5.12.07

Antonio Bienvenida (Calle de)


Entre la calle de Amado Nervo y la glo­rieta de Fuentidueñas. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Niño Jesús.

Sinuosa y nueva calle de la colonia Retiro dedicada a una de las grandes figuras de la edad de plata de la tauromaquia. Antonio Mejías Jimé­nez nació el 25 de junio de 1922 en Caracas. Fue miem­bro de una célebre dinastía torera, procedente de la localidad extremeña de Bienvenida, origen del apelativo por el que fueron conocidos los mata­dores de la familia. Era hijo del Papa Negro, diestro que alternó con los grandes de la edad de oro. Se presentó como novillero en la vieja plaza de Los Tejares, en Córdoba, el 3 de julio de 1937, con novillos de Olivares y actuando mano a mano con Paquito Casado. Tomó la alternativa nada menos que en Madrid y con Miu­ras, el 9 de abril de 1941, siendo su padrino su hermano Pepe, con el que toreó mano a mano. Tras veinticinco años de éxitos, fracasos y graves cogi­das, se retiró por primera vez en Madrid el 16 de octubre de 1966. Volvió a los ruedos en la temporada de 1971, y se retiró defini­tivamente en la plaza de Vista Alegre el 5 de octubre de 1974, con toros de Bohór­quez y con un atractivo cartel que completaban Curro Romero y Ra­fael de Paula. Casi un año después, el 4 de octubre de 1975, cuando toreaba en un tentadero de la finca que la ganadera Amelia Pérez-Tabernero tiene en El Escorial, recibió una voltereta de una becerra llamada Curiosa, que le rompió el cuello. A resultas de esta herida murió en el Hospital de la Paz el 7 de octubre de 1975. Su entierro fue una demostración de fervor popular, y desde su casa del número 3 de la calle del Príncipe de Vergara, fue llevado a la plaza de las Ventas para dar su última vuelta al ruedo.


23.11.07

Antonio Arias (Calle de)

'La moneda del César', pintura de Antonio Arias (Museo del Prado)Entre la calle de Ibiza y la plaza del Doctor Laguna. Distrito 3 (Retiro). Barrios de Ibiza y Niño Jesús.

Y tampoco nos tenemos que alejar mucho para llegar hasta aquí, en un punto situado en los confines del antiguo Ensanche y lindando ya con el elegante barrio del Niño Jesús. Mucha gente conoce nuestra calle por vivir en ella una famosa coplera, Lolita Sevilla. Antonio Arias Fernández, que presta su gracia a la vía, nació en nuestra villa en 1620. Fue pintor y poeta, bastante precoz, pues ya a los catorce años realizó, con mucho acierto, la decoración del convento del Carmen Calzado de Toledo. Por encargo de la corona, pintó diversos retratos de reyes que estuvieron en el salón de Come­dias del Real Alcázar. Dos obras suyas conserva el Prado: La moneda del César, fechada en 1646, y una Virgen con el Niño. Sus últimos días los pasó en la indigencia y viviendo gracias a la caridad. Murió en el Hospital Gene­ral de Madrid en 1684.


8.11.07

Antonio Acuña (Calle de)

Antonio de Acuña (1459-1526)
Entre las calles de Alcalá y del Doctor Castelo. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya.

Sólo tres manzanas más allá de la calle que se acaba de comentar se encuentra ésta, algo más larga y recta, y que lleva el nombre de Antonio Osorio de Acuña, el famoso obispo Acuña. Fue diplomático, y como tal desempeñó funciones en Roma. Fue nombrado en 1506 obispo de Zamora por Roma, designación refrendada dos años después por el regente de Casti­lla Fernando el Católico. Participó activamente en el levantamiento de las Comunidades, hasta el punto de ser uno de sus principales dirigentes. Derro­tó a las tropas de Carlos I en Tordesillas y entró en Toledo, donde el pueblo le aclamó como arzobispo. En esta ciudad resistió, junto a María Pacheco, viuda de Juan de Padilla, hasta octubre de 1521. Fue apresado y confinado en el castillo de Siman­cas. Aunque intentó la fuga, no tuvo éxito y en ese mismo lugar fue decapi­tado en 1526.

23.10.07

Antonia Mercé (Calle de)

Antonia Mercé, 'La Argentina' (1890-1936)
Entre las calles de Jorge Juan y Goya. Distrito 4 (Salamanca). Barrio de Goya.

Esta calle, que sigue la circunferencia del ruedo de la antigua plaza de toros de Goya, desaparecida en 1934, está dedicada a la gran bailarina española Antonia Mercé y Luque, más conocida como la Argentina. Nació en Buenos Aires en 1890, y sus padres eran maestros de danza del Teatro Real. Primero la destinaron al ballet clásico, pero Antonia sin embargo tenía otras ideas y acabó dedicada de lleno al baile español. Fue quien estrenó El amor brujo de Falla y siempre se la ha considerado como su mejor intérpre­te. Intentó formar una compañía de ballets españoles semejante a los ballets rusos de Diaghilev, pero fracasó en el empeño. Junto con Vicente Escudero realizó diversas giras por Europa, en el transcurso de las cuales estrenó la Sonatina de Ernesto Halffter. Murió en la ciudad francesa de Bayona en 1936.

9.10.07

Antón Martín (Plaza de)

El venerable Antón Martín (1500-1553Entre las calles de Atocha, Santa Isabel, Magda­lena, León y Amor de Dios. Distrito 1 (Centro). Barrios de los Embajadores y las Cortes.

Muchos se empeñan en decir que esta pobre plaza no existe. Sí existe, sólo que carece de numeración propia, y a tal efecto se considera como un ensanchamiento de la calle de Atocha, pero ahí está. Ya en el plano de Texeira encontramos la Plaçuela de Antón Martín, en un lugar donde hubo un portillo de la cerca de Felipe II que se llamaba precisamente de Antón Martín. Cosa lógica, pues esa tapia se levantó hacia 1556, unos años después de que el venerable religioso que da nombre a la plaza fundase su obra.

Hubo asimismo una ermita en estos parajes, con la advocación de San Sebastián, que perduró hasta la creación de la parroquia del mismo nombre. En aquellos tiempos debía de ser que la creación de parroquias no se regía por el número de fieles, sino por la presencia o no de un familiar a quien hacer tal regalo, ya que el tener un curato era un buen beneficio. Así que un tal licenciado Francos, párroco de Santa Cruz, cuya collación abarcaba estos terrenos, consiguió que se crease la nueva parroquia de San Sebastián para un sobrino suyo. Ocurría esto en 1541; como se ve, esto del nepotismo no es un mal de nuestro tiempo, y está hondamente enraizado en la sociedad española.

El venerable Antón Martín, compañero que fue de San Juan de Dios, natural de la villa conquense de Mira, donde nació el 25 de marzo de 1500, quiso fundar una institución hospitala­ria en Madrid para atender lo que entonces se llamaban enfermedades ver­gonzantes. Hizo efectiva esta fundación el 3 de noviembre de 1552, en unos terrenos contiguos a esta plaza, donde hoy están el cine Doré y la parroquia del Salvador y San Nicolás, que fueron adquiridos al contador del rey Her­nando de Somontes y a su esposa Catalina de Zapata. Fue el hospital del Amor de Dios, al que se aludió unas páginas atrás, que llegó a tener 243 camas ubicadas en diez salas, seis para hombres y cuatro para mujeres. Su iglesia, levantada el mismo año de creación del hospital, fue restaurada en 1798 y era bastante rica en obras de arte. En ella fue enterrado el fundador, que murió el 24 de diciembre de 1553. Después de la desamortización, el hospital pasó a ser regentado por la Benefi­cen­cia, y en 1899 fue derribado. Se trasladó a la calle del Doctor Esquerdo, donde perduró hasta los años sesenta. En su solar es donde hoy está el hospi­tal Gregorio Marañón. La iglesia fue incen­diada durante la guerra civil y en su lugar se edificó una nueva, que es la actual parroquia del Salvador y San Nicolás.

No fue éste el único hospital que hubo en esta plaza, ya que algo más hacia arriba subiendo por la calle de Atocha estuvo el de Montserrat. Fue creado el 11 de agosto de 1616 en una casa de campo que tenía en Lavapiés, donde luego estuvieron las Escuelas Pías de San Fernando, un caballero llamado Gaspar de Pons, y se dedicó a atender a natura­les de la corona de Aragón. Se decidió su traslado a la plaza de Antón Martín; las obras del nuevo edificio se iniciaron en marzo de 1658. Veinte años después se concluyó la iglesia. En la guerra de la independencia fue profusa­mente utilizado, pero posteriormente la falta de recursos acabó con él. Fue derriba­do para ensanchar la calle de Atocha.

Durante casi ciento cincuenta años presidió esta plaza una fuente obra de Pedro de Ribera, la fuente de la Fama, que hoy se encuentra en los jardines que llevan precisamente el nombre del arquitecto, junto al Museo Municipal. La historia de esta fuente es sumamente azarosa, y en ella hay numerosos traslados, montajes y desmontajes. Fue construida entre junio de 1731 y mayo de 1732, con la generosa y obligatoria ayuda de los madrile­ños, a los que se exigió una derrama impositiva. Cuando la fuente fue inau­gurada, se colocó al parecer en ella un pasquín que decía Deo volente, rege suven­te, et populo contribuente, se hizo esta fuente, seguramente obra de un madrileño que no pagó a gusto. La fuente es una de las más caracterís­ticas obras de su autor y, por ende, del barroco madrileño, antes tan denos­tado y hoy tan querido. Muestra: Según Mesonero Romanos, es una “página del arte (aunque en una de sus más lastimosas aberraciones)” que “merece ser conservada con mayor razón que otros monumentos posteriores de igual clase, y que más que como páginas del arte pueden ser consideradas como otros tantos borrones echados en él”. Para Peñasco y Cambronero es “el colmo de la corrupción del arte” y sólo debería servir para el “estudio de lo que fue el arte en una época feliz­mente pasada”, mientras que hoy se consi­dera un conjunto histórico de los más bellos de Madrid. En 1880 se retiró de la plaza porque estorbaba -ya enton­ces- al tráfico. Algunas piezas se conservaron y otras se desecharon. Según Peñasco y Cambronero fue llevada al barrio de las Peñuelas y olvida­da. Sin embargo, en 1911 se reconstruyó, con poco acierto, y se colocó en el parque del Oeste; en 1941 se situó donde hoy se puede ver.

El motín de EsquilacheLa plaza de Antón Martín fue uno de los lugares donde se inició el célebre “motín de Esquilache”, el 23 de marzo de 1766, cuando un grupo de madrileños se negó a cumplir las disposiciones que prohibían las capas largas y los sombre­ros de ala an­cha, dando como razón algo tan sencillo como que no les daba la gana vestir­se como mandaba Esquilache. Allí se formó la turbamulta, que luego se dirigió hacia la casa del marqués, la de las Siete Chimeneas, e incluso obligó a Carlos III a salir de Madrid y plan­tearse el trasladar la capital de España a otro lugar. Por suerte, como se sabe, todo acabó bien.

28.9.07

Aniceto Marinas (Calle de)

El Cerro de los Ángeles, en Getafe (mi pueblo de adopción), grupo escultórico obra de Aniceto MarinasAniceto Marinas (Calle de).- Entre los puentes del Rey y de los Franceses. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de la Casa de Campo.

Esta calle no es más que una de las riberas del río Manzanares y precisamente era así, Ribera del Manzanares, como se llamaba antes de ser dedicada al escultor Aniceto Marinas. Es una zona bastante agradable para pasear, especialmente en verano, cuando entre caminata y caminata uno puede sentarse en alguna de las terrazas que hay muy cerca del río para tomar un refrigerio, imaginándose que en la otra orilla aún se puede distin­guir la vieja pradera del Corregidor.

Aniceto Marinas y García nació en Segovia en 1866 y murió en Madrid en 1953. Fue un escultor cuyas obras siempre se enmarcaron en un estilo academicista. En Madrid está bastante bien representado, pues suyas son por ejemplo la estatua de Velázquez que hay frente al Museo del Prado y la de Eloy Gonzalo que preside la plaza de Cascorro, en pleno Rastro. También esculpió los monumentos a Daoiz y Velarde de su ciudad natal y el de las Cortes de Cádiz en aquella ciudad andaluza. Presidió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

14.9.07

Ángeles (Costanilla de los)

Doña Leonor de Mascareñas hacia 1575
Entre la calle del Arenal y la plaza de Santo Domingo. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

De los Ángeles, siempre. Eso sí, subida, bajada, calle o costanilla, que de las cuatro formas se ha denominado. Debe su nombre a un convento de monjas que en ella existió, el Real de Santa María de los Ángeles, funda­do en 1564 por doña Leonor de Mascareñas, dama de Isabel de Portugal que vino a España cuando su señora casó con el Emperador Carlos I. Las prime­ras monjas que lo ocuparon vinieron del convento de Santa María de Jesús de Ávila, y en él se alojó Santa Teresa. Sufrió un gran incendio en 1617, y la comunidad quedó en un estado tan precario que debieron recibir ayuda del vecino monasterio de Santo Do­mingo. Para ello, se derribó el muro que los separaba. El convento de los Ángeles fue exclaustrado tras la desamorti­za­ción, y en 1838 fue derribado. En su solar se edificaron viviendas particu­lares.

En el número 3 vivió el infante Enrique de Borbón, que fue protago­nista de un trágico episodio dentro de las luchas que hubo tras la Revolución de 1868 por el vacante trono. Una carta escrita por él, dirigida a los segui­dores de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, provocó que éste le retase a duelo, y el 12 de marzo de 1870, en las ventas de Alcorcón, el infante fue muerto por el duque. Esto le valió al de Orleans la excomunión, y por lo tanto la automática exclusión al trono de una monarquía que aún era católica.

Y en la manzana que hoy ocupa el Real Cinema, hubo un palacio edificado por don García Barrionuevo de Peralta, que muchas veces habrá de ser nombrado en estas páginas, miembro que fue del Consejo de Carlos I. Algunas décadas después, en esas mismas casas vivió el presidente del Consejo de Castilla Pedro Manso. Allí ocurrió un hecho que tuvo relación directa con el famoso proceso que acabó con la vida de don Rodrigo Calde­rón, marqués de Sieteiglesias. El marqués, junto con el cardenal de Trejo, el teniente de la Villa Juan de Velasco y Bernardino González, capellán de Pedro Manso, sacó de allí a un alguacil llamado Agustín de Ávila, y entre todos le asesinaron y le enterraron en una huerta cercana al monasterio de Atocha. El día que Calderón fue ejecutado, su último viaje hacia la plaza Mayor pasó por esta costanilla, quién sabe si por casualidad o por escar­miento.

5.9.07

Ángel Ganivet (Calle de)

Ángel Ganivet (1865-1898)
Entre las calles de Juan de Urbieta y de Amado Nervo. Distrito 3 (Reti­ro). Barrio del Niño Jesús.

La colonia Retiro es un barrio de Madrid relativamente nuevo; en el primitivo plan de Ensan­che de Carlos María de Castro era ésta una zona reservada para hipódromo y parque, y para que la guarnición de Madrid hiciese sus ejercicios. Hoy es un moderno barrio algunas de cuyas calles llevan nombres de grandes escritores y artistas. Una de ellas es la que nos ocupa, dedicada a Ángel Ganivet, escritor que nació en Granada en 1865. Fue diplomático y ejerció como tal en Amberes, Helsinki y Riga. Fue amigo de Unamuno y se le suele considerar como uno de los precursores de la Generación del 98, con la que emparenta directamente la doctrina que expone en sus ensayos. Entre sus obras más notables están Idearium Español, un importante intento para interpretar la historia de España, Cartas Finlandesas y Hombres del Norte, entre las obras ensayísticas. También compuso el drama en verso El escultor de su alma y las novelas La conquista del reino de Maya por el último conquistador Pío Cid y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid. Se suicidó en Riga en 1898, arrojándose a las aguas del río Dvina.

13.8.07

Ángel (Plaza del)

Imagen del plano de Texeira. A la derecha y en el centro, la Plaza del Ángel
Entre las plazas de Santa Ana y de Jacinto Benavente y las calles de las Huertas, San Sebastián, Cruz y Espoz y Mina. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Estamos en una de las plazas más típicas y castizas de Madrid, en los límites del barrio de los literatos. Existe una plaza del Ángel desde hace muchos años y su nombre se debe a una pintura que representaba al Santo Ángel de la Guarda y estaba en una de sus casas. Pero no siempre ha sido tan espaciosa como hoy en día. Como se puede ver en el plano de Texeira, antiguamente sólo comprendía el pequeño trozo que hay entre las calles de la Cruz y Espoz y Mina. El resto estaba ocupado por una manzana de casas entre las que se incluía el oratorio y convento de San Felipe Neri, construido en 1660. Esta manzana creaba una callecita que era la prolongación de la actual de San Sebastián, y llevaba el poético nombre de calle del Beso. Cuando Carlos III expulsó a los jesuitas ofreció una nueva ubicación al convento de San Felipe Neri, en una antigua iglesia que la Compañía tuvo en la calle Mayor, y después hizo demoler la manzana de casas antes citada. Así se formó la plaza tal y como hoy la conocemos. En su centro se colocó una gran cruz de piedra diseñada por Ventura Rodríguez, que luego fue llevada al cementerio Gene­ral del Sur.

El hotel Victoria

En la esquina con la plaza de Santa Ana tuvo su palacio la condesa de Montijo. Era un edificio que fue levantado en 1810 por el arquitecto Silvestre Pérez, y que durante una buena parte del siglo XIX fue un impor­tante centro de reunión por el que pasaron la mayor parte de las figuras artísticas y políticas de España y algunas de las europeas. Allí vivió Eugenia de Montijo, futura emperatriz de los franceses. Tras la muerte de la condesa en 1881 acabaron las grandes reuniones culturales y políticas y el edificio se utilizó con otros fines. Fue sede del casino militar y en él vivió José Canale­jas. En las primeras décadas del siglo XX fue demolido, y en su solar se levantó el llamado edificio Simeón, destinado a usos comerciales y también a albergar un hotel, que no es otro que el famoso Victoria. Es una interesan­te obra arquitectónica, típica muestra de edificio comercial de la época, y fue levantado entre 1919 y 1923, según proyecto de Jesús Carrasco y Encina. El hotel Victoria fue y es utilizado en numerosas ocasiones por las figuras del toreo que vienen a actuar a Madrid. Se guarda intacta la habitación que solía ocupar Manuel Rodríguez Manolete.

Antonio Canseco y Escudero (1838-1917)Justo enfrente, en la esquina con la calle de San Sebastián, se alza la elegante mole neoclásica del palacio de Tepa, del que se hablará al referir­nos a dicha calle, por donde tiene su entrada, pero del que hay que decir aquí que luce en esa esquina el famosísimo reloj de Canseco. Este reloj, que marcó el tiempo de muchísimos madrileños cuando no estaba tan generaliza­do el uso de relojes de bolsillo o pulsera, es reclamo de uno de los más tradiciona­les y antiguos establecimientos comerciales de Madrid, la relojería de Canse­co, y antes estuvo acompañado por unas figurillas chinescas que golpeaban campanas al dar las horas. Imagino que muchos relojes famosos salieron de allí, pero por lo que a mí respecta, he de decir que el que hay en la iglesia parroquial de Orgaz, un pueblo de Toledo al que tengo un cariño especial, es de Canseco y fue colo­cado en la bellísima torre de dicho templo el año 1888.

En esta plaza está el Café Central, que intenta recuperar la cada vez más olvidada tradición de los cafés en Madrid, y donde en un ambiente muy agradable se puede disfrutar de actuaciones de Jazz en directo mientras se saborea un café y se charla con los amigos.

Ángel (Calle del)

'El Ángel de la Guarda', lienzo de Joaquín Manuel Fernández Cruzado fechado en 1838 (Catedral de Cádiz)
Entre la calle de las Tabernillas y la Gran Vía de San Francisco. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Debe esta calle su nombre a una capillita dedicada al Santo Ángel de la Guarda que allí había. Era propiedad de Gil Imón de la Mota, y se hallaba cercana al campillo que llevaba su nombre. Los vecinos eran muy devotos de la imagen que se guardaba en el pequeño santuario, y el día 2 de octu­bre, festividad de los Ángeles Custodios, se hacía una romería en la que los niños eran vestidos de angelitos y, según Répide, “los mayores solían aca­bar harto poco angélicamente en las tabernillas cercanas”. Un nieto de Gil Imón donó la imagen a la V.O.T., que la llevó al templo de San Francisco, y los terre­nos fueron vendidos para construir viviendas, con lo que la capilli­ta desapa­reció.

2.8.07

Andrés Torrejón (Calle de)

Andrés Torrejón (1736-1812), el célebre 'Alcalde de Móstoles'
Entre las calles de Gutenberg y del poeta Esteban Villegas. Distrito 3 (Retiro). Barrios del Pacífico y los Jerónimos.

El de Andrés Torrejón es un nombre inseparable de las épicas jorna­das que se iniciaron el 2 de mayo de 1808 en la villa de Madrid y sirvieron de mecha para hacer estallar la guerra de la Independencia. El universalmente conocido como El Alcalde de Móstoles no era sino un humilde labrador que había nacido en esta localidad próxima a Madrid el año 1736, y donde murió en 1812. En enero de 1808 fue elegido alcalde de la villa, junto a Simón Her­nández, otro vecino de la misma. Cuando el 2 de mayo de 1808 llegaron a Móstoles las noticias de las atrocidades que las tropas de Murat estaban cometiendo en Madrid como respuesta al heroico levantamiento de los ma­drileños, Juan Pérez Villaamil, fiscal del Consejo de Guerra refugiado allí, redactó un bando que fue firmado por los dos alcaldes de la villa y que se extendió de pueblo en pueblo. A finales de mayo, media España estaba alzada en armas contra los invasores. Gijón, Oviedo, La Coruña, Santander, Valladolid, Zaragoza, Lérida, Murcia, Jaén, Sevilla, Cádiz, Badajoz, se sublevaron y depusieron a las autoridades locales, excesi­vamente permisivas con los franceses. El texto que tradicionalmente se asig­na al célebre bando es: “La Patria está en peligro, Madrid perece víctima de la perfidia francesa. ¡Españoles, acudid a salvarlo! Mayo, 2 de 1808.” Sin embargo, es más probable que el contenido, obra de Pérez Villaamil, fuese otro, más extenso.

11.7.07

Andrés Mellado (Calle de)

Andrés Mellado y Fernández (1846-1913)
Entre la calle de Alberto Aguilera y el paseo de San Francisco de Sales. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Gaztambide y Vallehermoso.

Se encuentra esta calle en un sector del Ensanche que, según el plan inicial de Carlos María de Castro, sería militar, pues en él se instalarían varios cuarteles, cárceles y un campo de Marte como el que tiene París ante la torre Eiffel. Sin embargo la idea no se cumplió y ésta es hoy en día una calle en la que vive primordialmente la clase media tirando hacia media-alta. Pero no siempre fue así; el barrio no se urbanizó hasta bien entrado el siglo XX. Répide aún comenta que la calle tiene escasas edificaciones y que atraviesa el cerro del Pimien­to, que todavía tardaría mucho en ser engullido por el hormigón y el asfalto. Precisamente donde hoy termina esta calle se hallaba el hospi­tal de epide­mias del cerro del Pimiento. Empezó a construir­se este centro en 1885, tras una de las diversas epidemias de cólera que en aquella época sufrieron la villa de Madrid y otros puntos de España. Se detuvieron las obras, pero en 1895 se volvió sobre ellas y se termi­nó, en previsión de un posible brote de Yersinia pestis, el bacilo de la peste. Aun acabado el hospital, se mostró inadecuado desde el primer momento por su mala ventilación y lo aislado que se encontraba, entre desmontes y caminos. Aunque se prolongó la calle de Gaztambide y se abrió el paseo de San Ber­nardino (actual calle de Isaac Peral) para mejorar los accesos, el centro sanitario tuvo una corta vida, pues desapareció en 1905. Su solar está hoy ocupado por el paseo de San Francisco de Sales y por edificios de viviendas.

El primer nombre que se dio a esta calle fue el de Tarifa, pero un acuerdo municipal de 29 de diciembre de 1893 la dedicó a Andrés Mellado y Fernández. Nacido en Málaga en 1846, estudió Derecho y Filosofía, pero su verdadera vocación fue la de periodista, y tan pron­to como en 1868 fundó el periódico El amigo del pueblo, que difun­dió ideas revolucionarias e im­pulsó a Andrés Mellado a entrar en política. Apoyó a Salmerón y Castelar y fue ardiente partidario de la I República, durante la que dirigió otro diario, La igualdad, fundado por Estanislao Figueras y clausurado por orden de Cánovas en 1875. Pero eso no calló al inquieto periodista, que inmediata­mente pasó a tomar la batuta de El imparcial, que no abandonó en diez años. En 1889 es nombrado alcalde de Madrid y en su breve mandato consi­guió sanear las siempre exhaustas arcas municipales. Además fue diputa­do por Puerto Rico, por Málaga y por Gaucín, y senador por Cuba. Desempeñó los puestos de vicepresidente del Congreso, gober­nador del Banco de España, ministro de Instrucción Pública y comisa­rio regio del Canal de Isabel II. También fue académico de la lengua. Fue a morir muy lejos de Madrid, en Biarritz, el año 1913.

27.6.07

Andrés Borrego (Calle de)

Página de 'El Español', periódico fundado por Andrés Borrego
Entre las calles de la Luna y del Pez. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

En el plano de Texeira esta calle recibe el nombre de Panaderos. Esto es así porque en ella hubo un mercado de pan donde se expendía el que era cocido en los famosos hornos de Villanueva. El 6 de marzo de 1895 el Ayunta­miento decidió dedicársela al político, periodista y escritor Andrés Borrego, que nació en Málaga en 1802 y murió en nuestra villa en 1891. Muy pronto entró en política, y su actitud favorable a la constitución de 1812 tras el pronunciamiento de Riego le valió el exilio en 1823. Vivió primero en Ingla­terra y luego en Francia, donde participó en la revolución de 1830; el nuevo gobierno francés le ofreció un cargo que rechazó -no sería el último honor que declinase. Volvió a España en 1834, y se afilió al partido moderado; sin embargo, sus actitudes liberales le granjearon la ene­mistad de Narváez y tuvo que emigrar en otras ocasiones. Fue diputado, gobernador de Madrid, ministro plenipotencia­rio en Suiza, y enviado espe­cial del gobierno español a la guerra franco-pru­siana de 1870-71. Rechazó por dos veces la Gran Cruz de Carlos III y tam­bién renunció a una cartera ministerial.

Pero la labor más importante de Andrés Borrego fue la periodística. Puede ser considerado uno de los creadores de la prensa moderna en España. A su vuelta del exilio fundó El Español; en 1838, El correo nacional y en 1845 una segunda serie de El Español. Además, fue redactor de La época. Fue también un escritor notable, y entre sus obras están Historia parlamenta­ria de España durante el siglo XIX, Principios de economía política (1844) y La cuestión social (1881).

15.6.07

Áncora (Pasaje del)

Entre las calles del Áncora y de Vara del Rey. Iguales distrito y barrio que la anterior.

Vale la explicación de la calle anterior para este pasaje que lleva su mismo nombre. Sin embargo, antes no tuvo ni la misma denominación ni las mismas dimensiones. Se llamaba calle de Brasil y comenzaba en la de Mén­dez Álvaro. Con el tiempo, quedó en pasaje y de inmenso país, se convirtió en instrumento náutico.

Áncora (Calle del)

Un ancla o áncora (bajo las aguas de Almería)
Entre el paseo de las Delicias y la calle de Méndez Álvaro. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

Amplia calle del Ensanche Sur dedicada a un instrumento naval, el áncora o ancla, que sirve para aferrar los buques al fondo marino y así salvaguardarlos de los vientos. Así de sencillo, aunque la explicación del porqué de una calle del Áncora tan lejos del mar no lo es tanto. Peñasco y Cambronero simplemente dicen que el nombre fue puesto por los vecinos y luego lo adoptó oficialmente el Ayuntamiento. Répide sin embargo indica que por allí hubo un áncora cuya procedencia era más que dudosa. ¿De las falúas reales del Retiro? ¿O del embarcadero del Canal que hubo paralelo al Manzanares? El gran cronista se inclina más por la segunda opción, y por lo tanto, con ella nos quedamos.

7.6.07

Amparo (Calle del)

Una rosa de Alejandría, también conocida como peonía (Paeonia albiflora)
Entre la calle de la Esgrima y la ronda de Valencia. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Esta larga calle, que según Répide es “una de las más típicas y pinto­rescas de los barrios bajos”, forma hoy en día parte de una zona de Madrid que está bastante degradada a causa de diversos males de nuestro tiempo que es mejor no nombrar. Y sin embargo es verdad que es un lugar de gran sabor madrileño, con sus muchas tiendas, tascas y mesones tradicionales.

Hay varias leyendas y tradiciones entrelazadas para explicar el origen de los nombres que ha tenido la calle. Todas se relacionan con una mujer que se dedicaba a asistir en los partos y que vivía aquí; se dice que guardaba en una botella una rosa de Alejandría que siempre llevaba consigo cuando ayu­daba a dar a luz a alguna madrileña. Si la rosa se abría, era signo de que el parto no iba a tener problemas. De ahí vino el primer nombre que tuvo la vía, calle de la Rosa. Pero hay más datos. Nuestra comadrona era granadina, y se hizo famosa en Madrid cuando asistió en el parto a una dama llamada doña Guiomar de Mendoza, que fue célebre durante el reinado de Felipe IV. Así que la calle de la Rosa empezó a conocerse como calle de la Comadre de Granada y es así como figura en los planos de Texeira y Espinosa. El nombre subsistió hasta la gran reforma en la rotulación de las calles que llevó a cabo en 1834 el marqués viudo de Pontejos; desde entonces sólo se denominó de la Comadre. Y en 1878 adquirió el nombre actual, calle del Amparo. Para algunos, esto se debe a que ese era el nombre de la comadro­na, para otros a que la mujer era un amparo para los vecinos del barrio. Y Répide concluye que el nombre “más bien parece indicar la existencia de algún refugio de desvalidos”, refugio que nos es totalmente desconocido.

31.5.07

Amor de Dios (Calle del)

Grabado antiguo que representa la isla de Ualan, en las CarolinasEntre las calles de las Huertas y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.

Nos encontramos en pleno barrio de los literatos con esta pequeña calle, típica de aquella interesantísima zona de nuestra villa. Su nombre proviene de una capillita en la que había una imagen de Nuestra Señora del Amor de Dios. Ocurría esto cuando estos parajes eran descampados y por aquí sólo discurría el camino que conducía al prado de San Jerónimo. La imagen se hallaba en una casa particular, pero ello no impidió que suscitase gran devoción entre los vecinos, que poco a poco fueron llenando la capilla de exvotos. Llegó esto a los oídos del vicario de Madrid, Juan Bautista Neroni, que decidió llevar a una iglesia la imagen para que se le rindiese culto de forma más digna, pero los vecinos se opusieron enérgicamente. Así que hasta 1552, cuando Antón Martín fundó el hospital después llamado de San Juan de Dios, no se trasladó la imagen a un templo mayor, que fue concretamente el del hospital, que tenía esa advocación. Se intentó crear una cofradía en la capilla del hospi­tal, pero no fue posible; al construirse la iglesia del Colegio de Niños De­sampa­rados, que asimismo se consagró a Nuestra Señora del Amor de Dios, la cofradía se estableció allí, y se hizo una copia de la vene­rada imagen.

¿Sabía usted que las islas Carolinas pertenecieron a España? ¿Sabía que existían? Pues nadie en España tampoco, hasta que en 1885 Alemania intentó ocupar militarmente el archipiélago, situado en el centro del océano Pacífico. Una oleada de fervor patriótico cruzó el país, y en nuestra villa la furia se concentró en la calle del Amor de Dios, ya que en el palacio que tenía el número 2 estaba la embajada del Imperio Alemán. El 23 de agosto de 1885 los madrileños arrancaron el escudo de Alemania de esta casa y lo arrastra­ron por las calles. Después tuvo otros fines, entre los que estuvo alojar provisionalmente el palacio de Justicia tras el incendio que sufrió el antiguo convento de las Salesas el 5 de mayo de 1915.

23.5.07

Amnistía (Calle de la)

La Reina Gobernadora doña María Cristina, que concedió la amnistía que da nombre a nuestra calle
Entre la calle de la Independencia y la plaza de Ramales. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Esta calle se abrió en 1836, y Peñasco y Cambronero indican que se hizo en parte sobre la antigua plaza de Santa Clara. Esta plaza no aparece en el plano de Texeira ni en otros posteriores, así que supongo que se formó como consecuencia del derribo del convento del mismo nombre, ordenado por José Bonaparte. Una vez verificada la apertura, se le puso el nombre de calle de la Amnistía en recuerdo de la que concedió a la muerte de Fernando VII la reina gobernado­ra doña María Cristina.

La casa que tiene el número 22, una vieja vivienda muy reformada por el arquitecto Cayo Redón, tiene en su fachada la única imagen que queda de las muchas que hubo en las esquinas del viejo Madrid. Es una imagen de la Dolorosa colocada en una hornacina, último resto de una piadosa costum­bre que es la causante de muchos de los nombres de las calles de nuestra villa.

Américas (Calle de las)

El Rastro Entre la calle de Mira el Sol y la ronda de Tole­do. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aún no nos vamos del Rastro. Casi al final queda esta pequeña calle peatonal, que no es la misma que comentan Peñasco-Cambronero y Répide. Ellos hablan de una calle que transcurre entre la ronda de Toledo y el paseo de las Acacias, es decir, aproximadamente en el emplazamiento del bazar que le daba nombre y al que enseguida me referiré. La calle que en la actua­lidad lleva ese nombre se abre en unos terrenos que en su día pertene­cieron al Casino de la Reina, y está al otro lado de la ronda de Toledo.

Al final del Rastro se acondicionó un lugar para que los vendedores de chismes y de antigüedades que no cabían en el resto del mercado se esta­bleciesen. Fue llamado el bazar de las Américas, y en él había unas sesenta tiendas de cartoneros, chatarreros y almaceneros. Subsistió hasta el año 1979, cuando fue derribado para prolongar la Ribera de Curtidores hasta el paseo de las Acacias.

14.5.07

Amazonas (Calle de las)

'La batalla de las Amazonas' (1598), cuadro de Rubens (1577-1640)Entre la calle de Carlos Arniches y la Ribera de Curtidores. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

Aparece ya esta calle en el plano de Texeira, aunque no hay nada construido donde hoy se halla la casa de socorro de Arganzuela. En el plano de Espino­sa sí que se llama como hoy en día. Está en pleno corazón del Rastro, en un lugar en el que tradicionalmente, entre otras muchas cosas, se halla el mercadillo de minerales, donde muchos hemos ido en busca de un buen trozo de pirita, aragonito o biotita para completar la colección que nos mandaban hacer en el colegio.

La tradición más aceptada de las que explican el origen de su nom­bre, indica que dentro de las festividades que hubo con motivo de la entrada en Madrid de la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, estuvo la actua­ción de un grupo de mujeres que, a caballo, ejecutaron unos difíciles ejerci­cios acrobáti­cos con gran destreza. En el paraje donde hoy se abre esta calle había un corral donde estaban guarda­dos los caballos de estas damas, y que fue cono­cido como corral de las Amazo­nas. Y este es el sencillo origen de la deno­minación. Otra propuesta, dada por Peñasco y Cambrone­ro, aunque la ponen “en tela de juicio” -bien es verdad que la otra tradición también la cuestio­nan- dice que la calle se abrió cuando se descubrió el río del mismo nombre y “se encomiaba el valor de aquellas célebres mujeres”. Sin embargo, como el Amazonas fue descu­bierto en 1499 y por aquellos años la villa aún no había llegado hasta estos contor­nos, es bastante difícil que no suene a fanta­sía esta segunda leyenda.

9.5.07

Amaniel (Calle de)

Antigua fábrica de Mahou, actual Archivo Regional de Madrid
Entre la plaza del conde de Toreno y la calle del Con­de-Duque. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Universidad.

Toda esta zona fue en tiempos un bosque muy frondoso donde proli­feraba la caza. Sabida es la afición que muchos monarcas de Castilla y de España han tenido a ese deporte, y por ello no es de extrañar que estas frondas fuesen en épocas pasadas escenario de numerosas monterías reales. El nombre de Dehesa y Eras de Amaniel vino de su dueño, Lope de Ama­niel, ballestero que fue del rey Enrique II de Castilla. Peñasco y Cambronero hacen un irónico comentario de la detallada explicación que Capmani hace de ese nombre, que les hizo "suponer que el autor había sido testigo presen­cial de aquellas monterías, si no supiésemos que vivió siglos después".

Cuando la villa se convirtió en corte fue ésta una de las zonas por donde se desarrolló su crecimiento; el frondoso bosque de Amaniel fue siendo poco a poco talado y la caza desplazada hacia terrenos más pro­picios. Ya en tiempos de Felipe IV se formó nuestra calle, que adoptó el nombre del antiguo dueño de los terrenos, a pesar de que en el plano de Texeira se rotula Gumiel. Del ancestral bosque de Amaniel, que antiguamen­te se exten­día desde la Moncloa hasta el pueblo de Valnegral, aproximada­mente donde hoy está el paseo de Recoletos, sólo queda hoy como vestigio la Dehesa de la Villa, que también se ha visto amenazada por alguna que otra vía rápida para los dichosos automóviles.

En las orillas de esta calle hay varios edificios muy importantes, como el convento de las Comendadoras de Santiago o el Paraninfo de la Universidad Complutense, pero como sus entradas principales dan a otras vías, allí se comentarán. Sin embargo, sí que hay que hablar de dos que estaban en nuestra calle; uno permanece, el otro no. En la esquina de la calle de Amaniel con la travesía del Conde-Duque se instaló en 1719 el colegio de Nuestra Señora del Patrocinio y Amparo de niñas huérfanas. Esta institu­ción fue fundada por Felipe V y María Luisa de Saboya en 1710, y primero estuvo en el Hospicio, hasta que se trasladó a nuestra calle, a unas casas que fueron propiedad del conde de Monterrey. Por eso, desde entonces fue cono­cido como colegio de las niñas de Monterrey. Subsistió hasta 1824, cuando Fernando VII regaló el edificio para el emplazamiento del hospital de Jesús Nazareno, de mujeres incurables, que había sido fundado en 1803 por la condesa viuda de Lerena y marquesa de San Andrés en una casa de la calle del Conde-Duque. Durante el reinado de José Bonaparte fue suprimido, pero en 1815 fue restablecido y se instaló en la calle del Burro (hoy Colegiata); después pasó a la calle de la Madera, y por último, el 4 de octubre de 1824, al edificio de la calle de Amaniel del que hablamos. Disponía de 110 cama­s, y era regentado por las hermanas de la Caridad. Poseía una capilla cuya entrada daba a la travesía del Conde-Duque. En 1851 sufrió un im­portante incendio que dañó además varias casas cercanas. Subsistió hasta los años setenta del siglo pasado, cuando el furor especulativo que se desató en Madrid acabó con muchos edificios antiguos, unos sin importancia, pero otros de gran valor.

Mejor suerte tuvo la antigua fábrica de cervezas Mahou. Construida entre 1892 y 1894 según planos de Francisco Andrés Octavio, uno de los autores del proyecto de la Gran Vía, es una importante muestra de la arqui­tectura industrial madrileña de finales del siglo XIX, y pertenece al tan en auge entonces estilo neomudéjar. Sufrió siete ampliaciones, entre 1899 y 1930, pero al final la fábrica se trasladó hasta las orillas del Manzanares, y el edificio cayó en el abandono, a pesar de su importancia. En la edición de 1987 de la Guía de Madrid del C.O.A.M. se habla de su "avanzado estado de deterioro, aunque existe un proyecto de rehabilitación y adaptación a viviendas y oficinas de próxima ejecución". No fue así, sino mejor, ya que la Comunidad de Madrid lo adquirió para instalar en él el Archivo Histórico de la Comunidad. Inmejorable emplazamiento, a un paso del Cuartel del Conde-Duque, donde está el complementario Archivo de la Villa.

25.4.07

Amador de los Ríos (Calle de)

José Amador de los Ríos (1818-1878)
Entre las calles de Alcalá Galiano y Fer­nando el Santo. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Almagro.

Calle muy breve, pero muy señorial la que en el sector Alma­gro-Altos del Hipódromo del Ensanche lleva el nombre de un importante erudito e historiador español. Sin embargo, hay que indicar que hasta 1903 la calle estaba dedicada a Ángel Saavedra, que ya tenía en el corazón de la villa otra vía, la del Duque de Rivas. Dicho esto, hablemos de José Amador de los Ríos. Nació en la locali­dad cordobesa de Baena el 1 de mayo de 1818. Fue cate­drático de historia crítica de la literatura española en la Universidad Central, y sus inquietudes se dirigieron especialmente hacia el Medievo; en este sentido, cabe citar dos obras muy importantes, como son Historia políti­ca, social y religiosa de los judíos de España y Portugal, escrita entre 1875 y 1876, e Historia crítica de la literatura española (1861-65), que compren­de hasta el reinado de los Reyes Católicos. Pero también los esfuerzos de Ama­dor de los Ríos dieron fruto en lo concerniente a la historia de nuestra villa, y es imprescindible incluir en una obra que trate de Madrid, al menos una refe­rencia a su monu­mental Historia de la Villa y Corte de Madrid, en cua­tro tomos, escrita en colaboración con Juan de Dios de la Rada y Delga­do y Cayetano Rosell el año 1860. José Amador de los Ríos murió en Sevilla el 17 de marzo de 1878.

17.4.07

Amado Nervo (Calle de)

Amado Nervo (1870-1919)

Entre la avenida de Menéndez Pelayo y la calle de Juan de Urbieta. Distrito 3 (Retiro). Barrio del Pacífico.

Esta calle de la colonia Retiro está dedicada al escritor y diplomático mexicano Amado Nervo, que nació en la localidad de Tepic en 1870. Inició estudios eclesiásticos, pero pronto cambió los hábitos por la pluma. Sus primeras obras poéticas aparecieron a partir de 1898, y se encuadran en la estética modernista entonces en boga. En 1900 viajó a Europa, donde ocupó cargos diplomáticos en Madrid y París, y conoció a Rubén Darío. Sus traba­jos posteriores se orientan primero hacia una religiosidad un tanto peculiar y después hacia obras más sentimentales e íntimas. Murió en Montevideo en 1919. De entre sus escritos poéticos cabe destacar Perlas negras (1898), Místicas (1898), El éxodo y las flores del camino (1902), Los jardines inte­riores (1905), En voz baja (1909), Serenidad (1914), Elevación (1917), Plenitud (1918) y La amada inmóvil (1920). También se le deben artículos, crónicas, críticas literarias y novelas.

Por cierto, la célebre inspiradora de los más sentidos versos del poeta, la Amada Inmóvil, que realmente se llamaba Cécile Louise Dailliez, acompañó secretamente a Nervo hasta Madrid cuando en 1905 fue destinado a la embajada mexicana en nuestra villa. Vivieron juntos en el número 15 de la calle de Bailén -una placa lo recuerda-, y allí murio Cécile el 7 de enero de 1912, a causa de unas fiebres tifoideas. Y está enterrada en Madrid, en el cementerio de la Sacramental de San Lorenzo.

11.4.07

Álvarez Gato (Calle de)

Página del 'Cancionero de Álvarez Gato'
Entre las calles de Espoz y Mina y de Núñez de Arce. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Hasta las primeras décadas del siglo XX esta calle era conoci­da simplemente como del Gato, y así aparece en la reedición de 1846 del plano de Tomás López. Aunque el origen más probable de este nombre está rela­ciona­do con el per­sonaje al que hoy está dedicada, hay una chusca tradi­ción que lo intenta expli­car, y, aun­que disparatada, merece ser contada. Dícese que cuando estos parajes no eran sino un coto de caza, se capturó un enorme gato mon­tés cuya piel sirvió para fabricar unas botas nada menos que al Gran Capi­tán. Eran unas botas semejantes a las que usó el emperador Carlo­magno, pero tenían un pequeño incon­veniente, y era que el olorcillo que despedían debía de ser bastante fami­liar para todos los felinos que se encon­traban cerca de ellas y en cuan­to lo notaban aprovechaban para acercarse y hacer sus necesida­des. Con esto, el olor, en lugar de menguar crecía más y más, hasta que el adalid decidió deshacerse de ellas y en un gesto de genero­sidad las regaló a su ayuda de cámara. El muy ingrato, en lugar de conser­var tan preciado presente, se lo vendió a un numismático de París, que seguro que soportó mejor el olor. Peñasco y Cambronero, además de decir que no se creen nada de esto, dudan si la tradición se ha de acomodar a esta calle o bien a la antigua pla­zuela del Gato, que se hallaba en la calle de Amaniel. De hecho, Répide la narra cuando habla de la susodicha plazuela. Sea como sea, nadie se lo cree.

Lo cierto es que la calle está dedicada a Juan Álvarez Gato. El linaje de los Gato es de los más antiguos de la villa, de la época de la conquista. Se cuenta que uno de los miembros de la familia escaló con la sola ayuda de una daga las murallas de Madrid sin im­portarle que los moros le estuviesen esperando. La comparación del audaz guerrero con un gato por su agilidad, hizo que el mote se con­virtiese en apellido. Muchos cronistas y estudiosos indican además que este hecho es el origen de que a los madrileños se nos llame gatos, aunque yo he oído decir también que el apelativo podría venir de la habilidad para escalar muros que mostraron las tropas madrileñas que contribuyeron a la conquista del reino de Granada por los Reyes Cató­licos.

Se supone que Juan Álvarez Gato tuvo sus casas en esta calle, aun­que Jerónimo de Quintana no opina igual y las sitúa junto a la iglesia de San Salvador. Álvarez Gato nació en nuestra villa alrededor del año 1440 y fue poeta. Al parecer fue converso, lo que le sirvió para poder ser mayordo­mo de Isabel la Católica, poco amiga de judaizantes como todos sabemos. Casó con una noble dama madrileña, pertene­ciente a uno de los más principales linajes de la villa, doña Aldonza de Luzón. Como poeta, es un hombre de su tiempo; compuso numero­sos versos de muchos géneros, algunos de los cuales aparecieron en el Cancionero General. Entre sus obras las hay de carácter amoroso, político, satírico, alegórico y moral. Él inició el género poético consis­tente en realizar poemas amatorios a lo divino. El rey Juan II lo tuvo en mucha estima; también sirvió a Enrique IV y a la reina Isabel, como antes se ha dicho. Murió en 1509, y fue enterrado en la capilla que su familia fundó en la iglesia de San Salvador.

En esta calle estuvieron los dos famosos espejos deformantes, uno cóncavo y otro convexo, citados por Valle-Inclán en sus Luces de Bohemia y a través de los que veía ese Madrid "absurdo, brillante y hambriento" que retrató en su primer Esperpento.

26.3.07

Álvarez de Baena (Calle de)

Uno de los más célebres restaurantes de Madrid está en esta calle
Entre las calles de María de Molina y de Pedro de Valdivia. Distrito 5 (Chamartín). Barrio de El Viso.

En las estribaciones de los Altos del Hipódromo, cerca del antiguo palacio de la Industria y de las Artes, hoy Museo de Ciencias Naturales y Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, se halla esta breve y tranquila calle, cuyo primitivo nombre fue de la Exposición, ya que el palacio antes mencionado fue construido entre 1881 y 1887 para albergar la Exposición Nacional de la Industria y de las Artes. Una vez que el edificio perdió su primitivo uso, la calle mudó su denominación y fue dedicada al importante historiador José Antonio Álvarez de Baena, nacido en nuestra villa mediado el siglo XVIII. Se ocupó principalmente de Ma­drid, y sus dos obras más importantes así lo atestiguan: Compendio histórico de las grandezas de la coronada Villa de Madrid (1786) e Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidad, armas, ciencias y artes (1789). Planeó tam­bién la elaboración de unos Anales de Madrid, proyecto presentado al Ayun­tamiento en 1791, pero que no llegó a realizar. Murió el año 1803.

Altamirano (Calle de)

El Apocalipsis, que comentó Altamirano
Entre la calle de la Princesa y el paseo del pintor Rosales. Distrito 9 (Moncloa). Barrio de Argüelles.

Calle de una de las zonas que más activas fueron durante los prime­ros años de desarrollo del Ensanche madrileño, zona que en principio no sólo albergó viviendas, sino también fábricas. Y precisamente aquí se esta­bleció un industrial apellidado Clot, que dio su primitivo nombre a la calle. Posteriormente, a finales del siglo XIX, fue dedicada al fraile trinitario Antonio de la Concepción Torres Altamirano, que nació en Madrid el 8 de diciembre de 1616. Era hijo de un fiscal del Consejo de Castilla. Llegó a ser general de la orden trinitaria descalza en dos ocasiones. Entre sus obras, destacan unos Comentarios morales y analógicos sobre el Apocalipsis. Murió en Salamanca el 4 de noviembre de 1685.

20.3.07

Alonso Martínez (Plaza de)

Manuel Alonso Martínez (1827-1891)
Entre las calles de Génova, Almagro, Santa Engracia y Sagasta y la plaza de Santa Bárbara. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de la Justicia, Trafalgar y Almagro.

Por esta plaza discurría antes de 1868 la cerca de Felipe IV. A su altura estuvo la puerta o, mejor dicho, el portillo de Santa Bárbara; a su altura, pero no en ella: Se encontraba algo más abajo, donde hoy se abre la plaza de Santa Bárbara, y por eso es allí donde se habla algo más de este portillo y su curiosa tradición. Tras el derribo de la mencionada cerca, en este paraje se formó una glorieta que primero se denominó de Santa Bárbara, y, por acuerdo de 12 de enero de 1891, pasó a llamarse tal y como hoy la conocemos. Cerca de esta plaza estuvo uno de los emplazamientos de la Real Fábrica de Tapices, precisamente llamada de Santa Bárbara; más detalles sobre esta Real Fábrica se dan en la calle de Vandergoten (donde hoy se halla situada).

Con el nombre de esta plaza se conoce toda un área de Madrid que es uno de los centros de la vida nocturna de la villa. Comprende esta zona los terrenos donde antaño se ubicaron los conventos de Santa Bárbara y Santa Teresa, y en los que hoy en día podemos encontrar muchísimos luga­res donde tomar unas copas con los amigos escuchando una más o menos ensordecedora música; causa el asombro de nuestros visitantes la contempla­ción de las muchedumbres que recorren durante las madrugadas de cualquier época del año este barrio.

Estatua de Alonso Martínez en la plaza de su nombre

Preside la plaza, en su esquina con Sagasta, la estatua del político que le presta su nombre. Manuel Alonso Martínez nació en Burgos en 1827. Muy joven, en 1854, entró en las Cortes; fue brillante su labor como diputa­do, lo que le valió el nombramiento como ministro de Fomento en 1855. Durante su labor en este ministerio influyó decisivamente en el progreso de las obras del Canal de Isabel II, que tres años después por fin trajo las aguas del Lozoya a la villa. En julio de 1856 era gobernador de Madrid cuando acabó el bienio progresista, y en el transcurso de los disturbios de julio de aquel año llegó a correr verdadero peligro su integridad. No volvió a descollar en la política hasta la Restauración; participó en la comisión que redactó la Constitución de 1876, y obra suya son el Código Civil que aún sigue vigente y el primer establecimiento del Jurado en Espa­ña. También se le debe la fundación de escuelas de medicina legal en Ma­drid, Barcelona y Sevilla, y la instauración del matrimonio civil. Murió en 1891.

Alonso Carbonell (Calle de)

Palacio del Buen Retiro, diseñado por Alonso Carbonell
Entre las calles de Tomás Borrás y de Gui­llermo de Osma. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de la Chopera.

Cerquita de Legazpi se encuentra esta pequeña calle, que lleva el nombre de un escultor y arquitecto español nacido en Valencia. Alonso Carbonel, Alonso Carbonell o Alfonso Carbonell, que de las tres formas lo he podido ver, desarrolló casi todo su trabajo en nuestra villa o bien en sus cercanías. Fue aparejador en las obras del Alcázar de Madrid, en el palacio del Pardo y en la Casa de Campo, y dirigió las del palacio del Buen Reti­ro. Posteriormente fue maestro mayor de todas las obras de la casa real. Tam­bién colaboró en la construcción del panteón real de El Escorial y en el retablo de la Merced (junto con Eugenio Caxés). También se le debe el convento dominico de Loeches, cerca de Madrid. En nuestra Villa murió el año 1660.

14.3.07

Alonso Cano (Calle de)

Inmaculada, de Alonso Cano (Catedral de Granada)
Entre el paseo del general Martínez Campos y la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Almagro y Ríos Rosas.

Esta larga calle del sector Norte del Ensanche está dedicada a un gran artista español del siglo XVII. Alonso Cano, nacido en Granada el 19 de marzo de 1601, fue arquitecto, pintor y escultor. Se formó primero con su padre, Miguel Cano, que se dedicaba a ensamblar retablos, y después estudió con Pacheco (en cuyo taller coincidió con Velázquez) y con Martínez Montañés. Estuvo, pues en Sevilla, pero hubo de abandonar esa ciudad a resultas de un desafío que tuvo con un enemigo artístico, Sebastián del Lla­no. Entre 1638 y 1651 residió en nuestra villa, donde llegó a ser maestro de dibujo del príncipe Baltasar Carlos. Se ordenó sacerdote en 1657 y diez años después, el 5 de octubre de 1667, murió en la misma ciudad que le vio nacer. Su agitada vida quizá impidió que sus extraordinarias dotes artísticas se desarrollasen plena­mente, lo cual no es óbice para que haya dejado obras muy importantes además de otras muchas que se perdieron. En la pintura, evolucionó desde un tenebrismo adoptado por influencia de la pintura italia­na, que conoció en Madrid, a una obra llena de luz y color. Destacan espe­cialmente sus vírge­nes, y sobre todo la Inmaculada que se conserva en la catedral de Granada. Su obra arquitectónica más importante también está en su ciudad natal; destaca la fachada de la catedral, iniciada por Diego de Siloé y acabada por él, y las iglesias de la Magdalena y del Ángel Custodio. Para muchos es en la escultura en la que mejor mostró su genio. Sus trabajos en este campo se inscriben en la corriente barroca andaluza, con una importante influencia de Martínez Montañés. Destaca especialmente la Inmaculada que se halla en el coro de la catedral de Granada.

Alonso del Barco (Calle de)

Entre la ronda de Valencia y la calle de Sebastián Elcano. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

No muy larga calle de un barrio que está en plena transformación, y de la zona eminentemente industrial que fue desde su creación hasta no hace demasiadas décadas pasará a ser un barrio residencial infestado de coches en doble fila. Está dedicada a Alonso del Barco, un pintor natural de la villa de Madrid, donde nació en 1645. Fue discípulo de José Antolínez; su obra, ingente, está especialmente representada en los edificios religiosos de Ma­drid. Murió en 1685.

6.3.07

Almudena (Calle de la)


Entre las calles Mayor y de Bailén. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Una muy pequeña calle tiene dedicada la patrona de nuestra villa. Muy pequeña, pero inmejorablemente situada, puesto que aquí estuvo duran­te casi mil años un templo dedicado a Santa María de la Almudena. Nuestra callecita ha sido conocida de muchas formas: calle de la Almudena Chica, ya que el primer tramo de la calle Mayor también se llamó calle Real de la Almudena; y calle del Camarín de la Virgen o del Camarín de Santa María, porque aquí daba la capillita que, tras el altar de la vieja iglesia, contenía la venerada imagen.

La historia de la imagen de la Virgen de la Almudena constituye una de las más conocidas leyendas madrileñas. Se cuenta que cuando los árabes conquistaron la Península, los habitantes de la pequeña aldea que era enton­ces Madrid escondieron en un cubo de la muralla la imagen de la Virgen, escoltada por dos grandes cirios encendidos. Llega­ron los moros, y durante los más de trescientos años que Madrid fue musul­mana, la imagen permane­ció oculta, pero su recuerdo no se desvaneció entre las familias cristianas que aquí vivían, en una tradición oral que pasaba de generación a genera­ción.

Y cuando Alfonso VI conquistó Madrid, y su mezquita fue converti­da en iglesia cristiana, se planteó la recuperación de la imagen, incluso derribando toda la muralla si era necesario. Sin embargo, el 9 de no­viembre de 1083 (o de 1085) se cayó sola una parte de la defensa y allí apareció la imagen, con los cirios aún encendidos. Se supone que ese lienzo de la mura­lla estaba donde hoy una hornacina recuerda el prodigio. Allí, bajo la ima­gen de la Virgen, una leyenda reza:


YMAGEN DE MARÍA SANTÍSIMA
DE LA ALMUDENA
OCULTADA EN ESTE SITIO EL AÑO 712
Y DESCUBIERTA MILAGROSAMENTE EN EL DE 1085


No es demasiado errónea la localización, pues como bien se sabe, justo debajo del pretil de la cuesta de la Vega donde se halla esta hornacina, aparecieron en 1953 los 118 metros de la muralla árabe que hoy presiden el parque del Emir Mohammed I.


La muralla árabe frente a la entrada de la Cripta de la Almudena


La imagen de la Virgen fue descubierta, al parecer, junto a un alma­cén de grano, que los árabes llamaban almud, y de ahí le vino el nombre a la patrona de la villa. La leyenda es tan bella y está tan hondamente enraiza­da en el alma de los madrileños que me voy a abstener de intentar dar una alternativa racional.

El caso es que la imagen de la Virgen fue colocada en la mezquita reconvertida y desde entonces dura el culto mariano en Madrid. Acompañaba a la imagen un cuadro que representaba asimismo a la Virgen, llamada de la Flor de Lis, puesto que llevaba una en sus manos, y que la tradición indica que fue mandado hacer por la esposa de Alfonso VII, doña Constanza, hija del rey Enrique I de Francia. Este cuadro apareció, pintado en un muro, con motivo de unas obras que se realizaron en 1624 en la iglesia de Santa María, detrás del altar ma­yor. Desde entonces se conoció como la Virgen de la Flor de Lis y fue de mucha devoción para los madrileños, empezando por la familia real.


Maqueta de la antigua iglesia de Santa María la Real (Museo Municipal, Madrid)


Se ha supuesto la presencia de la iglesia de Santa María antes de la conquista musulmana, hipótesis apoyada por una lápida que apareció en ella durante una reforma efectuada en 1618 y que corresponde a un clérigo muer­to pro­bablemente en el reinado del rey visigodo Egica (687-702). La lápida ya no existe, pero es descrita con bastante detalle por diversos cronistas contempo­ráneos como Quintana, Dávila o Vera Tassis, y autores tan presti­giosos como Manuel Montero Vallejo no dudan de su autenticidad. Esta probable iglesia visigoda fue posteriormente transformada en mezquita mayor por los musulmanes, y tras la reconquista de Madrid volvió a ser iglesia cristiana, convirtiéndose en la primera parroquia de la villa, la más antigua, pues databa de los siglos XI o XII. Répi­de, citan­do a López de Hoyos, insinúa que pudo llegar a hacer de catedral, con su ca­nonjía, y ello a pesar de la oposi­ción que siem­pre plantea­ron los arzo­bis­pos de Toledo al estableci­miento de una sede epis­copal en la Corte. Lo cierto es que los inten­tos que se lleva­ron a cabo en los siglos XVI y XVII fracasaron. Por lo tanto, ya en el reina­do de Felipe IV, habién­dose desistido de la cons­trucción de un tem­plo mu­cho más suntuo­so, se procedió a una reforma de la iglesia de Santa María, que fue culmina­da en 1649. Fue una iglesia muy querida por los monarcas católi­cos, que en ella hacían su prime­ra entrada en la Corte. Y el Concejo hacía salir de ella sus más solem­nes procesiones. Muchas veces las reliquias de San Isidro y de Santa María de la Cabeza se pusieron a los pies de la Virgen de la Almu­dena en momen­tos de necesidad.

En 1777 amenazaba ruina, y la restauración la llevó a efecto Ventura Rodríguez. Tantas reformas hicieron que no quedase apenas nada de la primitiva y medieval parroquia. Y a pesar de su antigüedad y significación, fue derribada en octubre de 1868, para ensanchar la calle Mayor y alinear la de Bailén. Las imágenes de la Virgen fueron trasladadas a la iglesia del convento de monjas bernardas de la calle del Sacramento. En 1907 se inau­guró la cripta de la nueva catedral, y allí se llevó primero la antigua parro­quia y, en 1911, las imágenes. Al estallar la guerra civil volvieron al con­vento del Sacramento, y en 1954 pasaron a la catedral de San Isidro. En 1993, tras ser por fin consagrada la nueva catedral de la Almude­na allí tomó definitivo asiento la venerada efigie de la Virgen. Muy cerca de nuestra calle, en los jardines que bordea ya cerca de la calle de Bailén, tuvo su palacio la famosa princesa de Éboli, amante de Antonio Pérez. Y en nuestra calle fue donde asesinaron a Juan de Escobedo, el 31 de marzo de 1578, crimen que desencadenó la triste historia de la fuga de Antonio Pérez, la ejecución del Justicia Mayor de Aragón Lanuza y todo lo que posteriormente vino.

27.2.07

Almirante (Calle del)

Bandera capitana del Almirante de Castilla en la época de los Reyes Católicos (1492)Entre la calle del Barquillo y el paseo de Recoletos. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Sin nombre aparece esta calle en el plano de Texeira, aunque no es muy fácil precisar cuál es. Además es la mitad de larga, pues acaba en la hoy en día llamada del Conde de Xique­na, y entonces de los Reyes. En el plano de Espinosa ya aparece prolongada hasta el paseo de Recoletos, pero su tramo final recibe el extraño nombre de calle del Renchón. También consta que esta calle recibió en tiempos el nombre de Rincón de San Cristó­bal. Su denominación actual se debe a que aquí estuvo el suntuoso palacio del Almi­rante de Castilla Gaspar Henríquez de Cabrera, duque de Medina de Riose­co, que fue el fundador del cercano convento de San Pascual el año 1683 (véase paseo de Recoletos). El título de Almirante de Castilla lo recibió por primera vez el burgalés Ramón Bonifaz (1200-52), a quien el rey Fer­nando III encomendó el mando de una pequeña flota en el transcurso de la conquis­ta de Sevilla, el año 1248.

Es ésta una calle situada en un barrio animado y bullanguero en las noches de los fines de semana, y recorrido de día por una variopinta multi­tud que cae por aquí para observar los escaparates de sus numerosas tiendas de moda, y por estudiantes de todo tipo que paran luego en alguna de las muchas acade­mias de la zona. Yo tengo un especial recuerdo por una que estuvo en una vieja casa que tiene el número 2 de la calle; allí preparé mis primeras oposiciones...

20.2.07

Almendro (Travesía del)

'El milagro del pozo', de Alonso Cano (Museo del Prado)Entre las calles del Nuncio y del Almendro. Iguales distrito y barrio que la anterior.

Como se comentó en el artículo anterior, esta travesía fue antigua­mente parte de la calle del Almendro, hasta que ésta se prolongó hacia la Cava Baja. Esta pequeña travesía tiene un recuerdo del patrón de la villa, ya que dice la tradición que en ella se encontraba el establo donde San Isidro guardaba los bueyes de Juan de Vargas. Los propietarios de la casa donde se supone que estuvo el establo construyeron un pequeño oratorio que se abría todos los días 15 de mayo, y junto a él se conservaba un pozo que se decía era el que utilizaba el santo para sacar agua de él. Actualmente se sabe que ese pozo es realmente el que se encuentra en la casa número 2 de la Costanilla de San An­drés, que el Ayuntamiento ha convertido recientemente en museo de San Isidro.

Almendro (Calle del)

Un almendro (Prunus dulcis)

Entre la Cava Baja y la plaza de San Andrés. Distri­to 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Aparece esta calle con su nombre en el plano de Texeira (porque en el de De Witt más se intuye que otra cosa), pero con una forma algo diferen­te a la que hoy en día tiene. No sale a la Cava Baja, sino que termina en la calle del Nuncio, englobando en su recorrido a la actual travesía del Almen­dro. Según cuentan Peñasco y Cambronero, ya en 1737 los vecinos pidieron que la calle saliese a la Cava Baja, pero ello no se logró hasta unos años antes de que ellos escribiesen su libro sobre las calles de nuestra villa, en 1889.

Pero hora es ya de explicar el origen de su nombre. Al parecer, Rodrigo de Vargas, descendiente de aquel Juan de Vargas que fue patrón de San Isidro, tenía aquí un jardín. La calle se abrió en el espacio que ocupaba dicho jardín, y cuando éste desapareció sólo quedó un almendro en el centro de la vía, de donde vino la denominación. El arbolito sobrevivió hasta el año 1742, cuando el corregidor, que era el marqués de Rafal, lo hizo cortar porque estorbaba. Isabel Gea recoge una segunda teoría, según la cual cuan­do se incendió el pósito que hubo en esta zona hasta el siglo XVIII, lo único que sobrevivió al fuego fue un almendro.

Como muy bien se puede apreciar en el plano de Texeira, esta calle fue un adarve de la muralla del siglo XII; en un solar ajardinado -hay un par de almendros- y vallado que se encuentra a la altura de los números 15-17 de la calle se puede con­tem­plar un pequeño fragmento de esa muralla.

12.2.07

Almagro (Calle de)

Diego de Almagro (c. 1475-1538)Entre la plaza de Alonso Martínez y la glorieta de Rubén Darío. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Almagro.

Nos encontramos con una de las calles más señoriales de Madrid, en la que se pueden encontrar algunos de los palacetes más bellos y viviendas más suntuosas de todo el Ensanche, a pesar de que en el proyecto de Castro estaba prevista su supre­sión. Uno de los primeros palacetes que se levantó fue propie­dad de la familia de Francisco Silvela y ocupaba el número 28. Ac­tualmente en su solar hay varios edificios de viviendas. En el número 9 de la calle aún existe el Asilo de las Hermanitas de los pobres, en un edificio construido por Antonio Ruiz de Salces el año 1875, al que se trasladaron las monjas desde la calle de Santa Engracia, donde estaban desde que en 1851 se establecieron en Madrid. En 1927 se procedió a una amplia­ción del Asilo, obra dirigida por Manuel Martínez Oyuelos.

De entre los diversos arrabales que a lo largo de los siglos fueron surgiendo fuera de la cerca en que Felipe IV encerró a Madrid, el que, cuan­do ésta se derribó en 1868, tenía mejor aspecto era el de Chamberí, donde se inserta nuestra calle. Incluso, mucho antes de que se presentase el proyec­to de Ensanche, ya se habían explanado una serie de paseos arbolados al norte de la cerca. Uno de ellos se convirtió posteriormente en la calle de Almagro, aunque su primitivo nombre era el de paseo del Huevo. Peñasco y Cambro­nero ignoran el origen de tan pintoresco nombre, y Répide no dice nada al respecto. Isabel Gea indica que hay quien dice que por aquí hubo en el siglo XVIII una granja que abastecía a la villa de huevos, aunque no da mucho crédito a la explicación.

En el paseo del Huevo se construyó en 1846 un hipódromo, el se­gundo que hubo en la villa tras el que estaba en la Casa de Campo. No tuvo mucho éxito, y en 1848 cerró; en su solar una asociación vasca levantó un local para celebrar fiestas típicas de aquella región.

Después de la revolución de 1868 la calle mudó su nombre y fue dedicada al general Winthuyssen; esa es la denominación que recibe en el plano de Ibáñez de Ibero. Francisco Javier Winthuyssen fue un heroico marino español del siglo XVIII, fundador de la Academia de Guardias Mari­nas de El Ferrol, que luchó en numerosas batallas navales frente a los ingle­ses.

Desde 1872 la calle recuerda a Diego de Almagro. Pero, ¿a cuál de los dos? Si bien Peñasco y Cambronero y Répide se refieren al padre, Isabel Gea indica que está dedicada al hijo, Diego de Almagro el Mozo. Hablemos un poco de los dos. El padre nació en Almagro (Ciudad Real) hacia 1475. En 1514 pasó a América, concretamente a Panamá. Participó en varias expediciones hasta 1524, en que junto con Francisco Pizarro y Hernando de Luque se propuso la conquista de las tierras situadas más al Sur. En 1533 se unió a Pizarro en Perú; junto con él, ejecutó al inca Atahualpa. En 1535 inició la conquista de Chile. Una serie de disputas territoriales con la ciudad de Cuzco como prota­gonista, provocaron una cruenta guerra civil entre Almagro y los hermanos Pizarro. Apresado Almagro, fue ejecutado en Cuzco en julio de 1538. Diego de Almagro el Mozo, su hijo natural, nacido en Panamá en 1518, fue el encargado de vengar a su padre, pues en 1541 hizo a su vez ejecutar a Piza­rro. Sin embargo, fue vencido por las tropas imperiales de Carlos V manda­das por Vaca de Castro y en 1542 también acabó en el cadalso.

5.2.07

Alicante (Calle de)

Una playa de Alicante
Entre el paseo de las Delicias y la calle del Plomo. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de las Delicias.

Esta calle, de haberse cumplido fielmente el proyecto de ensanche, hubiese sido mucho más larga, ya que habría terminado en la calle del Em­pecinado, o, mejor dicho en su nunca realizada prolongación hacia el Sur, como se puede apreciar muy bien en el plano de Núñez Granés. Dicho plano es muy optimista con las realizaciones del ensanche, y por eso a veces las calles llevaron derroteros muy diferentes a los que se indican en él.

Alicante, provincia de la Comunidad Valenciana, tiene 1.783.555 habitantes empadronados en 2006. De ellos, 322.431 corresponden a la capital. Destacan las localidades de Alcoy, con 60.590 habitantes, Benidorm, con 67.627, Elche, con 219.032, y Orihuela, con 77.979. Zona eminentemente turística, de playas increíblemente abarrotadas en verano, a veces, imagino que con franco desacuerdo de sus habitantes, es conocida como la playa de Madrid, por el gran núme­ro de paisanos nuestros que visitan aquellos lares durante sus vacacio­nes. (No es extraño, pues, que todo un barrio de Benidorm haya rotulado sus calles con nombres muy “madrileños”: paseo de la Castellana, calle de Goya, de Serrano, de la Montera, Atocha, paseo de las Acacias...) Y además, de allí salen la mayor parte de los exqui­sitos turrones que todos degustamos en Navidad.

Alhambra (Pasaje de la)

María Álvarez Tubau (1854-1914), célebre actriz madrileña que actuó en el teatro de la Alhambra
Entre las calles de San Marcos y de Augusto Figueroa. Distrito 1 (Centro). Barrio de la Justicia.

Recibe el nombre este pasaje del desaparecido teatro de la Alhambra, que ocupaba el solar donde hoy se abre. Primitivamente aquí estuvo el con­vento de mercedarias calzadas de San Fernando, del que se hablará un poco más en la calle de la Libertad, y cuando fue derribado en 1869, se proyectó la construcción del susodicho teatro, cuyas accesorias daban a este pasaje. Fue muy famoso en el último cuarto del siglo XIX, y en él se re­presentaron desde el género chico y las variedades (parece ser que fue el pri­mer coliseo donde se dieron ese tipo de espectáculos) hasta la ópera, el sainete y el teatro clásico. Grandes actores, como María Tubau o Mario Emilio López Chaves, Emilio Mario, pisaron su escenario. Además, junto al teatro había unos jardines donde los madrileños salían a tomar el fresco en las noches de verano durante los descansos de las representaciones. El teatro cerró en 1905, y el jardín no tardó mucho más en desapa­recer, aunque ambos dejaron su nombre a este pasaje.

30.1.07

Algeciras (Calle de)

Entre la cuesta de las Descargas y la Ronda de Sego­via. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Breve calle, situada en los antiguos confines de la villa, al pie de la colina de las Vistillas, hoy coronada por el edificio neomudéjar del Semina­rio Conciliar. Su primitivo nombre, como indica Répide, fue el de Argollón, sin que el cronista dé explicación alguna de su significado.

Y bien, la calle lleva el nombre de una importante ciudad mediterrá­nea, situada en la provincia de Cádiz. Algeciras, que preside la bahía de su nombre, tiene 112.937 habitantes según el padrón de 2006 y es uno de los puertos más importantes de España, además de constituir un centro industrial de primer orden. Tiene antecedentes fenicios (Karteia) y romanos (Iulia Traducta), pero su nombre actual deriva del árabe Al-Yazira, que significa La Isla. Fue reconquistada en 1344 por Alfonso XI, y desde que los británi­cos ocuparon Gibraltar adquirió una importancia creciente, de manera que en 1755 se convirtió en municipio independiente al separarse de San Roque.

La conquista de Algeciras por Alfonso XI tiene una supuesta relación con una de las más antiguas iglesias de Madrid, la de San Pedro. Ya nos ocuparemos de ella con más detalle, pero de momento digamos que, aunque citada ya en el fuero de Madrid de 1202 como parroquia, muchos historiado­res creyeron erróneamente que esa iglesia estaba situada más hacia Puerta Ce­rrada; es cierto que la iglesia primitiva no se hallaba en el mismo lugar que la que ha llegado hasta nosotros, pero no estaba tan lejos. La presunta iglesia cercana a Puerta Cerrada sería derribada y sustituida el año 1345 por otra que se construyó en el lugar que actualmente ocupa, precisamente por orden de Alfonso XI y como conmemoración de la conquista de la ciudad de la que hemos habla­do.

23.1.07

Alfonso XII (Calle de)

Alfonso XII (1857-1885), rey de España entre 1875 y 1885
Entre la plaza de la Independencia y el paseo de la Infanta Isabel. Distrito 3 (Retiro). Barrio de los Jerónimos.

Fue Felipe II el que mandó preparar en el convento de San Jerónimo un cuarto donde retirarse en la época de Cuaresma, Semana Santa o luto. En ese cuarto había una ventana que comunicaba con la iglesia para así poder oír misa. Unas décadas después, el conde-duque de Olivares hizo levantar para Felipe IV un palacio en estos terrenos, y el cuarto de retiro penitencial también se pudo utilizar como lugar de descanso. De esta forma nació el Real Sitio del Buen Retiro, una posesión de diecisiete millones de pies cua­drados, es decir, unas 190 hectáreas, donde hubo un suntuoso pala­cio del que hoy en día sólo quedan algunos restos. Se cons­truyó entre 1630 y 1640, y fueron sus arqui­tectos Alonso de Carbonell y Giovanni Battista Crescenci. En el plano de Texeira está reflejada muy detalladamente la estructura del palacio, con su plaza mayor, plaza principal, jardines del rey, la reina y el príncipe, coliseo de comedias, y el caballo de bronce, la estatua de Felipe IV que hoy ocupa el centro de la plaza de Orien­te. Tuvo su época álgida precisamente en el reinado de Felipe IV, cuando se convirtió en el centro de la vida cortesana, lugar de recreo y diversión donde el conde-duque tenía distraído al rey para ocuparse personalmente de los negocios del Estado.

El Casón del Buen Retiro

Cuando en el reinado de Carlos III se finalizan las obras del palacio real, empieza el serio declive del Real Sitio del Buen Retiro. Al ocupar los fran­ceses Madrid se apoderaron de un palacio ya ruinoso, y contri­bu­yeron generosamente a su desaparición. En 1812 lo abandonaron; sólo quedaban en pie el ala sur y el salón de baile. El ala sur, llamada salón de Reinos, fue arreglada para transformarla en un edificio individual y tras albergar el Museo de Artillería se convirtió posteriormente en Museo del Ejército. De este edificio se hablará algo más en la calle de Méndez Núñez. El salón de baile, que hoy conocemos como Casón del Buen Retiro o, sim­plemente, el Casón, es un elemento tardíamente añadido al palacio. Comenzó su construc­ción en 1637 según proyecto de Alonso de Carbonell y no se llegó a termi­nar del todo hasta los primeros lustros del siglo XVIII. Fue José del Olmo el arqui­tec­to, y en 1701 comen­zaron los trabajos. Muchos usos ha tenido el edificio desde entonces. De salón de baile pasó a Gabinete Topo­gráfico, y bajo la dirección de León Gil de Palacio -del que habrá oportuni­dad de hablar más adelante- en él se expu­sieron modelos en relieve de varias ciuda­des de Espa­ña, entre ellos el magní­fico de Madrid que hoy puede admi­rarse en el Museo Munici­pal. Pero en 1830 finaliza la existencia del Gabinete. Después, en 1834, se utilizó el Casón como Esta­men­to de Pró­ceres, y más adelante como picadero y gimna­sio real. Tras la Revo­lución de 1868 el Estado se incautó de él; primero se instaló allí un Museo de Repro­duccio­nes Artísticas y des­pués se convirtió en Museo Ro­mántico y, desde 1971, de Arte del siglo XIX, como anexo del Museo del Prado. Cuan­do en 1981 los Estados Unidos devolvieron el Guernica de Picasso, se colocó aquí, confor­me a los deseos del pintor malagueño, cuya obra, según él, debía exhibirse en el Museo del Prado. Por eso levantó polémica su traslado al Centro de Arte Reina Sofía.

El 'Guernica' de Picasso recién instalado en el Casón del Buen Retiro

Poco conserva hoy el Casón de su inicial aspecto. Tantos cambios de uso han asimismo variado su fisonomía. Sus dos fachadas fueron realiza­das en el siglo XIX. La principal, que es opuesta a nuestra calle, fue arrasa­da por el ciclón del 12 de mayo de 1886, y su reconstruc­ción, que acabó en 1891, lleva la firma de Ricardo Velázquez Bosco. La fachada de la calle de Alfonso XII, obra de Agustín Felipe Peró, Manuel Antonio Capo y Mariano Carderera, se hizo en 1877. Ya dentro del edificio, destaca el fresco realiza­do por Lucas Jordán como un encargo de Carlos III, fresco que es una ale­goría de la orden del Toisón de Oro.

Fresco de Lucas Jordán en el techo del Casón del Buen Retiro

Isabel II regaló el Retiro a los madrileños. Pero no entero, ya que grandes trozos de terreno fueron segregados con el fin de urbanizarlos. Uno de estos fragmentos es el que limitan nuestra calle y el paseo del Prado. Si bien el proyecto data de 1865, no fue sino tras la Revolución cuando se inició. En el plano de Ibáñez de Ibero se puede apreciar que aún no hay nada más que algunos desmontes y terraplenes para delinear las futuras calles. Su desarrollo fue más rápido que el del Ensanche propiamente dicho, y en 1916 aparece ya como un barrio consolidado. Cuando nuestra calle se formó como tal, en 1869, recibió el nombre de Granada, que fue cambiado en 1878 por el actual.

El Observatorio Astronómico

Hay otra construcción muy destacada en nuestra calle. Muy cerca de su final, coronando el antiguo cerro de San Blas, está el Observatorio Astro­nómico, centro científico creado en la época del monarca ilustrado Carlos III. Fue Jorge Juan quien sugirió su fundación, y en 1785 Juan de Villanueva realizó el proyecto. Las obras dieron comienzo en 1790. Fueron muy lentas, tanto que seguían cuando los franceses ocuparon Madrid. Al acabar la guerra el edificio estaba muy dañado, y además los franceses se encargaron de des­truir el telescopio. En 1813 se reanudaron los trabajos, que concluyeron en 1845. Fueron dirigidos sucesivamente por Santiago Gutiérrez de Arintero y Narciso Pascual y Colomer. Desde entonces de pudo utilizar para los fines científicos que fue creado, hasta que la contaminación lumínica de Madrid lo imposibilitó para la observación del cielo y hubo de ser trasladado a Ye­bes, un pueblo de la provincia de Guadalajara.

Ya Répide se queja de que la construcción de viviendas en la base del cerro de San Blas en lugar de su ajardinamiento afea la zona e impide ver la bella perspectiva del Observatorio. Hoy en día existe el proyecto de derribar casi todas las casas que hay en la acera de la izquierda al final de nuestra calle, proyecto que parece poco viable dadas las grandes indemniza­ciones que deberían cobrar los vecinos en una zona muy cara.

Casi toda la acera izquierda de la calle da al parque del Retiro. En la verja que delimita el parque hay algunas puertas muy interesantes de las que se tratará cuando demos un paseo por el Pulmón de Madrid.

Por último, se debe indicar que en el número 62, muy cerca ya del final de la calle, y lindando con el Museo Nacional de Etnología, vivió el gran científico Santiago Ramón y Cajal, hecho que es recordado por una modesta placa en el dintel de la puerta.

Alfonso XII, hijo de Isabel II, nació en Madrid en 1857. Siguió a la reina al exilio en 1868, y dos años después recogió los derechos a la corona de España por renuncia de su madre. Entre 1870 y 1873 tres bandos monár­quicos se disputaban la corona, los alfonsinos, organizados en torno a Cáno­vas; los pocos que apoyaban a Amadeo I, y los carlistas, que iniciaron una nueva guerra civil en 1872. Cuando renunció Amadeo I y se proclamó la República, todos los monárquicos, excepto los carlistas, aún alzados en armas, reconocieron a Alfonso como rey legítimo. Tras el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874, accedió al trono. Participó poco en la vida política; la dejó en manos de Cánovas, quien se repartió con Sagasta el poder durante todo su reinado. Se promulgó la Constitución con­servadora de 1876, que hasta la fecha ha sido la que más tiempo ha estado en vigor en España. Alfonso XII acabó en 1876 con la guerra carlista y en 1878, tras la paz de Zanjón, con la de Cuba, lo que le valió el sobrenombre de el Pacificador que le dan algunos historiadores.

Casó dos veces. La primera con su prima María de las Mercedes de Orleans, en un matrimonio por amor que ha sido fuente inagotable de folleti­nes y melodramas por el tinte trágico que tuvo la muerte de la reina a los dieciocho años de edad y escasos meses de matrimonio. Su segunda esposa fue María Cristina de Habsburgo, a la que dejó viuda y preñada. Murió en el palacio del Pardo el 25 de noviembre de 1885. Seis meses después, el 17 de mayo de 1886 nacía su hijo póstumo, Alfonso XIII, rey desde que su madre lo trajo al mundo. En diversas ocasiones ha cambiado la denominación de esta calle. Pri­mero se llamó de Granada, antes de recibir el nombre actual. Don Ma­nuel Azaña afirmaba que "una de las primeras cosas que hace en nuestro país cualquier movimien­to político, es cambiar los nombres de las calles. Inocen­te manía, que parece responder a la ilusión de borrar el pasado hasta en sus vestigios más anodinos y apoderarse del presente y el mañana". Así, con el adveni­miento de la Segunda República, la calle de Alfonso XII mudó su nombre por el de Alcalá-Zamora. Pero casi surrealista fue el cambio produ­cido durante la guerra, calificado de "ocurrencia divertida" por el propio Don Manuel: La calle se llamó de la Reforma Agraria. Nada comparado con el rimbom­bante nombre que se asignó a la cercana de Antonio Maura, nada menos que calle de las Milicias de Retaguardia de las Juventudes Socialistas Unificadas.