10.1.25

Lavapiés (Plaza de)

Foto CC BY-SA Luis García, Zaqarbal

Entre las calles de Lavapiés, del Olivar, de la Fe, de Argumosa, de Valencia, de Tribulete y del Sombrerete. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores. 

Como se ha comentado en el artículo anterior, las brumas que emborronan el origen del nombre de un barrio tan madrileño y tan castizo como el de Lavapiés, parecen estar mucho más claras para nuestros cronistas de cabecera cuando de la calle pasamos a la plaza (que, por cierto, fue plazuela hasta el 17 de febrero de 1865). Sabido es que esta fue la judería de la villa (la sinagoga estuvo donde hoy se halla la iglesia de San Lorenzo, en la calle del Salitre) y es posible que por aquí hubiese una fuente donde tal comunidad hacía las abluciones dictadas por su fe; en palabras llanas, que se lavaban los pies. Así que Moratín padre tampoco estaba tan cerca del disparate… 

Lavapiés y la judería… Al parecer, la costumbre de los conversos de poner como nombre “Manuel” a sus primogénitos fue el origen del “manolo”, ese tipo madrileño de estos barrios bajos (bajos por su orografía), siempre enfrentado al “chispero” de la calle del Barquillo. Ya estamos en el siglo XXI y no procede la suerte de tratado moral que leemos en Peñasco y Cambronero sobre las “chulas”, esto es, las herederas de las manolas, ni nada que se le parezca. Hoy Lavapiés es el barrio multicultural y plural por excelencia de la villa de Madrid, desde luego no exento de problemas trufados de racismo y otros males de nuestro tiempo, pero vivo y dinámico como siempre lo ha sido desde su origen.

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