(Foto: Luis García, Zaqarbal)
Entre las calles del Prado y de Atocha. Distrito 1 (Centro). Barrio de las Cortes.
Nos hallamos en una de las vías principales del celebérrimo “barrio de las Letras” de nuestra villa. De hecho, en su comienzo, cuando se cruza con la calle del Prado, se hallaba el mentidero de los comediantes, casi tan famoso como el otro que hubo por entonces en Madrid, el de las gradas de San Felipe. Y es que sin duda es una calle de gran peso literario. A ella daba la casa en la que murió Cervantes y en el número 27 uno de los rombos del Ayuntamiento nos recuerda que allí nació uno de nuestros premios Nobel de literatura, Jacinto Benavente.
El nombre, según la tradición, le viene de que cuando en tiempos no era más que un camino hubo por aquí un paraje en el que un indio mostraba por dinero un león enjaulado. Algo que no nos ha de asombrar, pues tal circunstancia se repite en toda vía del Madrid viejo que recuerde a algún animal exótico.
El edificio de la Real Academia de la Historia, antiguo Nuevo Rezado
(Foto: Luis García, Zaqarbal)
Un edificio de enjundia abre sus puertas a nuestra calle. Se trata del que hoy está ocupado por la Real Academia de la Historia, pero que durante mucho tiempo fue conocido como “Nuevo Rezado”. Fue su arquitecto Juan de Villanueva, quien lo levantó en 1788 como casa de oración para los monjes de El Escorial; de ahí no solo el nombre tradicional, sino también la parrilla que se puede apreciar dentro de un escudo sobre su puerta principal. En su fachada, una placa colocada por el Ayuntamiento en 1921 nos recuerda que allí vivió Marcelino Menéndez y Pelayo, “siendo primeramente bibliotecario y director después” de la Academia. El edificio sufrió una reforma entre 1872 y 1874, precisamente para acoger esta institución, creada en 1738 por Felipe V a instancias de unos eruditos que llevaban varios años reuniéndose para hablar de estas cuestiones. Antes de venir aquí tuvo sus sedes en la Biblioteca Real y en la Casa de la Panadería (donde se trasladó por orden de Carlos III en 1773). Tras la desamortización de Mendizábal de 1835 se le adjudicó el Nuevo Rezado pero, como ya hemos visto, tardó casi cuarenta años en ocuparlo.