26.1.18

Doctor Letamendi (Calle del)


Entre la plaza del Cordón y la calle de Segovia. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Varios nombres ha ostentando a lo largo de su historia esta breve y empinada calle. Primero se llamó de Tentetieso, seguro que por esa gran pendiente. Más adelante se conoció como costanilla de San Justo, por la cercanía a la calle del mismo nombre de la que se hablará en su momento.

Aquí se encontraba la casa solariega de Juan de Vargas (al que, sigo ignorando el porqué, todo el mundo llama “Iván”. Bueno, no lo ignoro, pero es tan absurdo que no merece la pena ni comentarlo). Ya en tiempos de Répide se podía ver una placa que así lo recordaba; los entonces propietarios del edificio tenían algún vínculo con quien luego dio nombre a la calle. Hoy en día alberga la biblioteca pública municipal que se llama así, “Iván de Vargas”.

Haciendo esquina con la calle de Segovia se puede ver la historiada decoración de la fachada del Dispensario Azúa, especializado en enfermedades venéreas, que allí lleva desde 1924 aunque ahora es el Centro de Salud Segovia.

Como antes se ha mencionado, quienes eran propietarios de la casa solariega de los Vargas en la época de Répide eran parientes del doctor Letamendi y parece ser que lograron que se pusiera el nombre de su deudo a la vía, lo cual hizo comentar al gran cronista que sus méritos bien le habrían valido una “más amplia… en la parte moderna de la villa”. José de Letamendi y Manjarrés nació en Barcelona el 11 de marzo de 1828. Doctor en Medicina en 1853, en 1857 se convirtió en catedrático de Anatomía de la Universidad de Barcelona. En 1872 pasó a la Universidad Central de Madrid como catedrático de Patología General, una disciplina que hasta entonces estaba muy verde y que Letamendi consiguió llenar de contenido y prestigio. En 1881 fue elegido miembro de la Real Academia de Medicina. Sus inquietudes no se pararon en su trabajo como galeno, sino que además fue músico (con alguna obra estrenada), poeta, pintor, escritor y también político. Murió en Madrid el 6 de julio de 1897.

19.1.18

Doctor Jiménez Díaz (Calle del)


La Fundación Jiménez Díaz
(Foto: J. L. de Diego)

Entre la plaza de Cristo Rey y la calle de Manuel Bartolomé Cossio. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de la Ciudad Universitaria. 

Debe su nombre esta calle al fundador de la clínica de la que hace de espalda. Carlos Jiménez Díaz nació en Madrid el 9 de febrero de 1898. Se doctoró en medicina en 1920, tras de lo cual optó a numerosas cátedras por oposición, sin gran éxito. Marchó a Alemania para completar sus estudios y por fin a la vuelta, en 1922, consiguió una cátedra en Sevilla. Dos años después volvió a Madrid tras superar una nueva oposición y ya ejercería siempre en nuestra villa su profesión. Creó en 1935 un Instituto de Ciencias Médicas cuyo funcionamiento se vio truncado por la guerra civil. Puesto en marcha de nuevo tras la contienda, en 1955 pasó a ocupar el edificio que hoy conocemos, levantado sobre las ruinas del Instituto Rubio. Por cierto, lo de “clínica de la Concepción” viene del nombre de la esposa del fundador. Jiménez Díaz fue miembro de la Academia de Medicina, recibió numerosos honores en España y en el extranjero y escribió varios libros muy reconocidos en su campo. Murió el 18 de mayo de 1967.

12.1.18

Doctor Fourquet (Calle del)


Entre las calles de Santa Isabel y de Valencia. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores. 

Nuestra calle tiene dos partes. Una, la más antigua, la que bordea el convento de Santa Isabel, fue conocida en tiempos como calle de la Yedra. Esto era así, según una tradición recogida por Peñasco y Cambronero y citada por Répide, por las que allí había, pertenecientes a la finca de Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo entre 1577 y 1594. Parece ser que el cardenal gustaba de tomarse un respiro en aquel lugar, rodeado de sus capellanes, a quienes decía: “Sentémonos aquí, como el profeta Jonás, a la sombra de la yedra”. Felipe II, al que llegó a desesperar la longevidad de Quiroga, pues deseaba conceder el trono arzobispal a otra persona, dispuso de la finca tras la muerte del prelado y, junto con la que fue de Antonio Pérez, que también anduvo por aquí, fueron utilizadas como solar para el Hospital General y el susodicho convento de Santa Isabel. 

El caso es que en 1871 se abrió una calle que iba desde la de la Valencia a la de Argumosa, que fue dedicada al doctor Fourquet y que absorbió la antigua calle de la Yedra. Como muy bien dice Répide, “en realidad se podía haber dado el nombre de Fourquet a la vía nuevamente abierta… y dejar a la anterior su denominación tradicional”. Está claro que las decisiones extrañas de los ayuntamientos no son solo fruto de nuestra época. 

Y eso no quita que el personaje al que se dedicó la calle tuviera méritos suficientes, además de lógica espacial al encontrarse tan cerca del Hospital General y del antiguo Colegio de San Carlos. Juan Fourquet y Muñoz nació en Madrid en 1807 y se doctoró en el Colegio antes citado en 1846. Catedrático de la flamante Facultad de Medicina en 1847, fue un médico eminente, de labor callada, pionero en el uso de la microscopía e inventor de utensilios como la “bocina de cordón”, una especie de estetoscopio. Su obra, ingente, procuró ser original y no una mera traducción de tratados extranjeros. Su muerte prematura le impidió ver publicados sus abundantes escritos, tarea de la que se encargaron sus discípulos, sobre todo Juan Calleja, que sacó a la luz un Tratado de Anatomía basado en ellos entre 1869 y 1877. Una tuberculosis se llevó al doctor Fourquet el 12 de julio de 1865.