majas, caballeros y damas de paseo, respirando el aire puro de lo que entonces era campo, e incluso sentados a tomar el fresco o un refrigerio a la sombra. A finales del siglo, hacia 1794, había una casa de vacas, propiedad de un tal Damián Martínez que debía de ser célebre a decir de los cronistas, que se sienten obligados a hacer mención de ella. Ya en el siglo XIX empezaron a proliferar las casas y así se formaron los barrios que, según Répide, se conocieron como del Sur y del Perchel. Mediada la centuria, los planes del Ensanche de Castro destinaron a zona fabril estos parajes, algo que sin duda fue alentado por la presencia del “ferrocarril de cintura”, aún existente hogaño en el subsuelo. Las Delicias del Río (como empezó a llamarse cuando se abrió el paseo de la Castellana, cuyo nombre primitivo fue el de paseo de las Delicias de Isabel) dejaron de ser tan deliciosas, pues se trocaron en zona llena de fábricas y también de chabolas, creadas de la nada por la masa proletaria que llegó a la ciudad expulsada del campo, en busca de un medio de vida.


La Estación de las Delicias en la época de su inauguración
(Foto: Laurent)

Junto al paseo de las Delicias se levantó la primera estación de ferrocarril permanente que tuvo Madrid. Fue la línea de Madrid a Cáceres y Portugal la impulsora del proyecto, encomendado al arquitecto francés Émile Cachelievre, discípulo de Gustave Eiffel. Su estructura metálica se fabricó en Francia y se montó en Madrid bajo la supervisión de otro ingeniero francés, de apellido Vasille. Se inauguró el 30 de marzo de 1880. La estación de Delicias, como se conoce desde siempre, funcionó con pasajeros hasta el año 1969 y con mercancías hasta 1978, cuando se clausuró de forma definitiva. Ya sabemos que en estos casos se cierne siempre la sombra de la desaparición para dar paso a la especulación inmobiliaria, pero en este caso se impuso la cordura –o hubo suerte– y desde 1984 alberga el Museo del Ferrocarril, que antes tenía su sede en el Palacio de Fernán Núñez, lo cual lo incapacitaba para poder mostrar material rodante, algo que se hizo posible gracias al “reciclado” de la estación. La presencia de viejos vagones restaurados ha hecho que la estación de Delicias se utilice con profusión como plató televisivo o cinematográfico. Una curiosidad: la Guía del COAM indica que popularmente se conocía a Delicias como la “estación de las Pulgas”. Lejos de mi intención contradecir a tan docta institución, pero en realidad el sobrenombre le corresponde a la desaparecida estación Imperial, de la que hablaremos en su momento.

12.5.17

Daoíz (Calle de)


El monumento a Daoíz y Velarde ante el arco de Monteleón
(Foto: dominio público)

De la plaza del Dos de Mayo a la calle de San Bernardo. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

En los terrenos que pertenecieron al antiguo parque de artillería de Monteleón –del que se tratará cuando lleguemos a la calle que lleva su nombre-, donde tuvieron lugar encarnizados combates en la gloriosa jornada del 2 de mayo de 1808, encontramos varias calles dedicadas a los protagonistas de aquellos hechos. Desde el nombre del barrio en el que nos encontramos, Malasaña, que alude al apellido de Juan y Manuela, padre e hija, héroes de aquel día –aunque el padre está “exiliado” en el callejero de la antigua villa de Vallecas-, hasta los homenajes a los militares que allí se distinguieron en su lucha contra el invasor francés. Uno de ellos fue el capitán Luis Daoiz y Torres, a quien siempre se cita relacionado con su compañero Velarde (ya hablaremos de él). Nacido en Sevilla el 10 de febrero de 1767, ingresó en el cuerpo de Artillería a los 15 años gracias a su origen noble (su padre descendía de una linajuda familia de origen navarro, en concreto de la villa de Aoiz, y su madre era hija de los condes de Miraflores de los Ángeles). Permaneció en el colegio de Artillería, cuya sede era el Alcázar de Segovia, hasta 1787, año en que fue destinado al Puerto de Santa María, localidad en la que su familia poseía fincas. Sirvió en Ceuta, Orán, el Rosellón (campaña en la que fue hecho prisionero por los franceses) y también en diversos buques de la Armada. Estando en Cuba se enteró de su ascenso a capitán y, tras su vuelta a la Península, fue destinado a Sevilla, donde se dedicó más bien a cuestiones científicas para mejorar la eficacia de la artillería. En 1807 parte de su regimiento se trasladó a Madrid y a él se le asignó el mando de batería del Parque de Monteleón. Murió tras su heroica y tenaz defensa del parque tras el asalto francés del 2 de mayo de 1808. Parece ser que, ofendido porque el general Lagrange le había llamado “traidor” atacó al francés con su sable y de inmediato los soldados invasores lo cosieron a bayonetazos. Fue enterrado en la iglesia de San Martín aquel mismo día. En 1814 sus restos, junto con los de Velarde, fueron trasladados a la colegiata de San Isidro y en 1840 al monumento de la plaza de la Lealtad, hoy dedicado a todos los caídos por España.

Se da la circunstancia de que uno de los leones que flanquean la puerta del Congreso de los Diputados recibe su nombre, en concreto el que vemos a la derecha si nos situamos frente a la fachada.

5.5.17

Cuenca (Calle de)


Catedral de Cuenca
(Foto del autor)


Entre las calles del Orden y de Cicerón. Distrito 6 (Tetuán). Barrio de Cuatro Caminos.

Nuestra callecita, apenas un pasaje en el que destaca la fachada de ladrillo visto de la finca que ocupa la mayor parte de la acera de los pares, está dedicada a la provincia de Cuenca, en cuyos 17.141 kilómetros cuadrados vivían con fecha 1 de enero de 2016 201.701 personas. Entre sus poblaciones, destaca la preciosa capital, en la que se encuentra una de las cuatro grandes catedrales góticas de España, con 55.102 habitantes, además de Tarancón, con 14.750, Quintanar del Rey, con 7.447, San Clemente, con 7.220 y Las Pedroñeras, con 6.716.