12.4.11

Bravo Murillo (Calle de)


Entre la Glorieta de Quevedo y la Plaza de Castilla. Distritos 6 (Tetuán) y 7 (Chamberí). Barrios de Arapiles, Trafalgar, Ríos Rosas, Vallehermoso, Bellas Vistas, Cuatro Caminos, Castillejos, Almenara, Valdeacederas y Berruguete.

Primitivamente el nombre de esta calle era el de Carretera Mala de Francia o de la Mala de Francia. Cuando por primera vez leí esto, pensé lo mismo que usted: Eso es que había una carretera buena de Francia, pero la realidad es que mala se refiere a correo, y por esa carretera salía el correo que iba a Francia. En definitiva, la actual calle de Bravo Murillo fue durante mucho tiempo la carretera de Francia.

Y durante mucho tiempo no cruzaba sino descampados y tierras de labor, a las que se unieron a principios del siglo XIX varios cementerios, por lo que no fue un lugar muy deseado para vivir, a pesar de ser uno de los ejes del Plan de Ensanche de Carlos María de Castro. Castro ideó para esta zona unos barrios fabriles y residenciales para obreros, pero también cárceles, cuarteles, hospitales, y, en medio de todo, los depósitos de agua del Canal de Isabel II. La calle de Bravo Murillo deja a sus lados dos de los primeros depósitos de agua que el Canal tuvo en Madrid, uno de los cuales aún se utiliza, habiéndose convertido los terrenos del otro en parque y piscinas. Antes se hallaba aquí el llamado Campo de Guardias, cuyo nombre proviene de los guardias que cuidaban de un polvorín que desapareció en uno de los numerosos pronunciamientos del siglo XIX, y que tuvo el triste honor de suceder a la Plaza de la Cebada y las afueras de la Puerta de Toledo como lugar de las ejecuciones. Allí fue fusilado el cura Merino, que atentó contra Isabel II.

Pasados de largo los terrenos del Canal, las cocheras del Metro y la glorieta de Cuatro Caminos, nuestra calle se estrecha algo y cruza uno de los barrios más populosos y populares de Madrid, Tetuán; diríase una ciudad dentro de la ciudad, y Bravo Murillo representa el papel de calle mayor a la perfección. Tiene el típico aspecto de calle que antes fue carretera, como ocurre con la calle Alcalá desde Ventas, la avenida de la Albufera o la calle General Ricardos. Las construcciones más modernas alternan con viejas casas decimonónicas de ladrillo muy sucias y desgastadas por el tráfico y esperando el día que deberán desaparecer víctimas de la especulación. Es una zona muy comercial siempre abarrotada de gente que entra y sale de sus numerosas tiendas o se dirige al mercado de Maravillas, obra de Pedro Muguruza situada sobre el convento del mismo nombre que desapareció a causa de los disturbios de 1931.

Ya dentro de lo que era término de Chamartín de la Rosa nos encontramos con la moderna plaza de la Remonta, una especie de Plaza Mayor contemporánea, con sus soportales y todo. Fue construida en los años ochenta del siglo pasado en el solar del cuartel de caballería que nos recordaba que allí acamparon los ejércitos que vencieron en la guerra de Marruecos. Por eso se llamó (y se sigue llamando) este paraje Tetuán de las Victorias y O’Donnell el tramo de la calle Bravo Murillo que pertenecía a Chamartín de la Rosa.



(La antigua plaza de toros de Tetuán de las Victorias)

Tuvo Tetuán de las Victorias una plaza de toros, a la altura del número 297 de nuestra calle, en la esquina con la del Marqués de Viana, que fue muy famosa en la edad de oro de la tauromaquia como segunda plaza de Madrid, aquella a la que iban los diestros que aún no se habían consagrado y luchaban contra los morlacos que las figuras del momento rechazaban torear por su dificultad. Fue levantada por iniciativa de Ramón González, secretario del Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa el año 1870. Fue una plaza en la que se dieron fundamentalmente novilladas, aunque en los últimos años de su existencia también torearon en ella grandes figuras de la época como Domingo Ortega o Manolo Bienvenida. Especialmente glorioso fue el año 1934, cuando un pleito de los ganaderos más importantes con la empresa de la plaza de Madrid llevó las mejores reses a este redondel. Al iniciarse la guerra civil el coso fue utilizado como parque de artillería. Una explosión la destruyó casi por completo en el transcurso del conflicto. Los posteriores intentos de reconstrucción nunca tuvieron éxito.

La Junta Municipal de Tetuán está en el número 357 de la calle de Bravo Murillo. En su fachada aún puede leerse el rótulo de “Casa Consistorial”, pues antes fue la sede del Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa, que en 1880 se trasladó a nuestra calle desde la antigua plaza mayor del pueblo de Chamartín (hoy plaza del Duque de Pastrana) cuyo caserío era minúsculo en comparación con su boyante y populoso barrio de Tetuán.

Desde 1875 lleva esta calle el nombre de Juan Bravo Murillo, nacido en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en 1803 y muerto en Madrid en 1873, diputado, ministro de Hacienda entre 1849 y 1852 y presidente del Gobierno de 1851 a 1852. Precisamente durante su época como ministro fue cuando impulsó decididamente el proyecto de traída de aguas a Madrid desde el río Lozoya, proyecto con el que muchas veces se había soñado. Por fin se eligió el de Francisco Barra, de 1829, corregido por Juan Rufo y Juan de Rivera en 1848. Tres años más tarde se dio inicio a las obras. Paralizadas en 1854, se volvió al trabajo en 1855 bajo la dirección de Lucio del Valle, y el 24 de junio de 1858 brotó en una fuente instalada para la ocasión en la calle de San Bernardo, frente a la iglesia de Montserrat, el agua del Lozoya. Por cierto, la fuente usada fue de inmediato trasladada a la Puerta del Sol, de allí a la Glorieta de Cuatro Caminos y por último hoy se puede ver en la puerta principal de la Casa de Campo, junto al Puente del Rey. Cuando se habla de este día tan importante para nuestra villa, todos los cronistas y estudiosos de Madrid narran dos hechos curiosos. La fuente tenía un surtidor que elevaba el agua hasta 31 metros de altura, y cuando por primera vez surgió, el comentario del ministro de la Gobernación José Posada Herrera a la reina Isabel II fue: "Señora, hemos tenido la suerte de ver un río ponerse en pie", frase atribuida también al escritor festivo Manuel Fernández y González, aunque con una pequeña variante: "¡Oh Maravilla de la Civilización! ¡Poner los ríos en pie!"

El segundo hecho destacable es que al acto de inauguración, que adquirió la consideración de fiesta popular, asistió el todo Madrid de entonces, pero el propio Bravo Murillo acudió, embozado en su capa, entre la multitud como un madrileño más. No había sido invitado oficialmente al acto. Para algunos esto fue una muestra de ingratitud hacia Bravo Murillo por un lado, y de humildad de éste por otro, pero si se analiza el hecho de que se le obligó a dimitir el 13 de diciembre de 1852 a causa de su política ultraconservadora que hizo temblar a la propia reina, que no era sospechosa de progresismo, se puede deducir que había caído en desgracia y se hallaba bastante apartado de la vida pública, a la que volvió más adelante, pero con algo más de timidez.

Botoneras (Calle de las)


Entre la plaza Mayor y la calle Imperial. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

No es esta calle sino uno de los arcos de entrada a la plaza Mayor, a la que se accede desde ella mediante una escalerilla que salva el desnivel existente, aquí no tan pronunciado como en el lienzo occidental de la plaza. Antes de 1835 se denominó Arco Imperial por su proximidad a la calle del mismo nombre y desde el año indicado recibió su actual nombre al estar establecidas en ella las quincalleras. En sus tiendas se vendía de todo, y una de las mercancías más habituales eran los botones.

Después de la revolución de 1854 la calle se llamó del Diecisiete de julio, primera de las tres jornadas de la misma, pero poco después recuperó su anterior apelativo.

29.3.11

Bordadores (Calle de los)


(La "S" y un clavo, "esclavo", inscripción a la entrada
de la bóveda de San Ginés, en la calle de los Bordadores)

Entre las calles Mayor y del Arenal. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Esta hoy estrecha y algo empinada calle fue el lugar de asentamiento de los bordadores en nuestra villa cuando el entorno no era sino arrabal. Y es que fue Juan II quien concedió ese privilegio a los artesanos del hilo y la tela. La verdad es que el rey tuvo algún acicate, ya que los bordadores, para favorecer la decisión y anular a la competencia aderezaron un magnífico manto a la reina Doña María de Aragón. El favor del padre no fue heredado por el hijo, Enrique IV, que andaba mosqueado porque la reina Doña Juana había encargado un traje para el favorito Don Beltrán de la Cueva, lo cual negaron los bordadores. Y Santa Teresa de Jesús les mostró su agradecimiento con la frase "no toma oro quien da oro" cuando no quisieron cobrar a la santa andariega el vestido que pidió para un San José que llevaba con ella.

En la calle de los Bordadores estaba la entrada de la famosa bóveda de San Ginés (ver calle del Arenal), sita bajo la capilla del Santo Cristo de la parroquia y en la que en los pasados siglos se hacían ejercicios espirituales, aunque la verdad es que más bien eran fanáticos actos de mortificación.

Por cierto, no siempre se ha conocido la calle con este nombre, pues en el plano de Texeira se llama de San Ginés.

15.3.11

Bonetillo (Calle del)


Entre la plaza del Comandante Las Morenas y la calle de la Escalinata. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Calle breve y empinada, sin nombre en el plano de Texeira, y llamada de los Tintes en su segunda mitad en el de Espinosa, pues entonces acababa en la costanilla de Santiago. Y esto es así porque hasta 1876 existió la manzana 413, un angosto grupo de casas entre las que se encontraban las números 2, 4 y 6 de nuestra calle y que dio paso a la no muy grande plaza que hoy lleva el nombre del Comandante las Morenas y primero se llamó de la Caza.

Peñasco y Cambronero toman como explicación más lógica del nombre de la calle el hecho de que en ella estuviese la primera fábrica de sombreros que hubo en Madrid. Sin embargo, citan otra versión, dada por primera vez por Capmany con su habitual dosis de fantasía y que ha sido recogida posteriormente por otros cronistas, que se han adornado con ella. Y es que es una típica leyenda romántica, como acertadamente afirma Répide, que muy bien pudiera haber salido de la imaginación de un Zorrilla o un Espronceda. Dice que un tal Juan Henríquez (“con H, para dar carácter á la leyenda”, afirman Peñasco y Cambronero), beneficiado de la iglesia de Santa Cruz, joven de vida disipada, era amigo del príncipe Carlos, hijo de Felipe II. Con él compartía correrías y conspiraciones, por lo que el cardenal Espinosa le advirtió que volviese al camino recto. En vista que las recomendaciones de Su Eminencia no hacían mella en el clérigo, no se le ocurrió al cardenal otra cosa más sencilla que simular el entierro de Henríquez, así que, ni corto ni perezoso, organizó cortejo fúnebre, hizo partida de defunción en la parroquia de Santa Cruz, y convenció a los vecinos del beneficiado en la calle del Bonetillo para que cuando les preguntasen respondiesen que Juan Henríquez había muerto. La macabra broma culminó con su casa cerrada y en su tejado su bonetillo pintado de rojo y clavado en un palo (de ahí el nombre). La Santa Inquisición le prendió (¿y para eso tanto lío? ¿No hubiese sido más fácil prenderle primero? ¡Como si el Santo Oficio hubiera necesitado preámbulos para ejercer su misión purificadora!) y pasó cuatro años en una cárcel de Toledo; volvió hecho un santo.

23.2.11

Bolsa (Calle de la)


Entre las plazas de Santa Cruz y de Jacinto Benavente. Distrito 1 (Centro). Barrio de Sol.

Hasta muy entrado el siglo XIX la calle de la Bolsa era conocida como Plazuela de la Leña. Era más bien un callejón muy irregular que acababa en una violenta escuadra llamada Plaza de la Aduana Vieja. El antiguo nombre, según Mesonero Romanos, pudiera provenir de las pilas de madera que sirvieron de barricada a los comuneros madrileños y segovianos frente a las tropas imperiales. Como la calle se abrió en 1548, a propuesta de Francisco Castillo, secretario del Consejo, el recuerdo de aquella guerra era aún muy reciente. Peñasco y Cambronero recogen esta versión, pero es más creíble para ellos que en esta zona hubiese en otras épocas un mercado de leña “y así nos ahorramos de buscar etimologías que, por lo originales, pueden dar lugar á discusión”.

La denominación actual de la calle se debe a que durante muchos años estuvo aquí la Bolsa de Comercio, en un edificio construido en 1645 y cuyo primer destino fue el de Aduana. Cuando en 1769 se finalizó el edificio de la calle de Alcalá, la Aduana se trasladó allí; el viejo caserón de la plazuela de la Leña tuvo diversos usos desde entonces. Mesonero Romanos cita varios: Archivos públicos, cuartel de voluntarios realistas, escuela de caminos y canales, y por último, desde 1850, Bolsa de Comercio. La Bolsa estuvo en esta calle hasta que en 1893 se finalizó el magnífico edificio que hoy le sirve de sede en la plaza de la Lealtad. La vieja casa de la Bolsa perduró hasta 1926, cuando se decidió la regularización del final de la calle Carretas y se abrió la plaza de Jacinto Benavente, ocupando parte de su solar.

8.2.11

Bola (Calle de la)

Entre las plazas de la Encarnación y de Santo Domingo. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

En el siglo XVII esta calle se llamaba de la Encarnación, por la cercanía del convento del mismo nombre. Pero poco después empezó a ser conocida como hoy, si bien durante un breve espacio de tiempo, después de la Revolución de 1868 se rotuló Malcampo, en recuerdo de un general de la Marina que se distinguió durante el Sexenio.

El curioso nombre que ostenta esta calle tiene dos explicaciones dadas por los cronistas. Puede provenir bien de una gran bola que hubo en un guardacantón de una esquina, o bien de una bola de reclamo que tenía en su puerta un juego de bolos que había en la calle. De esta última bola se cuenta que en un día que Madrid sufrió un huracán, fue arrancada de cuajo por el viento y llegó hasta el Alcázar, donde entró por la ventana del príncipe Baltasar Carlos.

Boix y Morer (Calle de)

Entre la calle de Cea Bermúdez y la avenida de Filipinas. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Vallehermoso.

Tres manzanas más allá del final de la calle que acabamos de comentar se encuentra ésta, cuya apertura es realmente reciente (nuestros padres aún conocieron el Campo de las Calaveras, cuando a finales de los años cuarenta del siglo XX todavía se mantenía en pié algún resto del cercano cementerio de San Martín y San Ginés). Desde 1950 se denomina de Boix y Morer, en recuerdo de Elzeario Boix y José Morer, ingenieros de caminos que proyectaron el primer depósito del Canal de Isabel II, inaugurado en 1858 y hoy convertido en parque y piscinas, cuyo lateral Oeste daba precisamente a esta calle.

31.1.11

Blasco de Garay (Calle de)

Entre la calle de Alberto Aguilera y la avenida de Filipinas. Distrito 7 (Chamberí). Barrios de Gaztambide, Arapiles y Vallehermoso.

Esta calle se encuentra en el Ensanche Norte; durante mucho tiempo tras su apertura estuvo sin urbanizar, rodeada de huertas y obturada su salida por el cerro del Pimiento. Hoy en día es una zona residencial más o menos burguesa, afectada por uno de los principales males de nuestra villa, la indisciplina de los conductores madrileños, amantes como pocos de la doble fila y del aparcar en las aceras. Como si no existiese el transporte público. (Nota de hoy mismo: téngase en cuenta que este texto fue escrito hace casi 15 años y aún no existían las tan queridas por los madrileños zonas azul y verde.)

Pero nos estamos yendo por otros caminos diferentes al que debemos seguir. Hay que explicar quien fue Blasco de Garay. No es una tarea sencilla, porque se sabe poco tanto de su vida como de su obra. Fue un marino y mecánico que nació en el País Vasco a finales del siglo XV, y murió, según unos alrededor de 1522, mientras que para otros aún en 1543 seguía probando sus inventos. No hay mucho acuerdo tampoco a la hora de enumerar los avances técnicos que se le deben. Si bien se afirma que ideó el uso de paletas en lugar de remos para navegar y que fue el primero en intentar aplicar el uso del vapor en los buques, hay quien afirma que el artilugio que utilizó, llamado eolípila de reacción ya era conocido por un tal Herón de Alejandría y que las ruedas de paletas eran realmente movidas por la fuerza humana, eso sí, mejor aprovechada que si se utilizaran remos. De todos modos, las ideas de Blasco de Garay no cuajaron por la falta de interés que mostró por ellas el emperador Carlos I, así que la Humanidad tuvo que esperar más de dos siglos para que Watt inventase la máquina de vapor y Fulton aplicase la rueda de paletas a la navegación.

17.1.11

Blanca de Navarra (Calle de)

Entre las calles de Zurbano y del Monte Esquinza. Distrito 7 (Chamberí). Barrio de Almagro.

Esta breve calle, cercana a la plaza de Alonso Martínez y no alejada de la Castellana, rememora a la reina de Navarra Blanca II. Nació en Olite en 1424; era hija de Juan II de Aragón y de Blanca I de Navarra. En 1440 se casó con Enrique, futuro rey de Castilla, pero el matrimonio fue anulado trece años después.

Cuando en 1441 murió Blanca I se desencadenó una guerra civil con el trono de Navarra por medio. El príncipe de Viana, Carlos, tenía derecho a la Corona, que no fue reconocido por Juan II, y esto provocó la rebelión del príncipe, apoyado por su hermana Blanca. La consecuencia fue que ambos hermanos fueron desheredados en 1455. Cuando en 1461 murió Carlos, Blanca hubiera tenido que ser reina, pero otra vez intervino Juan II, que con una muestra extraña de amor paterno la entregó a los condes de Foix como rehén. La condesa, a la sazón hermana menor de Blanca, la hizo envenenar en 1464 después de tenerla dos años encerrada en el castillo de Orthez.

21.12.10

Biombo (Calle, Plaza y Travesía)



Foto: MadridDeLosAustrias

Entre las calles de San Nicolás y del Factor. Distrito 1 (Centro). Barrio del Palacio.

Breve calle, hoy no muy tortuosa, pero que en décadas anteriores sí lo debió de ser, y de ahí le pudo venir el apelativo a ella y a sus compañeras. Sin embargo hay otra explicación, dada en primer lugar por Capmany y que recogen tanto Peñasco-Cambronero como Répide, y es que el lienzo trasero del desaparecido convento de Constantinopla tenía aspecto quebrado, como de biombo y de ahí la denominación (Peñasco y Cambronero hablan del convento de Santa Clara, pero debe de ser un error, ya que éste se encontraba algo más hacia el norte, pasada la plaza de Santiago). El peculiar nombre del convento, que realmente tenía la advocación de la Salutación de Nuestra Señora, proviene de una imagen de la Virgen que fue traída desde la capital del imperio Otomano. Fue fundado en Rejas, una población hoy desaparecida que se encontraba entre Coslada y Barajas, por Catalina Manuel de Lando y su esposo Pedro Zapata en 1479, y se trasladó a Madrid en 1551. Fue derribado en 1836 tras la desamortización.


La Plaza se encuentra entre las calles de Calderón de la Barca y San Nicolás y las travesías de los Señores de Luzón y del Biombo. Iguales distrito y barrio que la anterior.

La Travesía está entre la calle de Juan de Herrera y la plaza del Biombo. Iguales distrito y barrio que las dos anteriores.

25.10.10

Bilbao (Glorieta de)




Foto: Museo8bits

Entre las calles de Sagasta, Luchana, Fuencarral y Carranza. Distritos 1 (Centro) y 7 (Chamberí). Barrios de la Justicia, la Universidad y Trafalgar.

El paraje que hoy se conoce como glorieta de Bilbao fue durante mucho tiempo uno de los extremos de la villa, lugar en el que se emplazaron los llamados Pozos de la Nieve. Eran pozos en los que se guardaba la nieve traída desde la Sierra de Guadarrama para luego ser utilizada en el verano para aplacar algo los calores. Por eso la puerta que tenía la cerca de Felipe IV por aquí se llamaba de los Pozos de la Nieve, como se ve en el plano de Texeira y otros de la época. Pero no se hallaba donde actualmente está la glorieta que nos ocupa, sino algo más abajo, en la calle de Fuencarral a la altura de las calles del Divino Pastor y de Apodaca. En 1767 se derribó por ruinosa y se construyó otra un poco más al norte. En la guerra de la Independencia fue valerosamente defendida por el general San Simón y debieron quedarle algunos desconchones producidos por los combates, a decir de Mesonero Romanos. En 1837, al producirse la heroica defensa de Bilbao por las tropas cristinas durante la primera guerra carlista, la puerta pasó a denominarse de Bilbao y cuando fue derribada con el resto de la cerca en 1868, la glorieta que quedó heredó el nombre, a pesar de estar por entonces duplicado, pues la actual plaza de Vázquez de Mella se llamaba también de Bilbao. Cuando fue urbanizándose el barrio de Chamberí, la glorieta de Bilbao se convirtió en un importante centro de animación que hizo que Répide la considerase "una de las sucursales de la Puerta del Sol" y, en efecto, su importancia como nudo de comunicaciones la hacía digna de tal elogio. Durante un tiempo en la glorieta de Bilbao se formó un mercadillo navideño en el que se podían encontrar pavos vivos que luego serían servidos como cena de Navidad. Hoy en día es uno de los centros de la vida nocturna de Madrid. La mitad de la juventud madrileña, cuando sale, va a Bilbao, designando por ese nombre a toda una zona cuyo punto neurálgico es nuestra glorieta. [Nota de 2010: escribí este texto hace más de diez años, tal vez quince. Por entonces yo salía por allí, pero desde aquellos tiempos casi jurásicos es de suponer que la cosa haya cambiado un tanto.] Por ello es habitual ver la acera en la que se encuentra el Café Comercial, junto a una de las bocas del metro de Bilbao abarrotada de gente los fines de semana por la noche, y es que ése es uno de los puntos más habituales para fijar una cita en Madrid.

En 1902 se colocó en el centro de la Glorieta de Bilbao una estatua de Juan Bravo Murillo, el principal artífice del Canal de Isabel II, y que en 1961, cuando el dichoso tráfico la convirtió de monumento a estorbo, fue trasladada a un emplazamiento mucho más adecuado: Los jardines que se hallan junto a uno de los depósitos que el Canal tiene precisamente en la calle de Bravo Murillo.

4.10.10

Bernardino de Obregón (Calle de)


Entre la ronda de Valencia y el paseo de Santa María de la Cabeza. Distrito 2 (Arganzuela). Barrio de Palos de Moguer.

En el barrio de las Peñuelas, antaño fabril y algo suburbial y hoy residencial con bastante calidad, encontramos una calle dedicada a un religioso del siglo XVI, recientemente beatificado. Barnardino de Obregón nació cerca de Burgos en 1540. Era de noble familia, y en sus años mozos destacó como soldado en Italia y Flandes. Pero en 1565 sintió la llamada divina, cambió la espada por el hábito y se dedicó al cuidado de los enfermos. Creó la Congregación de los Mínimos, llamada popularmente de los Obregones, para tal fin. A él se debe la fundación de la Congregación de la Santa Cruz en el Hospital de la Corte y del Hospital de Convalecientes que hubo en la calle Ancha de San Bernardo. Desde 1587 trabajó en el Hospital General. Murió en 1590.

Su, digámoslo así, conversión es objeto de una muy típica leyenda de la época en España, la del caballero de vida disipada que sufre un choque importante y la abandona convirtiéndose en un dechado de virtudes. Se cuenta que al poco de venir a la Corte como caballero del duque de Sessa, paseaba un día todo acicalado Bernardino por la calle de Postas cuando un barrendero (ah, ¿pero había barrenderos en Madrid en el siglo XVI?) le salpicó el impoluto vestido. El barrendero fue inmediatamente abofeteado; su reacción fue cuando menos extraña, pues se arrodilló ante el caballero y dijo: “Señor, mucho agradezco a vuestra merced la merced y honra que me ha hecho, porque en mi vida me he visto más honrado que con esta bofetada” (versión de Répide). La impresión que causó esta respuesta en Bernardino de Obregón le llevó a darse cuenta de las miserias del mundo y a abandonarlo en provecho de los más pobres y desvalidos.