7.4.23

Huertas (Calle de las)

(Foto CC BY-SA Reihnardauke)

Entre la plazas del Ángel y de la Platería de Martínez. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes. 

Estamos en una de las calles más conocidas y características de Madrid, que en tiempos (quizá también en la actualidad) era sinónimo de “salir por ahí”. “¿Adónde vamos? A Huertas”. Eso significaba que íbamos a pasar por alguno de los numerosos establecimientos de ocio que poblaban y aún pueblan esta vía. 

Su nombre, que es de los ancestrales en la villa, proviene, como es fácil deducir, que unas huertas que hubo cuando las casas aún no llegaban por aquí. Parece ser que eran propiedad del marqués de Castañeda, un personaje importante de la corte del rey Enrique IV, allá por el siglo XV, y que luego pasaron a los monjes del convento de San Jerónimo. Cuando Madrid creció por allí desaparecieron, pero quedó su nombre para la calle.

El antiguo palacio de los duques de Santoña
(Foto CC BY-SA Luis García)

Que no siempre lo llevó, pues durante unos pocos meses, entre el 4 de abril de 1843 y el 28 de enero de 1845 se llamó de Máiquez, ya que el célebre actor fue uno de los muchos miembros del mundo de la farándula literaria que habitó en ella o en sus aledaños. No en vano anduvo muy cerca, en la calle del León, el conocido “mentidero de los representantes” (tal y como lo nombra Mesonero Romanos en su Antiguo Madrid). Estamos pues, en el centro de lo que ahora se llama “Barrio de las letras” y lo atestiguan las diversas citas que, en su pavimento, vemos de autores como Zorrilla, Góngora o Cervantes (en realidad toda la calle está trufada de placas conmemorativas de literatos como Elena Fortún, José Echegaray, Bécquer, Espronceda, Lope de Vega o Quevedo). Precisamente Miguel de Cervantes habitó en nuestra calle, según él mismo indicó en la Adjunta al Parnaso, en el sobrescrito de la carta que le envía el mismísimo Apolo: “A Miguel de Cervantes Saavedra, en la calle de las Huertas, frontero a las casas donde solía vivir el príncipe de Marruecos”. Esas casas estaban donde hoy vemos el que fue palacio de los duques de Santoña, obra de Pedro de Ribera levantada entre 1730 y 1734 que muestra una de sus magníficas portadas barrocas, actualmente sede de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid. 

Versos de Quevedo en el pavimento de nuestra calle
(Foto CC BY Pablo Sánchez)

Pero si hablamos de edificios, mejor comenzar por el principio de la calle. En la esquina con la calle de San Sebastián hay un pequeño jardín enrejado que contiene una floristería. En tiempos fue el cementerio de la contigua parroquia de San Sebastián, el lugar donde a finales del siglo XVIII el militar y poeta José de Cadalso fue a desenterrar a su amada en un macabro arranque romántico. 

La antigua sede del Honrado Concejo de la Mesta
(Foto CC BY-SA Luis García)

En el número 26 se halla el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas del Ministerio de Economía, pero esto no es lo interesante, sino que en ese edificio tuvo su sede el Honrado Concejo de la Mesta (y allí presidió Fernando VII su junta general en 1815, como nos recuerda una placa en su fachada). Desaparecida esa institución de origen medieval, fue su heredera, la Asociación General de Ganaderos, quien lo ocupó. Hoy en día ya vemos que quien lo ocupa es un organismo de la Administración Central. 

Un poco más abajo, en la misma acera, nos encontramos con la sede de la Real Academia de la Historia, el célebre “nuevo Rezado” de Juan de Villanueva, pero como su entrada está por la calle del León, allí remitimos para hablar algo más de este edificio. 

Cambiando de acera no tardaremos en encontrar los muros de ladrillo del Convento de las Trinitarias Descalzas, que allí se levanta desde el último tercio del siglo XVII y donde está enterrado Cervantes, pero, como en el caso anterior, su entrada está en la calle de Lope de Vega y allí lo comentaremos; a nuestra calle solo da una de sus fachadas.

El final de la calle

Para el final dejamos un edificio moderno, sito en el número 73, la sede del Consejo Económico y Social, que antes lo fue del diario Pueblo. Se trata de un diseño de Rafael Aburto construido en 1959 y que junto con el que muy cerca, en el paseo del Prado, alberga diversos ministerios supusieron, a decir de la Guía del COAM “el cambio de la concepción de la arquitectura oficial de la posguerra”.

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